miércoles, noviembre 01, 2006

Juegos Píticos



Se pretende que los juegos píticos no son una institución tan antigua como los juegos olímpicos, sin embargo algunos autores dicen que el mismo Apolo los instituyó tras la victoria que obtuvo sobre la serpiente Pitón. Pues Apolo era contemporáneo de Hércules, que fue fundador de los juegos olímpicos, puesto que Apolo se llevó el premio en la carrera que ganó a Mercurio, la primera vez que se celebraron estos juegos. Sin embargo yo creería más bien que los juegos píticos son un poco menos antiguos que los juegos olímpicos, puesto que aquellos fueron instituidos en memoria de Pélope, que es el principio de la obra filosófico-química, y los píticos han sido instituidos en honor a Apolo que es el fin y el objetivo de la obra. Sea como sea, estos juegos han sido
instituidos en honor de Apolo, en memoria del hecho de que había matado a la serpiente Pitón, nacida del barro que quedó tras el diluvio de Decaulión, a lo largo del río Céfiso, al pie del monte Parnaso.
Unos[1] han considerado a esta Pitón como un ladrón y un bandido que destrozaba los alrededores de Delfos, donde estaba su morada y que un príncipe o un sacerdote de este dios, que llevaba el nombre de Apolo, liberó al país de ella; otros, sobre un razonamiento poco sólido, dicen que Pitón era un verdadero dragón o serpiente, que fue muerto por uno llamado Apolo. Pero Ovidio dice que Pitón nació del barro bajo la forma de una serpiente desconocida y capaz de producir terror: Del limo y del calor del Sol salieron los animales conocidos y los desconocidos; los nada amenazadores y los monstruos, entre éstos la serpiente Pitón, terror de los hombres por su enorme tamaño. (Metamorfosis, lib. 1, 434)
Aunque Pitón haya sido una verdadera serpiente ¿es un hecho tan extraordinario matar a un hombre o a una serpiente a flechazos? ¿Se debe pensar que en memoria de una acción tan poco importante haya surgido la idea de instituir estos juegos tan célebres? Entonces ¿en honor de quién? No de un príncipe o de un sacerdote autor del hecho, sino del dios Apolo, que no habría tenido parte en ello más que por su nombre.
Typhón, dicho Pythón por una simple transposición de letras, fue una serpiente que nació de la tierra, cerca del río
Céfiso, al pie del monte Parnaso, por un sólo puñetazo que dio Juno en aquel lugar. Hemos visto que Tifón fue padre de una numerosa saga de serpientes y dragones, tales como el del toisón de oro, el que mató Cadmo y el del jardín de las hespérides. Se dice que Tifón era hermano de Osiris y fue muerto por Horus, o el Apolo de Egipto. Parece ser pues, que la Pythón de Grecia, muerta a flechazos por Apolo, es lo mismo que el Typhón de Egipto, muerto por Horus. Ruego al lector que se acuerde de lo que hemos dicho respecto a esto, y así no lo repetiré. Solamente se observará que esta pretendida serpiente solo tomó el nombre de Pitón después de ser muerta y caer en la podredumbre, porque comúnmente los filósofos dan el nombre de serpiente y dragón a su materia cuando está en putrefacción. Ya he citado una infinidad de textos por esta cuestión, también se puede ver lo que he dicho del monte Parnaso, donde se verá por qué Pitón fue muerta a lo largo del río que corre hacia abajo de esta montaña. El mismo Ovidio nos da a entender lo que se debe de pensar de la muerte de Pitón, por la discreción en que lo hace: Este dios que lleva el arco y que sólo usó esta arma contra los alertas gamos y los corzos ligeros en la carrera, hasta aquel momento en que cortó la vida de este monstruo, haciendo salir su veneno por su negra herida: (lib.1, 441) ¿Cuál podía ser, pues, esta herida negra por la que se derramó el veneno de Pitón? ¿le habría sido puesto este epíteto sin
razón? Una herida no es negra; comúnmente la sangre que emana la enrojece. No se puede decir que este epíteto haya convenido para hacer el verso, puesto que el término rubra, (roja) que expresaba el color natural de una herida, es el que primero se presenta al espíritu y también habría sido propio para la cadencia y la medida del verso. Ovidio, pues, tenía una razón que le empujaba a preferir el epíteto de nigra, y he aquí cual es esta razón. Hemos dicho cientos de veces que la materia del magisterio en putrefacción es negra y que entonces los filósofos dicen que su dragón está muerto, como hemos visto en el capítulo del toisón de oro y en el del jardín de las hespérides; es pues, en memoria de esta muerte que Apolo instituyó los juegos píticos, así como Hércules había instituido los juegos olímpicos en memoria de Pélope, que significa la misma cosa, por lo cual es fácil ver cuanto concuerdan las fábulas entre sí y que todas tienen el mismo objetivo así como han tenido el mismo origen.
