lunes, abril 16, 2007

Plantas jeroglíficas, El Loto y la Haba de Egipto

El loto es una especie de lis que crece en abundancia tras la inundación del Nilo.[1] Los egipcios, tras haberla cortado, la hacían secar al Sol y de una parte de esta planta, que parecía una adormidera, hacían el pan. Su raíz es redonda del grosor de una manzana y muy buena para comer. El mismo autor dice[2] que el fruto del loto se parece al del lentisco, tan agradable al gusto como el de la palmera. Los lotófagos, eran así llamados porque usaban de este fruto para todo alimento, y hacían vino de él. Los egipcios, según Plutarco,[3] peinaban la flor de loto al Sol naciente, no porque creyeran –dice– que hubiera nacido así, sino porque representaban alegóricamente la mayor parte de las cosas.

Mahudel leyó en la academia de las inscripciones y bellas letras, en 1716, un memorial sobre juicios y muy documentado sobre las diferentes plantas de Egipto que se encuentran en los monumentos de aquel país y que sirven de adorno o atributos a Osiris, Isis, etc. Según él el loto es una especie de nymphea, que difiere del haba de Egipto sólo por el color de su flor que es blanca, mientras que la otra es de un rojo encarnado, lo que conviene a la idea que nos da Herodoto en el lugar que hemos citado. Es inútil buscar la descripción de Teofrasto, Plinio y Dioscórides, que no habían visto estas plantas en su lugar natal.
Si el señor Mahudel hubiera supuesto que el color del fruto y de la raíz del loto y del haba de Egipto, hubieran merecido que se hiciera mención, no habría olvidado hacerlo con todo detalle, pero sólo vio este fruto y esta flor en los monumentos y sólo se refirió particularmente a ello. Por alguna razón la hoja entraba también en las ideas jeroglíficas de los egipcios, puesto que representaba de alguna manera el Sol por su redondez y por sus fibras que desde un pequeño círculo que hay en el centro de esta hoja se expanden hacia todos lados como los rayos del sol hasta la circunferencia.
La flor abierta representa casi la misma cosa.
Pero de todas las partes de la planta la flor es lo que más comúnmente se señala sobre la cabeza de Isis y de Osiris y de los mismos sacerdotes que estaban a su servicio. La relación que los egipcios creían que la flor de loto tenía con el Sol, puesto que al levantar este astro se mostraba en la superficie del agua y se sumergía de nuevo cuando se ocultaba, no era precisamente lo único que había hecho que se la consagrara a él. Si los anticuarios hubieran podido distinguir o por lo menos hubieran puesto atención en examinar que era del color de las flores que se ponían sobre la cabeza de Osiris y de las que se ponían sobre la de Isis, habrían visto sin duda que la flor encarnada del haba de Egipto no se encontraba jamás sobre la cabeza de Isis, sino solamente la flor blanca del loto y que se asignaba la primera a Osiris. El completo parecido de estas dos plantas ha impedido sospechar el misterio en su elección y señalar esta diferencia. Se podrá encontrar en lo que sigue, o puede ser que se tenga ya algunos monumentos egipcios coloreados, sobre los cuales se verá esta distinción.




Los inventores de los jeroglíficos no admiraban nada que no tuviera una relación con la cosa significada. Plutarco[4] lo ha intuido en el color del fruto de las plantas de las que hablamos, que tienen la forma de una copa o de copón, de la que llevaba el nombre entre los griegos. Viendo representado un niño sentado sobre este fruto, ha dicho que este niño era el crepúsculo, por relación al parecido del color del bello momento del día con el de este fruto. Se ha de poner atención, pues, al color mismo de estos atributos para poder dar las interpretaciones justas y conformes a las ideas de sus institutores.
Se ha debido de señalar hasta aquí que el color amarillo y el rojo eran particularmente los de Horus y de Osiris y el blanco el de Isis; porque los dos primeros eran los colores del Sol y el blanco el de la Luna, en el mismo sistema hermético. Es pues, verosímil que los egipcios emplearan el loto y el haba de Egipto en sus jeroglíficos a causa de su diferente color, puesto que siendo parecidas en todo el resto, una de estas dos plantas hubiera sido suficiente. La mayor parte de los vasos, sobre la copa de los cuales se ve a un niño sentado, son el fruto del loto.

[1] . Herodoto, lib. 2, cap. 92.
[2] . Herodoto, lib. 4, cap. 177.
[3] . Plutarco Isis y Osiris.
[4] . Plutarco, Ibidem.

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