sábado, noviembre 18, 2006

Fin de los Trabajos de Hércules




Termino aquí lo que concierne a Hércules y paso en silencio una infinidad de otros trabajos que se le atribuyen porque sería fácil explicarlos mediante aquellos que ya he relacionado. En ellos se ha visto el retrato del artista al natural, la constancia y la firmeza de espíritu que debe de tener, la paciencia en las operaciones y el trabajo que tiene que hacer. Esto no es un secreto que se haya de buscar poco; merece que se tomen molestias y fatigas para adquirirlo. El Trevisano lo buscó desde la edad de diecinueve años hasta los setenta. Raimon Llull no hubiera creído que es verdad si Arnaldo de Vilanova no se lo hubiera probado por la experiencia, cuando se vio incapaz de responder a los sutiles argumentos y a las sabias objeciones de Raimon LLull. Avicena dice[1] que ha usado más aceite en estudiar por la noche, para aprender este arte, que vino han bebido los otros. Este aporta tres argumentos para probar la verdad y su existencia, de estos tres el último lo hace en estos términos: Si yo no viera y no tocara el oro y la plata filosóficos diría que el magisterio de los filósofos es falso, pero como lo veo lo creo y sé que es verdad y real. Comprended, dice Calid, la virtud, el valor del magisterio, la gracia que Dios os hace al daros el conocimiento y trabajad. Dios no os la otorga por vuestra vanidad, vuestro espíritu, vuestra sutilidad, él favorece a los que le place. Trabajad, pues, para su gloria, adorad a vuestro Creador, que os otorga una gracia tan grande.

[1] . Avicena, De anima, dict. 1, cap. 2.

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