martes, noviembre 07, 2006

Hércules y la Hidra de Lerna



Tras esta penosa expedición Alcides volvió junto a Euristeo y se sometió a sus órdenes. Éste lo envió a exterminar la hidra, este monstruo de siete cabezas (según la opinión más común) que habitaba en los pantanos de Lerna y que había sido alimentado y criado cerca de la fuente de Amimone. Cuando se le cortaba una cabeza le salían dos. Pero Jolao, hijo de Ificlo, que acompañó a Hércules, metió enseguida fuego en la herida después de que Hércules le cortara la cabeza, por miedo a que de la sangre que saliera se formaran otras nuevas. Apolodoro añade este hecho y Eurípides en su Tragedia intitulada Jon, dice que la guadaña que usó Hércules para cortar las cabezas de la hidra era de oro.
En vano se intentará realizar una fábula tan magníficamente alegórica. Los pantanos de Lerna cerca de Argos estaban infectados de muchas serpientes de las que
una era la hidra, y estos pantanos purgados de estos reptiles, secados y vueltos fértiles por Hércules, según el abad Banier,[1] son una muy mala explicación, puesto que confiesa que Fourmond, que en su viaje a la Morea, visitó este lugar, dice que aún es totalmente pantanoso y está lleno de cañas, ningún historiador habla de esta multitud de serpientes. Es suficiente poner atención al simple significado de los nombres pues llevan consigo la explicación de esta fábula. Hidra viene de Υδαρ, que significa propiamente agua, de donde se ha hecho ΰδρα y ΰδρος, hidra, serpiente acuática; esta serpiente es la misma que la serpiente Pitón, y ya hemos probado más de una vez que los filósofos han dado el nombre de serpiente a su agua mercurial; la serpiente de los filósofos es, pues, una serpiente acuática, una hidra. Fue criada en la fuente Amimone, porque esta agua mercurial es de una extrema fuerza y porque Α΄μύμοιν quiere decir brava, valiente, fuerte, con coraje. Habitaba en los pantanos de Lerna, pues el agua mercurial es un verdadero pantano lleno de barro; la palabra Lerna indica claramente el vaso donde esta agua está encerrada, ya que λαρνα para los griegos significa vaso, urna de vidrio o de piedra fundida,
propio para contener algún líquido. Haled[2] ha empleado la alegoría del pantano en estos términos: La que nace de la tierra metálica negra es el principio universal del arte; cocedla al fuego, después en el estiércol de caballo durante 7, 14, o 21 días, se volverá un dragón que se comerá sus alas. Metedlo en un vaso bien sellado y en el fondo de un horno; cuando esté quemado tomad sus sesos y trituradlo con vinagre o con orina de niños. Que viva después en el pantano y que se pudra.
Hércules no hubiera tenido éxito en matar a esta serpiente, es decir, en fijar esta agua mercurial, si Jolao, hijo de Ificlo, no le hubiera ayudado aplicando el fuego sobre las heridas, porque la muerte de este agua mercurial es la fijación, que se hace mediante el fuego filosófico y por su unión con la parte fijada, llamada piedra; pues Jolao viene de Ι˝ος sola y de λάας, piedra, como si se dijera piedra única ¿por qué se dice hijo de Ificlo? Esto es porque Ificlo, por su sorprendente volatilidad, es el verdadero símbolo del Mercurio de los filósofos del que esta piedra o Jolao está formado. A cada cabeza que Hércules cortaba nacían otras dos; la volatilización de la materia se renueva siete veces, algunos dicen hasta nueve veces antes de la fijación perfecta, lo que es indicado por el número de cabezas de la hidra. Hércules las corta con una guadaña de oro ¿podría ser de otro metal? puesto que la parte fija a la que se une la volátil para fijarse juntas, es el oro filosófico. ¿Se creerá como Lulio Giraldi ha imaginado, que este trabajo de Hércules no fue más que una prueba de fortaleza que sólo pudo llevar a cabo poniendo fuego?[3] o ¿no serán quizás siete hermanos bandidos y ladrones muertos por Hércules y echados al pantano de Lerna, según dicen Corcelli y Tzetzés?[4] Y finalmente otras tantas conjeturas de diversos autores, nacidas en su imaginación.

[1] . Banier, Mitología, tom. 2, p. 274.
[2] . Haled, La Turba.
[3] . L. Giraldo, De Hércules.
[4] . Tzetzés, Memorias históricas de la Morée.

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