martes, noviembre 07, 2006

Hércules y el Jabalí de Erimanto



Euristeo dio un nuevo trabajo a Hércules. Un furioso jabalí destrozaba la selva de Erimanto, Euristeo envió a Hércules no para matarlo sino para que se lo trajera, como había hecho con la cierva de los pies de bronce. Este jabalí había sido enviado por Diana para hacer estragos en el campo de Fócida. La nieve, que había caído en abundancia, obligó a este animal a retirarse a un pequeño jardín donde Hércules lo sorprendió, lo ató y lo condujo hasta Euristeo. El lugar de
nacimiento de este jabalí indica de qué naturaleza era. Erimanto era una montaña de Arcadia, y era también de Cilene, montaña del mismo país, donde había venido Mercurio; había un gran parentesco entre ellos, pues el mercurio filosófico y el jabalí de Erimanto son una misma cosa. El jabalí había sido enviado por Diana y el mercurio es llamado luna, lo que ha hecho decir a Espagnet: Aquel que diga que la luna de los filósofos, o su mercurio, es el mercurio vulgar, quiere equivocar o se equivoca él mismo.
El tiempo y la circunstancia que dieron ocasión a Hércules de atrapar al jabalí muestran precisamente el momento en el que el mercurio filosófico casi ya no actúa; es cuando la nieve ha caído en abundancia, es decir, cuando la materia ha llegado al blanco. No está dicho que Hércules mató al jabalí, sino que sólo lo ató, porque entonces el mercurio aún no está totalmente fijado y aún actúa, no disolviendo o destrozando como hacía antes, sino trabajando casi insensiblemente en la perfección de la materia. Es por lo que dice que este jabalí estaba fatigado y que se dejó sorprender y atar, para ser conducido a Euristeo, como si se dijera que cuando el artista ha conducido las operaciones de la obra hasta que la materia se ha vuelto blanca, entonces el mercurio empieza a volverse agua permanente y fija, lo que está significado por Euristeo, que en su etimología quiere decir bien afirmado, estable, fijo. Pues la razón que ha hecho dar a Euristeo el derecho de mandar a Hércules, es que todo el objetivo del artista es trabajar para llegar a la fijeza del mercurio. Euristeo mandaba a Hércules en el sentido que comúnmente se dice que los asuntos mandan a los hombres y una profesión a aquel que la ejerce. El zapato manda al zapatero, el reloj al relojero, los asuntos al procurador, las letras a un hombre aplicado en el estudio.
Se dice también que los dientes de este jabalí fueron conservados durante mucho tiempo en el templo de Apolo, porque las partes activas del magisterio filosófico, son los principios del Apolo o Sol de los filósofos. Euristeo, siendo la fijeza misma, era preciso que fuera hijo de Esténelo, que quiere decir fuerza del calor del Sol, de σθειος, fuerza, y de Ε˝λη, calor del Sol; porque el Sol u
oro filosófico es una especie de fuego celeste, según estas palabras de Espagnet:[1] El sabio artista que habrá encontrado esta especie de fuego celeste, debe de conservarlo muy preciosamente. En cuanto a su fuerza, el mismo Hermes[2] nos enseña cuál es, en estos términos: Sube de la tierra al cielo y vuelve a descender del cielo a la tierra, recibe la potencia, la virtud y la eficacia de las cosas superiores e inferiores. Mediante él tendréis la gloria de todo; es la fuerza de las fuerzas, que sobrepasa todas las fuerzas. Pero ¿por qué se supone a este jabalí sobre una montaña? La razón ya la hemos dicho más de una vez y aún la apoyaremos mediante algunos textos de los filósofos. Calid dice:[3] Id, hijo mío, sobre las montañas de las Indias, entrad en sus cavernas y tomad allí las piedras honradas por los filósofos. Rosino dice: Nuestro rebis nace sobre dos montañas. Rasis: Observad atentamente las altas montañas que están a la derecha y a la izquierda y subid allí y encontraréis nuestra piedra. Morien dice lo mismo y María:[4] Tomad la hierba blanca, clara, honorable, que crece sobre las pequeñas montañas. Tal es la razón por la cual la fábula figura que Hércules ha domado, matado o apresado las feroces bestias sobre las montañas. El león de Nemea y el jabalí de Erimanto son de éstas. La materia, según Arnaldo de Vilanova,[5] se hincha en el vaso y toma la forma de montaña; el vaso mismo a menudo es llamado por este nombre.

[1] . Espagnet, canon, 122.
[2] . Hermes, La Tabla de Esmeralda.
[3] . Morien, capítulo 10.
[4] . María, Carta a Aros.
[5] . Arnaldo de Vilanova, Testamento.

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