Cuando los ignorantes en la filosofía hermética leen el término de tintura en las obras que tratan de esta ciencia, imaginan que debe de entenderse solamente del color de los metales, tal como el naranja para el oro, y el blanco para la plata. Y como está dicho en estas mismas obras, que el azufre es el principio de la tintura, se trabaja en extraer este azufre mediante las aguas fuertes, las aguas regias, por la calcinación y las otras operaciones de la química vulgar. Ésta no es propiamente la idea de los filósofos, no solamente por las operaciones, sino por la tintura tomada en ella misma. La tintura del oro no puede ser separada de su cuerpo porque es el alma y no se la podría extraer sin destruir el cuerpo, lo que no es posible en la química vulgar, como lo saben muy bien todos los que han querido probar esta experiencia.
La tintura en el sentido filosófico, es el elixir mismo vuelto fijo, fusible, penetrante y teñidor, por la corrupción y las otras operaciones de las que hemos hablado. Esta tintura no consiste, pues, en el color externo sino en la substancia misma que da la tintura con la forma metálica. Ella actúa como el azafrán en el agua; penetra como el aceite lo hace en el papel; se mezcla íntimamente como la cera con la cera, como el agua con el agua, porque la unión se hace entre dos cosas de la misma naturaleza. Es de esta propiedad que le viene el hecho de ser una panacea admirable para las enfermedades de los tres reinos de la naturaleza; va a buscar en ellos el principio radical y vital, que desembaraza, por su acción, de los heterogéneos que la embarazan y la tienen en prisión; viene en su ayuda y se une a él para combatir sus enemigos. Actúan entonces en concierto y comportan una victoria perfecta. Esta quintaesencia caza la impureza de los cuerpos, como el fuego hace evaporar la humedad de la madera; conserva la salud, dando fuerzas al principio de la vida para resistir los ataques de las enfermedades y hacer la separación de la substancia verdaderamente nutritiva de los alimentos, de la que no es más que el vehículo.
La tintura en el sentido filosófico, es el elixir mismo vuelto fijo, fusible, penetrante y teñidor, por la corrupción y las otras operaciones de las que hemos hablado. Esta tintura no consiste, pues, en el color externo sino en la substancia misma que da la tintura con la forma metálica. Ella actúa como el azafrán en el agua; penetra como el aceite lo hace en el papel; se mezcla íntimamente como la cera con la cera, como el agua con el agua, porque la unión se hace entre dos cosas de la misma naturaleza. Es de esta propiedad que le viene el hecho de ser una panacea admirable para las enfermedades de los tres reinos de la naturaleza; va a buscar en ellos el principio radical y vital, que desembaraza, por su acción, de los heterogéneos que la embarazan y la tienen en prisión; viene en su ayuda y se une a él para combatir sus enemigos. Actúan entonces en concierto y comportan una victoria perfecta. Esta quintaesencia caza la impureza de los cuerpos, como el fuego hace evaporar la humedad de la madera; conserva la salud, dando fuerzas al principio de la vida para resistir los ataques de las enfermedades y hacer la separación de la substancia verdaderamente nutritiva de los alimentos, de la que no es más que el vehículo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario