domingo, noviembre 12, 2006

Hesíone expuesta a un monstruo marino y liberada por Hércules



El señor le Clerc dice que el pretendido joven príncipe Hilas significa de madera y que lo que ha dado lugar a la fábula es que Hércules descendió con Télamon y sus otros compañeros del barco de los argonautas y después de cortar madera sobre el monte Ida, hicieron un barco para la expedición de Troya.
El ruido –añade– que la madera hacía al caer provocando que retumbara toda la selva, dio lugar a la fábula, que dice que al no poder encontrar Hércules al joven Hilas, al que amaba tiernamente, hizo resonar en toda la orilla el nombre de su favorito, lo que ha hecho decir a Virgilio: cómo, a gritos, habían llamado los marineros a Hilas, abandonado en algún manantial, y cómo repetía como un eco toda la costa: ¡Hilas, Hilas! (Égloga 6)
La fábula no dice la menor palabra al respecto. Si se dijera que los argonautas dejaron a Hércules
y a Télamon en tierra y que estos dos héroes, viendo a sus compañeros continuar su viaje sin ellos, decidieron fabricar esta nave, el hecho no sería más verosímil.
En efecto ¿por qué razón abandonar así a estos dos héroes? Y suponiendo que esto hubiera sucedido, dos personas, si se quiere ayudadas por algunos otros, ¿serían capaces de construir un
barco? O ¿habrían encontrado las cosas necesarias para equiparlo? ¿Eran lo suficiente de mundo como para intentar una expedición? Finalmente, y concluyendo ¿es concebibl
e que el ruido hecho por un árbol cortado al caer, haya podido hacer decir a Virgilio y a losautores de esta fábula que Hércules amaba tan tiernamente a Hilas que al no poder encontrarlo hizo resonar toda la ribera gritando el nombre de su favorito? La fábula no es conforme a esta explicación; lo que dice es que Hilas había ido a buscar agua y que, ya sea porque hubiera sido devorado por alguna bestia feroz, o ahogado en algún arroyo, Hércules no lo vio más y lo estuvo buscando inútilmente. Si este Hilas sólo significa madera, en mala ocasión dice la fábula que Hércules no lo pudo encontrar, puesto que le Clerc le hace encontrar suficiente como para hacer un barco.
No era sinrazón que el señor le Clerc considerara la historia de este Hilas como una alegoría, pero en lugar de explicar simplemente la palabra Hilas como madera, debería de haber puesto atención en que podía tener otro significado, puesto que ύ΄λη, de donde deriva Hilas y de donde en efecto viene, no solamente quiere decir madera, bosque, sino también materia de la que se hace alguna cosa, lo que ha determinado a un buen número de filósofos a emplear el término ylé o hylé para determinar en general la materia de la medicina dorada, de la que no han querido
decir su verdadero nombre.
Es ésta la misma materia de los adeptos, que el autor de la fábula ha tenido a la vista con el nombre de Hilas; t
enía razón al decir que Hércules lo amaba tiernamente, puesto que es en ella que los filósofos ponen todo su afecto. Hilas había descendido para sacar agua, puesto que se pone la materia en el vaso para disolverla en agua. Se dice que Hilas es joven porque la materia que se hace descender en el vaso debe de ser fresca y nueva, pues si fuera vieja de nacimiento o de cosecha, no valdría nada, según el consejo de Haimon[1] y de muchos autores: no aceptar lo que no sea reciente. Hilas se ahogó o fue devorado por alguna bestia feroz y Hércules no lo pudo encontrar, pues la materia que anteriormente era sólida, ya no lo es cuando es disuelta en el agua, su forma desaparece, su solidez se desvanece y el artista ya no la ve más en el estado que tenía antes de la disolución, se puede decir bien, alegóricamente, que se ha ahogado, o que alguna bestia feroz ha devorado a Hilas, ya que, según lo que hemos visto hasta aquí, los filósofos emplean comúnmente la alegoría de los dragones o de bestias feroces que devoran a los hombres, para designar la solución de la materia misma o de su oro por la acción de su mercurio. No es más sorprendente que el autor de esta fábula haya supuesto que Hércules hizo retumbar la rivera con el nombre de su querido Hilas al que no vio más. Se entenderían mal estos gritos si se consideraran como gritos de queja, estos gritos eran de alegría, de asombro, como aquellos que el Trevisano[2] dice haber hecho cuando vio que su libro de hojas de oro era disuelto y desapareció en la fuente; y tales como los del Cosmopolita[3] cuando vio el fruto del árbol solar fundido y desaparecido en el agua en la que Neptuno lo había puesto.
Entonces Alcides partió hacia Troya y se encontró con Hesíone, hija de Laomedón, expuesta ante
un monstruo marino para que la devorara, a fin de apaciguar a Neptuno que estaba irritado contra su padre porque no le había recompensado por el servicio que había prestado al bautizar las murallas de Troya. Hércules se ofreció para liberarla, con un tiro de bellos caballos admirables por su velocidad y tan ligeros que, según los poetas, corrían por encima de las aguas. Alcides llevó a
cabo su empresa pero como Laomedón no mantuvo su promesa lo mató, hizo desposar a Hesíone con Télamon y dio la corona de Laomedón a su hijo Podarco, a petición de la princesa que rescató y que por ella fue llamado Príamo.
