viernes, marzo 30, 2007

Los Cánopes



Los mitólogos han arriesgado bastante en formar conjeturas físicas, astronómicas y morales sobre los Cánopes y algunas son muy ingeniosas, pero no esclarece nada seguir todo eso pues cada uno ha vuelto la alegoría del lado que más impresionaba su imaginación sin que, sin embargo, ninguno haya dado con el objetivo que se habían propuesto los egipcios con la invención y las representaciones del dios Cánope. Si hubieran seguido mi sistema no se habrían torturado tanto el espíritu para adivinar lo que podía significar este dios cántaro. Les habrían bastado los ojos y no habrían perdido su tiempo en sutilizar vanamente. Que se muestre a un filósofo hermético un Cánope, y no titubeará en decir lo que es, aunque no hubiera oído jamás hablar del Cánope de Egipto ni de los jeroglíficos en los que están encubiertos, porque allí encontraría una representación simbólica de todo lo que es necesario en la obra de los sabios.
En efecto, este dios siempre está representado en los monumentos egipcios bajo la forma de un vaso coronado con una cabeza de hombre o de mujer, siempre cubierto y la cobertura atada con una venda, un poco casi como la cobertura de una botella, para impedir que el licor se vierta o se evapore. ¿Es preciso, pues, ser un Edipo para adivinar una cosa que se manifiesta por sí sola? Un Cánope no es otra cosa que la representación del vaso en el cual se pone la materia del arte sacerdotal; el cuello del vaso está designado por el de una figura humana, la cabeza y la cobertura muestra la manera en que debe de ser sellada y los jeroglíficos que llenan su superficie anuncian a los espectadores las cosas que este vaso contiene y los diferentes cambios de forma, de colores y maneras de ser de la materia. El vaso del arte –dice Espagnet–[1] debe de ser de forma redonda u oval, con un cuello de la altura de un palmo o más, la entrada será estrecha. Los filósofos han hecho de ello un misterio y le han dado diversos nombres. Lo han llamado cucúrbita o vaso ciego, porque se le cierra el ojo con el sello hermético para impedir que nada extraño se introduzca y evitar que los espíritus se evaporen.
Los mitólogos se han persuadido obstinadamente de que el dios Cánope era únicamente el jeroglífico del elemento agua. Los que están horadados con pequeños agujeros o que tienen mamas por las cuales el agua se derrama han sido hechos a imitación de los Cánopes, no para representar simplemente al elemento agua, sino para indicar que el agua mercurial de los filósofos contenida en los Cánopes, es el principio húmedo y fecundante de la naturaleza. Es de esta agua que se habla cuando se dice en Plutarco que Cánope había sido piloto del barco de Osiris, porque el agua mercurial conduce y gobierna todo lo que pasa en el interior del vaso. La mordedura de serpiente, de la que Cánope fue herido, señala la putrefacción del mercurio y la muerte que sigue, ello indica la fijación de esta substancia volátil. Todo esto está muy bien significado por los jeroglíficos de los Cánopes. Como ya he explicado la mayor parte en los capítulos precedentes, el lector podrá recurrir allí. En cuanto a los animales hablaremos seguidamente.
En una desembocadura del Nilo había una ciudad con el nombre de Cánope, donde este dios tenía un soberbio templo. San Clemente de Alejandría[2] dice que había en esta ciudad una academia de las ciencias, la más célebre de todo Egipto, donde se aprendía toda la teología egipcia y las letras jeroglíficas, allí iniciaban los sacerdotes en los misterios sagrados y no había otro lugar donde se explicaran con más atención y exactitud, es por esta razón que los griegos hacían tan frecuentes viajes allí. Sin duda que dando instrucciones sobre el dios Cánope se encontraría uno en la necesidad de explicar al mismo tiempo todos los misterios velados bajo la cantidad de jeroglíficos, de los que la superficie de este dios estaba llena, al contrario de las otras ciudades donde se adoraba a Osiris e Isis, etc., que sólo se encontraban allí en el caso de hacer la historia del dios o la diosa a los que estaban reservados en particular.
He aquí los principales dioses de Egipto en los cuales se comprenden todos los otros. Herodoto [3] nombra también a Pan como el más antiguo de todos los dioses de este país y dice que en lengua egipcia se le llama Mendés. Diodoro[4] nos asegura que se le tenía en tan gran veneración en aquel país que se veía su estatua en todos los templos y que fue uno de los que acompañaron a Osiris en su expedición a las Indias. Pero como este dios no indica otra cosa que el principio generativo de todo y en consecuencia se le confunde con Osiris, no diré nada más. Diremos dos palabras de Serapis en la tercera sección. Se conceden también los honores del culto a Saturno, Vulcano, Júpiter, Mercurio, Hércules, etc. Trataremos de ello en los libros siguientes, cuando explicaremos la mitología de los griegos.[5]




[1] . Espagnet, La Obra secreta de la Filosofía de Hermes, can. 113.
[2] . Clemente de Alejandría, Estromata, lib. 1, 6.
[3] . Herodoto, lib. 2.
[4] . Diodoro de Sicilia, lib. 1, p. 16.
[5] . Justamente este “blog” ha empezado por los dioses griegos como se puede ver en el archivo de Octubre, N. del T.

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