Recordemos ahora los principales rasgos de estas ficciones, para ver la relación que tienen con las operaciones de la filosofía hermética, según los propios términos de los autores que la han tratado, a fin de probar claramente que la gran obra es el verdadero objeto al que los antiguos han querido hacer alusión. Precisamente el nacimiento de Dioniso es parecido al de Esculapio, el primero hijo de Semele, el segundo de Coronis, las dos significan la misma cosa más o menos; uno fue educado por Quirón, el otro por Mercurio y alimentados los dos por la ninfas, la híadas, es decir, por las partes acuosas o el agua mercurial de los filósofos. Remito al lector al capítulo de Esculapio, para no caer en una enojosa repetición.
Baco tiene dos madres, Semele y Júpiter, y según Raimon Llull,[1] el hijo filosófico tiene dos padres y dos madres: ha s
ido sacado del fuego –dice– con muchos cuidados, y en efecto, no podría morir. Júpiter lleva este fuego cuando visita a Semele, este fuego de los filósofos, del que habla Ripley,[2] que se enciende en el vaso y quema con más fuerza y actividad que el fuego común. Este fuego saca el
embrión de los sabios del vientre de su madre y lo transporta en el muslo de Júpiter hasta que ha madurado; entonces este niño filosófico, formado en el vientre de su madre por la presencia de Júpiter y educado por sus cuidados, se muestra al día con el rostro blanco como la Luna y de una sorprendente belleza.[3]
La descripción de la isla donde es educado el Baco de los filósofos, parece haber sido tomada de aquella donde Hammon hizo llevar a Dioniso. Tras haber recorrido durante largo tiempo desde el polo Ártico al polo Antártico –dice el Cosmopolita[4]– fui transportado por la voluntad de Dios a la orilla de un vasto mar. Mientras me recreaba en ver revolotear y nadar a las melisas y las ninfas y me dejaba llevar perezosamente por mis ideas, fui sorprendido por un dulce sueño, durante el cual tuve esta admirable visión. De pronto vi a Neptuno, este venerable anciano de blancos cabellos, que salía de nuestro mar y, habiéndome saludado de la manera más graciosa, me condujo a una isla encantadora. Está situada al Sur y allí se encuentra en abundancia todo lo necesario para las comodidades y placeres de la vida. Los Campos Elíseos de Virgilio a penas le son comparables. Las costas de esta isla están plantadas de grandes cipreses, de bellos mirtos y de romero; los prados están esmaltados de flores, las colinas cubiertas de viñas, olivares y cedros; los bosques llenos de naranjos y limoneros; los caminos están bordeados de laureles y granados donde, bajo su sombra, los viajeros reposan; en una palabra, todo lo que de agradable hay en el mundo se encuentra recogido allí.
ra sus acciones. Alimentado y criado por las ninfas y las
híadas, es decir, por el agua mercurial volátil, que los filósofos han llamado leche, el niño crece, vegeta, se alimenta y coge fuerza, como dice Artefio.[5] Acercad el sapo (la parte fija) a la teta de su madre y dejadlo allí hasta que se haya vuelto grande y fuerte al succionar la leche. Estas son las palabras de un adepto que Maier ha empleado en su quinto emblema hermético.
Es inútil aportar una infinidad de textos que hay donde el agua mercurial es llamada leche, leche virginal, y alimento del niño. Hemos mostrado más de una vez que las ninfas y las híadas no son otra cosa que esta agua mercurial volátil y se ve fácilmente en el hecho de que la fábula constituye a Mercurio tutor y preceptor de Baco, después de haber sido sacado de las cenizas de Semele.
Baco mató a la serpiente Anfisbena, así como Apolo mató a la Pitón; uno y otro, estos dioses, son una misma cosa, como lo hemos probado por Herodoto y como lo dice un antiguo autor ya citado: Júpiter es lo mismo que Plutón, el Sol y Dioniso. Así mismo se ha de creer que la Anfisbena y Pitón son la misma cosa y si se dice que Baco la mató con una rama de sarmiento de viña, y Apolo a flechazos, las flechas de éste significan la parte volátil de la materia que Raimon Llull,[6] en casi todas sus obras, llama vino blanco y vino rojo, según el grado de perfección adquirido y según el color blanco o rojo que sobrevienen al mercurio mediante la cocción. Esta serpiente Anfisbena también es lo mismo que las dos serpientes del caduceo de Mercurio, las dos de Esculapio y los dos dragones de Flamel, una macho y la otra hembra, una alada y la otra no, que sin embargo son un mismo dragón babilonio, o dragón de las hespérides, o aquel que guarda el toisón de oro, o la hidra de Lerna, etc, y que todos tenían varias cabezas.
