Tierra roja o fermento rojo tres partes, agua y aire tomados juntamente seis partes; mezcladlo todo y trituradlo para hacer una amalgama o paté metálico, de una consistencia como la manteca, de manera que la tierra sea impalpable o insensible al tacto; añadid una parte y media de fuego y ponedlo todo en un vaso, que sellaréis perfectamente. Dadle un fuego de primer grado para la digestión; haréis enseguida la extracción de los elementos por los grados del fuego que les son propios hasta que sean todos reducidos a tierra fija. La materia se volverá como una piedra brillante, transparente, roja y estará entonces en su perfección. Tomad de ello a voluntad, ponedlo en un crisol sobre un fuego ligero e imbibid esta parte con su aceite rojo, incerándolo gota a gota hasta que se funda y brote sin humo. No temáis que vuestro mercurio se evapore, pues la tierra beberá con placer y avidez este humor que es de su naturaleza. Estaréis entonces en posesión de vuestro elixir perfecto. Agradeced a Dios el favor que os ha hecho; usadlo para su gloria y guardad el secreto.
El elixir blanco se hace igual que el rojo pero con los fermentos blancos y el aceite blanco.
El elixir blanco se hace igual que el rojo pero con los fermentos blancos y el aceite blanco.
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