Para tener la explicación de esta fábula es suficiente compararla con la de Andrómeda, expuesta también a un monstruo marino y liberada por Perseo, las dos tienen el mismo objeto. Neptuno arrasaba la Tróada porque estaba irritado
contra Laomedón; las nereidas, diosas del mar, arrasaban Etiopía porque estaban irritadas contra Casiopea, madre de Andrómeda. Se consultó al oráculo para que cesaran estas desolaciones y se obtuvo la misma respuesta tanto en un caso como en el otro; Casiopea debía de exponer a su hija a merced de un monstruo marino, enviado por las nereidas, y Laomedón debía de exponer a la suya a un parecido monstruo enviado por Neptuno. En efecto, la una y la otra son iguales. Llegó Perseo y liberó a Andrómeda, se presentó Hércules y liberó a Hesíone. Perseo mató después a Fineo y desposó a Andrómeda; Hércules mató a Laomedón y dio a Télamon la princesa Hesíone como esposa.
Al ser la fábula de Hesíone una continuación de la de Hilas, retomémosla donde la habíamos dejado.
Hemos dicho que este joven príncipe, devorado o ahogado,
es la materia filosófica en disolución, o disuelta en agua. El tiempo de esta disolución y de la putrefacción que le sigue, es el que ha dado a los filósofos la materia de todas las alegorías que han hecho sobre dragones y monstruos, sobre serpientes, bueyes y caballos que devoran a los hombres. Cada fábula nos ha dado hasta aquí ejemplos de ello, variados según la idea del autor. Pero se debe percibir que no varían nada respecto al fondo y que todas significan una misma cosa.
Si uno se toma la molestia de reflexionar sobre ello y relacionar las diferentes circunstancias de cada una, casi se podría hacer una sola historia donde las circunstancias serían más o menos las mismas pero relatadas de diferente manera. Un autor diría que sucede en un lugar y atribuiría el hecho a una persona; otro la contaría como sucedida en otra parte y hecha por otra. Se encontraría que uno habría declarado circunstancias que el otro habría omitido; es lo que se puede señalar en la fábula que explicamos. Ya no se menciona más a Hilas, se le deja sumergido y el autor de pronto sitúa a Hércules en Troya, sin mostrarnos qué camino había tomado para llegar ni lo que había hecho durante su viaje. ¿Ha llegado allí por mar? Parece ser que sí, pues el lector apreciará que no hay casi ninguna fábula que no se hable del mar, de una ribera, un arroyo, una fuente o un lago. La cosa no puede ser de otra manera, pues el mar o el agua mercurial de los filósofos es el teatro de sus operaciones y su agente principal. Es este mismo agua que es el verdadero Neptuno, padre de una raza tan numerosa; es de él de donde salen todos estos monstruos y dragones, los del toisón de oro, del jardín de las hespérides, Medusa, las gorgonas, las harpías, etc. Estos son las partes volátiles, disolventes, a las cuales se ha dado el nombre de mujeres que danzan, cantan, que tanto dan a luz de los héroes a caballos alados como a bueyes furiosos. Así mismo estos caballos también son tan ligeros que corren por encima de las aguas, prometidos a Hércules por Laomedón, como recompensa en caso de que llevara a cabo
el hecho de liberar a Hesíone. Dichosamente tuvo éxito y Laomedón no quiso cumplir su promesa. Esta falta de palabra se explica en el mismo sentido y de la misma manera que la de Augias hacia el mismo Hércules, matando este último al uno y al otro por esta razón. Finalmente Hércules abandona a Hilas ahogado, o como dice también la fábula, raptado por las ninfas, y va a encontrar al hijo de Ilo. Es preciso suponer a Laomedón hijo de Ilo, pues Hilas habiéndose ahogado o disuelto en el agua, esta agua mercurial se espesa, se enturbia y forma propiamente a Ilo o Ι΄λύς, un cenagal, de donde nace poco a poco Laomedón, es decir, la piedra de los filósofos, o la piedra que manda, o que reina, de λάος, piedra, y de Μέδω, mando, reino.
Entre todas las hijas de sangre real, propuestas para ser entregadas al monstruo marino, la suerte escogió a Hesíone. En efecto, ella fue expuesta y
Hércules la liberó, es decir, que en la segunda operación, al estar la materia en vías de disolución, o expuesta a la acción del mercurio filosófico, significado por el monstruo marino, esta materia, digo que volatilizándose sube a lo alto del vaso y por ello parece ser llevada a los mortíferos dientes de este monstruo. A esta liberación, es decir, a la volatilización de la materia sucede el matrimonio de Hesíone y Télamon, lo que es propiamente el matrimonio del fijo y del volátil, que se reúnen en una sola materia, tras el cual Hércules, a petición de Hesíone, da la corona de Laomedón a Podarco, que a continuación fue llamado Príamo, porque había sido rescatado, es decir, volatilizado desde el fondo del vaso donde estaba retenido. Podarco viene de Ποδός, pie, y de άρκος, socorrer, como si se dijera, socorrer a un hombre ligado por los pies. Príamo viene de πρίαμα, rescatar. La corona de Laomedón es la corona del rey de los filósofos, dada a su hijo, es decir, al elixir saliendo de la putrefacción, donde estaba retenido como esclavo y en prisión; es por lo que se le ha llamado Príamo tras ser liberado.

