Todos los Mitólogos han visto esta fábula como una
alegoría que indica los males que la voluptuosidad, simbolizada por Amor, causa
en el alma, bajo el símbolo de Psique.
Pero se la puede explicar herméticamente, como las
otras fábulas; según los Adeptos, Psique es el agua mercurial y Cupido, con su
antorcha, su arco y sus flechas, representa la tierra fija, cálida e ígnea
minera del fuego celeste, según Espagnet; en consecuencia, es hijo de Vulcano y
de Venus y Psique, hija de un Rey y de una Reina, es decir, del Sol y de la
Luna, dicen los Filósofos.
Sus encantos impresionaron al mismo Cupido,
ciertamente no podía esposarse, según el Oráculo de Apolo, sino con un dios,
pues el agua mercurial no se puede aliar y unir íntimamente más que con un dios
hermético, es decir, un metal filosófico, temible al mismo infierno, ya que
resucita, glorioso, de la putrefacción, llamada Infierno.
Psique expuesta sobre una montaña para que Céfiro la
lleve a un brillante palacio de oro, plata y pedrería, donde Amor la vendrá a
visitar durante la noche, representa ese vapor que se eleva a lo alto del vaso
Hermético, en el que, Basilio Valentín dice que sopla el Céfiro. Flamel la
compara a una flor admirable, brillante de oro y plata, agitada por el viento.
Este vapor depositado y descendiendo hasta el fondo del vaso disuelve la
materia que allí se encuentra, la putrifica y la lleva al color negro, símbolo
de la noche; entonces, dicen los filósofos, se realiza la unión de los dos,
simbolizado por los encuentros con Cupido.
Psique no tuvo entonces el cuidado de reconocer a su
Amante, que, en verdad, era ese dragón tan predicado por los Filósofos, esa
serpiente Pitón, ese monstruo informe del que se ha hablado tanto en todas sus
obras; pero Cupido sólo tiene el nombre de Serpiente, no su forma y por ello no
ha perdido su belleza; solamente está oculta por la oscuridad de la noche, y
tan pronto como Psique se ayudará de la luz de una lámpara para verle, es
decir, cuando el color blanco sucederá al negro, reconocerá al más bello de los
dioses, y al más temible.
Tenía las alas extendidas y desplegadas, presto a
volar, cosa que hizo, en efecto, tan pronto fue despertado por una gota del
aceite incombustible de aquella lámpara, de la que habla Artephius, que cayó
sobre la espalda de Amor. Levantó el vuelo y elevó consigo a Psique, que quería
retenerla. Esto es la volatilización de la materia, que se eleva hasta lo alto
del vaso, lugar al que el fijo y el volátil ascienden conjuntamente.
Cupido deja caer a Psique, que se precipita hasta el
gua mercurial, pero no para ahogarse en ella; las Náyades respetarán a la
esposa del Amor y la llevarán hasta la orilla. A continuación, errará por el
mundo buscando al Amor, ya que la materia en circulación, durante la
volatilización, parece errar en el vaso hasta que ha encontrado de nuevo la
tierra filosófica, representada por Ceres que, a pesar de ello, no puede
protegerla de la indignación de Venus, porque ella misma todavía no está fija.
Juno, o la humedad del aire tampoco se lo puede
prometer, Psique toma, por tanto, la decisión de ir a buscar a Cupido a casa de
Venus, su madre, es decir, al color cetrino, llamado Venus, el cual sucede al
blanco. Esta diosa ruega a Júpiter que envíe a Mercurio a buscar a Psique. He
ahí al Mercurio filosófico en acción. Psique es presentada a Venus, que la
maltrata y la obliga a diversos trabajos, que indican todo lo que sucede en las
operaciones de la siguiente obra. Los diversos granos amontonados en una pila
son separados por las hormigas, ello es la disolución de la piedra y la
putrefacción, cuya agua negra, que el águila toma de la fuente para servir a
Psique, es un símbolo todavía más significativo.
El Toisón dorado que Venus solicita es el Azufre de
los sabios, aquel mismo que Jasón obtuvo. Pero para llegar a este color
perfectamente negro, llamado Infierno por los filósofos, es preciso que Psique
descienda hasta el reino de Plutón, para pedir a Proserpina una caja repleta de
sus encantos. Esto no podrá conseguirlo si no se provee de dos pasteles y de
dos monedas. Hacia allí se dirige Psique; encuentra a Caronte, ese viejo sucio,
hediondo, cubierto de harapos, con barba gris; también habrá de encontrar a
Cerbero, al que dará uno de esos pastelillos para llegar finalmente hasta
Proserpina o color blanco, que le entregará la caja buscada por Psique.
El autor de esta fábula no ha creído, sin duda,
necesario entrar en detalles porque la segunda operación no es más que una
repetición de la primera. Se contenta con decir que la caja contiene un vapor
somnífero, que se apodera de Psique cuando la abre con objeto de indicar, a
través de ese vapor, la volatilización, y por su efecto, la fijación o reposo
que se sigue. En este estado la encontrará Cupido, la conducirá al cielo y se
unirá con ella para siempre.
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