Parece que los filósofos sólo han hablado de la materia para ocultarla, al menos cuando se trata de designarla en particular. Pero cuando hablan en general se extienden mucho sobre sus cualidades y sus propiedades, le dan todos los nombres de los individuos del Universo, porque dicen que ella es el principio y la base de todos. Examinad –dice el Cosmopolita–[1] si esto que os proponéis hacer es conforme a lo que puede hacer la naturaleza. Ved cuales son los materiales que emplea y de qué vaso se sirve. Si sólo queréis lo que ella hace seguidla paso a paso. Si queréis hacer alguna cosa mejor, ved lo que puede servir a este efecto, pero permaneced siempre en las naturalezas del mismo género. Si, por ejemplo, queréis llevar un metal más allá de la perfección que ha recibido de la naturaleza es preciso tomar vuestras materias en el género metálico y siempre un macho y una hembra, sin los cuales no lo lograríais. Pues en vano os propondríais hacer un metal con una hierba o una naturaleza animal, así como de un perro o cualquier otra bestia no sabríais producir un árbol.
Esta primera materia es llamada muy comúnmente azufre y plata viva. Raimon Llull,[2] los nombra como los dos extremos de la piedra y de todos los metales. Otros dicen en general que el Sol
es su padre y la Luna su madre, que es macho y hembra, que está compuesta de cuatro, de tres, de dos y de uno y todo esto para ocultarla. Ella se encuentra por todo, sobre la tierra, sobre el mar, en los llanos, sobre las montañas, etc. El mismo autor dice que su materia es única y dice seguidamente que la piedra está compuesta de muchos principios individuales. Sin embargo todas estas contradicciones sólo son aparentes, porque no hablan de la materia desde un sólo punto de vista, sino en cuanto a sus principios generales o de los diferentes estados en los que ella se encuentra en las operaciones.
Es cierto que no hay más que un sólo principio en toda la naturaleza y que lo es de la piedra como lo es de las otras cosas. Se ha de saber distinguir, pues, lo que los filósofos dicen de la materia en general de lo que dicen en particular. También, no hay más que un solo espíritu fijo, compuesto de un fuego muy puro e incombustible que tiene su morada en el húmedo radical de los mixtos. Es más perfecto en el oro que en toda otra cosa y sólo el mercurio de los filósofos tiene la propiedad y la virtud de sacarlo de su prisión, de corromperlo y de disponerlo para la generación. La plata viva es el principio de la volatilidad, de la maleabilidad y de la mineralidad, el espíritu fijo del oro no puede nada sin él. El oro es humectado, reincrudado, volatilizado y sometido a la putrefacción por la operación del mercurio; éste es digerido, cocido, espesado, desecado y fijado por la operación del oro filosófico que lo convierte, por este medio, en tintura metálica.
El uno y el otro son el mercurio y el azufre filosófico. Pero éste no es suficiente hasta que se haga entrar en la obra un azufre metálico como levadura, lo que hace también como un esperma o simiente de naturaleza sulfurosa para unirse a la simiente de substancia mercurial. Este azufre y este mercurio han sido sabiamente representados en los antiguos por dos serpientes, la una macho y la otra hembra, enroscaras alrededor de la vara de oro de Mercurio. La vara de oro es el espíritu fijo donde deben ser unidas. Estas son las mismas que Juno envió contra Hércules, en el tiempo que este héroe estaba aún en la cuna.
Este azufre es el alma de los cuerpos y el principio de la exuberación de su tintura; el mercurio vulgar está privado de él, el oro y la plata vulgares sólo tienen para ellos. El mercurio apropiado para la obra primeramente debe ser impregnado de un azufre invisible,[3] a fin de que esté más dispuesto a recibir la tintura visible de los cuerpos perfectos y que pueda seguidamente comunicarla con usura.
Numerosos químicos sudan sangre y agua para extraer la tintura del oro vulgar, imaginan que ha fuerza de torturarlo se la harán vomitar y que enseguida encontrarán el secreto para aumentarlo y para multiplicarlo, pero: Spes tandem agricolas vanis aludit aristis[4] Pues es imposible que la tintura solar pueda ser enteramente separada de su cuerpo. El arte no sabría deshacer en este género lo que la naturaleza ha unido tan bien. Si lograran sacar del oro un licor brillante y permanente por la fuerza del fuego o por la corrosión de las aguas fuertes se le ha de considerar solamente como una porción del cuerpo pero no como su tintura, pues lo que constituye propiamente la tintura no puede ser separada del oro. Es este término de tintura lo que hace ilusión a la mayor parte de los artistas. Con mucho gusto querría yo que eso fuera una tintura, al menos convendrán en que aún siendo alterada por la fuerza del fuego, o por las aguas fuertes no puede ser útil a la obra y que no podría dar a los cuerpos volátiles la fijeza del oro del que ella habría sido separada. Es por estas razones que Espagnet[5] les aconseja no gastar su plata y su oro en un trabajo tan penoso y del que no podrían sacar ningún fruto.
