martes, abril 17, 2012

Arcana arcanissima-5, LAS FIESTAS Y LOS MISTERIOS DE LOS GRIEGOS

LIBRO IV

LAS FIESTAS Y LOS MISTERIOS DE LOS GRIEGOS, SUS CONCURSOS Y SUS JUEGOS, INSTITUIDOS Y CELEBRADOS SOLEMNEMENTE EN MEMORIA DEL ARTE FILOSÓFICO.

I. LAS FIESTAS Y LOS MISTERIOS

1. LAS RAZONES SE SU INSTITUCIÓN


La memoria de los hombres es de tal manera evanescente y su espíritu tan vacilante, que si no se les reanima regularmente poniéndoles algún objeto ante sus sentidos llegan fácilmente a olvidar los hechos pasados o aquellos que son inaccesibles a la vista.

Es la razón por la cual, tanto los paganos como los Israelitas (el pueblo que Dios ha escogido) desde que se trata de arduos dominios y materias importantes que el alma no puede dejar caer, los más sabios han instituido solemnes manifestaciones sensibles. De manera que tomándose la molestia de analizarlas sin pereza cada uno puede meterse en la memoria ya sea de los acontecimientos o las celebraciones antiguas, o bien en los secretos que se cree que no se han de divulgar. Y por tales dones se puede dar gracias continuamente a Dios muy grande y muy bueno del cual solo descienden todos los bienes perfectos.

Para este fin es como, bajo las órdenes del mismo IEHOVAH, Moisés instituyó ciertas fiestas memorables que el pueblo israelita debía observar. Es el caso de cada séptimo día hecho festivo, donde se cesa todo trabajo en recuerdo de la creación del cielo y de la tierra y de sus contenidos, puesto que ha tenido lugar en seis días al cabo de los cuales, el séptimo día, el Creador cesó de crear y reposó.

También había la fiesta de la Pascua, en memoria del ángel de Dios que golpeó a los primogénitos de los egipcios perdonando a aquellos cuyos dinteles de sus puertas habían sido marcados con la sangre del cordero inmaculado.

Pentecostés recordaba la ley divina promulgada por Dios mismo sobre el monte Sinaí.

Notemos también la fiesta de los Tabernáculos, en memoria de los cuarenta años de

errar a través del desierto…

La misma intención (con la restricción de que en algún caso las razones eran piadosas y en otro políticas) empujó a los estados bien organizados a instalar estatuas (siempre conservadas) y los retratos de los que habían sido altamente útiles a su nación, que la habían liberado de enemigos o que le habían procurado tales o cuales ventajas. Se trata de una memoria, por así decirlo, artificial que consistía en lugares o en imágenes, poniendo ante los sentidos de cualquiera que no fuera ignorante hechos o personas memorables. Este género de monumentos fue utilizado antiguamente entre los griegos, los romanos y las otras naciones, esta costumbre aún está en vigor por todas partes.

Era igual entre los egipcios; gracias a la indulgencia de Dios, dador muy benévolo, ciertos genios muy aguzados como Hermes Trismegisto y otros, han tenido acceso al más elevado de los bienes terrestres. Por miedo a que el olvido de este bien se extendiera entre los descendientes y para que rindieran gracias a Dios de una manera o de otra se instituyeron algunas ceremonias o solemnidades con singular pompa, siempre adaptadas al objeto del que se hacía memoria. Tal fue el caso, por ejemplo, del buey egipcio Apis según algunos colores de su cuerpo; tales fueron su sacralización, su educación y su culto en el templo mismo de Vulcano, su inmersión en el agua, su sepelio y la nueva elección del siguiente.

Tales fueron las fiestas de Osiris, Ceres, Adonis u otras de este tipo que ya hemos mencionado en parte y de las que volveremos a hablar.

No hay ninguna duda de que en su principio los sacerdotes instituyeron estos ritos con un loable sentido, puesto que no estaba permitido actuar de otra manera para referirse a estos secretos. Pero la manera con la que el ignorante vulgo abusó de ello terminó por convertirlas en una horrible idolatría, he aquí una realidad probada por experiencia.

Los egipcios sólo tenían estas fiestas para transmitir ocultamente sus secretos. Para ello también han utilizado otros dos medios de los que ya hemos hablado: uno dirigiéndose al espíritu y el otro a los ojos.

Lo que concierne al espíritu consiste en alegorías poniendo en escena las hazañas y las aventuras extraordinarias de los dioses, diosas y héroes. Hemos hecho suficiente mención de ello hasta ahora, principalmente en los libros II y III de este tratado.

Lo que se dirige a los ojos consiste en figuras jeroglíficas de animales u otros objetos. Son pintadas y esculpidas en lugar de las letras o escritos. También hemos hablado de ello en el Libro I.

Y estas tres fórmulas, a saber, celebración de los misterios, alegorías relatadas y jeroglíficos velados, fueron así guardadas secretamente por los sacerdotes y su complicidad en este punto fue unánime de manera que no llegara a conocimiento de nadie del pueblo que no estuviera iniciado. Así permanecieron desconocidas de todo el mundo excepto de los filósofos, hijos de los sacerdotes.

Los motivos de esta ocultación ya la hemos expuesto suficientemente así como otros lo han hecho, por lo tanto no es necesario repetirlos. Así pues, estos tres sistemas jamás fueron develados al pueblo. Como los sacerdotes los tenían como sagrados y los envolvían de silencio por todos lados, uno se pone a venerarlos cada día un poco más en tanto que objetos divinos de los que es nefasto indagar y que es impío preguntarse lo que significan o por qué habían sido introducidos. Tal es la única y triple fuente de los numerosos abusos, errores y supersticiones que los egipcios exportaron después a las otras naciones del mundo.

Hasta ahora hemos tratado de los dioses, diosas, héroes y de su origen y su culto. Para permanecer fieles a nuestro objetivo ahora vamos a estudiar brevemente en este libro las fiestas, juegos, solemnidades y competiciones que se organizaban a favor de las mismas materias.

2. LOS RITOS SAGRADOS DE BACO (OSIRIS-DIONISOS): LAS ORGÍAS Y OTROS.

Luciano que se muestra como gran burlador de la idolatría pagana se expresa así:

Orfeo, hijo de Calíope y Eagro, fue el primero en introducir los ritos sagrados de Baco en Grecia e instituyó el primero en Tebas en Beocia, sobre una montaña, los misterios que son llamados los misterios órficos.[1]

De esto no hay ninguna duda, puesto que otros lo afirman igualmente. Pero al contrario uno debe preguntarse por qué se han organizado estos misterios, y cómo se han celebrado. Está claro que se han aprendido de los egipcios que practicaban las dos en los solemnes ritos en honor a Osiris, pues decían que Osiris o Dionisos había vuelto de su navegación por la India el tercer año y por esta razón las han llamado Trietéricas.[2]

Pero todo esto es alegórico; todo lo que se dice que proviene del viaje de Osiris a la India y a las otras partes del mundo, viaje que habría emprendido para enseñar a los hombres el método de cultivo de los campos, de la plantación de la viña y muchos sistemas útiles que había inventado; todo lo que tiene su origen allí, todo lo que la tradición pretende que ha sido instituido como fiesta para guardar la memoria de su viaje, se debería pensar que todo ello es alegórico.

En efecto, si en la verdadera República de Dios, entre los Israelitas, se celebraban misterios sagrados que provenían como se ha dicho de causas completamente verdaderas y cuyo objetivo era restablecer en la memoria hechos pasados disfrazando alegóricamente el futuro, es decir, lo que iba a tener que hacerse en cuanto al Cristo, no hay ninguna razón para que los paganos no hayan hecho lo mismo a su manera, de forma que se comprendiera que había una alegoría subyacente en sus fiestas.

Pero la diferencia entre estos y aquellos es visible, “por todo el cielo” como se dice. Entre aquellos está el Dios verdadero, eterno y único que ha ordenado todo para su honor, para que estos ritos representen lo mismo, hechos pasados tal como eran producidos realmente, así como hechos futuros bajo forma prefigurada. Entre estos, al contrario, las cosas parecen provenir únicamente de los hombres cuya sagacidad y genio resurgía a fin que existieran monumentos y símbolos mudos de un objeto, ya sea tal cual era, o bien creído en el interior de una alegoría.

Y así como Moisés recibió estos ritos de Dios, fuente de verdad, y los promulgó bajo su orden al pueblo israelita para que los observara, así mismo Orfeo transmitió a los griegos lo que provenía de los sacerdotes egipcios, autores de toda vanidad supersticiosa.

Unos tenían en vistas la salud eterna, los otros la salud temporal. En los dos casos siempre fue para la gloria de Dios creador y dispensador de todos los bienes.

Unos fueron recibidos por la verdadera Iglesia de Dios, tanto de la antigua como de la nueva alianza. Los otros por la muchedumbre de infieles y por la otra parte del mundo.

Pero en este lugar dejamos de lado a los primeros que hemos mencionado (puesto que es creíble que el rito de instituir fiestas y misterios haya sido tomado de los israelitas por una imitación de mal gusto y transmitidos entre los paganos) sólo para hablar de estos, es decir, de los ritos mundanos inventados por los hombres.

En el primer libro hemos explicado suficientemente en el artículo “Osiris”, y en el tercero a propósito de “Dionisos”, lo que se comprende por el viaje de Dionisos-Osiris.

A decir verdad tanto tiempo ha tomado el uno para su viaje a la India como el tiempo que le era permitido vivir al buey egipcio Apis, después se le sumergía en una fuente.

Para expresar la misma cosa la fábula dice que Dionisos había dormido tres años con Proserpina antes de despertarse y danzar en coro con las ninfas. Es lo que cuenta Orfeo en un himno:

Cantamos al Dionisos terrestre y a las potencias divinas de Baco. Él es despertado con las ninfas de bella cabellera. Había dormido tres años (el tiempo de Baco) en las profundidades sagradas, cerca de Perséfone, apática. Cuando estos tres años llegaron a su término, se entregó a hacer alegres festines. Es entonces cuando empieza presto un himno con sus nodrizas.[3]

Estas fiestas sagradas instituidas por Baco también se llamaban comúnmente “orgías”. Se terminaba por practicar allí tales desbordamientos en las reuniones nocturnas de las bacantes, que Licurgo, rey de Tracia, el Tebano Diagonas y cantidad de otros suprimieron mediante una perpetua ley todas las fiestas sagradas nocturnas a causa de las torpezas que provocaban.

Se decía que en los días que se practicaban estas Bacanales se producían milagros: por la noche se depositaban botellas vacías en el templo y al día siguiente se las encontraban llenas de excelente vino. Era de sobra conocido el hecho que para poder demostrarlo, se practicaba una astucia de los sacerdotes. Para imponer al populacho crédulo y supersticioso (como es evidente entre los Baalitas), ellos llegaban hasta las botellas por clandestinos accesos y las llenaban…

Eran las mujeres quienes practicaban estos misterios, por la razón de que Dionisos las había tenido como asociadas durante su expedición a la India. Estas llevaban con gran pompa un gran phalus, es decir, la imagen de un miembro viril de un considerable tamaño. Y esto era en memoria de Osiris; este había sido descuartizado por los Titanes, miembro a miembro, y sus partes vergonzosas habían sido echadas al río. Una vez capturados los Titanes se dice que sus miembros habían sido reunidos y reajustados según Osiris, excepto el miembro viril que no se había podido encontrar.

Algunos añaden que se había ordenado honrar a este miembro en forma de falo como a un dios. Y no hay nada más absurdo para la razón. Por tanto veremos que estos misterios sagrados tenían la misma intención entre los egipcios que entre los eleusinos. Entre estos también se llevaba solemnemente un falo en procesión.

Durante las Trietéricas, las jóvenes llevaban cestas de oro, así como los niños, se volvían desde el templo de Dionisos a la capilla de Palas. Esto indica claramente el motivo de esta celebración lo que es totalmente diferente de lo que el pueblo conocía, es decir, que Dionisos tenía la más gran comunidad con Palas, la diosa de la sabiduría y no que se quisiera indicar de alguna manera que había sabiduría en Baco así como había verdad en el vino. En efecto:

¿Qué no revela la embriaguez? Ella abre los secretos, etc. [4]

Y aunque sea verdad lo que canta el poeta no sin elegancia:

Baco arrebata el genio de la tierra, levanta el espíritu elevado y lo transporta como por las alas de Pegaso.[5]

No pienso yo que aquí resalte, como el mismo autor así lo entona, que:

El porta-uva Bromius[6] sea un pájaro, sino un pájaro de pluma rápida.

Y que las gentes de Amicles hayan podido [serlo], a menos que quizás por accidente.[7]

En efecto, si se presenta a Baco alado, es a causa de su volatilidad. Si es cornudo, lo es en razón de los cuernos de la Luna. Si tiene cabeza de toro, es porque Apis le es consagrado, como a Osiris. Así es macho y hembra, joven y viejo, barbudo e imberbe. De todas estas propiedades hemos hablado en el artículo “Dionisos”.

Las mujeres, (las bacantes) son las encargadas de estos ritos sagrados, puesto que ellas habían acompañado a Dionisos durante su expedición. Por las mujeres se entiende la fuerza paciente que es la primera en dominar en el sujeto filosófico; mientras que por el falo se comprende esta fuerza sulfurosa de la que debe ser despojado por medio de cierto artificio y de la cual procede el comienzo de la acción.[8]

Así, nuestro Osiris o Dionisos debe ser recompuesto por su madre Isis o Ceres, no obstante sin las partes viriles, es decir, la tierra negra. Jean de Padoue,[9] por ejemplo, cuenta que se ha de tomar a nuestro rey, dividirlo en partes muy menudas, lavarlo en el fuego y en el agua y, habiéndole retirado las heces y las superfluidades, recomponerlo finalmente; que de ello resurgirá un hombre joven más fuerte que antes. La Alegoría de Merlín contiene la misma enseñanza.[10] Otro habla del príncipe Duenech y hay otros de este mismo género…

Las jóvenes que ofrecían las primicias a los dioses, dispuestas con sus cestas de oro, estaban presentes porque era un dios de oro, ellas se reunían en la capilla de Palas por una razón mística pues es en la expedición de Dionisos que se encuentra la perfección de toda la obra: primero llega hasta los negros etiopios, para finalizar accediendo al mar Rojo. Y esto no sucede sin el artificio de Palas. He aquí el por qué la capilla de Palas comunicaba con el templo de Dionisos.

En cuanto a los abusos que se cometieron en estas fiestas, se pueden contar muchas historias de todos los tiempos no solamente en Grecia, sino también entre los romanos y casi en todo el mundo entero. Sin embargo eran fortuitos y sin relación con la esencia de la cosa. Tenemos razón, pues, en dejarlos de lado. La celebración de esta fiesta estaba llena de danzas, coros, bebidas, y clamores, y el pueblo siendo libre tomaba esta libertad traspasando la medida.

Otros ritos sagrados eran dedicados a este dios dispensador de alegría. Esto dependía del tiempo y los lugares.

Se dice que Pegaso de Eleuterio habría hecho pasar a los tebanos y a los atenienses las Oschoforias, como se las llamaba; Pausanias en las “Áticas” relata este hecho.[11] El comentador de Nicandro[12] explica que los niños tenían pámpanos en las manos y corrían en grupos desde el sagrado templo de Dionisos hasta la capilla de Palas Escirradea con las plegarias. Estas mismas fiestas se llamaban simplemente con el nombre de Dionisos cuando tenían lugar en el campo, y esto era cada año.

También se practicaban en Atenas las Lenxas, al principio de la primavera: se retiraba el poso de los vinos y los extranjeros debían aportar sus tributos. Las gentes que bebían la mayor parte del tiempo lo dedicaban a hacer concursos de canto en honor a Baco, autor de la alegría.

Se cuenta también que allí abajo había las fiestas Fálicas. Allí en el bosque se enarbolaban sexos masculinos atados a los tirsos. Además en Atenas había las Caneforias en honor de Dionisos. Las dóciles jóvenes que alcanzaban la pubertad (es Demarato quien lo cuenta en sus Competiciones dionisíacas) llevaban las cestas por primera vez. Estas cestas eran de oro puro y contenían las primicias de todos los frutos. Estas Canoforias se celebraban a finales de Abril.

En cuanto a las Apaturias, tenían lugar durante cuatro días en Octubre.

Y las Ambrosias, eran en Enero. Como costumbre se llevaba los vinos a la ciudad. Después los romanos también las practicaron bajo el nombre de Brumalias puesto que Brumus es Baco.

