domingo, enero 28, 2007

Las Llaves de la Naturaleza (del Tratado de la Obra Hermética)

De todas las cosas materiales se hace ceniza, de la ceniza se hace sal, de la sal se separa el agua y el mercurio, del mercurio se compone un elixir o una quintaesencia. El cuerpo se pone en cenizas para ser limpiado de sus partes combustibles, en sal para ser separado de sus terrestreidades, en agua para pudrir y pudrirse y en espíritu para volverse quintaesencia.
Las sales son, pues, las llaves del arte y de la naturaleza, sin su conocimiento es imposible imitarla en sus operaciones. Éste hace saber su simpatía y su antipatía con los metales y entre ellos mismos. Propiamente no hay más que una sal de naturaleza, pero se divide en tres clases para formar los principios de los cuerpos. Éstos son el nitro, el tártaro y el vitriolo, todos los otros son compuestos.
El nitro es hecho de la primera sal por atenuación, sutilización y purgación de las terrestreidades crudas y frías que allí se encuentran mezcladas. El Sol lo cuece, lo digiere en todas sus partes y hace la unión de los elementos impregnándolo de las virtudes seminales que seguidamente trae con la lluvia a la tierra, que es la matriz común.
La sal del tártaro es este mismo nitro más cocido, más digerido por el calor de la matriz donde ha sido depositado, porque esta matriz sirve de horno a la naturaleza. Así del nitro y del tártaro se forman los vegetales. Esta sal se encuentra en todo lugar donde el nitro ha sido depositado, pero particularmente sobre la superficie de la tierra donde el rocío y la lluvia la abastecen abundantemente.
El vitriolo es la misma sal nitro, que habiendo pasado por la naturaleza de la tierra, se vuelve sal mineral mediante una cocción más larga y en hornos más ardientes. Se encuentra en abundancia en las entrañas, las concavidades y las porosidades de la tierra, donde se reúne con un humor viscoso que lo vuelve metálico.

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