No es suficiente haber logrado el azufre filosófico que acabamos de describir; la mayor parte se han equivocado en ello y han abandonado la obra en este estado, creyendo haberla llevado a su perfección. La ignorancia de los procedimientos de la naturaleza y del arte es la causa de este error. En vano se intentaría hacer la proyección con este azufre o piedra, al rojo. La piedra filosofal sólo puede ser perfecta al final de la segunda obra que se llama Elixir. De este primer azufre se hace un segundo, que seguidamente se puede multiplicar, al infinito. Se debe, pues, conservar preciosamente esta primera minera del fuego celeste para el uso requerido.
El elixir, según Espagnet, está compuesto de una materia triple, a saber, de un agua metálica o del mercurio sublimado filosóficamente, del fermento blanco, si se quiere hacer elixir al blanco, o del fermento rojo para el elixir al rojo y finalmente del segundo azufre; todo según los pesos y proporciones filosóficas. El elixir debe de tener cinco cualidades; debe de ser fusible, permanente, penetrante, teñidor y multiplicante; saca su tintura y su fijación del fermento; su fusibilidad de la plata viva, que sirve de medio para reunir las tinturas del fermento y del azufre; y la propiedad multiplicativa le viene del espíritu de la quintaesencia que tiene naturalmente. Los dos metales perfectos dan una tintura perfecta, porque sacan la suya del azufre puro de la naturaleza; no es preciso, pues, buscar su fermento en otra parte que en los cuerpos. Teñid pues, vuestro elixir blanco con la Luna y el rojo con el Sol. El mercurio recibe primero esta tintura y seguidamente la comunica. Tomad cuidado de no equivocaros en la mezcla de los fermentos y no toméis el uno por el otro, lo perderíais todo. La segunda obra se hace en el mismo vaso o en un vaso parecido al primero, en el mismo horno y con los mismos grados de fuego; pero cada vez más corto.
La perfección del elixir consiste en el matrimonio y la unión perfecta de lo seco y lo húmedo, de manera que sean inseparables y que lo húmedo de a lo seco la propiedad de ser fusible al menor calor. Se hace la prueba de ello poniendo un poco sobre una lámina de cobre o de hierro calentado, si funde primero sin humo, esto es lo que se deseaba.
El elixir, según Espagnet, está compuesto de una materia triple, a saber, de un agua metálica o del mercurio sublimado filosóficamente, del fermento blanco, si se quiere hacer elixir al blanco, o del fermento rojo para el elixir al rojo y finalmente del segundo azufre; todo según los pesos y proporciones filosóficas. El elixir debe de tener cinco cualidades; debe de ser fusible, permanente, penetrante, teñidor y multiplicante; saca su tintura y su fijación del fermento; su fusibilidad de la plata viva, que sirve de medio para reunir las tinturas del fermento y del azufre; y la propiedad multiplicativa le viene del espíritu de la quintaesencia que tiene naturalmente. Los dos metales perfectos dan una tintura perfecta, porque sacan la suya del azufre puro de la naturaleza; no es preciso, pues, buscar su fermento en otra parte que en los cuerpos. Teñid pues, vuestro elixir blanco con la Luna y el rojo con el Sol. El mercurio recibe primero esta tintura y seguidamente la comunica. Tomad cuidado de no equivocaros en la mezcla de los fermentos y no toméis el uno por el otro, lo perderíais todo. La segunda obra se hace en el mismo vaso o en un vaso parecido al primero, en el mismo horno y con los mismos grados de fuego; pero cada vez más corto.
La perfección del elixir consiste en el matrimonio y la unión perfecta de lo seco y lo húmedo, de manera que sean inseparables y que lo húmedo de a lo seco la propiedad de ser fusible al menor calor. Se hace la prueba de ello poniendo un poco sobre una lámina de cobre o de hierro calentado, si funde primero sin humo, esto es lo que se deseaba.
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