De las sales que acabamos de hablar y de sus vapores se hace el mercurio que los antiguos han llamado simiente mineral. De este mercurio y del azufre, ya sea puro o sea impuro, son hechos todos los metales en las entrañas de la tierra y en su superficie.
Cuando los elementos corporificados por su unión toman la forma de salitre, de tártaro y de vitriolo, el fuego de la naturaleza, excitado por el calor solar, digiere la humedad que es atraída por la sequedad de estas sales y separando lo puro de lo impuro, la sal de la tierra, las partes homogéneas de las heterogéneas, la espesa en plata viva, después en metal puro o impuro, según la mezcla y la calidad de la matriz.
En la diversidad del azufre y del mercurio según sean más o menos puros y estén más o menos digeridos, de su unión y sus diferentes combinaciones se forma la numerosa familia del reino mineral. Las piedras, las marcasitas, los minerales difieren entre ellos, según la diferencia de sus matrices y la más o menos cocción.
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