Una tradición considera que Apolo había suscitado el jabalí que mató a Adonis, para vengarse de Venus que había cegado a Erimanto, hijo de este dios, porque se estaba mofando de las galanterías de la diosa. Pero que sea Apolo o Marte es indiferente puesto que el Marte filosófico o el color de la herrumbre es propiamente el Apolo de los filósofos una vez empezado.
Estas expresiones tomadas en la naturaleza misma de las cosas, prueban que Adonis sólo difiere de Osiris, Baco y etc, en el nombre. No es sorprendente, pues, que su culto, establecido en Fenicia y en otras partes, sea muy parecido al de Osiris entre los egipcios. Uno servirá para explicar al otro, como acabamos de ver. Osiris y Adonis eran representados bajo la figura de un buey. En Fenicia se celebraba la fiesta de Adonis en el mismo tiempo y de la misma manera que se celebraba la de Osiris en Egipto. Se lloraba al uno y al otro como muertos y luego se alegraban como si hubieran resucitado. Adonis era entre los fenicios el símbolo del Sol, como Osiris lo era en Egipto, y en la celebración de sus solemnidades se llevaban las mismas representaciones. Las adonáidas o solemnidades de Adonis se celebraban en los alrededores de Fenicia imitando a las de Osiris. Duraban ocho días. Todo el mundo empezaba por
Estas expresiones tomadas en la naturaleza misma de las cosas, prueban que Adonis sólo difiere de Osiris, Baco y etc, en el nombre. No es sorprendente, pues, que su culto, establecido en Fenicia y en otras partes, sea muy parecido al de Osiris entre los egipcios. Uno servirá para explicar al otro, como acabamos de ver. Osiris y Adonis eran representados bajo la figura de un buey. En Fenicia se celebraba la fiesta de Adonis en el mismo tiempo y de la misma manera que se celebraba la de Osiris en Egipto. Se lloraba al uno y al otro como muertos y luego se alegraban como si hubieran resucitado. Adonis era entre los fenicios el símbolo del Sol, como Osiris lo era en Egipto, y en la celebración de sus solemnidades se llevaban las mismas representaciones. Las adonáidas o solemnidades de Adonis se celebraban en los alrededores de Fenicia imitando a las de Osiris. Duraban ocho días. Todo el mundo empezaba por
hacer duelo y dar señales públicas de dolor y de aflicción; por todas partes se oían lloros y gemidos. El último día de la fiesta la solemnidad cambiaba de cara, la figurada tristeza daba paso a la alegría que se manifestaba con extraordinarios arrebatos. Luciano relata[1] que los egipcios exponían sobre el mar un cesto de mimbre que el viento llevaba hasta las costas de Fenicia, donde las mujeres de Biblos, tras haberla cogido con impaciencia, la llevaban con pomposidad a la ciudad, entonces la fiesta terminaba con alegría.
Siria comunicó el culto de Adonis a sus vecinos. No se puede ver nada más soberbio que el aparato de esta ceremonia en Alejandría. La misma Arsinoé, hermana y mujer de Ptolomeo Filadelfo, llevaba la estatua de Adonis. Las mujeres más considerables de la ciudad la acompañaban llevando en la mano canastas llenas de pasteles, arrogantes perfumes, flores y toda clase de frutas; las otras cerraban la pompa llevando tapices sobre los cuales habían dos lechos bordados en oro y plata, uno para Venus y el otro para Adonis; así se iba hasta el mar, o a alguna fuente, donde se echaban las flores, los frutos y las plantas que se había llevado.
Un río cerca de Biblos, según el relato del mismo Luciano, llevaba el nombre de Adonis y se dice que sus aguas se volvían rojas mientras se celebraban las fiestas en su honor. Se dice también que era su sangre la que enrojecía el agua de este río, cuando se lavaba allí la herida de este amante de Venus. La primera parte de esta solemnidad se llamaba Α΄φανισμος (afanismos), durante la cual se llevaba luto, y la segunda Εϋροσις (eurosis), donde la tristeza se transformaba en alegría.
