jueves, marzo 08, 2007

Historia de Osiris (2)



No es sorprendente que se haya supuesto a Osiris[1] muy religioso y lleno de veneración hacia Vulcano y Mercurio, él tenía de estos dioses todo lo que era. Según el autor citado, Vulcano era su abuelo, inventor del fuego y el principal agente de la naturaleza, mientras que Osiris él mismo era un fuego oculto. Pero ¿de qué fuego era el supuesto inventor Vulcano? Se piensa que era aquel del que Diodoro habla en estos términos: Habiendo puesto el rayo fuego en un árbol durante el invierno, la llama se comunicó a los árboles vecinos. Vulcano acudió allí y sintiéndose calentado, recreado y reanimado por el calor, abasteció al fuego de nuevas materias combustibles y habiéndolo mantenido por este medio hizo venir a los otros hombres para ser testigos de este espectáculo y se preconizó como su inventor. No creo que este pensamiento de Diodoro sea aceptado. Este fuego no es otro que el de nuestras cocinas, que era muy conocido antes del diluvio, Caín y Abel lo emplearon en sus sacrificios, Tubalcaín lo usó en sus obras de hierro, de cobre y otros metales. Esto haría decir que Diodoro que los egipcios tenían por Vulcano a Caín o Abel.
Este fuego del que se atribuye su invención a Vulcano, era, pues, diferente del de nuestras forjas, aunque comúnmente se considere a Vulcano como el dios de los forjadores. Este fuego, siguiendo las ideas de Hermes, es el fuego que los filósofos tienen en tan gran misterio, este fuego cuya invención, según Artefio, requiere un hombre hábil, ingenioso y sabio en la ciencia de la naturaleza, este fuego que debe de ser administrado geométricamente según el mismo Artefio y Espagnet, clibánicamente si creemos a Flamel y con peso y medida según Ramón Llull. Se puede decir de tal fuego que ha sido inventado, pero no del de nuestras cocinas, que es
conocido por todos y que, según todas las apariencias, lo fue desde el comienzo del mundo. El pueblo egipcio, del cual Diodoro había tomado sin duda lo que decía de Vulcano, no conocía otro fuego que el común, no podía, pues, hablar de aquel otro. Los sacerdotes, los filósofos instruidos por Hermes, conocían este otro fuego que es el principal agente del arte sacerdotal o hermético, pero se guardaban bien de explicar a este sujeto porque formaba parte del secreto que les era confiado. Vulcano era este mismo fuego personificado por ellos y por eso se le encontraba como abuelo de Osiris, o del fuego oculto en la piedra de los filósofos, a la que Espagnet llama minera del fuego.


[1] . Diodoro de Sicilia, Ibidem.


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