jueves, noviembre 02, 2006

Juegos Ístmicos




Los juegos ístmicos no tienen una fundación más cierta que los otros, se ignora igualmente a su institutor y el motivo que les dio a lugar. Si consideramos lo que relatan los autores, sólo encontramos fábulas. Plutarco[1] dice que Teseo los instituyó en honor a Neptuno, imitando a los que Hércules fundó en honor a Júpiter olímpico, es decir, a imitación de los juegos olímpicos. Otros los atribuyen a Sísifo, hijo de Eolo y hermano de Atamas, con motivo de la muerte de Melicertes, cuya historia se cuenta de la siguiente manera.
Atamas, rey de los orcomenios, pueblos de Beocia o de Tebas,[2] repudió a su mujer Nefelé, de la que había tenido dos hijos, Frixo y Hele, para desposar a Ino, hija de Cadmo, de la que tuvo dos hijos, Learco y Melicertes. Atamas había determinado repudiar a Nefelé porque Baco la había vuelto insensata. Ino convenció con sus discursos a Atamas, y éste persiguió a los dos hijos de Nefelé hasta el punto de obligarlos a salvarse sobre un carnero que tenía la piel de oro. Juno vengó esta persecución que Ino había suscitado, esta diosa agitó de furia a Atamas que se imaginó ver a Ino transformada en leona y sus dos hijos en leoncillos. Cogió a Learco y lo mató golpeándolo contra
una roca. Ino huyó con su hijo Melicertes que tenía entre sus brazos. Se refugió sobre la roca Moluria, desde donde se precipitó al mar con su hijo. Un delfín llevó el cuerpo de Melicertes al istmo de Corinto, donde Sísifo, hermano de Atamas, le hizo unos soberbios funerales e instituyó
los juegos ístmicos en su honor. El poeta Arquias dice que estos juegos no fueron instituidos en honor a Neptuno, sino en honor a Palemón. Pues la fábula añade que Neptuno compadeciéndose de Ino y de Melicertes, transformó a la madre en Neréida y al hijo en Palemón. Estos juegos se hacían casi con las mismas ceremonias y los mismos ejercicios que los otros.
Estos juegos se celebraban cada cinco años y se coronaba a los vencedores con ramas de pino. Los corintios los consideraron como época, lo mismo que los habitantes del Istmo. Toda esta historia está gravada con el sello del arte hermético, como las que han dado lugar a los otros juegos. En ella se ve el origen del toisón de oro y sólo esto sería suficiente para probarlo, pero con los incrédulos no se ha de ser avaro en pruebas. Sigamos, pues, esta historia resumida. Nefelé viene de Νεφέλη, nube, mujer de Atamas,
hijo de Eolo, dios del viento, porque es en el aire encerrado en el vaso donde se elevan en vapores las partes volátiles de la materia filosófica. Estas partes se reunifican en gran número en forma de nube; he aquí el matrimonio de Atamas con Nefelé, pues Atamas viene de α completivo y de Θαμά, hecho de αμα, juntos. De este matrimonio nacieron Frixo y Hele. Hele huyendo con su hermano sobre un carnero con la pielde oro, cayó al mar y se ahogó; Frixo fue llevado a la Cólquide.
La fermentación de las partes volátiles que se reúnen en una nube, produce un movimiento y una agitación en la
materia que se encuentra en el fondo del vaso, donde está la parte fija aurífica de la materia, es decir, el toisón de oro, que también se volatiliza con la parte mercurial acuosa; he aquí el nacimiento y la huida de Frixo y Hele, puesto que Frixo viene de φριξ, agitación, ruido de las olas. Hele se ahogó en su huida, porque estas parte
s volátiles se precipitan en el agua mercurial que está en el fondo del vaso, llamado mar por los filósofos, lo que está expresado por Hele, que viene de έλος, pantano, agua durmiente. La locura de Nefelé excitada por Baco es la fermentación de la materia mercurial excitada por el oro filosófico, designado por Baco, como hemos visto en su capítulo. Atamas repudió a Nefelé y desposó a Ino, de la que tuvo dos hijos, Learco y Melicertes. Ino es el mercurio purificado por la sublimación filosófica, pues Ino viene de Ι΄νέω, purgar. De este segundo matrimonio, es decir, de las partes purgadas, purificadas y reunidas, nació Learco, es decir, la reunión de los principios de la piedra de los filósofos, puesto que Learco viene de λάας, piedra, antiguamente λεώς, y de άρχή, principio; lo que indica al mismo tiempo la razón por la que el autor de la fábula ha figurado que Atamas lo había matado contra una piedra, porque a medida que las partes volátiles se fijan, pierden su movimiento y su volatilidad, que son indicio de la vida, y el reposo, símbolo de la muerte. Ino al ver esto se precipitó desde la roca Moluria al mar con su hijo Melicertes, que llevaba entre sus brazos; es como si se dijera que la parte terrestre purificada y blanca, que contiene el fruto filosófico, se precipita al fondo del vaso y se encuentra sumergida por el agua mercurial.
Es lo que ha expresado muy bien Ripley, ya citado en una ocasión parecida, cuando dice: Cuando la tierra se turbe, las montañas se precipitarán al fondo del mar, lo que expresa la turbación y la excitación de Ino y la sumersión en el mar. La tierra filosófica nadaba anteriormente como una
isla flotante, lo que es significado por la roca Moluria, de Μολέω, ir acá y allá, y de ρoώξ, roca.
Neptuno puso a Ino entre el número de las nereidas, le dio el nombre de Leucotea, como si se dijera blanca diosa, de Λευκός, blanco, y Θεός, dios; porque cuando la tierra se precipita es blanca, y como se parece a la papilla, según Filaleteo[3] y muchos filósofos, Neptuno da el nombre de Palemón a Melicertes, de Πάλη, de donde se hace Παλημιτιον, potaje y Palemón. La fábula del nacimiento de Diana y Apolo viene a ser esto, pues se dice que la isla de Delos era flotante y que Neptuno la fijó en favor de Letona; véase la explicación de esto en el tercer libro. Un delfín transportó a Melicertes al Istmo de Corintio, donde Sísifo le hizo unos soberbios funerales e instituyó los juegos ístmicos en su memoria. Los funerales son la operación del elixir o la perfección de la obra; pues Sísifo era hijo de Eolo, como Atamas, y el uno hace conocer al otro sin necesidad de explicación. Si se quiere atribuir la institución de estos juegos a Teseo, la relación con la medicina dorada no será menos evidente, como se puede ver por lo que hemos dicho de Teseo.


[1] . Plutarco, Vida de Teseo.
[2] . Ovidio, Metamorfosis, lib.4.
[3] . I. Filaleteo, Enarrathio Methodica.

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