También en Atenas se hacían las Escolias, donde se danzaba con un pie sobre odres hinchados puestos en el suelo. Se otorgaba un premio a los que mejor danzaban sobre los odres. Este juego fue importado posteriormente a Roma, como así lo describe Virgilio en el libro II de las Geórgicas: se sacrificaba a Baco un macho cabrío cuya piel servía para fabricar estos odres. Se mataba al cabrón pues este perjudicaba a las viñas.[13]

En “Euterpe”, Herodoto relata que los egipcios ahogaban un puerco para Dionisos durante una ceremonia que tenía por nombre Dorpia:

Los días de la fiesta de Dorpia cada uno delante de su puerta ahogaba un puerco para Dionisos, después se le devolvía al porquero que lo había aportado y hacían una ceremonia diferente en honor de Dionisos, sin el puerco. Y estos egipcios hacían esto siguiendo un rito casi idéntico al de los griegos, con la diferencia de que en vez del falo ellos han imaginado otros objetos: personajes de un codo de estatura que las mujeres hacían circular en las campiñas. Estos tenían un miembro viril que no correspondía al tamaño del resto del cuerpo. Primero es una flauta la que abre la marcha y después van las mujeres cantando a Dionisos.[14]

Todos estos ritos, incluso si han sido instituidos en honor de Osiris-Dionisos, principal dios de la genealogía de oro, habían tenido como objeto impedir que la memoria del supremo secreto concedido por Dios pereciera. Ya lo habíamos indicado.

Pero entre tanto esto tenía como efecto que Dionisos, según la interpretación vulgar, fuera considerado como el vino o como el inventor del vino. Es lo que hace que se encuentren tan gran cantidad de diferentes fiestas organizadas en diversos lugares y que no tengan casi nada que ver con el arcano principal.

En la esfera cristiana podemos ver abusos del mismo género: aún se celebra en el pueblo, en numerosos lugares, las Martinales en Noviembre, las Bacanales en los días que preceden a la Cuaresma, además de una especie de Saturnales en las vacaciones de Navidad, todo esto proviniendo de esos vestigios, por lo tanto teniendo otra causa. Y como dice el Cómico, esto es porque:

El genio de todos los seres humanos está inclinado a pasar del trabajo a la líbido o a la lujuria.[15]

Se ha de llegar a las mismas conclusiones a propósito de las fiestas y de los misterios egipcios posteriores. Ignorando en gran parte la causa de su antigüedad y de su institución, han venerado como a dioses a los signos por las cosas significadas: seres vivos, retratos de hombres, bestias brutas, hasta el punto de tener en la misma categoría divina al ajo, la cebolla y casi todos los objetos, tanto los inútiles y nocivos como los útiles. Por lo que el poeta no se equivoca en burlarse cuando dice:

Oh, santas naciones para las que estas divinidades nacen en los jardines.[16]

Esta buena palabra bien encontrada también concierne a los griegos y a los romanos. Así como aquellos han recibido de los egipcios todo lo que es divinidad, estos a su vez los han recibido de los griegos y de los egipcios. Así, Lucano dice sobre Egipto:

Hemos recibido a tu Isis en los templos romanos, así como los perros semidioses, los sistros que ordenan los lutos, y a aquel que llorando tú testimonias ser un hombre: Osiris.[17]

Y Lactancio:

Los romanos tomaban sus males por dioses: la herrumbre, la palidez, la fiebre.[18]

3. LAS FIESTAS DE LA HERRUMBRE Y DE LA FIEBRE

En los Fastos de Ovidio se puede ver: la fiesta de la Herrumbre se hacía hacia finales de Abril, es decir que en la 6ª de las calendas de Mayo, ellos le celebraban un culto, dice Ovidio, para que no deteriorara las recolectas ni las herramientas de la granja.[19] Hacían lo mismo con la Fiebre, para evitar que les perjudicara. He aquí como se expresa Valerio:

Las otras, las veneraban evidentemente para ser beneficiados, mientras que la Fiebre, lo era para que fuera menos nociva.[20]

Él mismo describe los lugares donde se encontraban tres templos de la Fiebre.[21]

4. EL CULTO DE RÓMULO Y DE ESCULAPIO

Además de esto, los romanos tenían un culto propio hacia Rómulo al que llamaban Quirino. Este no lo habían adquirido como los otros, como también era el caso de la Fiebre, de la Herrumbre y de otros de ese tipo que habían encontrado por su propia industria. Al contrario de Marte, Júpiter, Saturno, Mercurio, Apolo y Esculapio, así como otros muchos, los habían tomado prestados ya sea de los griegos o bien de los egipcios.

La ocasión y la manera en la que Esculapio fue traído desde Epidaura a Roma representan un célebre ejemplo de ello. Así se puede contemplar cómo los otros dioses paganos debieron propagarse. Vamos a aportar aquí el testimonio de san Agustín que describe esta llegada de Esculapio a Roma:

Esculapio partió de Epidaura a Roma para ejercer más gloriosamente su arte de la medicina encabriado en una ciudad muy conocida. La madre de los dioses, nacida yo no se dónde, se instaló sobre una montaña de Prénesta, pues le era indecente contenerse aún ella misma en un lugar sin nobleza aunque su hijo ocupara la cima del Capitolio. Por lo tanto, si ella es la madre de todos los dioses, no ha seguido solamente a algunos de sus hijos a Roma, sino que ha precedido también a los otros que la habían de seguir. Verdaderamente me sorprendo de que haya engendrado al Cinocéfalo que ha venido desde Egipto a Roma mucho más tarde. Su descendiente Esculapio habría visto si la diosa Fiebre también ha nacido de ella.[22]

En cuanto a Epidaura, según Eutropo, es una ciudad que se llama a veces Dyrrachium.[23] Agustín dice irónicamente que Esculapio ha emigrado a Roma porque la ciudad era más importante que Epidaura.

Tito Livio habla de este traslado en El Origen de la ciudad.[24] Dice que Roma sufrió una epidemia tan grave en el 455 de su fundación, año que había sido fasto en numerosos dominios, y no había conseguido el equilibrio para consolar de este único mal, de esta peste que abrasaba la ciudad invadiendo tanto a los seres humanos como a los campos. Se consultó, pues, en los libros de la sibila sobre qué remedio era necesario, y se encontró que era preciso traer a Esculapio desde Epidaura a Roma. Orosio cuenta la misma historia.[25] Tito Livio y Valerio atestiguan que esta terrible epidemia afligió la ciudad durante tres años seguidos.[26] Se enviaron, pues, dos legados a Epidaura. Su misión era hacer venir a Esculapio para arreglar el problema. Llegados allí abajo, los epidauros les condujeron al templo de Esculapio que se encontraba a cinco millas de la ciudad.

Y he aquí que apareció una serpiente. Esta serpiente raramente aparecía, pero cada vez que los habitantes de Epidaura la habían visto, les había resultado algún bien. Es por lo que, venerada a la manera de Esculapio, se puso a arrastrarse estirándose ligeramente en los lugares más majestuosos de la ciudad y esto durante tres días. Mostró una manifiesta alegría con la idea de tener una residencia más gloriosa. Continuó su camino hacia el barco de los romanos al que subió, y se instaló donde se encontraba la cabina de uno de los legados y allí reposó.

Apenas habían arribado a Ancio que la serpiente, que no se había movido por el navío durante toda la travesía, se deslizó a tierra. Entró en el templo de Esculapio que se encontraba muy cerca y permaneció allí durante tres días. Allí recibió alimento. Después volvió al barco para hacerse transportar a Roma.

Allí salió sobre una orilla del Tibre y nadó hasta una isla donde había un templo dedicado a Esculapio, y la peste se alejó de los romanos. Ovidio cuenta la misma cosa.[27]

Más arriba hemos expuesto quién es Esculapio, según su primer origen, y el por qué se le atribuye la serpiente. Pero los abusos que han derivado después por ignorancia de la verdad y a causa de la religión supersticiosa tienen muy poca relación con los principios de base. También se ve, según todas las circunstancias, que el diablo que es un artista de una sorprendente habilidad, ha podido tomar consejo de la cosa para el culto de él mismo adaptándose a esta serpiente, es decir, a aquel que se toma por Esculapio, como lo hace con los oráculos de Apolo, de Júpiter y de los otros del mismo género.

Y como los paganos no reconocían la diferencia entre los buenos y los malvados daimones, estos les precipitaron en las abominables idolatrías con falsos milagros y una astucia de daimones de donde ninguna mano humana pudo sacarlos hasta la llegada de este famoso Siloh,[28] este hijo de una virgen, este héroe todo poderoso, que libera a los que creyeron en él de las garras del diablo arrancándolos de la muerte eterna.[29]

5. LAS BACANALES Y LA MUERTE DE ORFEO

En lo que concierne a las bacanales y al dios Liber, Agustín habla de ello:

Para ellos, Liber se llama así según la libertad (liberamentum): los machos, en el momento del coito, se liberan gracias a su beneficio, emitiendo sus simientes. Dicen que Libera, que según ellos también es Venus, produce el mismo efecto en las mujeres a las cuales atribuyen la emisión de sus propias simientes. Por eso depositan en el templo la parte viril del cuerpo en honor a Liber y la parte femenina para Libera. Y añaden que es por esta razón que se atribuye a Liber las mujeres y el vino, a causa de la excitación en la libido que los dos producen. Es así como las Bacantes se holgan en la más absoluta locura. Por ello Varrón declara que las Bacantes no podían cometer tales actos sin tener el espíritu trastornado. Sin embargo esto terminó por desagradar a un senado que ordenó su supresión. Al menos aquí probablemente sintieron al fin que los espíritus inmundos, mientras que son tomados por dioses, tienen poder sobre los espíritus de los hombres.[30]

Tito Livio, además de la mencionada razón para prohibir las Bacantes, añade otra en el libro donde trata de la guerra Macedonia.[31] Dice que cuando alguien venía a Grecia y pretendía enseñar un nuevo rito para venerar a Baco, al principio hacía celebrar las Bacantes de día por las muy honestas damas. Progresivamente, al empezar la noche continuaba igual. Finalmente cuando se hacía de noche la afluencia aumentaba, esta vez con hombres y mujeres. Había un local para celebrar estas fiestas rituales y sagradas. Allí se cometían infinitas iniquidades con hombres, niños y mujeres. Y aquellos que una vez que habían venido rehusaban dar su consentimiento los mataban y los ocultaban. Finalmente, la sirviente española de una dama romana, que había seguido a su patrona hasta allí, reveló a un joven lo que allí había visto y que le había desagradado. La cosa llegó así a oídos del cónsul que, tras haber organizado una seria encuesta, con el acuerdo del senado, hizo matar a todos los que fueron reconocidos como culpables entre los que habían podido arrestar. Se contaban por miles los hombres y mujeres.

Después de este hecho es cuando se prohibió celebrar las Bacanales y se decidió que ninguna persona podría introducir un nuevo rito en la ciudad sin la autorización del senado. Valerio también menciona el suceso.[32] Dice que tuvo lugar bajo el consulado de Espurio Postumo Albino y de Quinto Marco Filipo.

De todo esto se entiende claramente que el principio de la celebración de esta fiesta nació de razones suficientemente honestas para terminar por degenerar en abusos. Pero los motivos muy secretos e internos, que sólo eran conocidos por los primeros autores, eran ocultados ante el pueblo.

En cuanto a Orfeo, conocido por haber llevado a Grecia esta fiesta así como los otros secretos de los egipcios, algunos dicen que habría sido abatido por un rayo por haber divulgado los secretos de las iniciaciones a profanos y groseros. Y esto si es verdad, como ellos mismos lo transmiten, ha dado a Dios una muy buena y gran compensación merecida no sólo por la revelación de estos secretos, sino por esta terrible idolatría que resultó de ello por toda la tierra

Otros han imaginado una fábula para su muerte: una vez descendido a los infiernos para rescatar a Eurídice, habría cantado alabanzas a todos los dioses menos a Liber. Entonces Dionisos irritado infundió el furor a sus bacantes. Estas lo destrozaron cerca del Hebro[33] y dispersaron sus miembros por los campos para que fueran devorados por los perros. Sin embargo se dice que estos trozos fueron reunidos por las Musas y que los enterraron en un lugar divino en Macedonia; y todo esto porque había alabado a Apolo con tan admirables alabanzas que superaban a las de los otros dioses.

Parece ser que estas leyendas habrían sido extendidas tras la muerte de Orfeo por los poetas que lo emulaban, mientras que la primera versión de su deceso correspondería mejor a la historia.

6. EL CULTO DE CERES Y PROSERPINA: LAS TESMOFORIAS Y LOS MISTERIOS DE ELEUSIS

Entre los atenienses celebraban otra fiesta en honor a Ceres y Proserpina, con el mismo origen y la misma enseñanza. En el momento de la iniciación las damas decidían conservar perpetuamente un incorruptible pudor. Se les adornaba con coronas de vid pero el uso del vino no estaba permitido. Este ritual, pasado desde Grecia a Roma como los otros, estaba considerado como el gran aniversario de Ceres. Era nefasto hacerlo practicar por aquellas que sufrían algún tipo de duelo. Por lo que Plauto dice en la Aulularia:

Vais a hacer las bodas de Ceres, puesto que veo que no habéis traído ninguna bebida alcohólica.[34]

Para los griegos estas solemnes fiestas se llamaban Tesmoforias; habían sido instituidas en su principio por Triptólemo en la ciudad de Eléusis para el don de las siembras y las recolectas. Pues Ceres erraba por toda la tierra en busca de Proserpina que había sido raptada por Plutón y llevada a los infiernos. Cuando llegó a Eléusis, fue al encuentro de su jefe, que llevaba el mismo nombre de la ciudad. Su esposa Hiona acababa de dar a luz a Triptólemo y deseaba una nodriza para él. Ceres se ofreció para ello y fue aceptada. Pero Ceres en secreto por la noche ocultaba en el fuego al niño alimentado de la leche divina. Pero como era alimentado de manera anormal durante la noche, el padre se puso a espiar cómo se hacía esto y cuando lo vio, del sobresalto se puso a gritar. Esto irritó a Ceres que mató a Eléusis y dio a Triptólemo un carro tirado por dragones para permitirle enseñar a todos los mortales el arte de sembrar todo tipo de cosechas. Calímaco[35] da testimonio de ello en su Himno a Ceres.

¿Quién no ve a primera vista que estas historias son secretos químicos? Triptólemo alimentado bajo el fuego por su nodriza Ceres, (como lo fue Aquiles por su madre Tetis) es nuestro famoso feto filosófico, que es ocultado durante largo tiempo bajo el fuego y se alimenta del fuego como si se tratara de leche, hasta que puede soportar toda la violencia de las llamas.

Y verdaderamente si ninguna otra indicara el sentido químico de estas legendarias historias, sólo esta sería suficiente. Pues ello sólo es propio de la única y universal quymia y no pega con ninguna otra ciencia ni ningún otro arte.

En efecto ¿quién ha descubierto jamás un escrito, ya sea histórico o bien alegórico, poniendo en escena a seres humanos que tuvieran la costumbre de ocultar niños bajo los carbones ardientes?

¿Quién ha visto en alguna otra parte que no sea en las obras de quymia un animal como la salamandra viviendo en el fuego, o una verdadera pyrausta?[36] Que los hermanos Pálicos nazcan de la tierra, que Venus sea nacida del mar, que de otras gestaciones monstruosas nazcan otros elementos, difícilmente se podrá llegar a sea quien sea viviendo en el fuego, a parte de la salamandra filosófica y el fénix que sale de las cenizas dejadas por el fuego.

Sólo hay dos cosas que no sean vencidas por el fuego, el oro y el vidrio. El resto acaba por sucumbir a su acción. Se puede añadir un tercero: la raza del fénix y de su nido del que renace este famoso pájaro que es una ceniza resucitada de la muerte.

Por lo demás pienso que sería superfluo mostrar mediante más ejemplos que en quymia hay, por así decirlo, un niño alimentándose y creciendo en el fuego. Se le encuentra por casi todas partes. Como evidencia de ello tendremos aquí algunas citas de uno u otro autor.

Arnaldo:

Pero cuando haya engendrado un hijo alimentadle hasta que pueda tolerar todo fuego.[37]

Y Llull:

Hijo mío, impregna, pues, el cuerpo de fuego, y multiplica la combustión, y tendrás una fuerte tintura.[38]

Y:

Haz, pues, blanquear la tierra, y aliméntala si tu quieres, de manera que el hijo del padre te ayude en las necesidades.[39]

Así mismo:

La humedad de los metales es fija y permanente en el fuego. Así, fijamos mediante cierta agua los pequeños pájaros que vuelan en el aire, por la virtud de nuestra piedra que ha sido creada de su propia substancia.[40]

Y:

Y así, cuando nuestra piedra sea creada, hazla nacer del vientre de su madre, y en lo sucesivo, no pongas ninguna otra, pues ella transporta con ella misma la virtud del vientre de su madre, es decir, esta naturaleza sulfurosa que congela toda plata viva.[41]

Cientos de testimonios pueden probar que este Triptólemo, cocido y madurado bajo el fuego, es nuestra salamandra, nuestro fuego, nuestra tierra y cal, nuestra ceniza, y nuestra simiente, que es proyectada en su tierra natural. Aquí sólo citaremos dos o tres.

