sábado, noviembre 18, 2006

Teseo liberado de los Infiernos






Euristeo no había dado ni un momento de descanso a Hércules, y cada vez estaba más y más celoso de la gloria que este héroe adquiría en sus inmensos trabajos, por eso buscaba por dónde hacerlo fracasar. En consecuencia le ordenó que fuera a los Infiernos para traerle al perro Cerbero. Hércules no se lo hizo repetir dos veces y la dificultad de la empresa sólo hizo reanimar su coraje, además sabía que su amigo Teseo estaba allí detenido y se puso muy contento de poder ir a rescatarlo. Pero antes de emprender esta expedición creyó que sería un buen propósito el volverse propicios a los dioses y para este efecto levantó un altar para cada uno de ellos, a saber, para Júpiter, Neptuno, Juno, Palas, Mercurio, Apolo, las Gracias,
Baco, Diana, Alfeo, Saturno y Rea; después fue a Etolia, donde bebió del agua de una fuente, a la que llamó Lete,[1] porque tenía la virtud de hacer olvidar todo lo que se había visto y hecho anteriormente. Habiendo hecho los sacrificios a los dioses, Hércules se puso como deber realizar esa empresa y entró en el antro de Ténaro; pasó el Aqueronte y los otros ríos de los infiernos y
finalmente llegó a la puerta de la morada de Plutón, donde se encontraba el Cerbero, este dragón tenía tres cabezas de perro y el resto del cuerpo parecía más el de un dragón; era hijo de Tifón y de Equidna.[2] Como era el guardián de la entrada de este tenebroso reino, quiso impedir que Hércules penetrara allí. Su monstruosa figura no sorprendió a Alcides, que luchó con el dragón, lo ató con cadenas y continuó su camino. Finalmente encontró a Teseo y a su compañero Pirítoo, que estaban detenidos allí por haber intentado raptar a Proserpina. Alcides reclamó el retorno de los dos amigos en la morada de los vivientes, pero Aidoneo no quiso conocer el de Pirítoo porque había descendido a los Infiernos por gusto. Dejó, pues, a Pirítoo sentado sobre la piedra donde lo había
encontrado y se llevó a Teseo con él y al mismo tiempo condujo al Cerbero hasta Euristeo. Cuando atravesaba el Aqueronte encontró un álamo blanco del que cortó una rama y se hizo una corona.
Querer darnos las puras fábulas como historias reales es querer equivocarse y equivocar a los demás. Sólo el viaje de Teseo a Egipto para combatir al Minotauro ya debería de hacer dudar de la existencia de este héroe que, como se dice, había tomado a Hércules como modelo al oír los comentarios que ocasionaban sus hazañas. Sin duda el Minotauro no existió en el tiempo de Hércules, pues Euristeo lo hubiera enviado para traérselo. Sin embargo se habría de decir que existió en el tiempo de Alcides, puesto que los atenienses estaban obligados a enviar a Minos en Creta siete jóvenes muchachos y siete doncellas, cada nueve años, para ser devorados por el Minotauro y Teseo no fue de los primeros ni de los segundos que fueron allí.
Pero ¿qué se debe de pensar de Teseo? Sólo su nombre ya lo indica perfectamente, según mi sistema, pues viene de Θής, servidor, criado, y es el nombre
que a menudo los filósofos han dado a su mercurio. El Trevisano[3] lo llama nuestro servidor rojo; Filaleteo y muchos otros lo llaman nuestro servidor fugitivo, a causa de su volatilidad. La fábula lo indica suficientemente al decir que es hijo de Neptuno, puesto que es un agua mercurial; la fábula dice que se propuso tomar a Hércules como modelo porque el mercurio actúa en concierto con el artista. Es por lo que la misma fábula dice que Teseo acompañó a Hércules cuando fue a combatir a las amazonas y que Alcides le dio a Hipólita como recompensa.
Que se siga a Teseo paso a paso en sus expediciones y que se las compare con las de Hércules, se las encontrará totalmente parecidas. Precipitó a Escirón en el agua, en el mismo sitio donde él precipitaba a los viajeros, es decir, que la materia vuelta fija como la piedra es precipitada al fondo del mar de los filósofos por la acción del mercurio, pues σκίρος significa de la piedra. También Hércules precipitó la piedra de Alcioneo, e hizo que a Diomedes se lo comieran sus propios caballos porque él había hecho sufrir la misma muerte a los extranjeros que venían a él. Teseo estranguló a Cerción, Hércules estranguló a Anteo. Teseo mató a Polipemón, de sobrenombre Sinis, que quiere decir mal, pérdida, daño; Hércules mató a Busiris. Teseo hizo morir a un ladrón llamado Perífetes, hijo de Vulcano; también Hércules cortó la vida a un bandido llamado Caco, hijo de Vulcano. Teseo combatió contra los centauros, Hércules también lo hizo. Teseo raptó a Ariadna, Hércules a Deyanira. Tant
o el uno como el otro acabaron con muchos bandidos; también el uno y el otro purgaron diversos países de los monstruos que los infectaban. Igualmente tuvieron diversas mujeres, que abandonaron por otras. Algunos autores dicen que Teseo raptó a la bella Helena, hermana de Cástor y Pólux e hija de Tíndaro. Ya hemos hablado de esta Helena en el capítulo de Cástor y
Pólux y hablaremos de ella en el siguiente libro.
