Casi nunca se ha de tomar las palabras de los filósofos literalmente porque todos sus términos tienen doble sentido y fingen emplear aquellas que son equívocas.[1] O si hacen uso de términos conocidos y usados en el lenguaje ordinario,[2] lo que dicen parece simple, claro y natural, pero es preciso sospechar que estén compuestos con artificio. Al contrario, en los lugares que parecen embrollados, velados y casi ininteligibles, es lo que se ha de estudiar con más atención. La verdad está allí oculta. Para descubrir mejor esta verdad es preciso compararlos los unos a los otros, hacer una concordancia de sus expresiones y de sus dichos porque uno deja escapar alguna vez lo que el otro ha omitido intencionadamente.[3] Pero en esta compilación de textos se debe de tomar cuidado en no confundir lo que el uno dice de la primera preparación, con lo que el otro dice de la tercera.
Antes de ponerse manos a la obra se debe de tener todo de tal manera combinado que no se encuentre en los libros de los filósofos[4] ninguna cosa que no esté en estado de explicarse por las operaciones que uno se propone emprender. A este efecto se ha de estar seguro de qué materia se debe emplear; ver si tiene verdaderamente todas las cualidades y propiedades por las cuales los filósofos la designan, puesto que declaran que no la han nombrado por el nombre bajo el cual es conocida ordinariamente. Se debe tener en cuenta que esta materia no cueste nada o poca cosa; que la medicina, que Filaleteo,[5] después de Geber, llama medicina de primer orden o la primera preparación se perfecciona sin muchos gastos, en todo lugar, en todo tiempo, para toda clase de personas, con tal de que haya una cantidad suficiente de materia.
La naturaleza sólo perfecciona los mixtos mediante dos cosas que son de una misma naturaleza[6] no se debe, pues, tomar madera para perfeccionar el metal. El animal engendra el animal, la planta produce la planta y la naturaleza metálica los metales. Los principios radicales del metal son un azufre y una plata viva, pero no los vulgares, estos entran como complemento, así mismo como principios constituyentes, pero como principios combustibles, accidentales y separables del verdadero principio radical, que es fijo e inalterable. Se puede ver sobre la materia lo que he aportado en su artículo conforme a lo que dicen los filósofos.
Toda alteración de un mixto se hace por disolución en agua o en polvo y sólo puede ser perfeccionado por la separación de lo puro de lo impuro. Toda conversión de un estado a otro se hace mediante un agente y en un tiempo determinado. La naturaleza actúa sucesivamente; el artista debe de hacer lo mismo. Los términos de conversión, desecación, mortificación, inspisación, preparación, alteración, sólo significan la misma cosa en el arte hermético. La sublimación, descensión, destilación, putrefacción, calcinación, congelación, fijación, ceración, son, en cuanto a ellos mismos, cosas diferentes, pero sólo constituyen en la obra una misma operación continuada en el mismo vaso. Los filósofos han dado todos estos nombres a diferentes cosas o cambios que han visto pasar en el vaso. Cuando han percibido exhalar a la materia en humo sutil y subir a lo alto del vaso, han llamado a esta ascensión, sublimación. Viendo seguidamente este vapor descender al fondo del vaso lo han llamado descensión, destilación. Morien dice en consecuencia: toda nuestra operación consiste en extraer el agua de su tierra y devolverla allí hasta que la tierra se pudre y se purifica. Cuando han percibido que esta agua, mezclada con su tierra se coagula o se espesa, hasta el punto que se vuelve negra y hedionda, han dicho que ésta era la putrefacción, principio de generación. Esta putrefacción dura hasta que la materia se vuelva blanca.
Esta materia siendo negra, se reduce a polvo cuando empieza a volverse gris; esta apariencia de ceniza ha hecho nacer la idea de la calcinación, inceración, incineración, dealbación, y cuando ha llegado a una gran blancura la han nombrado calcinación perfecta. Viendo que tomaba una consistencia sólida, que no fluía más, ha formado su congelación, su endurecimiento; es por lo que han dicho que todo el magisterio consiste en disolver y en coagular naturalmente. Esta misma materia congelada y endurecida de manera que no se resuelve más en agua, les ha hecho decir que era preciso secarla y fijarla y han dado a esta pretendida operación los nombres de desecación, fijación, ceración, porque explican este término de una unión perfecta de la parte volátil con la fija bajo la forma de un polvo o piedra blanca.
Es preciso, pues, considerar esta operación como única, pero expresada en términos diferentes. Se sabrá aún que todas las expresiones siguientes significan también la misma cosa. Destilar en el alambique, separar el alma del cuerpo, arder, licuar, calcinar, cerar, dar a beber, adaptar juntos, hacer comer; juntar, corregir, cribar, cortar con las tenazas, dividir, unir los elementos, extraerlos, exhalarlos, convertirlos, cambiarlos el uno en el otro, cortar con el cuchillo, golpear con la espada, con el hacha, con la cimitarra, horadar con la lanza, con la jabalina, con la flecha, maltratar, destruir; ligar; desligar; corromper, foliar, fundir, engendrar, concebir, poner en el mundo, sacar agua, humectar, regar, imbibir, empastar, amalgamar, enterrar, incerar, lavar, lavar con el fuego, dulcificar, pulir, limar, golpear con el martillo, mortificar, ennegrecer, pudrir, dar vueltas a la torre, circular, rubificar, disolver, sublimar, meter en colada, inhumar, resucitar, reverberar, moler, poner en polvo, triturar en el mortero, pulverizar sobre el mármol, y tantas otras expresiones parecidas; todo esto sólo quiere decir cocer por un mismo régimen, hasta el rojo subido. Se debe tener cuidado, pues, de no remover el vaso y no retirar el fuego, pues si la materia se enfriara todo estaría perdido.