Avicena dice en su tratado:

No se ha de recolectar las semillas mientras no haya llegado el tiempo de la cosecha. Los filósofos han llamado a esta piedra nuestra salamandra, porque como la salamandra se alimenta y vive solamente del fuego, es decir, que se perfecciona, así lo hace nuestra piedra.[42]

A propósito del fuego Llull dice:

Nuestro azufre tiene la virtud de sellar y formar lo que es semejante a él y que lo busca, y no de retenerlo en él. Y es por lo que decimos que es el padre y la simiente del macho. Es por ignorar esto que muchos alquimistas insípidos y no expertos han sucumbido, creyendo fijar las amalgamas sin el fuego de la naturaleza.[43]

A propósito de la tierra y de la cal el mismo autor dice:

Porque el arte siempre tiene necesidad de una cal, es decir, de su propia tierra, en la cual ha sido emplazada la virtud mineral, principalmente para endurecer el mercurio.[44]

Astrato en la Turba, habla de la ceniza:

Después que se la ponga en su lugar, y se la cueza de nuevo hasta que las pequeñas piedras se vuelvan en sequedad. Después que se la cueza a un fuego más fuerte hasta que la piedra se vuelva más dura, se rompa y se vuelva ceniza. ¡Oh, cuan preciosa es esta ceniza![45]

Y Azirato en el mismo lugar:

Cocedla continuamente en el primer fuego más fuerte, y se descompondrá, se romperá y se volverá ceniza. ¡Oh, cuán preciosa es esta ceniza para los hijos de la doctrina, y cuán precioso es lo que se hace de ella![46]

Ripley:

Deseca la tierra hasta que tenga sed, calcinándola, de otra manera trabajarás en vano.[47]

E inmediatamente después:

Esta tierra es fija para poder soportar totalmente toda violencia. La otra parte es espiritual. Pero todas estas cosas deben convertirse en una sola cosa.[48]

Y Llull:

Sabe que nada puede nacer si no es de hembra y macho, y que ningún germen no puede ser engendrado si no es de calor y humedad.[49]

Pero que esto sea suficiente para nuestro propósito. Herodoto escribe que no es de los griegos sino de los egipcios de donde tienen su origen las Tesmoforias: estas habrían pasado de las hijas de Dánaos a las mujeres pelasgas. Y como la religión no permitía revelar los secretos de esta celebración a nadie, el mismo autor, en “Euterpe”, emplea este lenguaje.

Y en lo que concierne a la fiesta de Ceres, que los griegos llaman Tesmoforias, que me sea fasto y de buen augurio el proferirlo, en la medida hasta donde esté permitido por la religión.[50]

Fueron, pues, las hijas de Dánaos las que exportaron esta fiesta desde Egipto y la enseñaron a las mujeres pelasgas. En el primer libro hemos contado que Dánaos es el que llevó las colonias de Egipto a Grecia y que poseía el conocimiento de este arte muy secreto. Así, verdaderamente hay unanimidad respecto al hecho de que este célebre culto ha llegado a los griegos con él.

Estos dominios siempre han sido considerados por los paganos como los más altos misterios y no se les podía divulgar a nadie entre el pueblo. Esto es sabido tanto por las historias como por el refranero común que habla de una cosa muy secreta de manera ocultada “como los misterios de Eléuisis”.

Sobre los motivos de la ocultación de estos ritos sagrados o misterios, muchos piensan divergentemente. Hemos reunido sus opiniones y después daremos la nuestra.

Los misterios, dice Varrón,[51] han sido encerrados por el silencio y por los muros. Por el silencio seguro, en tanto que no estaba permitido hablar de ello; por los muros en el sentido de que allí sólo les estaba permitido asistir a algunas personas y en ciertos lugares.

Por lo que es de callarse, según Thomas deValois,[52] se ha de saber que parece haber sido triple el motivo por el cual los daimones y los sacerdotes quisieron ocultar las iniciaciones y los misterios.

El primero es que podían ser fácilmente convencidos de errores si hubiera sido permitido hablar públicamente y discutir de ello.

El segundo era que en el interior de estos misterios se encontraba el origen de los dioses y la verdadera realidad de aquello a lo que se rendía culto. Por ejemplo, quién había sido Júpiter, y quién fue el primero en recibir un culto y cómo. Y así sucesivamente para los otros dioses.

Si realmente se hubieran divulgado tales ideas entre el pueblo, las gentes habrían despreciado a los dioses y todo temor a los mismos habría sido abolido. Y esto habría perjudicado a la cosa pública y a la vida en sociedad de la mayor parte de los hombres. Es la razón por la cual, según Tito Livio, Numa Pompilio creyó necesario hasta el más alto punto, instalar el temor a los dioses entre el pueblo.[53]

La tercera razón es que hacían algunas purgaciones en secreto y algunos sacrificios de lo más impío, y que el pueblo habría contemplado con horror si hubiera tenido conocimiento de ello. En efecto, a menudo se sacrificaban en secreto a niños y a mujeres embarazadas, y se practicaban otras horribles cosas para apaciguar a los daimones, como es evidente en el caso del Cesar Julien. Así lo cuenta Sócrates en la tercera parte de su Historia.[54] En la ciudad de Carres, el abominable idólatra había sacrificado en secreto en el templo, antes de partir para su famosa campaña militar. Allí se encontró a una mujer suspendida por los pelos, los brazos extendidos y el vientre abierto. Había visto en su hígado que obtendría la victoria. Igualmente en su palacio de Antioquia se encontraron cantidad de canastas llenas de cabezas de muertos.

En cuanto a Eusebio, cuenta que el emperador Maxencio buscaba mujeres nobles embarazadas. Las cortaba por el medio y hacía adivinación según las entrañas de los niños que llevaban.[55] Y es por esto, dice Valois, que los sacerdotes temían enormemente que fuesen traicionados sus misterios y sus iniciaciones.

Es por lo que en casi cada templo de Isis y Serapis había un retrato de alguien que tenía el dedo sobre los labios y que parecía advertir que se guardara silencio, es decir, callar que habían sido seres humanos. Esto se encuentra en Agustín, cuando habla de Apis, supuesto rey de los argianos:

También se ha decidido respecto a él que cualquiera que dijera que había sido un hombre sufriría la pena capital. Y verdaderamente como había en todos los templos de Isis y Serapis un retrato que ordenaba el silencio con el dedo puesto sobre los labios, Varrón estima que esto significa la misma cosa: que se debe callar que ellos habían sido hombres.[56]

En el mismo libro relata que entre los egipcios era culpable de pena capital cualquiera que dijera que Isis había sido un ser humano, hija de Inacos.[57]

Los motivos que el dicho Valois aporta me parecen muy probables, sobre todo por la época en la que la horrible idolatría se había apoderado de todas las partes de la tierra.

Sin embargo nuestro discurso concierne sobre todo al primer origen de la ocultación de los misterios de Eléusis. Y si lo estudiamos según todas las circunstancias, la primera y la segunda razón que se han dado encontrarán su lugar aquí, y más difícilmente la tercera. Que algunos paganos, en sus abusos, hayan practicado sacrificios humanos de este género, inspeccionando las vísceras y cubriendo la cosa bajo secreto, no se puede negar. Pero que hayan cometido estos crímenes durante estos ritos que eran tenidos por muy secretos, esto no es razonable.

Saturno, al que la alegoría representa devorando a sus hijos, quizás ha sido apaciguado por este sacrificio proveniente de paganos supersticiosos e idólatras, así como Baal u otros ídolos de este género, o incluso Marte que pasaba por deleitarse con la sangre humana. Pero de Ceres, Dionisos o Venus, es poco creíble.

Sin contar que los misterios de Ceres, es decir, los misterios de Eléusis, eran celebrados por personas castas, inmaculadas y no por otros como luego lo hemos aprendido, pues su contenido ha terminado por ser conocido. Y este contenido no es de naturaleza repugnante para la razón humana o para las buenas costumbres, como así lo demostraremos más adelante.

En resumen, estimamos que se pueden aceptar legítimamente los dos primeros motivos en esta teneduría del secreto de los misterios de Eléusis, pero ciertamente la tercera no. En su lugar, añadimos que la tercera razón de envolver estos ritos sagrados y de mantenerlos bajo el silencio, era de impedir que el pueblo conociera el artificio a propósito de cual se habían introducido todos estos ritos. A menudo ya lo hemos referido anteriormente, guiado por evidentes pruebas en las que no insistiremos aquí. Y es esta triple causa la que indicaba este retrato de Arpócrates que tenía los dedos apretados sobre la boca.

Un comentador de Teócrito, partiendo de una frase de Télito de Metimna, escribió sobre estas fiestas y sobre la elección de sus personajes:

Había una ley en Atenas según la cual, cada año, las mujeres vírgenes y de honesta vida debían celebrar las Tesmoforias llevando sobre sus cabezas, durante toda la jornada de la fiesta, los libros legítimos y sagrados, como suplicantes, devolviéndose a Eléusis.[58]

La entrada a estos ritos sagrados sólo estaba abierta para los iniciados, y ordenaba a los profanos irse temprano. Y es de ahí, como pretende el autor Servio, donde Virgilio habría tomado este verso:

¡Alejaos, estad lejos, profanos![59]

Además se escribe que Alcibíades estuvo muy enojado por haber participado como profano en los misterios de Ceres. A decir verdad no le estaba permitido participar a cualquiera que hubiera sido cómplice en un crimen una vez que el pregonero público lo había proclamado. Nerón no osó participar porque era un impío.

En cuanto al príncipe Antonio, quiso ser iniciado para probar que era inocente.

Por otra parte se dice que en estos tiempos posteriores hubieron en Atenas unos misterios de Eléusis dobles: los pequeños misterios donde se recibía a los huéspedes, y los grandes misterios donde en el mismo lugar permanecía en vigor la vieja ley de no admitir a ningún extranjero. Un comentador de Aristófanes es quien menciona el hecho; como del exterior venían muchos hombres importantes a Atenas en demanda de la iniciación a estos misterios, no soportaban ver rechazada su candidatura por la simple razón de que no se quería que otros conociesen estos secretos de la naturaleza. He aquí el por qué se añadieron algunos pequeños misterios a aquellos, en tanto que misterios superficiales, en los que se iniciaba a los extranjeros.

Se cree que fue en estos en los que fue recibido el príncipe Antonio y no en los grandes misterios. Como pretexto se ponía la ley antigua según la cual el mismo Hércules no pudo ser admitido en tanto que extranjero, a pesar de que fue tan gran héroe, como si Hércules hubiera estado un día en Atenas y hubiera pedido esta iniciación.

Para distinguirlos se llamó “misterios de Ceres” a los grandes misterios y “misterios de Proserpina” a los pequeños misterios.

De todo esto resalta suficientemente que en estos ritos sagrados no se cometían prácticas libidinosas o asesinas u otros actos repugnantes, pero había razones muy secretas para guardarlos bajo el silencio.

Para algunos, de entre ellos muchos de los cristianos, lo confieso, esto ha sido una razón para suponer que allí se cometían prácticas vergonzosas y abominables crímenes. Por lo que Gregorio Nacianceno, en las Epifanías habla así de esta solemne fiesta:

Y vosotros no lo ignoréis, ninguna virgen es raptada, y Ceres no vagabundea, ni lleva cirios, y no hay Triptólemo ni dragones. Allí ella está en plena acción y en plena pasión. En efecto, tengo vergüenza de poner al día los sacrificios nocturnos y de sacar del misterio la vergüenza. Eléusis sabe esto, lo mismo que aquellos que asisten a las cosas que se callan. Pues verdaderamente merecen el silencio.[60]

Y Teócrito dice:

Se estima dichoso Iasion que lo ha obtenido todo, en la misma medida en la que los profanos, no han creído fácilmente.[61]

En lo que, ocultamente, hace alusión al acoplamiento de Ceres y Iasion.

Pero estos autores no tenían la posibilidad de juzgar de otra manera, puesto que se encontraban de cara ante tanta idolatría entre los paganos y no tenían acceso a los verdaderos motivos, ya sean internos o externos.

Además vemos que todas las naciones han tenido sus propios misterios y que era una impiedad divulgarlos entre el pueblo. Entre los romanos por ejemplo, los misterios de los dioses estaban excesivamente cerrados.

Así, Valerio cuenta que el rey de los romanos Tarquín hizo coser en un saco de cuero y echarlo luego al mar al diumviro Marco, como parricida, porque había dado a Petronio Sabino, para transcribirlo, un libro que había sido confiado a su guarda, y que contenía los secretos de los ritos sagrados de los ciudadanos. Y Valerio añade que es muy justo que se hiciera esto; pues se debe expiar con una pena igual toda violación hacia los dioses y hacia los padres.[62] Estos secretos habían sido puestos por escrito en libros dados a Tarquín por una sibila o cierta vieja. Es Aulu-Gelle quien lo atestigua en estos términos:

Una vieja desconocida vino un día a casa del rey Tarquín el Soberbio. Llevaba nueve libros que decía que eran oráculos divinos; los quería vender. Pero como el precio que pedía parecía muy elevado a ojos del rey se burló de ella. Esta encendió entonces un fuego en presencia del rey y quemó tres de estos libros. Después le preguntó si quería comprar el resto por el mismo precio. El rey dijo que esta vieja deliraba, entonces quemó otros tres proponiéndole lo mismo que por los seis. Viendo la determinación de la mujer compró los tres libros por un precio no menor al que pedía por los nueve. En cuanto a esta mujer, poco después, pidió permiso al rey para irse y no reapareció jamás. Estos libros fueron llamados “libros sibilinos” y fueron ocultados en un santuario. Los quindecenviros venían a consultarlos para obtener un oráculo, cuando públicamente era preciso consultar a los dioses inmortales.[63]

Pero como la curiosidad humana es tan grande que intenta adquirir los dominios más secretos, un filósofo llamado Numenio terminó por descubrir lo que los misterios de Eléusis contenían y puso el resultado por escrito.

Así Macrobio, en su Comentario sobre el Sueño de Escipión, habla de él como de un curioso investigador de las cosas ocultas, y cuenta que como había divulgado interpretando los misterios de Eléusis, es decir los misterios que se practicaban en la ciudad de Eléusis, y que habían sido los de Ceres y Proserpina, fue violentamente atrapado en su sueño.

En efecto, las diosas de Eléusis se le aparecieron en sueño bajo la apariencia de prostitutas de pie ante un prostíbulo abierto. Sorprendido encontró que esto no era conveniente para las potencias divinas. Les preguntó la razón de ello y las diosas irritadas le respondieron que era por su culpa que habían perdido su pudor y eran prostituídas por los que pasaban.[64]

De este sueño, referido a propósito del sueño en general, se dice que hay una sorprendente reflexión hecha por Sócrates. Luis Vives es quien lo refiere.[65] Es por lo que ciertamente se puede juzgar que hay actos de prostitución en estos misterios. Pues si se tratara de prácticas honestas y santas, estas diosas jamás habrían tenido vergüenza de su divulgación. Es de manera desviada, dice, que Sócrates ha rozado la cosa y hay otras muchas cosas de este género en Sócrates cuando exige que se oculte las prácticas vergonzosas y criminales cometidas por los dioses durante los ritos más secretos; y aquél que amenaza con publicar los ritos ocultos de Isis (que es la misma que Ceres) y fuerza así a la misma Isis a hacer lo que exige, demuestra suficientemente por ello que se trata de cosas abominables y vergonzosas.

Sin embargo diré que esta apreciación es un juicio muy caliente y muy cazurro,[66] pues de ello no se puede concluir nada contra los misterios de Eléusis. En efecto, si se dice que en el sueño Numenio ha exhibido a diosas muy castas como prostitutas, no se desprende de ello que estas diosas muy castas comporten actos de prostitución. Es un razonamiento construido de manera totalmente contraria a toda razón, sin contar que en los dos lados hay un aspecto y un procedimiento alegórico y también que ello ha sido concebido en sueños…

Pero ¿quién podría buscar finalmente lo que se ha ocultado bajo estos ritos tan secretos? Probablemente muchas personas muy sabias lo han buscado pero, excepto los iniciados o los sacerdotes, ninguno o muy pocos lo han descubierto.

En cuanto a nosotros que estamos tan alejados de ellos en el tiempo y en el espacio, juzgaremos según lo que conocemos verdaderamente como podemos, y como se dice, evaluaremos al león según sus garras, lo que quiere decir que examinaremos la totalidad según la parte, el significado según el signo, y el efecto según las causas.

