El espíritu ígneo, principio vivificante, da la vida y el vigor a los mixtos, pero este fuego los consumiría pronto si su actividad no fuera moderada por el humor acuoso que los liga. Este humor circula perpetuamente en todos. Este se hace una revolución en el Universo, en medio de la cual unos se forman, se nutren y aumentan de volumen mientras que su evaporación y su ausencia hacen desechar y perecer a los otros.
Toda la máquina del mundo sólo compone un cuerpo, cuyas partes están ligadas por los medios que participan de los extremos. Esta ligadura está oculta, este nudo es secreto, pero no es menos real y es por su medio que todas estas partes se prestan ayuda mutua, puesto que hay una relación y un verdadero comercio entre ellas. Los espíritus emisarios de las naturalezas superiores producen y mantienen esta comunicación, los unos se van cuando los otros vienen, estos vuelven a su fuente cuando aquellos descienden, los que han venido últimos toman el lugar de los que parten en su viaje, luego los otros les suceden, y mediante este continuo flujo y reflujo la naturaleza se renueva y se mantiene. Esto son las alas de Mercurio, mediante la ayuda de las cuales este mensajero de los dioses rinde tan frecuentes visitas a los habitantes del Cielo y de la Tierra.
Esta sucesión circular de espíritus se hace mediante dos medios, la rarefacción y la condensación, que la naturaleza emplea para espiritualizar los cuerpos y corporificar los espíritus, o si se quiere, para atenuar los elementos groseros, abrirlos, levantarlos en la naturaleza sutil de las materias espirituales y seguidamente hacerlos retornar a la naturaleza de los elementos groseros y corporales. Así experimentan sin cesar estas metamorfosis. El aire abastece al agua una substancia tenue etérea que allí empieza a corporificarse, el agua la comunica a la tierra donde se corporifica aún más. Se vuelve entonces un alimento para los minerales y los vegetales. En estos se hace tallo, corteza, hojas, flores, fruto, en una palabra una substancia corporal palpable. En los animales, la naturaleza separa lo más sutil, lo más espiritual de lo que beben y lo que comen para volverlo alimento. Cambia y especifica la más pura substancia en semilla, en carne, en hueso, etc., deja lo más grosero, lo más heterogéneo para los excrementos. El arte imita a la naturaleza en sus resoluciones y sus composiciones.
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