Todas las naciones están de acuerdo en considerar al macho cabrío como el símbolo de la fecundidad. Era aquel Pan o principio fecundante de la naturaleza, es decir, el fuego innato, principio de vida y de generación. Por esta razón los egipcios tenían consagrado el cabrón a Osiris. Eusebio[1] aportándonos un jeroglífico egipcio nos da a entender las ideas que este pueblo tenía al respecto, según la interpretación que da, pero poniendo un poco de atención a la descripción que hace de este jeroglífico se debe ver en nuestro sistema el sentido oculto que los sacerdotes asociaban allí: Cuando quieren –dice– representar la fecundidad de la primavera y la abundancia de la que es fuente, ponían un niño sentado sobre un macho cabrío y vuelto hacia Mercurio. Yo vería en ello más bien, con los sacerdotes, la analogía del Sol con Mercurio y la fecundidad, de la que la materia de los filósofos es el principio en todos los seres, es esta materia espíritu universal corporificada, principio de vegetación, que se vuelve aceite en la oliva, vino en el racimo de uvas, goma, resina en los árboles, etc.
Si el Sol por su calor es un principio de vegetación, lo hace excitando el fuego adormecido en las simientes, donde permanece como entorpecido hasta que sea despertado y animado por un agente exterior. Es lo que sucede también en las operaciones del arte hermético donde el mercurio filosófico trabaja mediante su acción sobre la materia fija, donde este fuego innato está como en prisión, lo desarrolla rompiendo sus ligaduras y lo pone en estado de actuar para conducir la obra a su perfección. Esto es este niño sentado sobre el cabrón y al mismo tiempo la razón por la que se vuelve hacia Mercurio. Osiris siendo este fuego innato no difiere de Pan, también el macho cabrío estaba consagrado tanto al uno como al otro. Por la misma razón esto también era uno de los atributos de Baco.
[1] . Eusebio, De Paraep. Ev. Lib. 2, cap. 1.
Si el Sol por su calor es un principio de vegetación, lo hace excitando el fuego adormecido en las simientes, donde permanece como entorpecido hasta que sea despertado y animado por un agente exterior. Es lo que sucede también en las operaciones del arte hermético donde el mercurio filosófico trabaja mediante su acción sobre la materia fija, donde este fuego innato está como en prisión, lo desarrolla rompiendo sus ligaduras y lo pone en estado de actuar para conducir la obra a su perfección. Esto es este niño sentado sobre el cabrón y al mismo tiempo la razón por la que se vuelve hacia Mercurio. Osiris siendo este fuego innato no difiere de Pan, también el macho cabrío estaba consagrado tanto al uno como al otro. Por la misma razón esto también era uno de los atributos de Baco.
[1] . Eusebio, De Paraep. Ev. Lib. 2, cap. 1.
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