Hércules era un gran corredor, de Grecia va a Libia, de Libia a Egipto, de Egipto a los montes Cáucasos o Hiperbóreos, y de allí a otros lugares más alejados, como veremos seguidamente.
Hércules era amigo de Prometeo desde hacía siglos, puesto que vivieron juntos en el tiempo de Osiris. Hércules tenía la superintendencia general de todo Egipto y Prometeo gobernaba sólo una parte. El Nilo se desbordó y desoló esta parte. Prometeo sintió tanto dolor qu
e hubiera muerto de desespero si Hércules no le hubiera echado una mano y hubiera encontrado el medio de detener este desbordamiento mediante los diques que levantó. Pero si Prometeo sobrevivió a este dolor sólo fue para prolongar la vida más dolorosa y más horrible que jamás
hubo. Prometeo robó el fuego del Cielo y lo trajo a la tierra para hacer partícipes de él a los hombres. Júpiter decidió vengarse y envió a Mercurio a apresar a Prometeo con la orden de atarlo sobre el monte Cáucaso, donde un águila, hija de Tifón y de Equidna, debía devorarle eternamente el hígado, pues durante la noche le renacía, según Hesíodo, lo que el águila le había devorado durante el día. Este mismo autor no fija la duración del suplicio de Prometeo, pero otros antiguos lo limitan a treinta mil años.
El mismo Hesíodo no dice nada de que Júpiter tomara el ministerio de Mercurio, sino que él mismo ató a este infortunado. Hércules, aunque hijo de Júpiter, no podía ver sin piedad a su amigo en un tormento tan horrible; y aún a riesgo de incurrir en desgracia ante este temible dios, se propuso como deber liberar a Prometeo. Fue al monte Cáucaso, mató al águila y lo desencadenó. Sin duda la amistad no fue el único motivo que determinó a Hércules; Prometeo le había hecho un señalado servicio, cuando Hércules fue a consultarle antes de emprender la expedición del jardín de las herpérides. Hércules siguió sus consejos y se encontró
bien. Parece ser, pues, que no había olvidado este beneficio y que el reconocimiento tuvo mucho que ver en el paso que dio para liberarlo; pero en fin, sea cual sea el motivo que podía tener lo logró.
El parentesco de Prometeo indica suficientemente lo que era. Tenía por padre a Jápeto, hijo del Cielo y hermano de Saturno, su madre se llamaba Clímene hija de Océano. Yo no intentaría discutir las diferentes opiniones de los mitólogos respecto a su genealogía, estas discusiones no entran en el plan que me he propuesto. Me atengo siempre a lo que dicen Hesíodo, Homero y los más antiguos. Ya he explicado más de una vez lo que estos antiguos autores de las fábulas han entendido por Saturno; en consecuencia, se sabe lo que se ha de entender por Jápeto, su hermano, que según parece, viene de Ι΄ανο, disolver, reblandecer, verter, y de πετάω, abrir, desarrollar, porque en la putrefacción, donde la materia es llevada al negro, llamado Saturno por los filósofos, la materia se abre, se desarrolla y se disuelve; es por esto que Clímene, hija del Océano, es llamada su mujer, porque las partes volátiles se elevan del Océano o
mar filosófico y son una de las principales causas eficientes de la disolución. Estas partes volátiles o el agua mercurial son la madre de Prometeo, que es el azufre filosófico o la piedra de los filósofos.
