La ocasión en que se estableció el culto a Esculapio en Roma, merece ser contada. Los romanos, afligidos por la peste, consultaron los libros de las sibilas, para ser liberados de esta plaga. Allí aprendieron que era preciso ir a Epidauro a buscar a Esculapio y traerlo a Roma. Fueron enviados, pues, unos diputados a Epidauro; cuando llegaron les condujeron al templo de Esculapio, que distaba unas cinco millas de Epidauro. Entonces apareció una serpiente en las calles de la ciudad, sin embargo yendo y viniendo muy tranquilamente durante tres días consecutivos, al cabo de los cuales se metió en el barco de los romanos y se alojó en la cámara de uno de los embajadores. Los sacerdotes del templo aseguraron a los romanos que Esculapio se mostraría a los epidaureos bajo esta forma, aunque muy raramente, porque siempre que se manifestara sería un dichoso presagio para ellos y estaría a su cuidado.
Los romanos muy satisfechos emprendieron el regreso a Roma y cuando el barco atracó en Ancio, la serpiente que hasta allí había permanecido en el barco muy tranquila, descendió a tierra y fue a refugiarse en el templo de Esculapio que no estaba muy lejos de allí. Permaneció allí tres días y volvió al barco que levantó velas y atracó en la isla de Tibre; la serpiente descendió y se ocultó entre unas cañas. Desde ese momento la peste cesó. Los romanos pensaron que Esculapio había elegido este lugar como morada y construyeron un templo en su honor. Ovidio[1] también cuenta lo mismo.
Ya hemos explicado suficientemente lo que se ha de entender por Esculapio y el por qué la serpiente le era consagrada. La séptima de las figuras jeroglíficas de Abraham el judío, aportadas por Flamel, representa un desierto en el cual hay muchas serpientes que se arrastran y tres fuentes de agua que brotan allí, porque la serpiente es el símbolo de la materia de la que está
compuesto Esculapio o la medicina dorada; es por lo que se ha figurado que Panacea, Jaso e Higiea fueron sus hijas, pues si se llamó curación y salud a las hijas de un médico, con más razón a las hijas de la medicina, puesto que la medicina no da la salud sino que ordena los remedios que la procuran.
[1] . Ovidio, Metamorfosis, lib. 15.
[1] . Ovidio, Metamorfosis, lib. 15.
1 comentario:
Acabo de llegar de Roma, de la Isla Tiberina y me entusiasma el estudio de Esculapio. Te felicito por este inmenso espacio. Una obra maestra. Saludos.
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