El gato tenía gran veneración entre los egipcios, porque era consagrado a Isis. Comúnmente se representaba este animal sobre lo alto de la cítara, instrumento que se veía a menudo en la mano de esta diosa. Cuando un gato moría, los egipcios lo embalsamaban y lo llevaban con gran duelo a la ciudad de Bubaste, donde Isis era particularmente reverenciada. Sería sorprendente que el gato no hubiera tenido los mismos honores que los otros animales entre un pueblo que había hecho un estudio tan particular de la naturaleza de las cosas, y de la relación que tenían, o parecían tener entre ellas.
Siendo Isis el símbolo de la Luna no podían escoger un animal que tuviera más relación con este astro. Pues todo el mundo sabe que la forma de ciruela de los ojos del gato parece seguir los diferentes cambios que llegan a la Luna, en su crecimiento o en su declinación. Los ojos de este animal brillan en la noche como los astros del firmamento. Así mismo algunos autores han querido persuadirnos de que la hembra del gato hacía al año tantas crías como días hay en un mes lunar. Estos rasgos de parecido dieron sin duda ocasión de decir que la Luna o Diana se ocultó bajo la forma de gato, cuando se refugió en Egipto con los otros dioses, para ponerse a cubierto de las persecuciones de Tifón. Fele soror Phoeli[1]
Todos estos parecidos eran más que suficientes para determinar a los egipcios a tomar al gato como símbolo de la Luna celeste, pero los sacerdotes que tenían una intención ulterior especificaron este símbolo por los atributos, cuyo sentido misterioso era conocido sólo por ellos. Este dios gato está representado en diferentes monumentos, con una cítara en una mano y llevando, como Isis, un vaso de diferentes asas, a veces sentado y con una cruz sujeta a un círculo. Se sabe que la cruz en los egipcios era el símbolo de los cuatro elementos, en cuanto a los otros atributos los hemos explicado en el capítulo de Isis.
[1] . Ovidio, Metamorfosis, lib. 5.
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