sábado, abril 28, 2007

El Toisón de Oro, su explicación (1)

Sigamos ahora a Jasón en su expedición. Primeramente aborda Lemnos, ¿por qué? Dice que es para volverse favorable a Vulcano. ¿Qué aporta y qué relación tiene el dios del fuego con Neptuno, dios del mar? Si el poeta hubiera querido hacernos entender que el relato que nos dio era, en efecto, el de una expedición por mar, ¿habría caído en un desprecio tan grosero? Sin duda que no ignoraba que era al dios del agua al que había de dirigir sus ruegos. Pero era necesario que fuera Vulcano el que se volviera favorable, porque el fuego es absolutamente necesario ¿y qué fuego? un fuego de corrupción y de putrefacción. Los argonautas reconocieron sus efectos en Lemnos, allí encontraron mujeres que exhalaban un olor hediondo e insoportable. Tal es el de la materia filosófica cuando cae en la putrefacción. Toda putrefacción al ser ocasionada por la humedad y el fuego interno que actúa en ella, no podría significarse mejor que mediante las mujeres, que en el estilo hermético son su símbolo. Morien dice[1] que el olor de la materia es parecido a la de los cadáveres, y algunos filósofos han dado a la materia en este estado el nombre de Asafétida (licor fétido). La matanza que estas mujeres hicieron con sus maridos, significa la disolución del fijo por la acción del volátil, comúnmente designado por las mujeres. La volatilización está indicada más particularmente en esta circunstancia del viaje de los argonautas, por Toas, que viene de Θοός céler (ágil, ligero, vivo, activo), Θοάζω celeriter, moveo, (mover o agitar rápidamente). Y por su hija Hipsípila cuyo nombre significa, la que ama las alturas. Es así como el abad Banier y otros muchos otros la nombran siempre, pero Homero[2] y Apolonio[3] la llaman Hipsípila ύψιπύλεια (de las alturas). Lo que conviene también a la parte volátil de la materia, que se eleva hasta la entrada del vaso donde la embocadura está sellada y cerrada como una puerta tapiada y bien clausurada.
Los argonautas se recrearon en esta isla y parecían haber olvidado el motivo de su viaje, pero Hércules los despertó de este adormecimiento y los determinó a desistir de esta estancia.[4] A penas hubieron dejado la orilla, los tirrenos se les enfrentaron en un combate sangriento donde todos fueron heridos y Glauco desapareció. Es el combate del volátil y del fijo, al cual sucede la negrura precedida del color azul. Los filósofos dan también los nombres de noche y tinieblas, a esta negrura.
Los argonautas atracaron en cierta isla y erigieron un altar de pequeñas piedras[5] en honor de la m [6] en efecto, en esta circunstancia de la obra no hay más que tres cosas, la tierra, el hijo de esta tierra y el agua o Mercurio.
adre de los dioses o Cibeles, dindimena, es decir, la Tierra. Titio y Mercurio, que habían socorrido y favorecido a nuestros héroes, no fueron olvidados. Esto tenía su razón. Cuando la materia empieza a fijarse se cambia en tierra, que se convierte en la madre de los dioses herméticos. En el estado de negrura es Saturno, el primero de todos. Cibeles o Rea su esposa es esta primera tierra filosófica, que se convierte en madre de Júpiter o del color gris que esta tierra toma. Titio era este gigante célebre, hijo de Júpiter y de la ninfa Elara, que Júpiter ocultó en la tierra para sustraerlo de la ira de Juno. Homero dice, Titio hijo de la tierra misma: Y vi a Titio el nacido de Gea, la gloriosa, tendido en el suelo. (Odisea, lib. XI, vers. 575.) Como el volumen de la tierra filosófica aumenta siempre a medida que el agua se coagula y se fija, los poetas han figurado que Titio siempre iba creciendo, de manera que se hizo grande y enorme. Se dice que quiso atentar contra el honor de Latona, madre de Apolo y de Diana que lo mataron a flechazos. Es decir que esta tierra filosófica que no está aún absolutamente fijada y que está designada por Latona, como veremos en el libro siguiente, se vuelve fija, cuando la blancura, llamada Diana o Luna de los filósofos, y la rojez o Apolo aparecen. En cuanto a los honores a Mercurio, se le hacen con razón, puesto que es uno de los principales agentes de la obra. Apolonio sólo pone a estos tres dioses como protectores y guías de los argonautas,
Después de que nuestros héroes hubieron recorrido las costas de la pequeña Misia y de la Troada, se detuvieron en Bebricia, donde Pólux mató a Ámico quien le había desafiado en combate, es decir, que la materia empieza a fijarse después de la volatilización designada por el combate. Aún está más particularmente indicada por las harpías, que tenían las uñas largas y las alas de bronce, cazadas por Calais y Zetes hijos de Bóreas, pues los filósofos dan el nombre de bronce o latón o letón a su materia en este estado: Blanquead el Latón y romped los libros, para que no se rompan vuestros corazones.[7] Después de dejar Bebricia, los argonautas atracaron en el país donde Fineo, adivino y ciego, hijo de Agenor, era molestado sin cesar por estas harpías. Le arrebataban los alimentos que le servían y ensuciaban los que le dejaban. Volatilizar es arrebatar. Calais, que es el nombre de una piedra, y Zetes las cazaron y las confinaron en la isla Plote, es decir, la que flota o que nada, porque la materia al coagularse forma una isla flotante como la de Delos, donde Latona dio a luz a Diana. Basilio Valentín alude a los dos hijos de Bóreas en estos términos[8]: Dos vientos deben entonces soplar sobre la materia, uno llamado Vulturnus o viento de Oriente, el otro Notus o viento del Mediodía (Sur). Estos vientos han de soplar sin descanso hasta que el aire se haya vuelto agua; entonces tened confianza y contad con que lo espiritual se volverá corporal, es decir, que las partes volátiles se fijarán. Todos los nombres dados a las harpías expresan algo volátil y tenebroso, según Brochart, Occipeté, que vuela; Celeno, obscuridad, nube; Aello, tempestad; de donde se concluye que significan saltamontes. Eran hijas de Neptuno y de la tierra, es decir, de la tierra y del agua mercurial de los filósofos. Se llamaba con razón a las harpías hermanas de Iris, puesto que Iris no es otra cosa que los colores del arco iris, que aparecen sobre la materia después de su putrefacción, cuando empieza a volatilizarse.
[1] . Morien, Conversación del Rey Calid.
[2] . Homero, Ilíada, lib.7, vers. 469.
[3] . Apolonio, Argonautas, lib. 1, vers. 637.
[4] . Apolonio, ibid. Vers. 864.
[5] . Apolonio, Ibid. Vers. 1123 y ss.
[6] . Apolonio, lib. 1, vers. 1125.
[7] . Morien y casi todos los Adeptos.
[8] . Basilio Valentín, Las 12 llaves, llave 6.

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