Estos ritos sagrados se celebraban primero en Eléusis. Los primeros en transferirlos a Atenas fueron Eumolpo, Deiope y el hijo de Triptólemo, o según otros, otro Eumolpo, quinto descendiente de aquel. Hemos mencionado en el libro I las Eumólpides, tomadas de los sacerdotes egipcios que habían llevado a Grecia las colonias egipcias entre las cuales había sacerdotes que no ignoraban el arcano egipcio. Es pues justo que se estime que son los autores de estos ritos sagrados. Un argumento suficientemente firme viene a corroborar esta tesis, y es que todos los sacerdotes que presidían estos ritos eran Eumólpidos y descendían de un solo ancestro.

Así por ejemplo, según Acesidoro, se cuenta que en su partida Eléusis estaba habitada por indígenas pero que después los tracios aportaron refuerzos a Eumolpo cuando estaba en guerra con Erecteo.

Y Androtión dice:

En efecto, Eumolpo fue un panagerista, padre de otro Eumolpo que engendró a Antifemo, padre del poeta Museo, padre del Eumolpo que desveló el rito de los misterios y se libró del sacerdocio.[67]

Tal fue la tradición y las Eumólpides eran bien iniciadas en estos misterios de Ceres. Sófocles da testimonio de ello en su Edipo en Colona:

… cuya clave de oro consiste en la lengua de los sacerdotes Eumólpides.[68]

Así, se mostraba en la campiña de Eléusis un lugar donde Plutón había raptado a Proserpina y donde las mujeres eleusinas habían organizado el primer coro en honor de Ceres no lejos de una piedra llamada “agélaste”,[69] sobre la cual Ceres estuvo sentada cuando conoció la caída de Proserpina. Cerca de esta piedra había un lugar llamado Calícoros.

La verdad es que las gentes de Eléusis han dicho que esto había pasado sobre su tierra para que no pareciera legendario, para parecer informados ellos mismos sobre esta tan memorable acción de Plutón. Incluso osaban enseñar las piedras que hacían recordar los hechos.

Sin embargo hay buenos poetas, como Ovidio y otros, que son de un pensamiento contrario. Pretenden que esto sucedió en Sicilia cuando Proserpina recogía flores.[70]

Pero cada uno de los dos campos, tanto los eleusinos como los sicilianos, han tomado por historia los que nosotros tomamos como fábula. Este rapto de Proserpina ha hechizado al mundo entero mostrando una ficción como si verdaderamente hubiera sucedido.

En efecto, los mitólogos presentan a Plutón raptando a Proserpina como siendo la tierra y Proserpina sería la simiente o las raíces de lo que se ha sembrado. Como la simiente es ocultada casi seis meses bajo tierra, se dice que ella permanece ese tiempo con Plutón. Durante el mismo número de meses permanece por encima de la tierra, en el aire, con Ceres.

De acuerdo, he aquí una explicación conveniente, pero ¿se trata eso de cosas secretas o muy poco conocidas de todos? ¿Es esto lo que requiere esas fiestas, tanta ocultación y tantas reservas?

Sobre la simiente y su explicación nos acogemos a ella. Pero es en lo que concierne a nuestro tan gran secreto filosófico, que los rústicos[71] ignoran, que sólo los filósofos saben que hay razones para que sea ocultado.

Es de él que viene esta institución de los ritos sagrados, este orden familiar sacerdotal; de él proviene esta llave de oro sobre la lengua de los sacerdotes. Y no hay nadie que sea lo suficientemente loco para creer que los eleusinos han sido los primeros en recibir los cereales de Ceres y en enseñar a los otros cómo los debían amasar y luego comer. Es lo mismo que los tebanos que habrían recibido el vino de Dionisos ¡No, no! Es desde mucho tiempo atrás que los mortales conocían el uso del pan y del vino, como así resalta de los libros santos e incluso de los libros profanos más antiguos.

La piedra que se exhibe cerca de Calícoros está allí como un jeroglífico pues, para nosotros, la piedra muestra siempre algún presagio si observamos bien.

Así Saturno ha devorado una piedra. Cadmo, Jasón y Mercurio han matado con una piedra, uno a Argos, los otros a los Gigantes. Pirítoo abandonado en los infiernos es encontrado sobre una piedra. Y no digo nada de la piedra de Sísifo…

Para terminar sabremos que algunos cristianos han aprendido de estos famosos misterios de Eléusis. Eusebio, al que siguió Clemente, enseña en este sentido lo que sigue:

Algunos dicen que Melampo, hijo de Amitaón, ha importado desde Egipto a Grecia la solemne fiesta en la que se celebra el duelo de Ceres.

Ceres ha dado a luz, la joven hija es educada, algunos la llaman Feréfates. Júpiter, que la ha engendrado, se unió a ella habiéndose echo dragón. Por ello en los misterios de los sabacios[72] hay un dragón enroscado en espiral que se utiliza en los ritos sagrados en memoria de los hechos, o más exactamente diría yo, en testimonio de una gran vergüenza.

Feréfates también infanta a un hijo con forma de toro. Por lo que algunos poetas cantan: “El toro es padre del dragón, y el dragón a su vez padre del toro. Esto pasa en secreto y los boyeros lo celebran y llevan sobre la montaña el cayado pastoral”. Pienso que este bastón pastoral es la férula, ese género de palo que llevan las bacantes.

No puedo contar más sobre los ritos que conciernen a esta Feréfates; su cesta, su rapto por Aidoneo, el abismo de la tierra, los cerdos de Eubouleo que habrían sido engullidos por el mismo abismo que las dos diosas.

Por lo que, durante las Tesmoforias, envían a Mégaro a los puercos.[73] Las mujeres hacen estos ritos con diferentes prácticas según las ciudades porque estas fábulas son contadas de diferentes maneras y se las llama Tesmoforias, Sciroforias, Inefabiliforias,[74] y todas estas formas le permiten llorar el rapto de Feréfates.[75]

Clemente, traducido por Georges de Trapézonte, y Luis Vives,[76] dice que las jóvenes sacerdotisas llevaban las cestas cubiertas, unas de flores, significando la primavera, y otras de espigas significando el verano. Se llamaba a estas jóvenes vírgenes κανηφόροι, lo que significa “portadoras de paneras”. Cicerón habla de ello en el Contra Vidrios a propósito de las estatuas.[77]

Sin embargo, Porfirión[78] dice sobre estos famosos versos de Horacio:

…como el que lleva los objetos sagrados de Juno…[79]

Porque había en Atenas las canéforas de Juno.

También se llamaba orgías a estos ritos sagrados, según el mismo Clemente, tras la cólera[80] que Ceres concibió contra Júpiter. Así Catulle:

Una parte oscura celebraba las orgías en los cistros huecos, orgías que en vano querían oír los profanos.[81]

Estrabón y Servio pretenden que casi todos los ritos sagrados eran llamados orgías por los griegos.[82]

He aquí que había como imágenes de los dioses durante los ritos: la del Creador, que llevaba el jefe hierofante. La del Sol, llevada por el portador de la antorcha. La de la Luna, que llevaba el ministro cerca del altar. La de Mercurio que llevaba el pregonero de los ritos.[83]

Y de la misma manera se transportaba en la ronda a Príapo en el transcurso de las fiestas de Dionisos, y se enarbolaba un sexo femenino durante las fiestas de Isis. Es Teodorico quien lo atestigua y afirma que Júpiter se acostó con la madre Ceres y con la hija Proserpina.

Hasta aquí eran las palabras de Luís.

Sin embargo, no es en este punto oscuro que se tenga necesidad del nadador de Delos. Pues estos cuatro retratos dicen más que cantidad de volúmenes escritos sobre la cuestión.

Que los ignorantes se imaginen que se practicaban cosas obscenas y horriblemente repugnantes y que es por ello que se las ocultaba, por ejemplo que Júpiter se había acostado con su madre y con Proserpina, y que un toro era padre de un dragón y que a su vez el dragón había sido el padre del toro, que se imagine esto u otros asuntos de este tipo, no quita nada a la verdad. Pues estos retratos que son, por así decirlo, un poema mudo y una escritura jeroglífica, hablan de otras cosas que de lo que se les supone vulgarmente.

Pero entonces, ¿qué diré yo? ¿Que estas cosas han sido inventadas? ¡Nada de eso! Al contrario, que son enunciadas por autores dignos de fe y superiores a toda consideración especial, incluso si se trata de personas que no tienen el menor conocimiento o consideración de la cosa que nosotros señalamos.

¿Es que los paganos se han vuelto cristianos gracias a los símbolos secretos de esta cosa porque llevaban la imagen del Creador? ¿Es que la creación les fue conocida? ¿Es que Moisés fue su doctor, o Dios mismo a partir de las criaturas?

Lo que es evidente es que estas cosas son realmente secretas y por encima de la comprensión de los paganos vulgares. Si alguien quiere poner a parte estas primeras paradojas, estas monstruosidades contrarias a la naturaleza (quiero decir en lo que concierne al toro y al dragón que son el uno para el otro a la vez padre e hijo, y otras cosas de este tipo), que busque la explicación en estos retratos.

Es lo que vamos a facilitar, nosotros también, gracias al testimonio de algunos autores recientes, en la medida de lo que está permitido. Los citaremos brevemente.

Sobre el primer autor de la institución de esta fiesta de Eléusis, remarcamos una falta de unanimidad, puesto que unos, como Clemente, la atribuyen a Melampo, otros a Eumolpo, otros a Eléusis que habría sido el príncipe de la ciudad de ese mismo nombre. Algunos incluso dicen que fueron las hijas de Dánaos y otros que lo fue Triptólemo.

Sea quien fuere el instigador, no hay ninguna duda de su origen egipcio. En lo que me concierne estoy de acuerdo en que fue Eumolpo, por la sencilla razón de que los eumólpides han conservado la dignidad sacerdotal y la ciencia de estos secretos durante mucho tiempo en su familia.

Además está establecido que el primer Eumolpo fue hijo de Triptólemo así como este lo fue de Eléusis; o sea que Eléusis fue el padre, Triptólemo el hijo y el primer Eumolpo el nieto, del cual descienden los otros eumólpides.

Ceres dio a luz, se crió la hija a la cual Júpiter (que la había engendrado) se unió convertido en dragón. Y algunos alaban al toro padre del dragón que de nuevo engendra un toro.

Si estas palabras son nebulosas y oscuras, la causa es que son envolturas de la cosa. En efecto, si se deben comprender por lo que suenan, o si suenan como se deben comprender, todos la percibirían fácilmente. Pues he aquí lo que se dice en la Filosofía oculta, según el testimonio de Rosino:

El arte de la astronomía y de la física es accesible a aquellos que leen. Al contrario de nuestro arte que no puede ser sabido más que por sabios.[84]

El autor de la Aurora dice lo mismo en el prólogo:

… por miedo a que los groseros y los insensatos que ignoran la naturaleza, pero que saben leer el ABCD capten para ellos y se sirvan de ello. Es por lo que aquellos que desean esta ciencia deben agudizar su intelecto muy sutilmente e ingeniosamente. Deben dar vueltas y vueltas al decir de los sabios a menudo y mucho más que a menudo, en el interior y en el exterior, delante y detrás.

En efecto, lo propio de los sabios no es hablar groseramente, visto que la intelección de las palabras mismas se opone totalmente al sonido de las letras. En efecto, quien toma el sonido de las palabras sin poseer la intelección interior no le servirán de nada, pues a este se le dice lo que está escrito: Leer sin comprender, es desatender.[85]

Pero ¿qué tiene de sorprendente que Ceres haya engendrado a Proserpina de Júpiter que era su padre y su tío?

Si Júpiter es Osiris y Ceres Isis, Proserpina se relaciona a Horus, como a veces se admite. Pero aquí entendemos por Júpiter al potente genitor con la forma de un toro, que pone bajo el sentido la fuerza de Marte en el fuego, que puede consumir a Semele con su rayo y hacer madurar al feto, es decir, nuestro primer agente que se ha de buscar, sea donde sea.

Si lo encontráis en el signo del Toro, haced que acceda a la violencia del León y entonces será el Sol en el León, y así el segundo grado será completo.

Que se le conduzca a Sagitario, y en este tercer grado el padre recibe a su hijo, es decir, que la tierra recibe el espíritu y no le permite huir de la medida.

Si reconocéis a Júpiter, no ignoraréis a Ceres, gracias a su parentesco.

Y es así como uniréis en matrimonio a Gabricus con Beya, el hermano a la hermana, y por esto, ninguna necesidad de los testimonios de los autores, visto que cada una de sus páginas lo repite.

Hermes dice:

Si quieres dominar y guardar el arte, en el agua buba une el hijo que es Júpiter, lo que es el arcano oculto.[86]

Y después:

De un hombre sólo se hace lo que le es semejante, así como de un toro, lo mismo.[87]

Y si un animal se acopla con una especie diferente, lo que nace de ello no es semejante a ninguno de los dos.

A propósito del dragón, Teófilo dice en la Turba:

De la misma manera hay esta mujer huyendo de sus yernos para los cuales, aunque irritada, debe hacer parte de la casa sin desdeñar ser sobrepasada, para que su cónyuge posea su belleza, que la ama en su furor y que combate con ella inagotablemente mientras no haya cumplido sus acoplamientos. Y Dios, según su voluntad, multiplica sus hijos. Pero su belleza se consume por el fuego. En efecto, y una vez terminado el plazo le vuelve de nuevo. Igualmente os digo que este dragón no muere jamás. Sin embargo los filósofos han puesto en muerte a esta mujer que mata a sus maridos. En efecto, el vientre de esta mujer está lleno de veneno. Que se cave, pues, un sepulcro para el dragón y que se entierre a la mujer con él, que le está fuertemente conjuntado. Y además la encadena y se enrolla entorno a ella por todo su cuerpo, y mezclado a los miembros de la mujer, se inclina hacia la muerte y se convierte todo en sangre. Cuando los filósofos ven que se ha transformado en sangre, lo ponen al Sol hasta que su dulzura se consume y la sangre se deseca. Y entonces aparece el veneno, y lo oculto se manifiesta.[88]

Y en las Alegorías:

Toma al toro con la carne y la sangre, con los cuernos y las pezuñas de sus pies, conviértelo en agua y mézclalo con la sangre totalmente; después ásalo hasta que enrojezca.[89]

Así está claro que Júpiter y Ceres, es decir, Osiris e Isis o el toro y el dragón, se acoplan y de ellos mismos engendran un hijo o una hija en forma de toro, Horus o Proserpina.

En verdad, el hijo engendrado después se une a su propia madre, o bien la hija engendrada se une a su padre, o el hermano a la hermana, el abuelo a la nieta, la abuela a su nieto.

Y esto sólo sucede en el arte filosófico y no en otro lugar. Así, el toro es el padre del dragón, el que engendra es engendrado, y de la misma manera, invirtiendo los nombres que convienen a las cosas: el dragón se vuelve padre del toro.

Para que esto sea manifiesto, consúltese a los autores químicos.

El Rosario de los filósofos dice:

Pues una vez que mi hijo y yo estamos conjuntados, nada mejor y más venerable se puede hacer en el mundo.[90]

Y otro autor filósofo, Toleten, autor de un Rosario, dice:

Juntadme, pues, con mi madre y en su seno, para que haga contener su substancia. No introduzcáis nada que nos sea extranjero, no vaya a abandonar la obra. En efecto, toda natura se une con su asociada y se perfecciona por ella. Mi madre me ha engendrado y ella misma se ha engendrado por mí. Pues primero es ella quien me dominará. Pero para el resto, soy yo quien la dominará pues me he convertido en el perseguidor de mi madre, antes de recibir de ella mi envoltura. Sin embargo ella nutre al hijo que ha engendrado de la mejor manera que puede hacerlo una madre amante que lo empolla y esto es hasta el momento en que yo alcanzaré un estado perfecto.[91]

El mismo dice:

Entonces ata las manos de la mujer que amamanta a fin de que no huya de Gabricus, es decir, el hombre; poned cerca de ella al hijo que ha engendrado para que lo amamante. Pues cuando la madre estará muerta, el sapo estará grueso por su leche.[92]

Y Flamel:

Entonces, el pequeño devora a su madre y a su padre.[93]

Y el mismo:

Instala a la madre en el vientre del pequeño que ha engendrado anteriormente; entonces solamente este será su padre, y el hijo de los dos será un espíritu perfecto.[94]

Y Llull:

En efecto, es preciso que la madre que anteriormente ha engendrado un hijo, sea inhumada en el vientre del hijo y sea engendrada por él.[95]

Así se expresa el Enigma del filósofo:

Sobre la madre que está en cinta, igualmente oculta al servidor rubicundo, etc.[96]

A esto se refiere también lo que se había dicho en el libro I de Isis y de Osiris su hermano, su marido y su hijo. Así, si el hijo se acopla con su madre, es por él mismo padre e hijo y recibe los otros rangos o grados de parentesco y afinidad.

