Había dos Mercurios en Egipto, el uno de sobre nombre Trismegisto, inventor de los jeroglíficos de los dioses de Egipto, es decir, de los dioses fabricados por los hombres y que eran el objeto del arte sacerdotal, y el otro Mercurio llamado Anubis, que era uno de estos dioses en vista de los cuales fueron inventados estos jeroglíficos. El uno y el otro de estos Mercurios fueron dados como consejeros a Isis; Trismegisto para gobernar exteriormente y Anubis para el gobierno interior. Pero se dirá ¿cómo se puede hacer esto, puesto que Diodoro relata que Anubis acompañó a Osiris en su expedición? He aquí el medio de acordar estas contradicciones, por el cual se verá que Anubis es hijo así como hermano de Osiris.
Hemos dicho que Osiris e Isis eran símbolo de la materia del arte hermético, que el uno representaba el fuego de la naturaleza, el principio ígneo y generativo, el macho y el agente y que el otro o Isis significaba el húmedo radical, la tierra o la matriz y la sede de este fuego, el principio pasivo o la hembra y que los dos sólo formaban un mismo sujeto compuesto de estas dos substancias. Osiris era el mismo que Serapis o Amún, que algunos dicen Amón y Ammón, representado por una cabeza de carnero o con cuernos de carnero, porque este animal, según los autores citados por Kircher,[1] es de una naturaleza cálida y húmeda. Se veía a Isis con una cabeza de toro, porque era tomada por la Luna, cuyo creciente es representado
por los cuernos de este animal y que además es pesado y terrestre.
Anubis en la antigüedad de Boissart, se encuentra emplazado entre Serapis y Apis, para dar a entender que está compuesto de los dos, o que viene de ellos, es pues, hijo de Osiris y de Isis y he aquí cómo. Esta materia del arte sacerdotal, puesta en el vaso, se disuelve en agua mercurial, esta agua forma el mercurio filosófico o Anubis. Plutarco dice que, aunque muy joven, fue el primero que anunció a Isis la muerte de Osiris porque este Mercurio sólo aparece tras la disolución y la putrefacción designadas por la muerte de este príncipe. Y como Tifón y Nefti son los principios de destrucción y las causas de disolución, se dice que Anubis es hijo de este monstruo y de su hembra. He aquí, pues, Anubis hijo de Osiris y de Isis en realidad y nacido de ellos generativamente. Tifón y Nefti son también sus padre y madre pero solamente como causas ocasionales. Ramón Llull se expresa en este sentido[2] cuando dice: Mi hijo, nuestro hijo tiene dos padres y dos madres. Esta agua es llamada agua de la sabiduría, porque es todo oro y plata y en ella reside el espíritu de la quintaesencia que lo hace todo y sin ella no puede hacerse nada. Este fuego, esta tierra y esta agua que se encuentran en esta misma materia de la obra, son hermanos como los elementos lo son entre ellos, lo que hace que Isias los llame con este nombre θεοι αδελφοι. Dice también que son dioses synthrônes de Egipto, o dioses igualmente reverenciados por los egipcios, participantes de un mismo trono y un mismo honor, para hacernos entender que los tres sólo son uno y que significan la misma cosa aunque tengan diferentes nombres. Esta unidad o estos tres principios que se reúnen para hacer solamente un todo, es declarada palpablemente por el triángulo que se ve en este monumento.
Habiendo dicho lo que es Anubis se adivina fácilmente cómo puede acompañar a Osiris en su viaje,
puesto que el Mercurio filosófico está siempre en el vaso, que pasa por el negro o Etiopía, el blanco y etc., se ha visto el resto en el capítulo de Osiris. En cuanto a la cabeza de perro que se da a Anubis, hemos visto que los egipcios tomaban al perro como símbolo de un ministro de estado, lo que conviene muy bien al mercurio de los filósofos, puesto que es él quien conduce todo el interior de la obra. Sólo el caduceo ya da a conocer a Mercurio, la casa, tanto negra como del color del oro que le da Apuleyo indica claramente los colores de la obra. El texto de Ramón Llull que hemos citado hace ver que Osiris, Isis y Anubis o Serapis, Apis y Anubis están encerrados en un mismo sujeto, puesto que Osiris, símbolo del Sol, e Isis, símbolo de la Luna, se encuentran en el agua mercurial, pues los filósofos llaman indiferentemente Sol u oro a su azufre perfecto al rojo y Luna o plata a su materia fijada al blanco.
El cocodrilo, animal anfibio, sobre el cual Isias ha hecho representar a Anubis de pié, designa que Mercurio o el dios Anubis está compuesto o nacido de la tierra y del agua y a fin de que no se menospreciara ha hecho poner después un prefetículo y una patera, que son los vasos donde se mete el agua u otros licores. El fardo que Kircher no ha explicado y que Montfaucon toma por un cojín terso, confesando que no sabe para qué uso, significa el comercio que se hace mediante el oro, cuyo símbolo es el globo que Anubis lleva en la mano derecha. Se ve tan a menudo el globo en los jeroglíficos egipcios porque tenían al arte sacerdotal como objeto. Cuando este globo está junto a una cruz es para hacer ver que el oro está compuesto de los cuatro elementos tan bien combinados que no se destruyen el uno al otro. Cuando el globo es alado es el oro que es preciso volatilizar para llegar a darle la virtud transmutativa. Un globo rodeado por una serpiente o una serpiente apoyada sobre un globo es signo de la putrefacción por la cual debe pasar antes de ser volatilizado.
Así mismo se le encuentra algunas veces alado con una serpiente sujeta debajo,[3] y entonces designa la putrefacción y la volatilización que le sigue. Pero es preciso poner atención en que hablo del oro filosófico o Sol hermético, me creo en el deber de hacer esta observación temiendo que algún soplador tome ocasión de buscar mediante las aguas fuertes o algunos disolventes parecidos, el medio de destilar el oro común y se imagine haber dado en el blanco cuando haya llegado a hacerlos pasar juntos al recipiente.
[1] . Kircher, Obelisc. Pamph. p. 295.
[2] . R. Llull, Vade Mecum.
[3] . Kircher, Obelisc. Pamph. p. 399.
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