Antes de ponerse manos a la obra se debe de tener todo de tal manera combinado que no se encuentre en los libros de los filósofos[4] ninguna cosa que no esté en estado de explicarse por las operaciones que uno se propone emprender. A este efecto se ha de estar seguro de qué materia se debe emplear; ver si tiene verdaderamente todas las cualidades y propiedades por las cuales los filósofos la designan, puesto que declaran que no la han nombrado por el nombre bajo el cual es conocida ordinariamente. Se debe tener en cuenta que esta materia no cueste nada o poca cosa; que la medicina, que Filaleteo,[5] después de Geber, llama medicina de primer orden o la primera preparación se perfecciona sin muchos gastos, en todo lugar, en todo tiempo, para toda clase de personas, con tal de que haya una cantidad suficiente de materia.
La naturaleza sólo perfecciona los mixtos mediante dos cosas que son de una misma naturaleza[6] no se debe, pues, tomar madera para perfeccionar el metal. El animal engendra el animal, la planta produce la planta y la naturaleza metálica los metales. Los principios radicales del metal son un azufre y una plata viva, pero no los vulgares, estos entran como complemento, así mismo como principios constituyentes, pero como principios combustibles, accidentales y separables del verdadero principio radical, que es fijo e inalterable. Se puede ver sobre la materia lo que he aportado en su artículo conforme a lo que dicen los filósofos.
Toda alteración de un mixto se hace por disolución en agua o en polvo y sólo puede ser perfeccionado por la separación de lo puro de lo impuro. Toda conversión de un estado a otro se hace mediante un agente y en un tiempo determinado. La naturaleza actúa sucesivamente; el artista debe de hacer lo mismo. Los términos de conversión, desecación, mortificación, inspisación, preparación, alteración, sólo significan la misma cosa en el arte hermético. La sublimación, descensión, destilación, putrefacción, calcinación, congelación, fijación, ceración, son, en cuanto a ellos mismos, cosas diferentes, pero sólo constituyen en la obra una misma operación continuada en el mismo vaso. Los filósofos han dado todos estos nombres a diferentes cosas o cambios que han visto pasar en el vaso. Cuando han percibido exhalar a la materia en humo sutil y subir a lo alto del vaso, han llamado a esta ascensión, sublimación. Viendo seguidamente este vapor descender al fondo del vaso lo han llamado descensión, destilación. Morien dice en consecuencia: toda nuestra operación consiste en extraer el agua de su tierra y devolverla allí hasta que la tierra se pudre y se purifica. Cuando han percibido que esta agua, mezclada con su tierra se coagula o se espesa, hasta el punto que se vuelve negra y hedionda, han dicho que ésta era la putrefacción, principio de generación. Esta putrefacción dura hasta que la materia se vuelva blanca.
Esta materia siendo negra, se reduce a polvo cuando empieza a volverse gris; esta apariencia de ceniza ha hecho nacer la idea de la calcinación, inceración, incineración, dealbación, y cuando ha llegado a una gran blancura la han nombrado calcinación perfecta. Viendo que tomaba una consistencia sólida, que no fluía más, ha formado su congelación, su endurecimiento; es por lo que han dicho que todo el magisterio consiste en disolver y en coagular naturalmente. Esta misma materia congelada y endurecida de manera que no se resuelve más en agua, les ha hecho decir que era preciso secarla y fijarla y han dado a esta pretendida operación los nombres de desecación, fijación, ceración, porque explican este término de una unión perfecta de la parte volátil con la fija bajo la forma de un polvo o piedra blanca.
Es preciso, pues, considerar esta operación como única, pero expresada en términos diferentes. Se sabrá aún que todas las expresiones siguientes significan también la misma cosa. Destilar en el alambique, separar el alma del cuerpo, arder, licuar, calcinar, cerar, dar a beber, adaptar juntos, hacer comer; juntar, corregir, cribar, cortar con las tenazas, dividir, unir los elementos, extraerlos, exhalarlos, convertirlos, cambiarlos el uno en el otro, cortar con el cuchillo, golpear con la espada, con el hacha, con la cimitarra, horadar con la lanza, con la jabalina, con la flecha, maltratar, destruir; ligar; desligar; corromper, foliar, fundir, engendrar, concebir, poner en el mundo, sacar agua, humectar, regar, imbibir, empastar, amalgamar, enterrar, incerar, lavar, lavar con el fuego, dulcificar, pulir, limar, golpear con el martillo, mortificar, ennegrecer, pudrir, dar vueltas a la torre, circular, rubificar, disolver, sublimar, meter en colada, inhumar, resucitar, reverberar, moler, poner en polvo, triturar en el mortero, pulverizar sobre el mármol, y tantas otras expresiones parecidas; todo esto sólo quiere decir cocer por un mismo régimen, hasta el rojo subido. Se debe tener cuidado, pues, de no remover el vaso y no retirar el fuego, pues si la materia se enfriara todo estaría perdido.
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