Cuando se sabe lo que es el dragón de las hespérides, el del toisón de oro, el águila que devoraba el hígado de Prometeo, el león de Nemea y etc., todos hermanos o hermanas, hijos de Tifón y Equidna, se sabe lo que era el Cerbero, o perro de tres cabezas, guardián del tenebroso palacio de Plutón, o si se quiere, de Aidoneo, que significa la misma cosa puesto que viene de Α΄ιδης, que es un sobrenombre de Plutón y que significa infierno, a menos que se quiera hacer venir de Α΄ίδων, quemando, cáustico; entonces significará la disolución que se hace de la materia filosófica mientras dura el color negro, llamado Infierno por los adeptos. De buen grado estaré de acuerdo con el abad Banier en que el Cerbero era un dragón encerrado en un antro, puesto que comúnmente los filósofos lo llaman dragón; está encerrado en un antro donde no hay ninguna abertura porque está encerrado en el vaso filosófico. Está constituido guardián de la puerta de los Infiernos, pues para llegar al color negro, que es la entrada de la obra, o la llave, es necesario que la materia se disuelva. Cerbero guarda la entrada de los Infiernos así como el dragón de las hespérides era guardián de la puerta del jardín donde crecían las manzanas de oro, igualmente otro dragón gua
rdaba la puerta del lugar donde el toisón de oro estaba suspendido.
En todas las fábulas se ve que estos monstruos están siempre en la puerta. Flamel[4] ha puesto dos en lugar de uno, porque ha querido significar el combate que se da entre el fijo y el volátil. En otras fábulas se ha supuesto que Hércules mató a estos dragones, aquí se contenta con decir que lo ata para llevarlo hasta Euristeo, pero lo uno y lo otro significan la misma cosa,
puesto que atar o matar son términos metafóricos sinónimos, que los filósofos utilizan para indicar la fijación. Norton, en su obra que lleva por título Crede mihi, emplea muy a menudo el término atar en este sentido. El autor anónimo del Catochémicus, Arnaldo de Vilanova[5] y muchos otros lo utilizan también. En efecto, no habría podido llevar al Cerbero hasta Euristeo si no lo hubiera atado o matado, en el sentido filosófico. Ya he dicho la razón de ello cuando he explicado lo que era Euristeo y el jabalí de Erimanto.
Tras haber atado al Cerbero, Hércules continuó su camino y encontró a Teseo y a Pirítoo, se llevó al primero con él y dejó al otro sentado sobre la piedra donde lo había encontrado. Se dice con
razón que Pirítoo es hijo de Ixión, puesto que Pirítoo significa tentativa inútil, y como Ixión intentó inútilmente tener relación con Juno, le sucedió lo mismo a Pirítoo cuando quiso raptar a Proserpina. Cuando acompañó a Teseo, para raptar a Helena, la suerte decidió, respecto a su posesión, en favor de Teseo y Pirítoo no tuvo ninguna. Teseo le prometió que le ayudaría solamente cuando quisiera raptar a otra mujer que le gustara. Y así lo hizo en el caso de Proserpina, pero Pirítoo fracasó aunque estuviera acompañado de Teseo, que hubiera permanecido con él en el Infierno si Hércules no hubiera venido a liberarlo.
He aquí el contraste y la verdadera diferencia que hay entre un buscador de la piedra filosofal y un verdadero filósofo hermético. Pirítoo es el retrato del primero y Hércules lo es del segundo. Ixión, que la fábula dice, muy a propósito, que es hijo de Flegias, de Φλήγω, quemar, sólo abraza una nube; porque los sopladores sólo tienen el humo, que se parece a una nube, como resultado de sus operaciones. El soplador, hijo de Ixión, también hace tentativas inútiles, aunque algunas veces trabaje sobre la materia requerida, porque no es suficiente tener a Teseo como compañero, también es preciso que Hércules esté con él. Pontano[6] confiesa que durante largo tiempo ha sido un verdadero Pirítoo y que ha fracasado doscientas veces, aunque trabajara sobre la debida materia, pero ignoraba el fuego filosófico, del que finalmente fue instruido mediante la lectura del tratado de Artefio. Si se quema la materia se convertirá en un Ixión, hijo de Flegias, y sólo abrazará humo, o será un Pirítoo y se tendrá como resultado una masa informe y sólida como una piedra y se quedará allí, como él permaneció sobre aquella donde Hércules lo encontró sentado.