Al mismo asunto se refiere el Enigma de Aristeo o el hermano desposa a su hermana.[97]

Y es lo que el Rosario y otros repiten a menudo:

Acoyuntemos pues, a nuestro servidor con su odorífera hermana, y entre ellos engendrarán un hijo que no se parecerá a sus padres.[98]

En efecto, será más noble y más digno que ellos.

A partir del momento en que esté suficientemente establecido, todos los elementos restantes referidos por Clemente, a propósito de la cesta del rapto, etc., resultan de ellos mismos.

De lo que se refiere a las vírgenes portadoras de las paneras ya lo hemos dicho en el capítulo “Dionisos”.

Nos queda decir algunas palabras para aplicar estos retratos de oro a la filosofía de oro. El Dios uno, creador de todo, es todo en todo. Él es antes que y todo y después de todo. Es por lo que los instigadores de esta fiesta, con mucha sabiduría, dan la medida hasta donde está humanamente permitido hacerlo, prefigurando mediante un retrato a este Dios que consideran como causa suprema eficiente de quien toda potencia desciende para alcanzar la perfección de la obra. Según ellos, todo honor, alabanza y gracia deben retornar hacia Él, así como los ríos van hacia el inmenso mar, pues es el benévolo dispensador de todos los bienes y de todos los dones.

En efecto, sin Él nada se hace. Es por lo que Hermes dice:

Hijo mío, ante todo te advierto del temor de Dios, en quien se encuentra la base de tu disposición.[99]

Y en el primer capítulo el mismo autor confiesa que tiene este arte y esta ciencia por la inspiración del único Dios viviente que se ha dignado a desvelárselo a él, su servidor.[100]

Después, las representaciones del Sol, la Luna y Mercurio, que cada uno transportaba, no eran exhibidos como dioses (de otra manera el Creador no se encontraría allí, pues Él es el Dios de los dioses) sino más bien como criaturas. Tampoco estaban allí como planetas celestes, pues en la lista Mercurio tiene un rol insensible en relación a estos otros, que son Júpiter, Saturno, Marte y Venus. Se les habrían añadido si ese fuera el caso.

Esas representaciones están allí como planetas terrestres, es decir, como sujetos homogéneos del arte único.[101] Además, ya en los tiempos más remotos de Egipto se había adoptado el uso de velar las virtudes o partes de la obra filosófica mediante los planetas o estrellas errantes del cielo, es decir, enmascaraban mediante las luminarias conocidas y visibles las realidades que estaban y debían permanecer secretas.

Se daba el significado por signos, las cosas mismas por imágenes. En efecto, en el arte figurativo se utiliza la parte para significar el todo, o a la inversa, el continente por el contenido, el instrumento por la obra, el efecto por la causa, la palabra por la frase, la letra por la palabra, o a la inversa, según el pensamiento del artista que le da forma.

Así se produce igualmente en los sapientísimos inventores y poseedores del arcano filosófico; han empleado las imágenes jeroglíficas y los signos o las imágenes que les eran conocidas, tomadas de cosas conocidas. En efecto, si las cosas que debían representar realidades desconocidas no fueran ellas mismas conocidas, tanto unas como otras permanecerían ignoradas.

Pues nada hay más conocido y está más a la vista que el Sol y la Luna. Es por lo que muy a menudo han tomado estas dos luminarias para ilustrar sus oscuras realidades, añadiéndoles un tercero como servidor, Mercurio.

Sin embargo no se ha de pensar que los más antiguos han comprendido por el signo del Sol al conocido metal que es el oro, o por la Luna a la plata, por Mercurio al hidrargirio, por Saturno al plomo, por Júpiter al estaño y por Marte al hierro, todos ellos metales comunes.

En efecto, no habría una gran sutilidad en ello o más bien no tendría la menor utilidad, puesto que ciertamente para la obra filosófica no tenemos necesidad de ellos.

Al contrario, el consenso de todos aquellos que filosofean verdaderamente atestigua que sus metales no son vulgares, que son UNO en género, DOS en número, VARIOS en potencia y en virtud, HOMOGÉNEOS en esencia y en concordia, muy DIVERSOS y se combaten en cualidad, DIFERENTES en color, UNIDOS en cuanto al fin.

Es así como la imagen del Sol indica la fuerza activa de nuestro sujeto, la de la Luna indica su fuerza pasiva, y Mercurio el receptáculo del uno y la otra.

Así habla el Rosario de los filósofos:

El Sol es macho, la Luna es hembra y Mercurio es el esperma, y estos tres, los llama agua de estos tres.[102]

Y añade:

Pero para que se produzca la generación y la concepción es preciso que el macho sea conjuntado a la hembra, y además es por esto que se busca la simiente.[103]

Y Llull:

Cuece de manera igual con residencia, constancia, existencia y compón esto según la composición de las cosas de las cuales quiere ser compuesto, es decir, el Sol y la Luna y nuestro Mercurio.[104]

También El Rosario, según el Lumen luminum:

Y sabed que son las mismas cosas que blanquean y hacen enrojecer intrínsicamente y extrínsecamente, es decir, el Sol, la Luna y Mercurio. Estos tres, disueltos y fermentados, los llama plata viva diciendo: “La plata viva tiene en sí cuerpo, espíritu y alma”.[105]

Y un poco más adelante:

Cada una de las dos medicinas empieza con el Sol y la Luna. Pero el fermento se hace al rojo con el Sol y al blanco con la Luna. El Sol se toma doblemente: de una manera para el agua del Sol y de otra manera para el cuerpo del Sol. Pues el agua del Sol, dice, es volátil y su cuerpo es fijo, y viceversa en cuanto a la Luna.[106]

Hermes repite esto en dos, cuando dice que su padre es el Sol y su madre la Luna. Igualmente cuando dice que lo que está arriba es como lo que está abajo, lo que Hortulano lo explica así:

Aquí por “arriba” se entiende “lo más digno”, y por “abajo” “lo más indigno”, para que se haga, por así decirlo, de estos tres uno solo, es decir, que del Sol y de la Luna se haga una sola cosa, cuyas partes sean iguales; y esta conjunción se llama “sublimación de los filósofos”. Y la sublimación es dicha “exaltación”, es decir, “dignificación”, porque la Luna es dignificada así como Mercurio. En efecto, cuando esta unión tiene lugar, la Luna está en tan gran dignidad como el Sol y Mercurio.[107]

También se ha llamado al Mercurio “dragón”, como está dicho en el mismo lugar del Rosario:

Y te indico además que el dragón no muere sino es matado con su hermano y su hermana, y no por uno solamente, sino por los dos juntos. El hermano es el Sol y la hermana es la Luna.[108]

Y ello se percibe de allí, puesto que esta manera de hablar es tan frecuente entre los recientes autores que estos retratos no representan solamente al Sol, la Luna y Mercurio a propósito de este arte, sino que también por el dragón, padre e hijo del toro, se entendería la misma cosa. No creemos necesario demostrarlo más copiosamente.

7. EL CULTO DE ADONIS: LAS ADONIAS

Y puesto que los misterios de Baco y de Ceres han sido explicados suficientemente, nos acercaremos al amante de Venus, Adonis.

En el primer libro al tratar de los sirios, habíamos dicho alguna cosa sobre su culto oficial, por eso aquí examinaremos al sujeto bastante brevemente. Sólo en Siria se celebraba regularmente las Adonias con duelo y alegría (allí se pretendía que el río llamado Adonis detenía su curso durante estos días de fiesta), pero las había también en Fenicia y en Egipto donde estas festividades tuvieron su origen.

En ellas se golpeaban el pecho y se lamentaban por la supuesta muerte de Adonis, y el pueblo se abandonaba a la tristeza con inmenso abatimiento de espíritu. Se encontraban los mismos duelos y los mismos lamentos con Ceres en la búsqueda de Proserpina o con los egipcios deplorando la muerte de Apis y deseando al nuevo.

Se ve perfectamente que todo esto concuerda con la causa y el principio. En efecto ¿por qué estos pueblos podían llorar sin sentido común y atormentarse si no tenían en la verdad del objetivo algo fundamental?

Evidentemente sabemos que Adonis jamás ha sido un ser humano, ni su amante Venus una diosa. Sabemos que Adonis no ha sido muerto por instigación de Marte. Y aún creemos menos que haya permanecido muerto seis meses abrazado a Proserpina en los infiernos y que haya estado seis meses junto a Venus.

Decimos lo mismo del rapto de Proserpina de la que se ha figurado que permanecía alternativamente durante el mismo tiempo cerca de Plutón y de su madre Ceres.

Pero ¿por qué razón los egipcios permanecían en duelo por una animal que ellos mismos habían matado? No habría ninguna razón para ello sino la de transmitir a la posteridad y extender sus ritos con el más gran cuidado y vigilancia.

Y como los sacerdotes, que conocían la razón de la cosa, parecían muy tristes por la muerte de Apis y parecían afanarse en la búsqueda de uno nuevo, el pueblo transformó (como es corriente que suceda) su tristeza en abatimiento de espíritu, y su diligencia en insensatez.

Se ve claro que el mismo fenómeno es autor de la desaparición de Proserpina y de la muerte de Adonis, comprendido alegóricamente.

¿Ha perdido Ceres a su hija Proserpina, a la que jamás tuvo? ¿Sufrió ella a su vez por un Plutón que jamás ha existido como tampoco ella misma?

Finalmente, que haya habido una Ceres, una Proserpina, un Plutón y que la una haya sido raptada por el otro y que la tercera haya estado triste por ello, ¿En qué puede beneficiar esto a los hombres vivos y razonables?

Y lo que fueron exactamente Adonis, Venus y Marte, que uno haya sido apartado de la vida por la astucia del otro; que sea como un viviente retenido en las delicias por Venus, por muerto que esté, esto no puede provocar ni duelo ni alegría entre los humanos, a menos que quisieran imaginárselo para ellos mismos.

Sin embargo confesamos que en estos dominios las mentalidades humanas están inclinadas a la superstición, pues son cegadas por los enredos del diablo, y resbalan muy fácilmente en errores muy perniciosos y detestables si este famoso Sol, el Dios eterno, no los ilumina graciosamente con los rayos de su Verbo que es la verdad misma.

No se ha de sorprender uno, pues, de que las Adonias hayan sido practicadas con tanta aflicción en Siria, en Fenicia y en Egipto, a pesar de la ausencia de una clara razón.

Pero puesto que Adonis, el Sol, Osiris, Plutón y Júpiter mismo son tomados, como ya lo hemos demostrado hasta aquí, por uno solo y mismo sujeto que el vulgo tenía por la gran luminaria del mundo, una vez que se conoce a uno de ellos se puede conocer lo que significan estos otros nombres. Hemos tratado copiosamente esta cuestión en diversos lugares.

Es por lo que decimos que Adonis es el Sol filosófico, al que la seductora belleza de Venus (que lo ama verdaderamente) retiene entre sus hilillos. Él es muerto por un jabalí que tenía la fuerza de Marte.

Una vez muerto se le deposita cerca de lechugas frías y húmedas. Durante seis meses es retenido cerca de Dite o de su esposa Proserpina. Y otro tanto cerca de Venus. Allí abajo adquiere la negrura, color apropiado a Dite. Y aquí obtiene la rojez, puesto que Venus ella misma es rosa, y que, por otra parte, con su sangre vuelve de color púrpura a las rosas blancas.

Algunos poetas cantan bellamente[109] esta tintura de Venus, entre los cuales Jean Pontano, se puede consultar en su lugar.[110]

Orfeo, ya lo hemos mencionado en otro lugar, en sus Himnos, toma siempre en consideración la intención vulgar adaptada a la comprensión del pueblo; es por lo que parece que interpreta a Adonis como siendo el Sol. Lo describe de la siguiente manera:

Tú que aportas a todas las cosas el alimento, tú cuya prudencia es extrema, tú que te regocijas, oh, Adonis, de un nombre variado, tú el autor mismo de los gérmenes, tú joven hombre y joven doncella de manera igual, oh, tú que, apagado, resplandeces de nuevo cuando las horas se atenúan.[111]

Mediante estos versos afirma que a Adonis se le atribuyen numerosos nombres. Ya los hemos mencionado más arriba. Este Adonis suministra el alimento a todas las cosas, es decir, a las cosas filosóficas; él hace germinar todos los colores en la obra; se apaga por la negrura y vuelve a brillar por la sucesión del tiempo; es a la vez macho y hembra, siempre joven.

Hasta aquí se ha demostrado de Júpiter, Osiris, Dionisos, Apolo, el Sol que son uno solo, “alguna cosa”: todo esto se aplica al Sol, al Sol filosófico y no al Sol celeste.

Pues ¿quién sino un insensato atribuiría al Sol común un sexo hermafrodita, o diría que está apagado, mientras que permanece siempre el mismo en cuanto a él mismo y no se apaga para nuestro provecho?

¿Quién se jactaría de la prudencia de este Sol sino un imprudente?

Algunos, los griegos por ejemplo, han atribuido una divinidad al Sol, han forzado a Anaxágoras a beber un veneno por haber afirmado que el Sol era una piedra ardiente y no un dios. Ellos han hecho sufrir la misma suerte a Sócrates porque tomaba posiciones contrarias a sus dioses.

Pero esto ha sucedido más bien por una brutalidad de carácter y por persuasión irrazonada que por la tradición de Orfeo o de los egipcios.

En efecto, se escribe que en África los elefantes saludan al Sol naciente, y lo adoran casi con devoción, y todos los pueblos agrestes o salvajes siempre han tenido un culto hacia las luminarias celestes, el Sol y la Luna, consideradas como dioses, sin haber recibido la menor doctrina para ello, y no habría habido ninguna necesidad de una organización órfica o de una importación de los ritos egipcios para que esto sucediera.

Entonces, nuestro discurso va aquí sobre las causas primeras de las fiestas y cómo se han usado verdaderamente y no sobre lo que ha venido por añadidura y sobre la manera en que se ha abusado de ellas.

En este sentido aceptamos que el Sol ha sido venerado como dios por el pueblo que practicaba estos misterios en su honor, pero en el otro sentido en modo alguno los sabios han indicado que se hiciera esto, sino que más bien se han referido a “alguna cosa oculta” (y no al Sol del cielo que está expuesto a la vista de todos y que es una excelente criatura pero no un dios).

8. EL CULTO DE PROMETEO, VULCANO Y MINERVA: LAS LAMPADOFORIAS Y EL FUEGO DE VESTA

Y a estas fiestas añadimos las Lampadoforias que se practicaban en honor a Prometeo, Vulcano y Minerva. Estas fiestas tienen justamente una unidad común y singular con el dios principal de los egipcios, Vulcano, que tampoco es ignorado en la quymia, así como con Palas, la protectora de los atenienses, diosa de la sabiduría.

No ignoramos que también ha habido innumerables fiestas entre diferentes pueblos así como entre los egipcios y los griegos. Pero las de estos nos son suficientes para lo que nos hemos propuesto, y una vez explicadas, ellas mismas darán luz y explicarán a las otras. Por lo tanto nos concentraremos en estas y pasaremos de las otras.

En Atenas había una costumbre según la cual la gente acudía a la ciudad en fila india llevando antorchas encendidas. Si se apagaban las guardaban apagadas, pero aquel cuya antorcha se apagaba cedía la victoria al siguiente. El que llegaba al límite con su antorcha encendida era el vencedor. Si nadie lo conseguía la victoria quedaba en suspenso.

Incluso si algunos han puesto esta institución en relación con el transcurso de la vida humana (y no contestamos esa posibilidad) estamos forzados a tener otro pensamiento si consideramos las razones por la cuales en la Academia, Prometeo, Vulcano y Palas tenían un altar en común.

Pues ¿quién es Vulcano? ¿No es el fuego o el artesano que se ocupa del fuego? ¿Quién es Prometeo? ¿No se le presenta como el inventor de la medicina y de las otras artes metálicas?

He aquí lo que Esquilo dice de él:

¿Qué diré yo? Dice Prometeo. ¿Cuántas comodidades ocultas no he extraído del sol? ¿Quién, sin mentir, ha encontrado ante mí el poder hacer la plata o el oro o el bronce? Nadie, verdaderamente nadie, a menos que quiera mentir. Las artes, sean las que sean, son hallazgos de Prometeo.[112]

Este Prometeo es aquel que tomó una chispa del fuego que provenía del Sol y la fijó en el espíritu de los hombres.[113] Es él quien ha mostrado a Hércules la vía para ir en busca de las manzanas de oro de las Hespérides. Es él a quien se erigió una estatua con el cetro en la mano. Es de él de quien Orfeo canta en un himno:

¡Oh, beneficioso esposo de Rea, Prometeo![114]

¡Como si fuera el mismo Saturno!

