La fuente de la salud y de las riquezas, dos bases sobre las cuales se apoya la felicidad de esta vida, son el objeto de este arte. Siempre fue un misterio, y aquellos que la han tratado, han hablado de ella en todos los tiempos como de una ciencia cuya práctica tiene algo de sorprendente y cuyo resultado es milagroso en él mismo y en sus efectos. Sólo Dios Autor de la naturaleza, a la que el filósofo se propone imitar, puede esclarecer y guiar al espíritu humano en la búsqueda de este tesoro inestimable y en el laberinto de las operaciones de este arte. Todos estos autores que citamos también recomiendan recurrir al Creador y pedirle esta gracia con mucho fervor y perseverancia. ¿Debe sorprender que los poseedores de un tan bello secreto lo hayan velado en las sombras de los jeroglíficos, las fábulas, las alegorías, las metáforas y los enigmas, para apartar del conocimiento al común de los hombres? Sólo han escrito para aquellos a los que Dios dignó otorgándoles la inteligencia. Difamarles, declamar fuertemente contra la ciencia misma, porque se han hecho esfuerzos inútiles para obtenerla, es una baja venganza, es hacer agravio a su propia reputación, es publicar su ignorancia y la impotencia de lo que de ello les ha llegado. Que se levante su voz contra los sopladores, contra estos quemadores de carbón, que tras haber sido engañados por su propia ignorancia finalmente buscan hacer a otros engañados. Yo me uniría voluntariamente a estas fuertes críticas, y así mismo querría tener una voz de estentóreo para hacerme oír mejor. Pero ¿quién son los que se enredan a hablar y a escribir contra la filosofía hermética? Yo apostaría que son los que ignoran incluso su definición, gente cuyo malvado humor sólo es excitado por el prejuicio. Apelo a la buena fe, que examinen seriamente si están al caso de lo que critican. ¿Han leído y releído veinte veces y más a los buenos autores que tratan esta materia? ¿Quién de entre ellos puede jactarse de saber las operaciones y los procesos de este arte? ¿Qué Edipo les ha dado la inteligencia de sus enigmas y de sus alegorías? ¿Cuál es la sibila que les ha introducido en su santuario? Que permanezcan pues en la estrecha esfera de sus conocimientos: ne futor ultra crepitam. O puesto que es la moda, que les sea permitido anhelar un tan gran tesoro del que desesperan por poseerlo. ¡Débil consolación, pero es lo único que les queda! Y gustó a Dios que sus gritos fueran oídos por todos los que malgastan a propósito sus bienes en persecución de lo que se les escapa, por falta de conocer los procedimientos simples de la naturaleza.
jueves, enero 25, 2007
TRATADO DE LA OBRA HERMÉTICA
La fuente de la salud y de las riquezas, dos bases sobre las cuales se apoya la felicidad de esta vida, son el objeto de este arte. Siempre fue un misterio, y aquellos que la han tratado, han hablado de ella en todos los tiempos como de una ciencia cuya práctica tiene algo de sorprendente y cuyo resultado es milagroso en él mismo y en sus efectos. Sólo Dios Autor de la naturaleza, a la que el filósofo se propone imitar, puede esclarecer y guiar al espíritu humano en la búsqueda de este tesoro inestimable y en el laberinto de las operaciones de este arte. Todos estos autores que citamos también recomiendan recurrir al Creador y pedirle esta gracia con mucho fervor y perseverancia. ¿Debe sorprender que los poseedores de un tan bello secreto lo hayan velado en las sombras de los jeroglíficos, las fábulas, las alegorías, las metáforas y los enigmas, para apartar del conocimiento al común de los hombres? Sólo han escrito para aquellos a los que Dios dignó otorgándoles la inteligencia. Difamarles, declamar fuertemente contra la ciencia misma, porque se han hecho esfuerzos inútiles para obtenerla, es una baja venganza, es hacer agravio a su propia reputación, es publicar su ignorancia y la impotencia de lo que de ello les ha llegado. Que se levante su voz contra los sopladores, contra estos quemadores de carbón, que tras haber sido engañados por su propia ignorancia finalmente buscan hacer a otros engañados. Yo me uniría voluntariamente a estas fuertes críticas, y así mismo querría tener una voz de estentóreo para hacerme oír mejor. Pero ¿quién son los que se enredan a hablar y a escribir contra la filosofía hermética? Yo apostaría que son los que ignoran incluso su definición, gente cuyo malvado humor sólo es excitado por el prejuicio. Apelo a la buena fe, que examinen seriamente si están al caso de lo que critican. ¿Han leído y releído veinte veces y más a los buenos autores que tratan esta materia? ¿Quién de entre ellos puede jactarse de saber las operaciones y los procesos de este arte? ¿Qué Edipo les ha dado la inteligencia de sus enigmas y de sus alegorías? ¿Cuál es la sibila que les ha introducido en su santuario? Que permanezcan pues en la estrecha esfera de sus conocimientos: ne futor ultra crepitam. O puesto que es la moda, que les sea permitido anhelar un tan gran tesoro del que desesperan por poseerlo. ¡Débil consolación, pero es lo único que les queda! Y gustó a Dios que sus gritos fueran oídos por todos los que malgastan a propósito sus bienes en persecución de lo que se les escapa, por falta de conocer los procedimientos simples de la naturaleza.
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