sábado, noviembre 04, 2006

Los Trabajos de Hércules (su procedencia)




La reputación de Hércules ha sido tan extendida universalmente, y sus inmensos trabajos han hecho tanto ruido en el mundo, que casi no hay un rincón de la Tierra donde no sea conocido, desde la antigüedad más lejana. Siempre fue considerado como el más grande de los héroes, vencedor de monstruos y de tiranos. Sería, pues, absurdo y de mal gusto querer combatir la realidad de su existencia, al menos en la imaginación de los filósofos y de los poetas que han seguido sus ideas.Que Hércules haya sido egipcio, fenicio, ideo, galo, germano, o de cualquier otra nación, no importa aquí, del que se trata aquí es de aquel a quien se le han atribuido todos los trabajos de los que voy a hablar en este libro. ¿Son estos los trabajos de varios héroes con el mismo nombre, que se han atribuido al de Tebas? Yo convendría en que Hércules no es más que un sobrenombre o un atributo de todos aquellos que han hecho tales acciones, que es de lo que se trata.Así que el Hércules tirreno se llamó Thasio, el fenicio Desanao o Agenor, el griego Alceo o Alcides, el egipcio, contemporáneo de Osiris y general de sus tropas, Osochor o Chon, el indio Dorsane, el galo Ogmion y etc
, poco importa. Cualquier nombre que hayan tenido todos los Hércules del mundo no les hacía menos Hércules, y todos, se diga lo que se diga, eran hijos de Alcmena, como se verá enseguida.
Se consideraba a Hércules como un héroe, pero como a un héroe fabuloso, nacido de los dioses de la fábula y no tenían ninguna dificultad en atribuirle acciones que sólo pueden convenir a los
dioses de la fábula.
El mismo Hércules también es supuesto héroe al mismo tiempo en Egipto, Fenicia, África, las Indias y Grecia. Orfeo, el más antiguo de los poetas, Hermes Trismegisto, Homero y tantos otros cuentan las acciones de Hércules y ni uno se jacta de haber sido contemporáneo suyo, ni de haber visto vestigios de sus acciones; unos y otros se contentan con contarlas.
Todas las fábulas son puras alegorías, puesto que Orfeo es el primero que ha tomado de los egipcios todas las fábulas de los dioses y los héroes y las ha llevado a Grecia. Él mismo dice al principio de su historia de los argonautas, que ha hecho un tratado sobre los trabajos de Hércules, otro del combate de Júpiter con los gigantes, un tercero del rapto de Proserpina, del duelo que llevó su madre y de las carreras de ésta; otro del duelo que hicieron los egipcios en ocasión de la muerte de Osiris, y algunos otros llenos de alegorías que recitó en Grecia, como hechos de los dioses y los héroes. Si Orfeo es el primero en hacer mención de todo esto, como así lo dicen todos los autores, parece ser que aquellos que han venido después de él han seguido sus ideas, o, como Homero, las han extraído de la misma fuente.
Los egipcios han tenido ventaja respecto a todo esto sobre los griegos y las otras naciones. Han servido de ejemplo para los demás de una vana gloria fundada sobre la antigüedad. Se ha visto a autores muy posteriores a Orfeo, Homero y otros fieles tras ellos, creer a los egipcios por su palabra y decir como ellos, con gran sangre fría, que los dioses y los héroes han reinado en Egipto
de dieciocho a veinte mil años. Es suficiente para convencerse de que es falso, seguir la genealogía de sus dioses, de los que Horus, según Herodoto[1] fue el último.
Si Horus es el último de los dioses que ha reinado en Egipto, y tenían razón los egipcios al decirlo, puesto que Horus o Apolo es la perfección de la obra hermética o el elixir perfecto al rojo, su genealogía no cuenta con
muchas generaciones. Horus era hijo de Osiris y este lo era de Saturno, y Saturno tuvo a Coelus o el Cielo por padre. ¿De quién fue hijo Coelus? Así toda la cadena de los dioses, según los egipcios, consiste en Coelus, como la raíz del árbol de donde han salido sucesivamente Saturno, Osiris y Horus. He aquí, pues, los dioses que han reinado tantos miles de años.
Coelus es la materia, Saturno es el color negro, Isis el color blanco y Horus el color rojo, es decir, la materia puesta en el vaso es Coelus, que reina hasta que Saturno o el color negro aparece; entonces Saturno reina hasta el color blanco, que es Isis; finalmente el color rojo sobreviene a la materia y sucede al blanco; he aquí el reino de Horus, que justamente es dicho el último, puesto que el rojo es permanente y no varía más. Es pues, un mal propósito que se intente disputar, contradecir o querer justificar el cálculo de los egipcios respecto a la duración de los reinados de estos pretendidos dioses, ya que estos dioses y sus reinos sólo son puras alegorías. Pero volvamos a Hércules.
Hércules era uno de los doce dioses de Egipto, según Herodoto. Si el hijo de Alcmena era originario de Egipto, pienso que no se arriesga mucho en
asegurar que el Alceo griego y el Hércules egipcio pudieran perfectamente ser una misma cosa; pues los diferentes nombres que se da a un mismo sujeto, no cambian en nada su naturaleza. Pero, sea como sea, es hijo de Alcmena, según todos los autores; y Orfeo nos enseña[2] que son precisas por lo menos tres noches y tres días para formar a un tan gran hombre. Homero es del mismo pensamiento.[3] Se dice que ella quiso quedarse embarazada de ella misma y Júpiter, accediendo a sus deseos, reunió tres noches en una y pasó todo este tiempo con ella. Se ve claramente que los poetas han querido hacer algo extraordinario de la concepción de Hércules, a fin de dar a entender que este héroe participaba más de la divinidad que de la humanidad.
Los poetas han figurado que Hércules no había sido hecho tan simplemente como los otros hombres. Para hacerse una idea de la fuerza de este héroe es preciso suponer que era hijo del más grande de los dioses y que fue formado con un trabajo y una atención conforme a lo que llegaría a ser. Así
mismo era preciso fingir que el curso normal de la naturaleza fue cambiado a causa de él.
El nombre griego de Alceo o Alcides viene de Α΄λκή, fuerza, potencia. Se le ha de suponer extremadamente fuerte y robusto para desafiar todos los peligros, vencer a tantos monstruos y llevar a cabo todos los trabajos que se le atribuyen; no era suficiente designarlo como a cualquier otro, se debía de suponer que al venir al mundo había aportado una fuerza corporal y un coraje extraordinarios.
El nombre de Alcmena indica suficientemente que no es una mujer común. Significa la fuerza del genio, la solidez del juicio, la grandeza del alma, en fin, todo lo que es preciso para formar un perfecto filósofo; pues Αλκή, significa fuerza y Μένος, alma, impetuosidad, ardor del espíritu, fuerza, coraje. Tal debe ser también el artista de la medicina dorada y así lo supusieron los que le dieron el nombre alegórico de Alceo o Hércules.

[1] . Herodoto, In Euterpe, 144.
[2] . En primer lugar vi al esforzado y divino Heracles, a quien engendró Alcmena en unión del Crónica Zeus, en el momento en que el ardiente Sol dejó su luz por tres días y una larga oscuridad se extendió por todas partes. Orfeo, Argonáuticas, 118.
[3] . Heracles, hijo de Zeus, el más bravo de los hombres terrestres, al que dio a luz Alcmena, en la Tebas de los bellos coros, habiéndose unido a Cronos, que aglomera las nubes. Homero, Himno a Hércules.

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