En cuanto a Vulcano y a Palas ya hemos dicho suficiente más arriba.

De todo esto resalta verdaderamente que la razón de un altar en común dedicado a estos supuestos dioses era mística. Y lo mismo en cuanto a la institución de las Lampadoforias hechas en su honor. Como ya lo hemos señalado anteriormente lo dejamos aquí para que los inteligentes, sean quienes sean, lo examinen.

Parece ser que es de esta costumbre griega de donde los romanos han sacado el origen de su fuego alimentado perpetuamente por respeto a Vesta, la diosa virgen. En efecto, aunque hayan interpretado a veces a Vesta como la tierra, más a menudo ha representado el fuego y la potencia del fuego, que debía honrarse según el rito relatado por Ovidio.[115]

Entre los romanos Vesta no tenía ninguna imagen ni estatua, al contrario de las otras divinidades en las que se creía. Esto es porque no se llega fácilmente a representar bien al fuego en sí. He aquí el por qué se mantenía en el templo un fuego llamándolo eterno. Eran las vestales que se encargaban de ello. Toda negligencia en el mantenimiento de este fuego era un crimen castigado con la pena capital.

Por ejemplo, el pontífice Máximo Licino determinó como veredicto que se quemara a una virgen vestal (es decir, consagrada a Vesta) que una noche fue poco diligente en su guarda del fuego. Es Valerio quien lo dice.[116]

Y Tito Livio, a propósito de la segunda guerra púnica, pone entre el número de prodigios una extinción de este fuego por negligencia.[117]

Con todos estos elementos nadie puede negar la evidencia: Vulcano y las artes vulcanianas han tenido tal valor en Egipto que este lemniano cojo, considerado por los otros pueblos como el más despreciable de los dioses, ha merecido el templo más grande y más precioso junto con el de la consagración y la alimentación de Apis. Ha merecido tener cantidad de sacerdotes (entre los cuales se elegía incluso a los reyes). Es pues de allí donde toma su origen entre los griegos las Lampadoforias practicadas en su honor. Lo que luego serían las solemnidades de Vesta en Roma, sean cuales fueran los abusos que tuvieron lugar por la contaminación o el olvido que afectaron a estas ceremonias.

II. LAS COMPETICIONES Y LOS JUEGOS

He aquí esto en cuanto a las fiestas. Vayamos ahora a las competiciones y los juegos.

Para ello también la diversidad de géneros ha sido enorme entre las diferentes naciones. Pero nuestro estudio se limitará a los cuatro principales juegos celebrados en Grecia.

El objetivo de los organizadores de estas festividades, ya lo hemos dicho, era el de perpetuar los secretos que allí se ocultaban, de tal manera que fuesen conocidos por los sabios permaneciendo no obstante ignorados por los otros.

Lo que además permitía mantener el orden público entre el vulgo, bajo la forma de la religión y el temor a los dioses.

La misma cosa sobresale cuando se trata de las competiciones y de los juegos de los que se decía eran confirmados por los mismos dioses; se ejercitaba a los más valerosos incitándoles a pasar de la inacción a la acción, de la paz a la guerra, a adquirir la fuerza del cuerpo y la salud estando al affut[118] de la gloria y haciéndose un nombre célebre.

Sabemos con qué intención los juegos ecuestres (que son llamados torneos) han comenzado entre los germanos y quién fue el autor, a saber, el emperador Enrique 1º el Sajón llamado con el sobrenombre de el Pajarero.[119] Sabemos también en qué ciudades se practicaba y quienes eran los personajes y no hay ninguna duda de que su objetivo ha sido muy útil para esta nación.

Es verosímil que los Antiguos hayan sido movidos por intenciones casi idénticas cuando han instituido las competiciones en las diferentes épocas.

Pero a decir verdad, ¿en qué atañe esto a la quymia? ¿Es que todo distinguido juez lo indagará al instante? Lo confieso: combatir en armas y dedicarse a la medicina son ocupaciones muy diferentes; una ha sido inventada para la salud de los hombres y la otra para su destrucción (la de los enemigos). Sin embargo Palas, representada como diosa de la sabiduría y de los estudios, no es menos una guerrera. Apolo presidiendo a las Musas, inventor de la medicina, adivino y poeta, sin embargo es aquel que destruye a Tifón; es lanzador de flechas, el soldado en oro. Y si en otro tiempo se le ha declarado vencedor de estos juegos en cuestión, nos da en la nariz que es por alguna razón que tenga algunos derechos en este dominio.

Y eso por la sencilla razón de que encontramos el verdadero origen de estos juegos velado bajo las fábulas poéticas y bajo las alegorías químicas. Este es imputable a los autores que los han organizado en su inicio empleando en ello sus bienes, su autoridad y su juicio. Ahí encontramos los especiales motivos que justifican el hecho de que se les haya atribuido tantos honores.

Así al pronto está claro: si un emperador, un rey o un príncipe inaugura una fiesta de este género, su memoria no perece jamás mientras esta fiesta perdure, e incluso a continuación se la celebra por escrito.

Pues se pierde de vista quien ha sido el rey o el príncipe que ha instituido estas competiciones y que ha tenido la suficiente influencia para querer y poder convocar en un solo lugar a diferentes naciones, tanto cercanas como lejanas.

Es pues creíble que el inicio provenga de personas privadas y de gente que haya pensado más en ser útiles al bien común que en procurar su interés personal.

Y para que se tuviera estos concursos en muy alta estima se presentó a los dioses como siendo los primeros en obtener victorias en ellos. Esto se verá más claramentre al examinarlos uno por uno.

Lo que es curioso es que para toda la Antigüedad pagana no se encuentre un verdadero límite, que sea cierto y que defina los tiempos (lo que los especialistas de la cronología llaman época o era) de antes del comienzo de las olimpiadas. En consecuencia, los hechos y gestas de los antiguos reyes que han tenido lugar manifiestamente antes del lanzamiento de las olimpiadas, son casi todos referidos como inciertos y dudosos.

Hay quien llama heroico al siglo que precedió a las olimpiadas, puesto que según el presupuesto de los paganos es que en aquel tiempo han vivido tanto dioses como diosas, héroes y heroínas, cuyas leyendas transmiten sus hazañas.

Pero nosotros, puesto que ni estos dioses ni estos héroes han existido realmente, reconocemos que si se ha podido llamar este siglo “heroico”, es porque ha sido aquel en el que han vivido tantos fabricadores de dioses y diosas, a saber, Orfeo, y mucho tiempo antes que él Hermes, acompañado de cantidad de filósofos egipcios muy sabios, sacerdotes y reyes.

Y después de Orfeo ha habido otros, los griegos, que ya hemos mencionado, Lino, Melampo, Museo, Amfión, Eumolpo y los otros. Es de ellos de donde ha nacido esta línea de dioses y de héroes que se ha puesto a proliferar.

1. LOS JUEGOS OLÍMPICOS

No nos equivocaremos pensando que son estos o sus descendientes los que han creado el primer juego Olímpico en honor del Dios todopoderoso y para el beneficio del prójimo.

Como digo más arriba algunos lo fechan en el año 3189 del mundo (otros en el año 3187 según se le comprenda inclusivamente o exclusivamente). En cuanto a la fundación de Roma se la sitúa en el año 3213 del mundo, es decir, que el comienzo de las olimpiadas precede veinticuatro años a la fundación de Roma, alrededor de 775 años antes del comienzo de la era cristiana, es decir, del nacimiento de Cristo. Este tiempo corresponde al reinado del Etiopio Sabacio, rey de Egipto al que sucedió Seton, sacerdote de Vulcano y rey, tras el cual vino Psamético, el primer rey en admitir a los extranjeros.[120]

Este concurso tuvo lugar cada cuatro años o bien cada cuarenta y nueve meses, en el mes que se llamó Partenio, o Απολλώνιος, es decir, tras cuatro años cumplidos y en el comienzo del quinto año, de manera que una olimpiada comprendía un espacio de cuatro años. Empezaba al final del decimoquinto día de la Luna, o sea en Luna llena.

Antes (era la costumbre) se cumplían las fiestas, los sacrificios y durante cinco días se celebraba la olimpiada con el mismo nombre de los juegos de diferentes géneros cada vez: carrera, palestra, disco, salto y pugilato.

A los vencedores se les otorgaba como premio unas coronas de olivo silvestre. Esto era considerado como un inmenso honor para ellos. Los conciudadanos les hacían regalos, los magistrados les otorgaban inmunidades y cantidad de privilegios. A estas competiciones se les llamaba juegos Olímpicos pues el monte Olimpo estaba cerca del lugar donde se celebraban, es decir, en la región de Élide, cerca de la ciudad de Pisa y del río Alfeo.

Estrabón en su libro VIII escribe que los juegos Olímpicos empezaron después de la época de la guerra de Troya. Su argumento es que Homero no ha hecho ninguna mención de los juegos Olímpicos en cambio se extiende sobre algunos juegos fúnebres. Este razonamiento es convincente: Homero que probablemente vivió antes del comienzo de las olimpiadas no habría mencionado estos juegos.[121]

Además, Homero no indica suficientemente claro en qué época ha vivido él mismo, ni qué reyes reinaban entonces en Grecia, en Egipto o en ninguna otra parte, ni precisa qué espacio de tiempo le separaba de la caída de Troya, ni quién dirigía los diferentes reinos en el momento de esta ruina. Hablaremos de ello más adelante…

Así pues, Estrabón ha escrito bien que las olimpiadas han empezado después de la época troyana. O sea, esta época troyana está comprendida en el siglo heroico y relegada mucho más atrás en relación a las olimpiadas, pero es igualmente sorprendente que todos los primeros autores no hayan dejado una memoria cierta de acontecimientos tan célebres. En verdad se ha de creer que este dominio es como muchos otros que partiendo de pequeños principios después se han convertido en grandes hechos.

Unos dicen que la primera competición en la carrera fue propuesta por cinco Dáctilos[122] de Creta venidos del monte Ida en Élide. Uno de ellos convocó a Hércules y fue el autor principal de la misma.

Otros piensan que el mismo Júpiter habría instituido estos concursos tras su victoria sobre los Titanes. Apolo habría batido a Mercurio en la carrera y Marte habría ganado el pugilato.

Según otros es Ífito quien las habría creado primeramente. Eusebio lo testimonia así, lo mismo que Pausanias.[123]

Algunos, entre los cuales Píndaro[124] e Isacio, han escrito que fue Hércules hijo de Alcmena, y no el Dáctilo Íaco, quien inauguró los juegos Olímpicos en honor a Júpiter. El rey de Élide Augias, que se dice que era hijo del Sol y de Ifiboa no le había dado su hija después de habérsela prometido en recompensa por limpiarle el establo de sus vacas, lo cual había cumplido. Habiendo desarmado a Augias organizó después la devastación y la depravación de Élide, luego organizó un concurso dedicado a Zeus Olímpico y lo llamó juego Olímpico.

He aquí lo que se narra. Por lo que se ha pensado que Hércules había medido el estadio con sus largos pasos y que lo hizo de seiscientos pies de largo.

Los otros estadios tenían el mismo número de pies salvo aquel que era el más largo, Plutarco cuenta que Pitágoras calculó el tamaño del cuerpo de Hércules a partir de la proporción del pié en relación al cuerpo humano. Aulu-Gelle es quien lo dice al comienzo de sus Noches áticas.[125]

De estas cuatro opiniones tres son legendarias y sólo una parecería apoyarse al menos sobre un testimonio histórico si no contuviera tantos elementos contradictorios que la trastornan y hacen que se caiga por ella misma.

Pues estos Dáctilos del Ida, llamados Curetes o Coribantes, que habrían alimentado a Júpiter encubriendo sus lloros con el sonido de sus címbalos para que Saturno no los oyera, si vivieran tendrían más edad que Júpiter y serían contemporáneos de Saturno, es decir, de un tiempo que los egipcios hacen recular hasta veinte mil años.

Si se quiere rememorar esta fábula de Hércules hijo de Alcmena y de Júpiter, la cosa viene a ser lo mismo; y es más, si se remonta hasta el mismo Júpiter como autor: tras su victoria sobre los Titanes hay un espacio de tiempo mucho más largo, que jamás se ha extendido hasta él.

Es por lo que no queda más que Ífito para haberlas instituido. Pero ¿Quién es este Ífito? No se lee en ningún caso que haya sido rey o príncipe.

Por lo que, si él es el autor, debe de tratarse de un hombre privado instruido en las letras y las armas.

Pero como legendariamente se han atribuido tantas importantes alegorías al primer origen, pensamos que no es sin razón que los poetas filósofos hayan querido indicar a propósito de qué y por cuales autores han sido inaugurados estos juegos.

Si Apolo ha vencido a Mercurio en la carrera, somos informados por los dos, pues conocemos a Apolo y a Mercurio por su genealogía citada más arriba. Este último la tiene a pie, y el otro en las armas.

Uno ha vencido a Argos con una piedra, y el otro lo ha hecho a Pitón con sus flechas.

El primero llevando alas en los talones, es volátil, el otro con sus zapatos de oro es pesado y firme. Sin embargo Apolo sobrepasa a Mercurio en la carrera.

Pero si la gloria de la creación de este juego recae en Hércules hijo de Alcmena, no tenemos nada en contra. Pues él mismo tiene el honor de Júpiter Olímpico en tanto que es su padre y lo podía llevar gracias a tantos despojos, los de Augias, el hijo del Sol.

En efecto, se estima que entre los otros dioses el Sol era un dios de oro, porque viajaba sobre un carro de oro, y porque todas sus posesiones eran de oro. Ya lo hemos dicho hablando del toisón de oro de Aetes, hijo del Sol que era muy rico y poseía sus propios rebaños de vacas y carneros en Sicilia. Pero más adelante hablaremos de los bueyes de este Augias y del trabajo de Hércules en el establo…

Sea de donde sea que deriva el comienzo de estos juegos Olímpicos, siempre hay algo que se oculta en ello otorgando así un testimonio de la verdad química proveniente de sus creadores.

2. LOS JUEGOS PÍTICOS

Si se habla de los juegos Píticos, el mismo fenómeno tiene lugar allí. Los historiadores y los poetas confirman que la antigüedad y la celebridad de estos juegos los colocan tras los juegos Olímpicos.

Se dice que han sido instituidos en honor a Apolo. En Delfos había traspasado con sus flechas a Pitón, que acabaría por pudrirse allí por falta de sepultura. Es de este Pitón que Apolo Pitio lleva su nombre.

Unos toman a Pitón por un bandido, otros por una inmensa serpiente. Entre estos están los paganos. Creían y presuponían que Apolo era un dios que se paseaba sobre las tierras ejerciendo su poder mediante las armas y las flechas, como así se le describe. No habrían ni podido ni osado negarlo. Por otro lado al mismo tiempo les parece irrazonable que tan gran dios hubiera recibido tan grandes honores simplemente por haber matado una serpiente. Al no comprender ni la naturaleza de esta serpiente ni la de Apolo, le dieron la explicación que pudieron, es decir, que era un bandido o una serpiente gigantesca.

Pero nosotros que somos cristianos y que no reconocemos al tal Apolo, ¿nos vamos a contentar con semejante respuesta? ¡Ni hablar de eso! Pues no explicaremos el sujeto sin considerarlo hasta el punto de decir que Apolo ha sido un hombre que ha matado a un bandido o a una serpiente. ¿Qué habría de nuevo en que un hombre haya matado una serpiente? ¿Merecería esto tan gran evocación de los poetas? ¡No lo vamos a creer así, por favor! Si estos juegos hubieran nacido de un príncipe tan vil los primeros autores habrían sido de una mentalidad y de un juicio totalmente despreciable. Hablo del comienzo de la celebración y no de lo que le siguió

Por lo demás, los poetas inventaron que Pitón, que antes se llamaba Tifón (por el anagrama de las dos palabras, Tiphon = Phitón), era la serpiente que vivía no lejos del río Céfiso. Este río se desliza por los pies del monte Parnaso. Denis también lo dice en su libro De situ orbis.[126]

Esta serpiente había nacido de la tierra golpeada por Juno en el transcurso de un combate (ya hemos explicado más arriba de cuán numerosa descendencia es el padre). Es esta la serpiente que Apolo ha matado. Y como se ha vuelto líquido por putrefacción se llama Pitón.[127]

Se celebran estos juegos al comienzo de la primavera. Todas las islas Cíclades participan en ellos, como el mismo Denis así lo refiere.

Algunos los atribuyen a Diómedes. Habiendo escapado a la tempestad enviada a los griegos durante su retorno de Ilión, este habría dedicado un templo a Apolo cerca de Trecena y habría instituido los juegos Píticos en su honor.

