La putrefacción es de alguna manera la clave de todas las operaciones, aunque no sea propiamente la primera. Ella nos descubre el interior del mixto; es la herramienta que rompe las ligaduras de las partes; hace, como dicen los filósofos, lo oculto manifiesto. Es el principio del cambio de las formas, la muerte de los accidentales, el primer paso para la generación, el comienzo y el término de la vida; el medio entre el no ser y el ser. El filósofo quiere que se haga cuando el cuerpo disuelto por una resolución natural, está sometido a la acción del calor pudridor. La destilación y la sublimación sólo han sido inventadas a imitación de las de la naturaleza a complacencia de los elementos, cuya inclinación o disposición es rarificarse y elevarse, condensarse y descender, haciendo así toda la mezcla y las producciones de la naturaleza.
La destilación difiere de la sublimación en que la primera se hace por la elevación de las cosas húmedas, que destilan seguidamente gota a gota, en lugar de la sublimación y la elevación de una materia seca que se sujeta al vaso. La una y la otra son vulgares. La destilación y la sublimación, filosóficamente hablando son una purgación, sutilización, rectificación de la materia. La coagulación y la fijación son los dos grandes instrumentos de la naturaleza y del arte.
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