Después de Palas, diosa de la guerra, viene naturalmente Marte, el dios de los combates. Homero, junto con los otros poetas, dijo que era hijo de Júpiter y de Juno
Si se pone, pues, la Venus de los filósofos con este Marte en un lecho o vaso apropiado a este efecto y se les liga con una cadena invisible, es decir, aérea, tal como lo hemos descrito en el capítulo de Venus, nacerá de ello una muy bella hija llamada Harmonía, dice
Michael Maier, porque habrá sido compuesta harmónicamente, es decir, perfecta en peso y medida filosóficos.
Los poetas han cantado mucho a la belleza de Harmonía y los antiguos la consideraban como una divinidad tutelar. Se casó con Cadmo. Júpiter, que es el que había hecho esta unión, asistió a las bodas e invitó a todos los dioses y
diosas, quienes ofrecieron presentes al nuevo matrimonio. Ceres les dio trigo, Mercurio una li
ra, Palas un collar, un vestido y una flauta, el collar era una obra maestra de Vulcano. Apolo tocó la lira durante las bodas. El fin de este matrimonio no tuvo el mismo esplendor que el principio. Tras muchos contratiempos, Cadmo y Harmonía fueron transformados en dragones.
Harmonía es esta materia que resulta de las primeras operaciones de la obra y que después se ha de casar con Cadmo (del cual ha tomado nombre el cadmio), entonces todos los dioses herméticos se encuentran en sus bodas, con sus presentes, y Apolo toca su lira, así como lo hizo para cantar la victoria que Júpiter obtuvo sobre los gigantes.
Finalmente Cadmo y Harmonía fueron metamorfoseados en una serpiente y en un basilisco, pues el resultado de la obra, incorporado con su semejante, adquiere la virtud atribuida al basilisco, como dicen los filósofos.
El autor del Rosario se expresa así: Cuando me habréis extraído en parte de mi naturaleza y a mi mujer en parte de la suya y que habiéndonos reunido nos hagáis morir, resucitaremos en un sólo cuerpo, para no morir más y haremos cosas admirables. Ripley hablando del elixir filosófico, que como acabamos de ver, está compuesto de Cadmo y Harmonía, o del marido y la mujer, dice: De ello resulta un todo que mediante el arte se vuelve piedra celeste, cuya
virtud ígnea es tan fuerte que la llamamos nuestro dragón, nuestro basilisco, nuestro elixir de gran precio, porque igual que el basilisco mata sólo con la vista, así mismo nuestro elixir mata al mercurio crudo en un abrir y cerrar de ojos, tan pronto como se le echa encima. Así mismo tiñe todos los cuerpos de una tintura perfecta de Sol y de Luna. Nuestro aceite -dice el mismo autor un poco antes- se hace mediante el matrimonio del segundo y tercer menstruo y nosotros lo reducimos a la naturaleza del basilisco. Maier dice: De la misma manera que el basilisco sale de un huevo lanzando sus rayos visuales envenenados y mata a los seres vivos, así mismo también nuestra tintura se produce del huevo filosófico y por su virtud coagula al más ligero tacto todo el mercurio que los metales contienen. Ella vuelve estúpido a este mercurio, lo mata fijándolo y lo desnuda de su azufre combustible. ¿se puede ver una cosa más precisa? Sólo faltan los nombres de Cadmo y Harmonía, que son el esposo y la esposa del texto citado.
Es bueno también, observar que Marte tenía un célebre templo en Lemnos, morada de Vulcano. El lobo, el perro y el
buitre eran consagrados al dios de la guerra; el lobo y el buitre a causa de su voracidad, dicen los mitólogos, y el perro con el gallo por su vigilancia. Pero lo habrían supuesto mejor si hubieran dicho que era por las razones que hemos mencionado en el primer libro, hablando de Anubis y de Macebo, es decir, porque los animales han sido siempre tomados como símbolos de los ingredientes del magisterio de los filósofos. Soy un lobo arrebatador y hambriento, dice Basilio Valentín (1ª llave). Soy el perro de Corrascenia y la perra de Armenia, dice Avicena con la Turba. Soy el gallo y tú la gallina, dice el Sol a la Luna; no puedes hacer nada sin mí y yo nada sin ti.
Soy el buitre que cría sin cesar en lo alto de la montaña, dice Hermes.Es bueno también, observar que Marte tenía un célebre templo en Lemnos, morada de Vulcano. El lobo, el perro y el buitre eran consagrados al dios de la guerra; el lobo y el buitre a causa de su voracidad, dicen los mitólogos, y el perro con el gallo por su vigilancia. Pero lo habrían supuesto mejor si hubieran dicho que era por las razones que hemos mencionado en el primer libro, hablando de Anubis y de Macedo, es decir, porque los animales han sido siempre tomados como símbolos de los ingredientes del magisterio de los filósofos.
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