Unos monstruosos pájaros habitaban en el lago Estimfalo y desolaban la Arcadia, era preciso eliminarlos o cazarlos. Las flechas no podían nada contra ellos, eran tan inútiles que ni se intentaba hacer uso de ellas. ¿Qué armas se podían utilizar contra unos pájaros que tenían las ganchudas uñas de hierro? Algunos autores[1] han dicho que su pico y sus alas también eran de este metal. ¿Qué habrían podido hacer, pues, las flechas contra unos pájaros acorazados? Nada asombraba a Hércules, lo que no podía hacer de una manera lo intentaba de otra. Las flechas no pudieron herir
al león de Nemea, pues él empleó la maza. Pero ¿que hubiera hecho la maza contra los pájaros? No se dejaban ni acercar; pero Hércules era fértil en recursos. Había recibido de Palas como presente una especie de timbal de bronce, inventado y hecho por Vulcano; era un instrumento de cobre al que algunos han llamado crótalo y era muy apropiado para hacer mucho ruido. Hércules se apresuró en hacer uso de él y a fuerza de un ruido estruendoso sorprendió de tal manera a los pájaros que huyeron y se retiraron a la isla de Aretia, según Pisandro de Camira y Seleuco en sus obras conjuntas.Si se toma esta historia según la letra y si se quiere hacer una aplicación moral, no veo nada más pueril, ¿se aplicará quizás a la física? No sé cómo. Pues ¿qué relación tendría en todo esto un ruido estruendoso de crótalo y los pájaros que huyen espantados al sentirlo? Pero
si se le interpreta según lo que pasa en las operaciones de la química hermética, no puede avenirse mejor, porque en efecto esta era la intención del autor. Palas y Vulcano, que se encuentran implicados en este asunto, nos lo prueban claramente.
Hay pocas alegorías fabulosas que pongan ante los ojos del filósofo hermético tan claramente el fundamento de su arte y lo que pasa en ciertas circunstancias de sus operaciones; es lo que se verá por los testimonios de estos filósofos, que conocen muy bien de qué clase era el crótalo fabricado por Vulcano y cuáles eran estos pájaros del lago Estimfalo. Este crótalo de bronce no es otra cosa que el latón o bronce filosófico producido por el fuego de los filósofos y, en consecuencia, hecho por Vulcano. Este bronce fija las partes volátiles cazándolas de lo alto del vaso en medio del lago o del agua mercur
Hay pocas alegorías fabulosas que pongan ante los ojos del filósofo hermético tan claramente el fundamento de su arte y lo que pasa en ciertas circunstancias de sus operaciones; es lo que se verá por los testimonios de estos filósofos, que conocen muy bien de qué clase era el crótalo fabricado por Vulcano y cuáles eran estos pájaros del lago Estimfalo. Este crótalo de bronce no es otra cosa que el latón o bronce filosófico producido por el fuego de los filósofos y, en consecuencia, hecho por Vulcano. Este bronce fija las partes volátiles cazándolas de lo alto del vaso en medio del lago o del agua mercur
ial, donde se encuentra la isla llamada Arétia, o de firmeza, de Α΄ρετή, fuerza, coraje, firmeza, o si se quiere de Α˝ρης, hierro, a causa de la dureza del hierro, porque las partes volátiles indicadas por lo pájaros van a reunirse con las partes fijas, recogidas en forma de isla en
La naturaleza de estos pájaros está significada por el nombre de ploydes, que les ha dado el ya citado Apolon
io, pues ploydes quiere decir que nada sobre el agua, de πλώω, navegar, y de ύδωρ, agua. Es lo que sucede a las partes volátiles mientras circulan por encima del agua mercurial, antes que el bronce o el crótalo de los filósofos las haya fijado. Referente a esto, escuchemos al autor anónimo del Consejo sobre el matrimonio del Sol y la Luna, que se expresa igual que Constancio,[2] en estos términos:
Aplicaos solamente en buscar dos platas vivas, una fija en el bronce y la otra volátil en el mercurio. Invido (ibid) dice también: Este azufre, es decir, la plata viva, tiene la costumbre de revolotear y de huir, se sublima como un vapor. Es preciso, pues, detenerla mediante una plata viva de su género, es decir, que haga detener su huida y que le asegure un retiro en nuestro bronce. Eximidio (ibid) dice: Os digo la verdad, sólo hay verdadera tintura de fijeza en nuestro bronce. Senior, en su tratado, habla así: Hay dos pájaros homogéneos, o de una misma naturaleza, uno macho que no puede volar, porque el fuego no hace presa sobre él; el otro es nuestra águila, que es la hembra que tiene alas; sólo ella puede exaltar al otro, corrompiéndolo para fijarse después co
n él. Raimon Llull[3] dice: Es con un agua de esta especie (o nuestro bronce) que fijamos a los pájaros que vuelan en el aire. La virtud de nuestra piedra hace todo esto.
¿Por qué los filósofos dicen que su bronce tiene el poder de fijar? Es lo que Arquimio[4] nos enseña, que la Venus filosófica es la mensajera del Sol y le hace tener su señorío, que Marte le presenta, es decir, que empezándose a fijar la materia toma el color citrino azafranado que los filósofos llaman bronce; le sucede el color de la herrumbre del hierro, al que llaman Marte, y
¿Por qué los filósofos dicen que su bronce tiene el poder de fijar? Es lo que Arquimio[4] nos enseña, que la Venus filosófica es la mensajera del Sol y le hace tener su señorío, que Marte le presenta, es decir, que empezándose a fijar la materia toma el color citrino azafranado que los filósofos llaman bronce; le sucede el color de la herrumbre del hierro, al que llaman Marte, y
finalmente aquel color rojo púrpura o del pavo real, al que llaman su oro, su Apolo o su Sol. El autor de la fábula que explicamos ha tenido en vistas esta sucesión de colores y parece ser que su crótalo de bronce es este color azafranado y su isla Aritea el color de la herrumbre de hierro, puesto que, según lo que hemos dicho, Aritea viene de Α˝ρης, hierro. Es así como Hércules o el artista, ayudado por Vulcano y bajo la dirección de Palas, puede dar caza, con el crótalo, a los pájaros ploydes que vuelan sobre el lago o agua cenagosa del lago Estimfalo, es decir, sobre el agua mercurial y cenagosa encerrada en el vaso, que es de vidrio. Finalmente el pico, las uñas y las alas de estos pretendidos pájaros, se dice que eran de hierro, así como se dice que las harpías los tenían de oro, lo que indica expresamente su naturaleza metálica. No es necesario, pues, torturarse el espíritu para encontrar un sentido natural a estas fábulas, es suficiente seguirlas paso a paso y combinar todas sus circunstancias, en lugar de suprimirlas.
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