[1] . Haimon, Epístola.
[2] . El Trevisano, Filosofía de los Metales.
[3] . El Cosmopolita, Parábola.

1 comentario:

Dani dijo...

Se me ocurre pensar la siguiente hipótesis:

1. Los argonautas se paran en la Tróade, frente a la isla de Lesbos, a lo largo de la bahía próxima al monte Ida, en busca de un manantial de agua.

2. Tras saciar su sed, necesitan madera para continuar el viaje, bien porque se han hundido algunos barcos, se han reventado o cualquier otro incidente. Gritan los marineros a lo largo de la costa "¡Hilas, hilas!" (madera, madera), por si hay algún lugareño o indígena y les puede ayudar a encontrar la madera necesaria.

3. Se bajan Heracles, Telamón y algunos marineros con las herramientas necesarias para cortar, talar, ensamblar, serrar, clavar y calafatear los barcos a construir, más algunas lonas quizá aprovechadas de los barcos presuntamente hundidos. O tal vez pudieran conseguir lonas para las velas, cuerdas y aparejo por la costa.

4. El resto de la expedición de los argonautas sigue su camino.

5. Heracles, Telamón y los marineros que han construido el barco/los barcos que necesitan, emprenden el ataque a Troya.

Por tanto, pienso que ni Hilas era un principe amado (Heracles amaba la madera porque la necesitaba), ni hay mezclas de agua y materia, ni hace falta magia o echarle más imaginación.

Saludos.