[1] . Cosmopolita, Tratado 1.
[2] . Raimon Llull, Codicilio, cap. 9.
[3] . Espagnet, La Obra secreta de la Filosofía de Hermes, can. 30.
[4] . Virgilio, Geórgicas
[5] . Espagnet, ibid, can. 34.
Esta primera materia es llamada muy comúnmente azufre y plata viva. Raimon Llull,[2] los nombra como los dos extremos de la piedra y de todos los metales. Otros dicen en general que el Sol
es su padre y la Luna su madre, que es macho y hembra, que está compuesta de cuatro, de tres, de dos y de uno y todo esto para ocultarla. Ella se encuentra por todo, sobre la tierra, sobre el mar, en los llanos, sobre las montañas, etc. El mismo autor dice que su materia es única y dice seguidamente que la piedra está compuesta de muchos principios individuales. Sin embargo todas estas contradicciones sólo son aparentes, porque no hablan de la materia desde un sólo punto de vista, sino en cuanto a sus principios generales o de los diferentes estados en los que ella se encuentra en las operaciones.
Es cierto que no hay más que un sólo principio en toda la naturaleza y que lo es de la piedra como lo es de las otras cosas. Se ha de saber distinguir, pues, lo que los filósofos dicen de la materia en general de lo que dicen en particular. También, no hay más que un solo espíritu fijo, compuesto de un fuego muy puro e incombustible que tiene su morada en el húmedo radical de los mixtos. Es más perfecto en el oro que en toda otra cosa y sólo el mercurio de los filósofos tiene la propiedad y la virtud de sacarlo de su prisión, de corromperlo y de disponerlo para la generación. La plata viva es el principio de la volatilidad, de la maleabilidad y de la mineralidad, el espíritu fijo del oro no puede nada sin él. El oro es humectado, reincrudado, volatilizado y sometido a la putrefacción por la operación del mercurio; éste es digerido, cocido, espesado, desecado y fijado por la operación del oro filosófico que lo convierte, por este medio, en tintura metálica.
El uno y el otro son el mercurio y el azufre filosófico. Pero éste no es suficiente hasta que se haga entrar en la obra un azufre metálico como levadura, lo que hace también como un esperma o simiente de naturaleza sulfurosa para unirse a la simiente de substancia mercurial. Este azufre y este mercurio han sido sabiamente representados en los antiguos por dos serpientes, la una macho y la otra hembra, enroscaras alrededor de la vara de oro de Mercurio. La vara de oro es el espíritu fijo donde deben ser unidas. Estas son las mismas que Juno envió contra Hércules, en el tiempo que este héroe estaba aún en la cuna.
Este azufre es el alma de los cuerpos y el principio de la exuberación de su tintura; el mercurio vulgar está privado de él, el oro y la plata vulgares sólo tienen para ellos. El mercurio apropiado para la obra primeramente debe ser impregnado de un azufre invisible,[3] a fin de que esté más dispuesto a recibir la tintura visible de los cuerpos perfectos y que pueda seguidamente comunicarla con usura.
Numerosos químicos sudan sangre y agua para extraer la tintura del oro vulgar, imaginan que ha fuerza de torturarlo se la harán vomitar y que enseguida encontrarán el secreto para aumentarlo y para multiplicarlo, pero: Spes tandem agricolas vanis aludit aristis[4] Pues es imposible que la tintura solar pueda ser enteramente separada de su cuerpo. El arte no sabría deshacer en este género lo que la naturaleza ha unido tan bien. Si lograran sacar del oro un licor brillante y permanente por la fuerza del fuego o por la corrosión de las aguas fuertes se le ha de considerar solamente como una porción del cuerpo pero no como su tintura, pues lo que constituye propiamente la tintura no puede ser separada del oro. Es este término de tintura lo que hace ilusión a la mayor parte de los artistas. Con mucho gusto querría yo que eso fuera una tintura, al menos convendrán en que aún siendo alterada por la fuerza del fuego, o por las aguas fuertes no puede ser útil a la obra y que no podría dar a los cuerpos volátiles la fijeza del oro del que ella habría sido separada. Es por estas razones que Espagnet[5] les aconseja no gastar su plata y su oro en un trabajo tan penoso y del que no podrían sacar ningún fruto.
[1] . Cosmopolita, Tratado 1.
[2] . Raimon Llull, Codicilio, cap. 9.
[3] . Espagnet, La Obra secreta de la Filosofía de Hermes, can. 30.
[4] . Virgilio, Geórgicas
[5] . Espagnet, ibid, can. 34.
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