Había una costumbre muy antigua según la cual durante el transcurso de estos juegos, el más bello de los himnos que se presentaban era cantado en honor a Apolo. Pero después fueron piezas para cítara lo que se creó, así como concursos de tocadores de aulos y de flauta. Más tarde hubo otros cambios que omitiremos aquí.

Se suprimían los premios y se limitaban a otorgar una corona de laurel, planta que se piensa que fue fabricada por Apolo.

En cuanto a los juegos, eran casi idénticos a los que se practicaban en los juegos Olímpicos excepto en la competición de cuadrigas.

Hay quien dice que los vencedores recibían como único premio una palma que llevaban en la mano. Otros dicen que era una rama de roble pues el laurel aun no había sido encontrado. Otros dicen que había la costumbre de dar a los vencedores frutas consagradas a los dioses. Es lo que escribe Ister en el primer libro sobre las Coronas.[128]

Los juegos Píticos primero tuvieron lugar el noveno año pasados ocho años (después serían quincuagésimos), porque otras tantas ninfas del Parnaso habrían ofrecido sus dones a Apolo por haber destruido a la bestia salvaje.

En el primer juego Pítico donde combatieron los dioses, Cástor ganó el estadio, Pólux el pugilato, Calais la carrera, Zetes en las armas, Peleo en el disco, Télamon en la lucha y Hércules en la gimnasia. Se cuenta que todos fueron coronados con una rama de laurel. En cuanto a los himnos se llamó peanes a aquellos que se cantaban porque habían sido compuestos en honor a Apolo.

Su ritmo era mayormente el que es observado por Sófocles en este verso de Edipo rey: Ιήιε Δάλιε Παιάν,[129] es decir, “Oh, Iéio el Delio Peán”. Es de ahí que Apolo ha recibido el nombre de Iéio, así como Baco ha sido nombrado Evéio. Iéius viene de ἰᾶσθαι, es decir, “curar”. Y Paian viene de παίειν, “golpear”.[130]

Se cantaban las alabanzas y las hazañas de este dios para apaciguarlo. El motivo es que se creía que se deleitaba con ello pues, según el rumor, él había sido el primero en cantar alabanzas al victorioso Júpiter cuando Saturno fue expulsado de su reino. Acompañando sus poemas con la cítara se le reproducía vestido con magníficos atuendos. Su peinado estaba admirablemente adornado. Tíbulo lo dice en el segundo libro de las Elegías:

Pero ven brillante y bello; ponte ahora tu vestimenta púrpura, sujeta ahora correctamente tus largos cabellos: se celebra tu memoria, a ti, tal como has cantado las alabanzas a Júpiter victorioso cuando el rey Saturno fue expulsado.[131]

Pero nosotros que renunciamos a las fanfarronerías de los paganos, sabemos que tal Apolo no existido jamás en realidad. Pero al contrario, sabemos que Orfeo y los poetas de su estela había comprendido que nuestro Apolo jeroglífico (ya descrito anteriormente en la genealogía de los dioses) no era el Sol del cielo, como algunos así lo piensan, ni un ser humano de la tierra.

Nuestro héroe se anuncia. Sus rasgos y sus armas lo vuelven poderoso; mata a Tifón, esta monstruosa serpiente que se ha elucidado más arriba. No lo repetiremos pues aquí.

De la putrefacción de este Tifón, de donde Pitio y Pitón han tomado su nombre, dice nuestro conde Bernardo,[132] después de Morien:

Si no se pudre y no ennegrece no se disolverá, y si no está disuelto por su propia agua no podrá ser penetrado, por lo que no habrá ninguna conjunción, ninguna mixtión y en consecuencia ninguna unión, así de simple.[133]

Y el Rosario, según el mismo Morien:

Esta tierra se pudre con su agua y se mundifica. Cuando estará mundificada, con la ayuda de Dios todo el magisterio será dirigido.[134]

Hermes también dice:

El azot y el fuego lavan el latón y le quitan su negrura.[135]

Y allí algunos añaden que por el fuego se comprende el fuego de putrefacción.

El Rosario de los filósofos dice:

La serpiente sólo muere con su hermano y su hermana, es decir, con el Sol y la Luna, a saber, el azufre extraído poseyendo en sí mismo la naturaleza de la humedad, y la causa de la frialdad de la Luna. Es con ellos que muere el dragón, es decir, la plata viva extraída de estos mismos cuerpos desde el origen. Es el agua permanente de los filósofos que se hace tras la putrefacción y tras la separación de los elementos, y esta agua es llamada por otro nombre, a saber: agua fétida.[136]

He aquí lo que permite explicar suficientemente quién es este Apolo, nuestro Sol, y lo que es el dragón, la serpiente o Pitón, es decir, esta agua fétida que se pudre. Llull da testimonio de esto muy claramente:

Y es por lo que es preciso decir alegóricamente y no en intelección literal que el gran dragón proviene de los cuatro elementos, pues hay allí una tierra, un aire, una agua o un fuego, pero una sola y única naturaleza que contiene en ella la naturaleza y la propiedad de los cuatro elementos.[137]

Se lee que este dragón es destruido en las raíces del monte Parnaso, pues es del Parnaso de donde proviene nuestro Apolo y es en su cima donde habita con sus hermanas las Musas. Así él viene a terminar con la serpiente en sus raíces, gracias a sus flechas.

Esta bestia verdaderamente ha merecido ser muerta por tan noble cazador, puesto que tiene tantos hijos trimorfos (que ya hemos nombrado más arriba) que quitarían fácilmente la vida a algún inexperimentado como culpable de parricidio.

Ovidio cuenta que es en el diluvio de Deucalión donde la tierra podrida de humedad había producido a este Pitón. Y esto no carece de razón, pues es a partir de la pedregosa siembra de Deucalión y de Pirra, de estos huesos de la gran generatriz echados en tierra, y con el Sol recalentando la tierra, que nace este pútrido animal, Tifón.[138]

Por lo que se ha dicho de Diómedes en su retorno de Troya asentiría la historia si no fuera porque en ello se encuentra una fábula oculta. Hablaremos de ello más adelante.

Sin embargo, si se supone que ha sido él quien ha creado los juegos Píticos, estos serían mucho más antiguos que los juegos Olímpicos. Además serían anteriores a la fundación de este mundo por el Creador, aún no hace seis milenios la época en la que los egipcios sitúan a Osiris, Isis, Apolo, Cástor, Pólux, Calais, Zetes, Peleo, Télamon y Hércules, todos gentes que para ellos eran los dioses más antiguos o descendientes de los dioses, si place a los dioses.

Los himnos también demuestran que la introducción de estos juegos ha sido poética, proviniendo de las letras, más bien que de hombres en armas. ¿No recibiría el dios músico un honor musical de sus amantes, los poetas? Por lo que el laurel hasta hoy en día es la recompensa y el premio recibido por el cantor del himno.

En lo que se refiere a las manzanas como premio por la victoria, es verosímil, pero a condición de que sean tomadas de los jardines de las Hespérides sin lo cual habría sido ridículo ofrecer a tan grandes héroes unos frutos que habitualmente se da a los niños.

Que las ninfas del Parnaso en número de nueve, es decir, las Musas, hayan ofrecido regalos a Apolo por haber destruido a la bestia salvaje, es muy verdadero. Pues la décima parte de la tierra, dice la tradición, permanece con nueve partes de agua en el fondo y esto corresponde con el número de las nueve águilas, como se encuentra en la figura de Senior.[139] Estas nueve ninfas que también parecen ser de las aguas[140] ofrecen presentes a Apolo pero no antes de que haya destruido a Pitón.

Aquel que exponga esto de otra forma que la cosa misma, no lo sufre y no comprende nada de las letras ocultas, en las tres primeras cada vez O V X, incluso si es docto en las otras, una de cada.[141]

A propósito de los vencedores ya se ha hablado en otro lugar y se hablará de ello más adelante.

La etimología es lo que explica el por qué Apolo es llamado Iéio, puesto que es médico.

Si el himno le es consagrado, es porque es soldado, es decir, que combate con su medicina puesto que es él quien asalta a las enfermedades. En efecto, la medicina filosófica es expulsiva de todas las enfermedades que se han de cuidar por no importa que medio.

Y la razón que se añade por la cual Apolo se hace honrar con himnos, es digna de aprobación de aquellos que saben, puesto que él es quien ha cantado las alabanzas a Júpiter cuando Saturno fue expulsado. En efecto, si Saturno no hubiera sido echado de su reino hacia el Tártaro, lo que es la primera negrura, Júpiter no tendría ningún poder ni alabanza alguna.

Por eso es justo que su hijo lo haya destronado; además de que los haya vomitado de sus entrañas, pues es lo que conviene en el arte filosófico y no en el arte político. Aquí no se trata de un crimen de impiedad. Al contrario, este horrible y detestable parricidio es aquí una prerrogativa de la ciencia.

En cuanto a la vestimenta púrpura que muestra Apolo sospechamos enormemente que es preciso que sea vestido así si el himno debe seguir.

Pero nosotros no cantamos el himno al Apolo que no se encuentra en ningún lado si no es entre los filósofos, sino más bien a aquel que da el Apolo (una vez que este ha nacido, este Apolo pagano, este espíritu de las tinieblas está muerto), es decir, el Cristo, vencedor de todas las falsas divinidades, el grandísimo triunfador.

3. LOS JUEGOS ÍSTMICOS

Vamos ahora a tratar de la tercera clase de juegos, que tenían lugar en honor de Neptuno, en imitación a Hércules que había consagrado a Júpiter las competiciones olímpicas.

Teseo es quien los creó. Así lo escribe Plutarco en la Vida de Teseo.[142]

Algunos dicen que estos juegos Ístmicos han sido practicados primero por Sísifo, hijo de Eolo, en memoria de Melicertes[143] cuando reconoció de cerca el cadáver de Melicertes que también era hijo de Atamas.

Otros quieren que hayan sido inventados por Teseo para expiar la muerte de Escirón. Y otros dicen que las instituyó por otras razones.

Se celebran en el istmo del Peloponeso cada cuatro años, en el muy célebre templo de Neptuno.

El poeta Arquias escribe que estos juegos Ístmicos se celebraban no en honor de Neptuno sino en el de Palemón. Lo dice en un epígrama griego que en latín suena de la siguiente manera:

Había en Grecia cuatro concursos. ¿Eran cuatro concursos sagrados? Dos eran consagrados a dioses y dos a hombres: Había el de Júpiter, el de Febo, el de Palemón y el de Arquémoro. Los premios eran las olivas, una piña, manzanas, y el perejil.[144]

Melicertes y Learco eran hijos del rey de Tebas Atamas y de Ino.

Atamas, preso de un delirio furioso, mató a Learco y su madre lo echó en un caldero de agua hirviendo. Ella misma fue presa de la locura, temiendo la cólera de Atamas, saltó con Melicertes al mar lanzándose desde una roca llamada Moluridés.

Ino se convirtió en una de las nereidas y fue llamada Leucotea. Melicertes se convirtió en el dios Palemón.

El cuerpo de Melicertes fue llevado hasta el istmo por un delfín, lo que señala el rey de Corinto Sísifo. De ahí que sobre las órdenes de las nereidas, Sísifo empezara a celebrar los juegos Ístmicos en honor a Melicertes.

Algunos alegan otros motivos. Pero este ya nos es suficiente por él mismo para obtener el proceso de los los arcanos químicos.

En cuanto a los autores de estos juegos no dudamos en absoluto de que hayan sido conocedores de esta filosofía…

Efectivamente, Melicertes y Leucotea, hijo y madre, ¿qué son? ¡Bien! La etimología por ella misma ya nos enseña suficientemente lo que son, incluso en el contexto de la fábula. Sin hablar de la ebullición de Learco en un caldero, que se produce por el lanzamiento de su madre.

Es así como siempre una madre ha cocido a su hijo: Procne ha cocido a Itis, Tántala ha cocido a Pélope, Isis ha cocido a Osiris, y todo ello ha sido sacado de los arcanos de la filosofía egipcia y se acuerda al máximo con el magisterio hermético.

4. LOS JUEGOS NEMEOS

Como hemos hablado de todo esto extensamente en otro lugar pasaremos ligeros sobre estos juegos Nemeos.

Se les ha llamado así porque se celebraban en cierto bosque[145] entre Plionto y Cléones, ciudades de Acaia.

Se celebraban en honor al hijo de Licurgo, Arquémoro.

Hay otros que emiten opiniones muy divergentes sobre el origen de estos juegos. Sin embargo entre las otras elegimos la versión según la cual Hércules los instituyó por haber matado al león de Nemea.

Este concurso consistía en un epitafio o juego fúnebre donde se coronaba a los vencedores con perejil, pues era una planta fúnebre. Y todo ello para la perpetua memoria de Arquémoro.

Tenían lugar cada tres años, el duodécimo día del mes llamado Πάνεμος pues es el mes en que Teseo venció a las Amazonas.[146]

Sin embargo algunos quieren que Nemea haya sido el nombre de una región argiana llamada así por las vacas de Júpiter y la Luna que allí pacían.[147]

También habría habido un bosque de Nemea donde erraba el león que Hércules abatió. Vamos a hablar de ello a propósito de los trabajos de Hércules, pues será la materia del libro siguiente.

FIN DEL LIBRO CUARTO



[1] . Luciano, De la Astrología, 10. Cf. supra p. 124.

[2] . Trietéricas, literalmente: “de tres años”.

[3] . Orfeo, Himnos, LIII. Nota al margen: “Aunque Dionisos sea el Sol se le dice terrestre”. Cf. Servio, Comentarios sobre las Bucólicas, V, 66: “El mismo dios es Sol en lo alto, Liber (Dionisos) sobre la tierra, Apolo abajo”.

[4] . Horacio, Epístolas, I, 5, 16.

[5] . Nota al margen: “Iunus, In, Emblem.

[6] . Bromius es uno de los nombres de Baco.

[7] . El sentido de la frase es dudoso. Amicles puede ser una ciudad situada cerca de Esparta, célebre por su culto a Apolo, o bien una ciudad del Latium, colonia de la precedente y conocida por sus doctrinas pitagóricas.

[8] . “Vis patines… vis… a qua agendi initium”. En latín se reconocen las palabras « paciente » y « agente ».

[9] . Sobre este autor, cf. J. Ferguson, Biblioteca chemica, t. I, p.438.

[10] . Cf. Alegoría de Merlín; Artis auriferae, t. I, pp. 394-395; J.-J. Manget, Bibliotheca chemica curiosa, t. II, p. 191.

[11] . Cf. Pausanias, Descripción de Grecia, I, 2, 5.

[12] . Nicandro de Colofón, poeta del IIIº o IIº, siglo antes de J. C.

[13] . Cf. Virgilio, Geórgicas, II, 380-384.

[14] . Herodoto, Historias, II, 48.

[15] . Terencio, Andrea, 77-78.

[16] . Juvenal, Sátiras, XV, 10-11.

[17] . Lucano, Farsalias, VIII, 831-833.

[18] . Lactancio, Instituciones divinas, I, 20, 17.

[19] . Cf. Ovidio, Fastos, IV, 905-942.

[20] . Valerio Máximo, Hechos y dichos memorables, II, 5, 6.

[21] . Cf. Valerio Máximo, Hechos y dichos memorables, II, 5, 6.

[22] . Agustín, Al Ciudad de Dios, III, 12. Nota al margen: “Se representa a Rea como habiendo engendrado a todos los dioses. El Cinocéfalo, en tanto que Mercurio, es representado como descendiente de Rea.

[23] . Hoy día Durazzo. Eutropo es un historiador del siglo IVº después de J.C.

[24] . Cf. Tito Livio, Historia romana, X, 47, 6-7.

[25] . Cf. Orosio, Historias, III, 22, 5.

[26] . Cf. Tito Livio, Histoia romana, resumida del libro XI; Valerio Máximo, Hechos y dichos memorables, I, 8, 2.

[27] . Cf. Ovidio, Metamorfosis, XV, 626-744.

[28] . Cf. Génesis, XLIX, 10: “Hasta que venga Silo”, en hebreo יבא־שילה cuyo valor en guematría es el de משיח “Mesías”.

[29] . Nota al margen: Nacido en el tiempo de Augusto, fue aquel por el cual el daimon délfico fue muerto.

[30] . Agustín, La Ciudad de Dios, VI, 9.

[31] . Tito Livio, Historia romana, XXXIX, 10 a 18.

[32] . Cf. Valerio Máximo, Hechos y dichos memorables, VI, 3, 7.

[33] . Hebro: río de Tracia.

[34] . Plauto, Aulularia, 354-355.

[35] . Calímaco de Cirene, IIIº siglo antes de J.C., autor de Himnos y Epigramas.

[36] . Pyrausta, insecto viviendo en el fuego, mencionado por Plinio el Anciano, Histoia natural, XI, 119.

