domingo, noviembre 26, 2006

Segunda Fatalidad, sin las flechas de Hércules Troya no puede ser tomada





Al morir Hércules sobre el monte Eta, dio sus flechas como presente a Filoctetes y le obligó bajo juramento no descubrir a nadie en lo que se había convertido su cuerpo y lo que le había sucedido. Cuando los griegos emprendieron la guerra de Troya consultaron el oráculo de Delfos, sobre su éxito, y les respondió que la ciudad no podría ser tomada sin las flechas de Hércules. Ulises descubrió que Filoctetes las tenía, fue a su encuentro y se las reclamó; Filoctetes sólo le respondió que no podía darle noticias de ellas. No contentándose Ulises con esta respuesta insistió y Filoctetes viéndose presionado mostró con el pié el lugar donde estaban. Ulises las cogió y se las llevó a los griegos. Otros dicen que Ulises obligó a Filoctetes a unirse a los griegos y llevárselas él mismo. Yendo hacia Troya, los griegos lo abandonaron inhumanamente en Lemnos, a causa de una úlcera que le había producido la mordedura de una serpiente,[1] cuando buscaba en Crise un altar de Apolo, donde Hércules había sacrificado anteriormente y donde los griegos debían, según el oráculo, sacrificar antes de ir a sitiar Ilión; o como pretenden otros, esta úlcera le habría venido de una herida que le había hecho una de las flechas de Hércules, al dejarla caer sobre su pié. Estas flechas untadas con la sangre de la hidra de Lerna estaban envenenadas.
Ulises fue enviado una segunda vez a Filoctetes, aunque fuesen enemigos, porque Ulises había sido uno de los que les pareció que debían abandonarlo en esta isla a causa de su herida. A pesar de esto Ulises tuvo éxito y lo llevó con él al asedio. Y en efecto ¿quién habría podido resistirse a Ulises, ese capitán astuto y artificioso que llevaba a
cabo todo lo que emprendía?
La fábula nos enseña que Filoctetes fue un héroe célebre,
compañero de Hércules, como Teseo, uno y otro por la misma razón que hemos referido cuando hemos hablado de Teseo, es decir, porque según Homero,[2] Filoctetes tiraba perfectamente al arco. En consecuencia fue a él que los griegos juzgaron como el más digno de suceder a
Aquiles y vengar la muerte de este héroe, como así lo hizo matando a Paris. Sin duda esta destreza que Homero le supone determinó a Hércules a hacerle heredero de sus flechas, así como había consagrado su maza a Mercurio; con las flechas alcanzaba a los monstruos desde lejos y con la maza los aporreaba cuando los tenía a su alcance. También son éstas las dos armas necesarias para el artista de la gran obra; el volátil para cortar, abrir, ablandar, disolver y penetrar los cuerpos duros y fijos, y el fijo para detener al volátil y fijarlo. No es sorprendente, pues, que se considerara a las flechas de Hércules como absolutamente necesarias para la toma de Troya. Que se ponga atención a las circunstancias donde se supone que Filoctetes hizo uso de ellas, se verá que no significan otra cosa que eso mismo. La primera vez que quiere usarlas, una de estas flechas le cae en el pie y le causa una herida tan hedionda que Ulises opina que se le abandone en Lemnos, morada de Vulcano y el lugar donde primero abordaron los argonautas, lo que indica el comienzo de la obra. La putrefacción que sobreviene a la materia en el vaso, sólo se hace por la acción del volátil sobre el fijo, ocasionando su disolución; así mismo es la evaporación del volátil que nos hace sentir la hediondez de las cosas podridas. Estas flechas, símbolo del volátil, son la verdadera causa de la úlcera de Filoctetes. Se dice que se le dejó en Lemnos, porque mientras vivía Aquiles, o que el
mercurio no estaba fijado, se podía pasar de Filoctetes, pero después de que Aquiles muriera era preciso recurrir a las flechas de Hércules; es por lo que se encargó a Ulises que fuera a buscar a Filoctetes y lo llevara al campo de los griegos. Por eso se ve el por qué es puesto entre el número de los argonautas.
Las flechas sirven para alcanzar a los pájaros o a los animales desde lejos, porque uno no se puede acercar a ellos. También se supone que Apolo y Diana tenían un arco y flechas, uno las usó para matar a la serpiente Pitón y la otra para hacer morir a Orión. También es de un flechazo que Apolo mató a Patroclo. Pero ya hemos hablado suficientemente de lo que significan estas flechas de Hércules, cuando hemos explicado sus trabajos. De paso se
ha de señalar aquí que Homero habla de Hércules, de Teseo y de Pirítoo, como siendo hijos de los dioses y como habiendo vivido mucho tiempo antes que él,[3] lo que contradice el Abad Banier.



[1] . Homero, Ilíada, lib. 2, vers. 723.
[2] . Homero, Ilíada, lib. 2, vers. 718.
[3] . Homero, Odisea, lib. 2, vers. 629.

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