Se dice que Osiris le dio el gobierno de Egipto, bajo la dependencia de Hércules, porque el artista, significado por Hércules, gobierna y conduce las operaciones de la obra. Un desbordamiento asoló toda la parte de Egipto que mandaba Prometeo, es la piedra de los filósofos perfecta que se encuentra sumergida en el fondo del vaso. Hércules fue a consultarle cuando iba a ir a robar las manzanas de oro del jardín de las hespérides, porque antes de llegar al fin de la obra, o al elixir perfecto, que son estas manzanas de oro, necesariamente es preciso hacer y usar de la piedra del magisterio, significada por Prometeo. El fuego del Cielo que robó es esta piedra toda ígnea, una verdadera minera del fuego celeste, según estas palabras de Espagnet:[1] Este azufre filosófico es una tierra muy sutil extremadamente caliente y seca, en el vientre de la cual el fuego de la naturaleza, multiplicado abundantemente, se encuentra oculto [...] A causa de esto se le llama padre y simiente masculina [...] Que el sabio artista que ha sido suficientemente dichoso para tener en su posesión esta minera del fuego celeste, tenga cuidado de conservarla con muchos cuidados. Antes, en el canon 121 había dicho: Hay dos operaciones en la obra, esta por la cual se hace el azufre o la piedra y la que hace el elixir o la perfección de la obra. Lo que debe entenderse de cuando no se quiere multiplicarla. Por la primera se obtiene a Prometeo y el fuego celeste que él ha robado con la ayuda de Minerva, y por la segunda, el artista roba las manzanas de oro del jardín de las hespérides, de la manera que hemos explicado en el capítulo que hemos hecho expresamente para ello.
Júpiter, para castigar a Prometeo por su robo, lo condena a ser atado sobe el monte Cáucaso y lo hace encadenar por Mercurio, o lo ata él mismo, pues sea el uno o sea el otro es muy indiferente, puesto que es el mercurio filosófico el que forma a Prometeo y lo ata a esta montaña de gloria, o si se quiere, Júpiter, porque la piedra empieza a fijarse y a volverse piedra inmediatamente después de que el color gris, llamado Júpiter, se muestra. El tiempo del suplicio de Prometeo no era determinado, en efecto, el artista puede atenerse al azufre filosófico si no quiere hacer el elixir, o robar el toisón de oro y las manzanas del jardín de las hespérides, pero si lo quiere es preciso que intente liberar a Prometeo, entonces debe matar al águila que le devora el hígado. Este águila es el agua mercurial volátil ¿cómo matarla? a flechazos. En el libro siguiente veremos de qué naturaleza eran estas flechas de Hércules. Se dice que este águila le devoraba el hígado sin cesar y que se le renovaba a medida que se lo iba devorando, porque si no se hace el elixir, la piedra una vez fijada permanecería eternamente en el fondo del vaso en medio
del mercurio, sin ser disuelta, aunque este mercurio sea de una actividad y, se puede decir, de una voracidad tan extrema, que los filósofos la han tomado para su jeroglífico y le han dado el nombre de dragón, lobo, perro y otras bestias voraces. Esta idea también ha venido del equívoco de las dos palabras griegas Α˝ετος, que quiere decir águila y de Α˝ατος, infatigable. Se ha supuesto que Prometeo había sido atado sobre una roca del monte Cáucaso, porque la roca indica la piedra filosófica y el nombre de Cáucaso su cualidad y la estima que se le debe tener, puesto que Cáucaso viene de Καυχάομαι, gloriarse, regocijarse, como si se dijera que fue atado sobre el monte de gloria y de placer. Es por la misma razón que los filósofos le han dado el nombre de piedra honrada, piedra glorificada, etc. A este respecto véase a Raimon Llull Testamentum Antiquissimum con su Codicilium. Sin duda se encontrará extraordinario que a causa de Prometeo llame al monte Cáucaso monte de placer, pero no se sorprenderá uno si pone atención a que el cáucaso filosófico es una verdadera fuente de alegría y de placer para el artista que ha llegado allí.
[1] . Espagnet, canon, 122.
1 comentario:
hola Sr. José Romero.
Mi nombre es Javier Abad.
Disculpe mi atrevimiento.
¿Cree usted posible poder instruirme brevemente en algunos conceptos?
Muchas gracias por sus maravillosos blogs.
Cordial saludo
Javi
Asunción, Paraguay
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