Habiendo llegado a oídos del rey de Beocia la derrota de este león, creyó que lo mejor que podía hacer era atraerse a Hércules de alguna manera; con esta intención le entregó cincuenta hijas vírgenes que tenía, con la esperanza de que mediante esto tendría una descendencia de héroes que se parecerían a su padre. Hércules aceptó la ofrenda de Tespio y tuvo suficiente fuerza como para gozar de todas en el intervalo de una sola noche. Algunos han considerado esta acción como uno de sus más rudos trabajos, y lo han contado como el tercero.
El hecho es muy extraordinario como para ser verdad, no creo que ningún autor quiera justificarlo. Teofrasto[1] puede ser el único que haga mención de un hecho parecido; cuenta a propósito de una planta, que un hindú siendo servido de esa misma manera, se volvió como un Hércules, pero sucumbió y murió. Parece ser, pues, que esta historia es una pura alegoría, y una alegoría que sólo puede tener relación con la gran obra, donde las partes acuosas volátiles son comparadas a hembras vírgenes y la parte fija al macho, como hemos visto cien veces aquí.
Es respecto a esto que Arnaldo de Vilanova dice:[2] Cuando la tierra o la parte fija habrá bebido y reunido en ella cincuenta partes del agua, la sublimareis con un fuego muy fuerte. Raimon Llull habla en el mismo sentido en su Codicilio, capítulo 53, parágrafo Partus vero terrae. Muchos otros filósofos también hablan así y siempre de manera que hacen entender que la materia fija es lo que llaman macho y la parte acuosa volátil es la que llaman hembra. Lo que debe de confirmar esta idea es que la fábula añade que estas cincuenta hijas concibieron todas y que cada una puso en el mundo a un hijo macho, porque el resultado de la concepción filosófica es el nacimiento de la piedra fija llamada macho, como acabamos de decir. Además se dice que eran hijas de Tespio, y es con razón, porque la materia empieza a volatilizarse después de la negrura indicada por la muerte del león de Nemea. Es el presagio más dichoso del éxito de la obra, según dicen todos los
filósofos, lo que está muy bien designado por Tespio, que ha sido hecho de Θίσπις, oráculo, presagio, profecía. Puede ser que también sea por esta razón que las musas fueran llamadas tespíadas, y éstas son sin duda las mismas que las hijas de Tespios, puesto que significan la misma cosa, como ya lo he dicho en el artículo que las contempla.
Hércules tuvo algunos hijos de Mégare, hija de Creon, rey de Tebas, también los tuvo de algunas concubinas. Pero toda esta propagación debe de relacionarse con la misma que la de las hijas de Tespios, es la misma cosa relatada de manera diferente, o presentada bajo diversos aspectos, pues está dicho que Hércules se volvió furioso e hizo morir a todos los hijos que había tenido, algunos dicen que mediante el fuego. Hablando de las bacantes y de Orestes hemos dicho que este furor era la agitación de la materia ocasionada por la fermentación que volatiliza las partes y las hace morir por el fuego, esto no es otra cosa que fijarlas por medio del fuego de los filósofos.
[1] . Teofrasto, Hist. Plant.
[2] . Arnaldo de Vilanova, Rosario, lib. 2, cap. 6.
Hércules tuvo algunos hijos de Mégare, hija de Creon, rey de Tebas, también los tuvo de algunas concubinas. Pero toda esta propagación debe de relacionarse con la misma que la de las hijas de Tespios, es la misma cosa relatada de manera diferente, o presentada bajo diversos aspectos, pues está dicho que Hércules se volvió furioso e hizo morir a todos los hijos que había tenido, algunos dicen que mediante el fuego. Hablando de las bacantes y de Orestes hemos dicho que este furor era la agitación de la materia ocasionada por la fermentación que volatiliza las partes y las hace morir por el fuego, esto no es otra cosa que fijarlas por medio del fuego de los filósofos.
[1] . Teofrasto, Hist. Plant.
[2] . Arnaldo de Vilanova, Rosario, lib. 2, cap. 6.
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