viernes, octubre 27, 2006

Fiestas, ceremonias, combates y juegos en honor de los dioses



El hombre casi no puede contar con la fidelidad de su memoria; a la larga los hechos se confunden, sus circunstancias se obscurecen y la imaginación crea suposiciones mediante su facultad inventiva. En consecuencia la tradición verbal, fundada sobre una base tan poco sólida, está sujeta a los mismos inconvenientes. Para fijar la idea de las acciones pasadas es preciso presentarlas a nuestros ojos bajo la forma de algún objeto sensible, porque las cosas que tocan nuestra vista se imprimen más profundamente en nuestro espíritu que lo que aprendemos por el discurso. Los antiguos, tanto judíos como paganos, instituyeron fiestas y ceremonias para incidir en la memoria de los pueblos los hechos cuyo recuerdo merecería ser conservado en la posteridad.
La escultura y la pintura se convirtieron en una gran ayuda en este sentido. Se hicieron estatuas y cuadros para que sirvieran de memoria artificial. Se representaron las acciones y las personas que allí habían tomado parte y se expusieron entre los griegos y los romanos como monumentos a memorables hechos. Los egipcios y Hermes Trismegisto entre otros, sorprendidos por los bienes terrestres que habían recibido del Soberano Ser, instituyeron ceremonias y un culto mediante el cual pudieran dar gracias y rememorar su recuerdo sin cesar entre el pueblo ignorante.
Las ceremonias fueron diferentes, según el objeto que tenían a la vista. Entre esta clase se encuentra la del buey Apis, la elección que se hacía de un buey negro marcado con una mancha blanca, su consagración, su alojamiento y su alimentación en el templo de Vulcano, el culto que se le rendía, su muerte por ahogamiento en el agua, su inhumación y la nueva elección que se hacía de su sucesor.No cabe duda de que los institutores de estas fiestas se proponían un buen objetivo y sólo la ignorancia de los pueblos los arrastró después al abuso que de ello hicieron. Los sacerdotes obligados, mediante juramento y bajo pena de muerte, a los secretos velados bajo este culto y estas ceremonias, no tuvieron suficiente atención para instruir al pueblo según la idea que debía de tener de todo ello.
Tenían dos maneras de transmitirse estos secretos, una mediante los jeroglíficos que hablaban a los ojos del cuerpo, y la otra por la explicación de las alegorías de los dioses, de las diosas y de los héroes, cuyos jeroglíficos representaban la historia figurada. Se explicaba la letra al pueblo, y el
sentido a aquellos que querían ser iniciados.
Estos jeroglíficos eran tomados de los animales y de otras cosas corporales pintadas o esculpidas. La celebración de los misterios, el verdadero sentido de las alegorías y la explicación natural de los jeroglíficos, parecían estar hechos sólo para los sacerdotes y para aquellos que debían de ser instruidos en el fondo de las cosas. El pueblo se contentaba con el exterior. Se le decía que todo esto era instituido para dar a Dios las gracias que se le debían y que estos diferentes objetos les eran presentados para recordarles los diferentes favores del Cielo. Por medio de esta explicación estaban en una tranquila posesión de su secreto.Hemos dicho cuál era este secreto (en el libro 1) y el por qué estaba prohibido revelarlo. Los sacerdotes, pues, hicieron siempre de ello un misterio, y como querían probar al pueblo que las instrucciones que les daban respecto a esto eran las verdaderas explicaciones de estos misterios, tenían un exterior capaz de probar que en efecto, consideraban a estos animales como símbolos de Dios y de alguna cosa sagrada. Insensiblemente el pueblo fue más lejos; lo que primero era símbolo se convirtió para él en la cosa significada. Adoró la figura por la realidad.
Tal es la verdadera fuente de los errores, de los abusos y de las supersticiones introducidas entre los egipcios; un error entraña otro error, un primer abuso lleva a un segundo; es así como los dioses se multiplicaron al infinito entre ellos. Cuando se hubo empezado a adorar a un buey ¿se encontraría ridículo rendir el mismo culto a otro animal?
El comercio de los egipcios con las otras naciones y las colonias que formaron, llevaron allí los mismos errores. Así se comunicaron de un país a otro y finalmente por casi toda la Tierra. No es preciso, pues, recurrir a la maldición de Cam para encontrar la fuente de ceguera de sus descendientes, puesto que los de Sem y los de Jafet también cayeron, aunque más tarde.
Egipto, pues, fue la cuna de la idolatría. Herodoto[1] dice que los egipcios fueron los primeros en conocer los nombres de los doce grandes dioses y que es de ellos que los griegos los aprendieron.
[1] . Herodoto, Euterpe.

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