No es lo mismo para el verdadero artista. Cuando trabaja sobre la verdadera materia hace que Teseo vaya con él a la morada de los vivientes, es decir, que la hace salir del negro y la hace pasa
r al blanco, tras haber atado al Cerbero. Es lo que la fábula ha querido designar al decir que Hércules se hizo una corona de hojas de álamo blanco, porque las hojas de este árbol son blancas
por encima y como negras por debajo, lo que constituye un verdadero símbolo de la materia filosófica cuya superficie empieza a blanquear mientras que por debajo todavía es negra. Después Hércules condujo al Cerbero hasta Euristeo, como así lo había hecho con el león de Nemea, hermano del Cerbero, con los rebaños de Gerión y los otros monstruos de los que hemos hablado. Es por este motivo que se puede aplicar a los artistas ignorantes estos versos de Virgilio: Fácil es la bajada al Averno; día y noche está abierta la puerta del negro Dite; pero retroceder y restituirse a la auras de la tierra, esto es lo arduo, esto es lo difícil; pocos, y del linaje de los dioses, a quienes fue Júpiter propicio o
a quienes una ardiente virtud remontó a los astros, pudieron lograrlo. (Enéida 6, 27)
Se puede encontrar la verdadera materia de los filósofos, pero la han ocultado bajo nombres tan diferentes que casi no se la puede descubrir sino es por las propiedades que ellos le han dado. El estudioso artista que aspira a la ciencia hermética, pues, debe poner atención al diferente significado de estos equívocos nombres que los filósofos emplean en sus escritos. Espagnet dice:[7] A menudo se expresan de manera que dan a entender lo contrario de lo que piensan, no con el deseo de falsificar o de traicionar la verdad, sino solamente para embrollarla y ocultarla. Y si hay una cosa que ellos ocultan muy aplicadamente es precisamente este ramo de oro que Eneas necesitó para entrar en los Infiernos, este ramo que [...] cuyas hojas y flexible tallo son de oro, el cual está consagrado a la Juno infernal; todo el bosque lo oculta y las sombras lo encierran entre tenebrosos valles y no es dado penetrar en las entrañas de la tierra sino al que haya desgajado del árbol la áurea rama; la hermosa Proserpina tiene dispuesto que éste sea el tributo que se le lleve. Arrancando un primer ramo, brota otro, que se cubre también de hojas de oro; búscale, pues, con la vista, y una vez encontrado, tiéndele la mano, porque si los hados te llaman,
él se desprenderá por sí mismo; de lo contrario, no hay fuerzas, ni aun el duro hierro, que basten para arrancarlo. (Virgilio, Enéida, lib. 6, 29-31)
El mismo Virgilio habla de estos ambages y equívocos en estos términos, un poco más allá de los que hemos citado en primer lugar: Con tales palabras anuncia entre rugidos la Sibila de Cumas, desde el fondo de su cueva, horrendos misterios, envolviendo en términos oscuros cosas verdaderas. Que se siga con atención el relato que hace este poeta del descenso de su héroe a los Infiernos y que se le compare después con lo que hemos dicho hasta aquí y se encontrará en ello una relación perfecta. Allí pone ante los ojos a todos los figurados personajes de las fábulas que hemos explicado, y hace que se les encuentre sobre el camino de Eneas, según el lugar que ocupan en las fabulosas alegorías del orden de las operaciones, como se verá al final del sexto libro de esta obra.
No es suficiente conocer la materia, es preciso también saberla trabajar; se necesita un Alcides para esto y no un Pirítoo, pues Jasón no se hubiera atrevido a emprender la conquista del toisón de oro si no lo hubiera tenido con él. Virgilio parece haber querido indicar la cualidad natural de la tierra de los filósofos, y la manera de cultivarla, cuando dice: Con los céfiros se resquebraja la tierra en terrones, con el arado hundido en el suelo empiece a gemir el toro y a resplandecer la reja gastada por los surcos. (Geórgicas, 1, 44) Yo sólo hago la aplicación de estos versos según Espagnet, que era un filósofo preparado para poderlos aplicar a este propósito.

[1] . Demófato, de rebus Etolia.
[2] . Hesíodo, Teogonía.
[3] . El Trevisano, Filosofía de los Metales.
[4] . Flamel, Explicación de las Figuras Jeroglíficas.
[5] . Arnaldo de Vilanova, Rosario.
[6] . Pontano, Epístola sobre el fuego.
[7] . Espagnet, canon 15.

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