domingo, octubre 15, 2006

Palas



Júpiter había desposado primero a Metis, pero después de que esta diosa hiciera tomar a Saturno un brebaje que le hizo vomitar la piedra y a los hijos que había devorado, Júpiter tragó a su vez a esta hija de Océano, después de que quedara en cinta. A penas hubo hecho esta bella acción, se sintió mujer sin dejar de ser dios. Fue preciso asistirle en el parto y sólo lo pudo hacer la ayuda de Vulcano, que le sirvió de comadrona. Este dios de fuego le asestó un rudo golpe de hacha en la cabeza y en seguida se vio salir a través de la herida una joven y bella hija armada de pies a cabeza. He aquí, pues, a
Palas nacida sin madre, de la cabeza de Júpiter.
Para los egipcios ella era mujer de Vulcano, el primero y más antiguo de todos sus dioses. Los autores de la mitología griega conservaron esta idea, la cual habían recogido en Egipto, y sin duda es de allí que adoptaron el hecho de consagrar un altar común a Vulcano y a Palas.
Palas, Minerva y Atenea, entre los griegos eran una misma divinidad, pero consideraban a Minerva propiamente como la diosa de las artes y las ciencias y a Palas como diosa de la guerra. Ella permanece siempre virgen.
Esta diosa tenía en Sais un magnífico templo, del que Herodoto hace su descripción. Las fiestas que en Grecia se celebraban en
honor a Palas se llamaban Panaténeas. Los juegos y
los ejercicios que acompañaban a estas fiestas eran la carrera a pié, con antorchas y hachas encendidas como en las fiestas de Vulcano y de Prometeo.
Todos los antiguos tienen a Palas por la sabiduría y la prudencia, nacida de la cabeza de Júpiter, porque la cabeza es considerada como la sede del juicio, sin el cual no se
puede tener éxito en ningún espinoso asunto, como sucede en la gran obra, llamada por esta razón magisterio de los Sabios. Siendo, pues, el secreto de los secretos, que Dios sólo revela a aquellos a
los que quiere favorecer; el hecho de divulgarlo sería profanarlo. Es preciso tener la sabiduría de Palas para aprenderlo y guardarlo. En consecuencia dijo Salomón: El sabio estudiará la sabiduría de los antiguos y se ejercitará en las profecías. Conservará escrupulosamente los discursos de los hombres de nombre y penetrará en la fineza de las parábolas. Descubrirá su s
entido oculto y se ejercitará en desvelar lo que encierran los proverbios. El hombre prudente y sabio no divulga para nada el secreto de la Ciencia. Los filósofos herméticos han tenido siempre este consejo en su corazón y han velado el secreto bajo alegorías, enigmas, fábulas y jeroglíficos. Han tomado a Palas como guía y se han propuesto, como deber, seguir sus instrucciones. Es por lo que la fábula figura que esta diosa favorece siempre a Hércules y a
Ulises en todas sus empresas, como podremos ver en los libros siguientes.

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