Dioniso hacía salir vino, agua y muchos otros licores de la tierra. La expliccación de este prodigio
es muy simple. La materia del magisterio está compuesta de tierra y de agua; cuando se disuelve, de seca, se reduce a agua, esta agua es llamada por los filósofos, leche, vino, vinagre, aceite, etc, según el progreso que hace en el transcurso de las operaciones. Adquiere acidez y se vuelve vinagre. Toma el color blanco y es leche, una leche virginal, un vino blanco. Si llega al rojo es vino tinto, y todos estos licores salen de la tierra, o de la tierra filosófica. Dioniso los hace salir, pues él mismo es la parte fija de esta materia llamada oro, Febo, o Apolo de los sabios. Baco barbudo y sin barba, joven y viejo, macho y hembra al mismo tiempo, es el de los filósofos herméticos, según estos términos de
Agmon:[7] Está sin barba y es al mismo tiempo barbudo; tiene alas y vuela, no tiene alas y no vuela; si lo llamáis agua decís verdad; si decís que no es agua, lo decís con razón; porque es un compuesto hermafrodita, volátil y fijo, este representa el macho y el otro la hembra, lo que ha hecho que se le de el nombre de Rebis.
Por la ciudad de Nisa se entiende el vaso, tiene puertas estrechas y cerradas, es el cuello y el betún con el cual es sellado; la belleza del país, las flores que allí nacen, son los diferentes colores que se suceden en la materia; los exquisitos frutos que crecen, la sana temperatura del aire que hace vivir una larga longevidad con abundancia de todo, indican la medicina universal y el polvo de proyección, éste da las riquezas y la otra la salud; Aristeo ayudado por los consejos de Palas y propuesto para la educación de Dioniso, es el prudente artista que conduce las operaciones de la obra con sabiduría. Saturno solicitado por Rea, su hermana, hizo la guerra
a Dioniso y éste resultó victorioso, es la negrura seguida de la disolución de la materia ocasionada por el agua mercurial, significada por Rea, de ρέω, fluo (fluir, manar); las partes volátiles que revolotean sin cesar en el vaso, son las amazonas que le procuran la victoria; también se dice que las ménades, las bacantes que acompañaban a Baco, y las musas con las amazonas que seguían a Dioniso, siempre estaban en movimiento cantando y danzando, es lo que mejor convendría a las partes volátiles, que lavando la materia sin cesar hacen desaparecer la negrura llamada Saturno y manifiestan la blancura, signo de la victoria. Notad –dice Sinesio[8]– que esta tierra será lavada así de su negrura por la cocción, puesto que se purifica fácilmente, con las partes volátiles de su agua, lo que es el fin del magisterio.
Saturno huyó durante la noche tras haber pegado fuego a la ciudad; es el negro que al desaparecer deja la materia gris como la ceniza, resultado de los incendios. Así mismo los filósofos le han dado otros nombres además del de ceniza, tomemos a Morien,[9] que dice: No despreciéis las cenizas, pues allí está oculta la diadema de nuestro rey. No me detendré en explicar la expedición de Dioniso a la Indias, para ello se puede recurrir a lo que he dicho en el capítulo de
e Dioniso a las Indias, Osiris, en el libro uno. Es suficiente señalar que los autores de esta ficción, hablando de los animales que seguían a Baco o que tiraban de su carro, han atribuido para ello a aquellos cuya piel era variada, por ser los jeroglíficos y los símbolos de los diferentes colores que aparecen sobre la materia, al mismo tiempo o sucesivamente: tales son los tigres, los linces, las panteras, los leopardos.
[1] . Raimon Llull, Theoria Testamentum, cap. 46.
[2] . Ripley, Las Doce Puertas.
[3] . Saturno, siendo expulsado, permite que Júpiter se provea de las insignias y gobierno del reino. Con su advenimiento, el niño filosófico es formado y alimentado en la matriz, naciendo al día con una faz blanca y una expresión serena, parecida al resplandor de la Luna. Espagnet, La Obra secreta de la Filosofía de Hermes, can. 78.
[4] . El Cosmopolita, Parábolas.
[5] . Artefio, De la piedra de los Filósofos.
[6] . Raimon Llull, La Quinta Esencia.
[7] . Agmon, Codigo Veritatis seu Turba.
[8] . Sinesio, Obras de filosofía y Artefio en su recapitulación.
[9] . Morien, Conversación con el rey Calid.
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