Júpiter se enamoró de Europa, hija de Agenor, rey de Fenicia, y ordenó a Mercurio que la invitara a pasear por la orilla del mar, donde este dios se metamorfoseó en toro blanco, la puso sobre su dorso, atravesó el mar a nado y transportó a Europa a la isla de Creta. Del comercio que tuvo con Júpiter nacieron Minos, Rodamante y Sarpedón.
Minos desposó a Pasifae, hija del Sol y hermana de Aetes, tuvo a Ariadna y al Minotauro, que fue encerrado en el
laberinto de Dédalo donde fue muerto por Teseo, con la ayuda que le proporcionó Ariadna.
Las mujeres que las fábulas muestran como amadas por Júpiter, casi todas tienen nombres que en su etimología significan el duelo, la tristeza, alguna cosa de negro, oscuro, sombrío, como tumba, sepulcro, olvido, putrefacción, podredumbre, etc, de donde podría venir esta afectación, y al mismo tiempo los autores de estas ficciones nos las representan como mujeres de gran belleza, sin duda el color negro no era ningún obstáculo, puesto que la santa Escritura hace hablar así a la esposa del Cantar de los Cantares: Soy negra pero bella.El nombre de Europa tiene un significado más o menos parecido, si se le hace venir de εύρώς, jugo, humor, como si se dijera jugo echado a perder, enmohecido, podrido. No es sin razón que los autores de estas ficciones escogieran a éstas bellezas puesto que el Júpiter de los filósofos actúa siempre sobre la materia que se ha vuelto negra, o en estado de putrefacción, indicado por estas mujeres. Lo que resulta de ello es el hijo filosófico del que se habla en casi todos los libros herméticos.
Las mujeres que las fábulas muestran como amadas por Júpiter, casi todas tienen nombres que en su etimología significan el duelo, la tristeza, alguna cosa de negro, oscuro, sombrío, como tumba, sepulcro, olvido, putrefacción, podredumbre, etc, de donde podría venir esta afectación, y al mismo tiempo los autores de estas ficciones nos las representan como mujeres de gran belleza, sin duda el color negro no era ningún obstáculo, puesto que la santa Escritura hace hablar así a la esposa del Cantar de los Cantares: Soy negra pero bella.El nombre de Europa tiene un significado más o menos parecido, si se le hace venir de εύρώς, jugo, humor, como si se dijera jugo echado a perder, enmohecido, podrido. No es sin razón que los autores de estas ficciones escogieran a éstas bellezas puesto que el Júpiter de los filósofos actúa siempre sobre la materia que se ha vuelto negra, o en estado de putrefacción, indicado por estas mujeres. Lo que resulta de ello es el hijo filosófico del que se habla en casi todos los libros herméticos.
Júpiter se transformó en toro blanco para raptar a Europa mientras se paseaba y se divertía con las ninfas por la orilla del mar. Pero ¿podía ser otro el color del toro? puesto que
el blanco sucediendo al negro parece raptarlo y cambiarlo. Este toro es, como en la fábula de Osiris, símbolo de la materia fija volatilizada; raptó a Europa mientras ella jugaba con sus compañeras; estos juegos son los mismos que las danzas de las musas, es decir, la circulación de las partes volátiles y acuosas; el mar es el mercurio, llamado mar por la mayor parte de los filósofos.
Soy diosa de una gran belleza y de una gran raza, –dice Basilio Valentín en su símbolo nuevo– Soy nacida de nuestro propio mar. El mismo autor representa un mar en la lejanía en casi todas las figuras jeroglíficas de sus doce llaves. Flamel llama a este mercurio espuma del mar rojo. El Cosmopolita lo llama agua de nuestro mar. Espagnet dice:[1] Los filósofos también tienen su mar, donde nacen peces, cuyas escamas brillan como la plata.
Minos desposó a Pasifae, hija del Sol, es decir, toda luz o
claridad, pues Πας significa todo y φαις, luz; Minos fue el hijo que nació de Júpiter y de Europa, o del color gris y del negro, desposó a la hija del Sol o la claridad, representada por el color blanco. Minotauro salió de este matrimonio y fue encerrado en el laberinto de Dédalo, símbolo de lo embarazoso y de las dificultades que el artista encuentra en el transcurso de las operaciones; también está hecho por Dédalo, de Δαιδαλός, que quiere decir artista.
Teseo, el más joven de los siete atenienses enviados para combatir al Minotauro, consiguió
deshacerse de él con la ayuda de Ariadna, a la que después desposó. Estos siete atenienses son las siete imbibiciones de la obra, en la última de las cuales es en la que el más joven mató al monstruo, fijando la materia y fijándose con ella la desposó. Si Teseo la abandona y Baco la toma por mujer es porque el color rojo sucede al blanco y Baco, como ya lo hemos explicado en su artículo, no es otra cosa que esta materia llegada al rojo. Era muy necesario que el hilo que Ariadna suministró a Teseo fuera fabricado por Dédalo, puesto que es el artista el que conduce las operaciones; también Dédalo había estado en la escuela de Minerva.
Los dos hijos de Europa, Minos y Rodamante, fueron constituidos jueces de aque
llos a los que Mercurio conducía al reino de Plutón; condenaban a unos a los suplicios y enviaban a otros a los Campos Elíseos. La putrefacción de la materia en el vaso de los filósofos es llamada muerte, como así lo hemos visto en cientos de lugares en esta obra. Esta putrefacción sólo puede hacerse con la ayuda del mercurio de los sabios, lo que ha hecho decir a algunos antiguos que los hombres sólo se morían por Mercurio: Luego empuña el caduceo, con el que evoca del Orco las pálidas sombras y envía a otras al triste Tártaro, da y quita el sueño y abre los ojos, que cerrará la muerte. (Enéida, lib. 4)
En esta putrefacción que constituye el reino de Plutón,
Minos y Rodamante son establecidos jueces de los muertos, es decir, que haciéndose entonces una perfecta disolución de la materia y una separación de lo puro con lo impuro, el juicio de Minos y Rodamante se cumple siempre por Mercurio que es el ejecutor. Los impuros son relegados al Tártaro, lo que ha hecho que le dieran el nombre de tierra condenada; las partes puras son enviadas a los Campos Elíseos y son glorificadas, según la expresión de Basilio Valentín en su Azoth, de Raimon Llull en la Teoría de su Testamento antiguo, de Morien en su conversación con el rey Calid y de muchos otros filósofos.
[1] . Espagnet, canon, 54.
[1] . Espagnet, canon, 54.
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