domingo, noviembre 05, 2006

Hércules (las condiciones del artista)





Si ponemos atención a la raíz de donde sale Hércules nos encontramos que Júpiter, su padre, es uno de los principales en la genealogía dorada, de la que hemos tratado en el tercer libro. Los hijos reciben del padre y deben parecérsele en alguna cosa. Tal padre, tal hijo, pero en diversas consideraciones. Uno es el principal agente interno y el otro el agente externo o el artista, o más bien sus propias operaciones. Todos los filósofos requieren del artista un juicio sólido, espíritu vivo y penetrante, un gran coraje y una constante paciencia. Estas son las cualidades que se atribuyen a Alcides.
La sabiduría, el vigor y la ciencia son la esencia de Palas; éstas son requeridas en el filósofo y he aquí el por qué se dice que esta diosa hizo la paz entre Hércules y Juno; hemos hablado de ello en el capítulo de Jasón y aún hablaremos de ello en el siguiente libro respecto a Ulises, ya que estos tres héroes son propiamente el símbolo del artista.
No dudo que haya gente a la que no le quepa en la cabeza que haya una verdadera relación entre la historia de estos héroes y la química. Ellos se han vuelto célebres por hechos
de armas y grandes acciones; eran príncipes y la fábula no hace ninguna mención respecto a la química. Así mismo este arte está menospreciado y casi no se ejerce más que por gente común; los que hacen de ella su profesión sólo son recomendables por haber hecho algunos descubrimientos útiles para la sociedad. La mayoría de los quimistas son mentirosos y bribones, me refiero a los sopladores o buscadores de la piedra filosofal, que, tras haber evaporado sus bienes como si fueran humo, buscan resarcirse en la credulidad de otros y piden oro para hacer oro. Estoy de acuerdo con todo esto, pero aquí la cuestión de la que se trata es de una química más noble y que los reyes no han desdeñado ejercer. Ésta no es la que enseña a destilar el agua de rosas, el espíritu de absenta, extraer sales de las plantas calcinadas, en una palabra a destruir los mixtos que la naturaleza a formado, sino la que se propone seguir la naturaleza paso a paso, imitar sus operaciones y hacer un remedio que pueda curar todas las enfermedades de esta misma naturaleza en los tres reinos que la componen y a conducir a todos los individuos al último grado de perfección del que sean capaces. Así mismo son las perfecciones requeridas en el artista, que la mayor parte de los que se dan a esta ciencia no tienen, pues según Geber[1] no es posible tener éxito en ella si no se tiene un cuerpo sano y entero en todas sus partes, un cuerpo robusto y vigoroso, un espíritu cultivado, un genio penetrante y un conocimiento de los principios de la naturaleza. Geber no es el único que habla en este sentido, Arnaldo de Vilanova[2] se expresa así: Tres cosas son requeridas en el artista, a saber, un genio sutil y erudito, un cuerpo al que no le falte nada para poder operar, riqueza y los libros. Raimon Llull dice otro tanto:[3] Os digo hijo mío que tres cosas son requeridas en el artista, un juicio sano y un espíritu sutil, aunque natural, recto y sin defecto, liberado de todo obstáculo, manos operativas, riquezas para hacer frente a los gastos y los libros para estudiar.
No es pues, a despropósito que se haya supuesto que Jasón y Hércules hayan tenido una tan bella educación y que se figure a un cierto Quirón, el más sabio y erudito de su tiempo, como preceptor del uno y del otro. En cuanto a las dificultades que se encuentran y que mayormente impiden llegar al conocimiento de esta ciencia, recomiendo al lector los tratados que sobre ello han hecho Teobaldo de Hogalanda, Pico de la Mirándola y Richard Anglois. El tratado del primero lleva por título de Dificultatibus Chemiae; el del segundo de Auro y el del tercero Correctio fatuorum. Se encuentran en la Bibliotheca Chemica curiosa Magenti. Es bueno que un Hércules químico sea informado de todas estas cosas antes de emprender los trabajos de Hércules de la fábula, que vamos a explicar. Es a ello a lo que vamos.
Hemos visto en el tercer libro, y en éste, que Hércules pertenece a la genealogía dorada de los dioses, y en el primero, que era contemporáneo de Osiris, quien lo estableció gobernador de Egipto durante su expedición a las Indias; que durante su gobierno detuvo la inundación del Nilo y que tuvo como colegas a Busiris, Anteo, Prometeo y Mercurio. Se dice que mató a los dos primeros a causa de su tiranía. En consecuencia se supone que Hércules vivió más o menos en el tiempo de Saturno, de Júpiter, de Osiris y de los otros dioses. Así mismo se ve que los griegos no entendían por el Hércules griego, un Hércules diferente al de Egipto, puesto que decían que era
discípulo del centauro Quirón y Quirón era hijo de Saturno y Fílira. Si este Hércules es el mismo que el que acompañó a Jasón en su expedición de la conquista del toisón de oro, debió de vivir mucho tiempo ya que, según el cálculo de los egipcios habrían transcurrido miles de años entre el reino de Osiris y el nacimiento de Jasón. Se debe pues, juzgar la realidad de la cosa por su palpable absurdidad; además debemos juzgar a Hércules por sus colegas Mercurio y Prometeo y por los compañeros de Jasón, del que ya hemos hablado. Los maestros que tuvo Hércules también deben hacernos conocer a su discípulo. Se dice que aprendió el arte de tirar flechas, poesía, música, lucha, la conducción de carros y equitación, astronomía y el arte de combatir con armas. Sus maestros fueron Rodamante, Lino, Eumolpo, Harpálico, Autólico, Anfitrión, Cástor y Quirón y todas estas instrucciones lo prepararon para llevar a cabo todos los trabajos que se le atribuyen. Todos huyeron del odio de Juno, que mediante su estratagema había sometido a Hércules a las órdenes de Euristeo.

[1] . Geber, Summa perfectísima, cap. I, 1.
[2] . Arnaldo de Vilanova, Rosario, lib. 2, cap. 5.
[3] . Raimon Llull, Testamento, cap. 31.

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