viernes, abril 13, 2007

El Águila y el Gavilán

Estos dos pájaros tienen mucha relación por su naturaleza; el uno y el otro son fuertes, osados, emprendedores, de un temperamento caliente, ígneo, hirviente y las razones que, según Horus, habían determinado a los egipcios a incluir al gavilán en sus jeroglíficos convenían muy bien con aquellas que han llevado a los filósofos a tomar el nombre de este pájaro para dárselo a su materia llevada a un cierto grado de perfección, donde adquiere una ignidad que la caracteriza particularmente, quiero decir cuando se vuelve azufre filosófico, es en este estado que Ramón Llull[1] la llama nuestro gavilán o la primera materia fija de las dos grandes luminarias.
El águila es el rey de los pájaros y consagrado a Júpiter porque fue un dichoso presagio para este dios, cuando fue a combatir a su padre Saturno y proveyó de armas al mismo Júpiter, cuando venció a los titanes y etc. Su carro es tirado por dos águilas y no se representa jamás a este dios sin poner a este pájaro cerca de él. Por poco que se hayan leído las obras de los filósofos herméticos se está al caso de la idea que tenían los que han inventado estas ficciones. Todos llaman águila a su mercurio o a la parte volátil de su materia.
Es el nombre más común que le han dado en todos los tiempos. Los adeptos de todas las naciones están de acuerdo sobre ello. Para ellos el león es la parte fija y el águila la parte volátil. Ellos sólo hablan de los combates de estos dos animales. Es pues, inútil aportar aquí los textos, supongo que hablo a personas que por lo menos los han hojeado.
Se ha figurado con razón que el águila fue un buen augurio para Júpiter, puesto que la materia se volatiliza en el tiempo en que Júpiter consigue la victoria sobre Saturno, es decir, cuando el color gris toma el lugar del negro. Por la misma razón suministra las armas a este dios contra los titanes, como lo probaremos en el tercer libro, en el capítulo de Júpiter donde volveremos a ver la explicación de este hecho.
El mismo motivo ha hecho decir que el carro de este dios era tirado por dos águilas. Pero ¿por qué representaban a Osiris con una cabeza de gavilán? Los que han puesto atención a lo que hemos dicho de este dios lo adivinarán fácilmente. El gavilán es un pájaro que ataca a todos los otros, que los devora y los transforma en su naturaleza cambiándolos en su propia substancia, puesto que le sirven de alimento. Osiris es un principio ígneo y fijo que fija las partes volátiles de la materia designadas por los pájaros. El texto que he citado de Ramón Llull prueba la verdad de mi interpretación. He dicho también que Osiris era el oro, el Sol, el azufre de los filósofos y el gavilán es un símbolo del Sol. Homero[2] lo llama el mensajero de Apolo cuando cuenta que Telémaco estando cerca de volver a Ítaca, se apercibió de uno que devoraba una paloma, de lo que conjeturó que tendría éxito sobre sus rivales. Los egipcios daban como razón del culto rendido a este pájaro que había venido desde países desconocidos a Tebas donde había traído a los sacerdotes un libro escrito en letras rojas en el cual estaban todas las ceremonias de su culto religioso. No hay nadie que no vea cuán fabuloso es tal hecho, pero se ha de pensar que no se ha inventado sin razón. Sin duda se dirá que los sacerdotes contaron tal fábula para dar más respeto al pueblo, haciéndole creer que algún dios había enviado este pájaro cargado con este mensaje.
Pero no hubieran estado de acuerdo con ellos mismos puesto que publicaron al mismo tiempo que Hermes con Isis eran los inventores y los institutores de este culto y de las ceremonias que allí se observaban. Habría habido una contradicción, al menos aparentemente, pues en el fondo todo concuerda perfectamente. El pretendido libro estaba escrito en letras rojas, porque el magisterio filosófico, el elixir perfecto del arte sacerdotal, Osiris, del cual el gavilán era el símbolo o el Apolo de los filósofos, es rojo y de un rojo de amapola de campo. Las ceremonias de su culto estaban escritas, puesto que eran un alegoría de las operaciones y de todo lo que pasa desde el comienzo de la obra hasta su perfección, tiempo en el cual se muestra el gavilán, es por lo que se decía que este pájaro había traído este libro, he aquí la ficción. Hermes, por otro lado, había instituido las ceremonias y había establecido a los sacerdotes, a los que confió su secreto, para observarlos, he aquí la verdad. Isis estaba mezclada en esta institución porque había tenido buena parte en ella, siendo el objeto y como materia había dado lugar a ello. De entre los egipcios los que estaban encargados de escribir lo que observa este culto, llevaban, según Diodoro,[3] un sombrero rojo con un ala de gavilán, por las razones anteriormente dichas.
Parece que haya otra contradicción en lo que acabo de decir, sin embargo conforme a lo que decían los egipcios. Osiris y Horus no eran el mismo, puesto que uno era el padre y el otro el hijo. Se conviene sin embargo que el uno y el otro eran el símbolo del Sol o Apolo. Reclamo a los mitólogos cómo, siguiendo sus diferentes sistemas, podrían resolver esta dificultad. Dos personas diferentes, dos reyes que han reinado sucesivamente, de manera que allí mismo hubo el reinado de Isis entre medio, ¿pueden ser considerados una misma persona? La misma fabulosa historia del reino de los dioses en Egipto no nos enseña que el Sol haya reinado dos veces. Ella nos enseña que Osiris murió por la perfidia y la maniobra de Tifón; pero no dice que resucitara. Sin embargo Osiris era el mismo que el Sol, Horus lo mismo que Apolo y el Sol no difiere de Apolo.
No veo, pues, cómo nuestros mitólogos podrían salirse de este laberinto. Pero lo que prueba bien claramente la verdad de mi sistema, es que siguiéndolo, los egipcios no podían combinar esta historia de otra manera, sin apartarse de la verdad, quiero decir, sin cambiar el orden de lo que pasa sucesivamente en el progreso de la obra. En efecto, hay dos operaciones, o si se quiere, dos obras que suceden inmediata  mente. En la primera, dice Espagnet,[4] se crea el azufre y en la segunda se hace el elixir, el azufre y el oro vivo de los filósofos, su Sol u Osiris. En la segunda obra es preciso hacer morir este Osiris, por la disolución y la putrefacción, tras la cual reina Isis o la Luna, es decir, el color blanco llamado Luna por los filósofos. Este color desaparece para dar lugar al amarillo azafranado, es Isis que muere y Horus que reina o el Apolo del arte hermético. Es inútil extenderse más, lo hemos explicado suficientemente, tanto en el tratado de este arte como en los capítulos de este libro que conciernen a estos dioses.
 

[1] . Ramón Llull, lib. Experim. 13.
[2] . Homero, Odisea.
[3] . Diodoro de Sicilia, lib. 1, cap. 4.
[4] . Espagnet, La Obra secreta de la Filosofía de Hermes, can. 121.

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