Se ve claramente que estos lloros y este duelo de los fenicios y de los griegos, con motivo de la muerte de Adonis, tienen manifiesta relación con los gritos y los gemidos que
todo el mundo daba en las solemnidades de las fiestas de Ceres, en las que se suponía que esta desolada madre había buscado a su hija Proserpina. Los egipcios expresaban una tristeza parecida por la muerte de Apis. En las solemnidades de Ceres el duelo duraba hasta que se llevaba triunfalmente la estatua de Iacchos y en la de Apis hasta que se le había encontrado un sucesor (que tuviera una marca blanca en forma de Luna creciente). Tanto en las unas como en las otras se llevaban más o menos las mismas representaciones, canastas de pasteles, de flores, de frutos, etc. Se regocijaban igualmente cuando Iacchos o Apis reaparecían, o cuando se creía a Adonis resucitado. Se suponía que Proserpina permanecía seis meses con Plutón y seis meses con Ceres. También se decía que Adonis residía seis meses junto a Proserpina y seis meses junto a Venus.
La primera parte era llamada Α΄φανισμος, ¿por qué? Los lloros y los gemidos se hacían a causa
de la pérdida de Adonis y de su estancia en el tenebroso reino de Proserpina, como se hacía en las solemnidades de Ceres a causa del rapto de su hija y de su estancia en el imperio negro y oscuro de Plutón. Α΄φανισμος, viene de α΄ privativa y de φαινω, lucir, brillar, de donde se ha hecho άφανής, oscuro, escondido, y finalmente Α΄φανισμος, como si se dijera la fiesta o la ceremonia del tiempo de oscuridad.
Si estas solemnidades tenían el mismo objetivo ello manifiesta que esta negrura, esta oscuridad sólo puede ser la del reino de Plutón y Proserpina. Se ha visto por las precedentes explicaciones que este reino de Plutón y Plutón mismo eran una alegoría de la negrura que sobreviene a la materia filosófica; así mismo hemos probado que la muerte de Adonis también significaba lo
mismo. Es patente, pues, que las ceremonias instituidas en memoria de esta pretendida muerte también eran una alegoría del tiempo que dura esta negrura de la materia de los filósofos.
La segunda parte de esta fiesta era llamada Εϋρισις, de Εύρισμω, reencuentro, entonces todo el mundo era arrebatado por la alegría. Lo mismo sucedía en las ceremonias de Ceres. La presencia de Iacchos hacía gritar en demostración de alegría, ¡he aquí a Baco, he aquí a Baco! como si se le hubiera reencontrado después de haberlo perdido. Remito al lector a las explicaciones que he dado respecto a esto, puesto que es inútil repetirlo por un sujeto absolutamente parecido. Sin embargo es bueno hacer observar que no era sin razón el hecho de que la procesión se dirigiera hacia el mar, o hacia una fuente, para buscar a Adonis, porque los institutores de estas ceremonias sabían muy bien que sólo se le puede encontrar allí, es decir, en el mar de los filósofos o su agua mercurial, también llamada fuente por el Trevisano y por muchos de entre ellos. También se ha dicho que el río de nombre Adonis se volvía rojo durante la solemnidad de las fiestas instituidas en su nombre, puesto que, según dicen los adeptos, su agua mercurial es roja en el tiempo en que su Adonis reaparece.
Así pues, Adonis es el sol filosófico que se eclipsa en la negrura y que reaparece a medida que el eclipse se desvanece. Es macho y hembra, porque es el rebis de los filós
ofos, y siempre joven como Baco, por las razones que hemos referido hablando de este hijo de Júpiter. En fin, él es el mismo que Dioniso, Apolo y Osiris, que sólo son diferentes nombres del sol filosófico y no del astro que nos alumbra. Pues ¿hay alguna apariencia en este astro que pueda hacer que se le considere como macho y hembra, incluso alegóricamente? Aceptaré, si se quiere, que los griegos lo han adorado como una divinidad, puesto que hicieron morir a Anaxágoras envenenándolo, por haber dicho que el Sol no era un dios sino una piedra ardiente e inflamada. Pero ¿se debe de pensar por esto que Orfeo o aquellos que les habían aportado la teogonía de Egipto con sus ceremonias, hayan pretendido persuadirles de la divinidad del Sol? Hago b
ien en no pensar así, y nadie ignora los abusos que infectaron las primeras ceremonias traídas a los griegos. No se duda tampoco de los errores populares que se multiplicaron a continuación; pero aquí de lo que se trata es de la primera institución y no de lo que le siguió después. Sócrates bien hizo ver que respecto a los dioses tenía otras ideas diferentes a las del pueblo. ¿Pensarían Platón y los otros sabios como el vulgo?
[1] . Luciano, In Deâ Syriâ.
[1] . Luciano, In Deâ Syriâ.
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