Las islas Cíclades, llamadas así porque estaban dispuestas en forma de círculo alrededor de la isla de Delos, donde se dice que nació Apolo, celebraban los juegos píticos al principio de la Primavera, y el antiguo uso era cantar solamente el más bello himno de entre todos los que se aportaban en honor a Apolo. Después se introducían diversos instrumentos de música. La recompensa que se daba al que había obtenido el premio era una corona de laurel, ya que este árbol estaba consagrado a Apolo. Algunos autores dicen[2] que se le daba ciertas manzanas que no se nombran, pero que también estaban consagradas a este dios de la música. Finalmente estos juegos se volvieron más o menos parecidos a los olímpicos; se celebraban al principio de cada nueve años, es decir, después de que se cumplieran ocho; pero después fueron cada cinco años, o tras expirar el cuarto, y sirvieron para señalar las épocas a los habitantes de Delfos y alrededores. Se decía que los nueve años se habían determinado debido a las nueve ninfas que llevaban los presentes a Apolo, después de que hubiera librado al país de la serpiente Pitón, lo que viene a ser como las nueve águilas representadas tirando flechas a un objetivo rodeado de un círculo, carácter químico del oro, que Senior[3] ha puesto como emblema de la gran obra.
No se debería de dudar de que Orfeo estuviera perfectamente al caso de toda la gran obra.
Diodoro de Sicilia[4] cuenta que fue el primero de entre los griegos que fueron a Egipto para instruirse. Y junto a él Museo, Melampo, Dédalo, Homero, Licurgo de Esparta, Demócrito, Solon, Platón, Pitágoras. Aún se muestran monumentos –dice este autor– estatuas, lugares y ciudades, que han tomado sus nombres de lo que contenía su doctrina. Es cierto que aprendieron en Egipto todas las ciencias que los volvieron tan recomendables en su país, pues Orfeo aportó muchos himnos a los dioses, orgías y la ficción de los Infiernos; las solemnidades de Osiris, que son las mismas que las de Dioniso; las de Isis, que son parecidas a las de Ceres y las unas y las otras sólo difieren en los nombres.
Los himnos que se cantaban en honor a Apolo, estaban hechos en memoria de aquel que el mismo Apolo cantó, cuando Júpiter hubo vencido a los titanes y destronado a su padre Saturno. Entonces Apolo estaba perfectamente vestido.
Se ha visto en el tercer libro lo que se debe de pensar de este pretendido dios y se debe de estar convencido de que Orfeo y los otros poetas no han entendido de ello que se hablara del Sol que nos alumbra, ni de ningún hombre que haya existido realmente, sino de un Apolo jeroglífico o Sol filosófico, del que tan a menudo hemos explicado su genealogía y sus acciones. Digamos aún dos palabras de la muerte de la serpiente Pitón. La putrefacción de esta serpiente es
lo que ha dado lugar a su nombre y al de la pitia (pitonisa). Raimon Llull[5] se expresa así respecto a esto: Y por esta razón se debe decir alegóricamente que el gran dragón ha nacido de los cuatro elementos confundidos; no se ha de entender, pues, según la letra, que es tierra, agua, aire o fuego, sino que es de una sola naturaleza que tiene las propiedades de los cuatro elementos. Éste sólo puede morir por la disolución, cuando su veneno sale por la herida negra, pues dice Morien:[6] si no cae en la putrefacción y no ennegrece, no se disolverá; si no está disuelto no será penetrado por su agua y si no está penetrado por su agua no se hará ninguna conjunción ni unión. Este dragón fue muerto al pie del monte Parnaso, porque el Apolo filosófico reside en lo alto con las musas, es decir, que la materia en putrefacción está en el fondo del vaso y las partes volátiles suben a lo alto, significadas por las musas, con las cuales el Apolo de los filósofos se volatiliza, recaen sobre la materia que está en el fondo, para penetrarla y disolverla. Estas partes volatilizadas son llamadas flechas, porque las flechas parecen volar cuando son lanzadas con un arco y porque casi no se usan nada más que para cazar a los pájaros en su vuelo y a los animales en su carrera.

[1] . Abad Banier, tom. 2, p. 231.
[2] . Ister, de Coronis.
[3] . Senior, Azoth de los Filósofos.
[4] . Diodoro de Sicilia, Lib. 2, cap. 3.
[5] . Raimon Llull, Teoría, Testamento, cap. 10.
[6] . Morien, Conversación con el rey Calid.

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