[37] . Arnaldo de Vilanova, Rosario de los filósofos, II, 25; Artis auriferae, t. II, p. 446; J.-J. Manget, Biblioteca chemica curiosa, t. I, p. 674.

[38] . R. Llull, Testamento, “Teoría”, 29 (30); Theatrum chemicum, t. IV, p. 48: J.-J. Manget, Biblioteca chemica curiosa, t. I, p. 727; M. Pereira, B. Spaggiari, Il “Testamentum” alchemico attribuito a Raimondo Lullo, p. 106.

[39] . Idem.

[40] . R. Llull, Testamento, “Teoría”, 57 (58); Theatrum chemicum, t. IV, p. 86: J.-J. Manget, Bibliotheca chemica curiosa, t. I, p. 742; M. Pereira, B. Spaggiari, Il “Testamentum” alchemico attribuito a Raimondo Lullo, p. 192.

[41] . R. Llull, Testamento, “Teoría”, 41 (42); Theatrum chemicum, t. IV, p. 62: J.-J. Manget, Bibliotheca chemica curiosa, t. I, p. 733; M. Pereira, B. Spaggiari, Il “Testamentum” alchemico attribuito a Raimondo Lullo, p. 138.

[42] . Avicena, Pequeño tratado, 5; Artis auriferae, t. I, p. 424; J.-J. Manget, Bibliotheca chemica curiosa, t. I, p. 630.

[43] . R. Llull, Testamento, “Práctica”, 22 (20); Theatrum chemicum, t. IV, p. 155: J.-J. Manget, Bibliotheca chemica curiosa, t. I, p. 770; M. Pereira, B. Spaggiari, Il “Testamentum” alchemico attribuito a Raimondo Lullo, p. 344.

[44] . R. Llull, Codicillo, 39; J.-J. Manget, Bibliotheca chemica curiosa, t. I, p. 892.

[45] . Turba philosophorum, Artis auriferae, t. I, pp. 51-52.

[46] . Turba philosophorum; Artis auriferae, t. I, p. 48. Cf. Turba philosophorum, (alterum ejemplar), 62; Artis auriferae, t. I, p. 126; J.-J. Manget, Bibliotheca chemica curiosa, t. I, p. 491. Cf. también La Turba des philosophes, “Discurso cincuenta y siete”, p. 125; Theatrum chemicum, t. V, p. 42; J.-J. Manget, Bibliotheca chemica curiosa, t. I, p. 461.

[47] . G. Ripley, Las Doce Puertas de la alquimia, 3, p. 60; Theatrum chemicum, t. III, p. 805; J.-J. Manget, Bibliotheca chemica curiosa, t. II, p. 279.

[48] . Idem.

[49] . R. Llull, Testamento, “Teoría”, 46 (47); Theatrum chemicum, t. IV, p. 70; J.-J. Manget, Bibliotheca chemica curiosa, t.I, p. 736; M. Pereira, B. Spaggiari, Il “Testamentum” alchemico attribuito a Raimondo Lullo, p.156.

[50] . Herodoto, Historias, II, 171.

[51] . Varrón, citado por Agustín en La Ciudad de Dios, IV, 31.

[52] . Cf. Thomas Valois, Comentario sobre la Ciudad de dios de Agustín, IV, 31.

[53] . Cf. Tito Livio, Historia romana, I, 19, 4.

[54] . Cf. Sócrates, Historia de la Iglesia, III, 13, 11.

[55] . Cf. Eusebio de Cesarea, Historia de la Iglesia, VIII, 14.

[56] . Agustín, La Ciudad de Dios, XVIII, 5.

[57] . Cf. Ibidem, XVIII, 3. Inacos, primer rey de Argos.

[58] . Scholia in Theocritum vetera, IV, 25c.

[59] . Virgilio, Enéida, VI, 258. Cf. Servio, Comentarios sobre la Enéida, VI, 258.

[60] . Gregorio Nacianceno, Discurso, XXXIX, 4.

[61] . Teócrito, Idilios, III, 50-51.

[62] . Cf. Valerio Máximo, Hechos y dichos memorables, I, 1, 13.

[63] . Aulu-Gelle, Noches Áticas, I, 19, 2-11.

[64] . Macrobio, Comentario al Sueño de Escisión, I, 2, 19.

[65] . J. L. Vives, (1492-1540), La Ciudad de Dios de Agustín, VII, 20.

[66] . Juego de palabras entre calidus “caliente” y callidus “cazurro”.

[67] . Androtión, De Sacrificios, II.

[68] . Sófocles, Edipo en Colona, 1051-1053.

[69] . Agelastus significa: “que no ríe”.

[70] . Cf. Ovidio, Fastos, IV, 417-450.

[71] . “Rústicos”: cf. E. d’Hooghvorst, El Hilo de Penélope, t. I, p. 183.

[72] . Maier traduce Σαβαζίων por “Savationum”. Sobre estas fiestas, y el “Sabat” de las hechiceras, cf. E. d’Hooghvorst, El Hilo de Penélope, t. I, p. 193.

[73] . El texto de Eusebio de Cesárea dice: έν τοίς θεσμοφορίοις μεγαρίζοντες χίρους έμβάλλουσι, “durante las Tesmoforias, echan a los puercos megarisant.” Μεγαρίειν significa: “echar los cerditos en los agujeros llamados mégara”. Parece que Maier no haya comprendido el texto de Eusebio en este sentido.

[74] . Maier traduce aquí la palabra griega άρρητοφόρια ᾂρρητος significando en efecto: “que no se puede decir”.

[75] . Eusebio de Cesárea, Preparación evangélica, II, 3, 13-23.

[76] . J. L. Vives, La ciudad de dios de Agustín, VII, 20.

[77] . Cf. Cicerón, Contra Vidrios, II, 4, 3.

[78] . Pomponio Porfirión, escoliasta de Horacio, IIIº siglo después de J.C.

[79] . Horacio, Sátiras, I, 3, 10-11.

[80] . Orgía: el griego όργή significa “cólera”. La etimología se encuentra en Servio, Comentarios sobre la Enéida, IV, 302.

[81] . Catulle, Carmina, XLIV, 258-260.

[82] . Cf. Estrabón, Geografía, X, 3, 10-11; Servio, Comentarios sobre la Enéida, IV, 302.

[83] . Nota al margen: “ARCANÍSIMA”.

[84] . Cf. Rosinus, “La Primera Carta a Euthicia”, en Le Fil d’Ariane, nº 67-68, p. 56; Artis auriferae, t. I, p. 256.

[85] . Tomás de Aquino, Aurora consurgens, II, Prólogo; Artis auriferae, t. I, p. 185. Juego de palabras en latín: “legere et non intelligere, est negligere”.

[86] . Los Siete Tratados atribuidos a Hermes, IV; J. Mangin de Richebourg, Biblioteca de los filósofos químicos, t. I, p. 107; Theatrum chemicum, t. IV, p. 668; J.-J. Manget, Bibliotheca chemica curiosa, t. I, p. 431.

[87] . Los Siete Tratados atribuidos a Hermes, IV; J. Mangin de Richebourg, Biblioteca de los filósofos químicos, t. I, p. 108; Theatrum chemicum, t. IV, p. 670; J.-J. Manget, Bibliotheca chemica curiosa, t. I, p. 431.

[88] . Turba philosophorum, Artis auriferae, t. I, pp. 54-55. Cf. Turba philosophorum, (alter ejemplar), 65; Artis auriferae, t. I, pp. 129-130; J.-J. Manget, Bibliotheca chemica curiosa, t. p. 492. Cf. también en La Turba de los Filósofos, t. « Discurso cincuenta y nueve », pp. 130-131. Theatrum chemicum, t. V, pp. 44-45; J.-J. Manget, Bibliotheca chemica curiosa, t. I, p. 462.

[89] . Alegoría sobre el libro de la Turba; La Turba de los filósofos, p. 160; Artis auriferae, t. I, p. 140; J.-J. Manget, Bibliotheca chemica curiosa, t. I, p.494.

[90] . Cf. Los Siete Tratados atribuidos a Hermes, IV; J. Mangin de Richebourg, Bibliteca de los filósofos químicos, t. I, p. 108; Theatrum chemicum, t. III, p. 680; J.-J. Manget, Bibliotheca chemica curiosa, t. II, p. 126.

[91] . Toleten, Rosario de los filósofos, Theatrum chemicum,, t. III, p. 680; J.-J. Manget, Bibliotheca chemica curiosa, t. II, p. 126.

[92] . Toleten , Rosario de los filósofos, Theatrum chemicum,, t. III, p. 680-681; J.-J. Manget, Bibliotheca chemica curiosa, t. II, p. 126. Cf. Aristote, Pequeño tratado de la práctica de la piedra filosofal; Artis auriferae, t. I, p. 369; J.-J. Manget, Bibliotheca chemica curiosa, t.I, p. 661.

[93] . N. Flamel, Anotaciones; Theatrum chemicum, t. I, p. 750; J.-J. Manget, Bibliotheca chemoca curiosa, t. II, p. 351.

[94] . Idem.

[95] . R. Llull, Codicillo, 14; J.-J. Manget, Bibliotheca chemica curiosa, t. I, p. 887.

[96] . Las Siete palabras de las alegorías de los filósofos, “Sexta Parábola”, p. 156; Artis auriferae, t. I, p. 151; J.-J. Manget, Bibliotheca chemica curiosa, t. I, p. 496.

[97] . Las Siete palabras de las alegorías de los filósofos, “Primera Parábola”, pp. 151-152; Artis auriferae, t. I, pp. 147-148; J.-J. Manget, Bibliotheca chemica curiosa, t. I, p. 496.

[98] . El Rosario de los filósofos, p. 74; Artis auriferae, t. II, p. 246; j.-J. Manget, Bibliotheca chemica curiosa, t. II, p. 95. Cf. Turba philosophorum; Artis auriferae, t. I, p. 25. Cf. también Turba philosophorum (alterum exemplar), 31; Artis auriferae, t. I, p. 100; J.-J. Manget, Bibliotheca cemica curiosa, t, I, p. 486. Cf. también Toletain, Rosario de los filósofos; Theatrum chemicum, t. III, p. 675; J.-J. Manget, Bibliotheca chemica curiosa, t. II, p. 124.

[99] . Los Siete Tratados atribuidos a Hermes, II; J. Mangin de Richebourg, Biblioteca de los filósofos químicos, t. I, p. 99; Theatrum chemicum, t. IV, p. 627; J.-J. Manget, Bibliotheca chemica curiosa, t. I, p. 415.

[100] . Cf. Los Siete Tratados atribuidos a Hermes, I; J. Mangin de Richebourg, Biblioteca de los filósofos químicos, t. I, p. 95; Theatrum chemicum, t. IV, p. 592; J.-J. Manget, Bibliotheca chemica curiosa, t. I, p. 401.

[101] . Nota al margen: “Las representaciones de los planetas indican las partes de la obra física”.

[102] . El Rosario de los filósofos, p. 107; Artis Aurifereae, t. II, p. 272; J.-J. Manget, Bibliotheca chemica curiosa, t. II, pp. 99-100.

[103] . Idem.

[104] . R. Llull, Testamento, “Teoría”, 47 (48); Theatrum chemicum, t. IV, p. 71; J.-J. Manget, Bibliotheca chemica curiosa, t. I, p. 736; M. Pereira, B. Spaggiari, El “Testamento” alquímico atribuido a Raimundo Lullo, p. 158.

[105] . El Rosario de los filósofos, p. 109; Artis auriferae, t. II, p. 274; J.-J. Manget, Bibliotheca chemica curiosa, t. II, p. 100.

[106] . Idem.

[107] . Cf. El Rosario de los filósofos, p. 105; Artis auruferae, t. II, p. 270; J.-J. Manget, Bibliotheca chemica curiosa, t. II, p. 99.

[108] . El Rosario de los filósofos, p. 66 y 109-110; Artis auruferae, t. II, p. 241 y 274; J.-J. Manget, Bibliotheca chemica curiosa, t. II, p. 94 y 100.

[109] . “Bellamente”: en latín venuste, alusión a Venus, evidentemente.

[110] . En el Theatrum chemicum, t. III, pp. 736-743, la Epístola de J. Pontano es seguida de seis poemas anónimos. Quizás Maier hace alusión al quinto, p. 742, v. 93: “Tunc Veneris vena candentes fontis amaena”.

[111] . Orfeo, Himnos, LVI.

[112] . Esquilo, Prometeo encadenado, 500-506.

[113] . Cf. E. d’Hooghvorst, El Hilo de Penélope, t. I, p. 24. “¿Quién encenderá, pues, su linterna con el espíritu del sol para ir al encuentro del Hombre?

[114] . Orfeo, Himnos, XIII.

[115] . Cf. Ovidio, Fastos, VI, 249-460.

[116] . Cf. Valerio Máximo, Hechos y dichos memorables, I, 1, 16.

[117] . Cf. Tito Livio, Historia romana, XXVIII, 11, 6.

[118] . Ver la nota siguiente.

[119] . Juego de palabras aquí entre aucupandum, “estar al affut” y aucupe, “pajarero”. En los dos casos se trata de coger (cupare, capere) un pájaro (au, avis).

[120] . Nota al margen: “Mercator desplaza los datos así: olimpiadas en el año del mundo 3154; fundación de Roma en el 3178; nacimiento de Cristo en el 3929”.

[121] Cf. Estrabón, Geografía, VIII, 3, 30.

[122] . Dáctilos: cf. supra, p. 106, n. 251.

[123] . Cf. Eusebio de Cesárea, Crónicas, I, 32, 1; Pausanias, Descripción de Grecia, V, 4, 5.

[124] . Cf. Píndaro, Olímpicas, X, 24-59.

[125] . Cf. Aulu-Gelle, Noches áticas, I, 1, 1-3.

[126] . Denis, el Periégeta, poeta griego del IIº siglo después de J. C.

[127] . Πύθων, “Phitón”: del verbo πύθειν, “podrir”.

[128] . Ister de Cirene, historiador griego del IIIº siglo antes de J. C.

[129] . Cf. Sófocles, Edipo rey, 154.

[130] . Παίειν significa “golpear”, “batir”. Eustatio hace notar que se trata de coagular como se coagula la leche batiéndola (Comentarios sobre la Ilíada, V, 902). En efecto, en Homero, Ilíada, V, 899-906, el médico Paéon, es decir, Apolo personificando al cuajo, coagula la sangre de Ares (Marte).

[131] . Tibulio, Elegías, II, 5, 7-10.

[132] . Se trata de Bernardo, conde Trevisano, o conde de la marca Trevisana.

[133] . Bernardo el Trevisano, La Filosofía natural de los metales, III; J. Mangin de Richebourg, Biblioteca de los filósofos químicos, t. I, p. 493.

[134] . El Rosario de los filosos, pp. 84 y 113; Artis auriferae, t. II, pp. 254-255 y 276-277; J.- J. Manget, Bibliotheca chemica curiosa, t. II, pp. 96 y 100.

[135] . Rosario de los filosos, pp. 113 y 185; Artis auriferae, t. II, pp. 277 y 338; J.- J. Manget, Bibliotheca chemica curiosa, t. II, pp. 100 y 111. Para un comentario glosado de estas palabras, cf. el consejo de las bodas, I y II, en el Theatrum chemicum, t. V, pp. 440 y 880, y J.- J. Manget, Bibliotheca chemica curiosa, t. II, pp. 239 y 255.

[136] . El Rosario de los filósofos, p. 67; Artis auriferae, t. II, p. 241; J.- J. Manget, Bibliotheca chemica curiosa, t. II, p. 94.

[137] . R. Llull, Testamento, “Teoría”, 10 (11); Theatrum chemicum, t. IV, p. 19; J.-J. Manget, Bibliotheca chemica curiosa, t. I, p. 714; M. Pereira, B. Spaggiari, Il “Testamentum” alchemico attribuito aRaimondo Lullo, p. 38.

[138] . Cf. Ovidio, Metamorfosis, I, 438.

[139] . Cf. El Libro de Senior, p. 125 (figura) y p. 13 (descripción); Theatrum chemicum, t. V, p. 192 (figura) y p. 193 (descripción); J.-J. Manget, Bibliotheca chemica curiosa, t. II, tabla II, figura 12, y p. 216 (descripción).

[140] . Juego de palabras entre nymphae “ninfas”, y lymphae, “aguas”.

[141] . Pasaje de lo más oscuro. Hemos traducido undequaque por “una de cada”. Esta palabra no existe. Se podría creer que el principio de la palabra (unde) significa “¿de dónde?”, como en la palabra undecumque. Pero un-de puede significar “1 (unus) separado de (de)”, como en undeviginti, “diecinueve” (1 de 20 = 19). Debe haber en ello una alusión a un alfabeto secreto cuya clave podría encontrarse por ejemplo en el Tratado de las cifras o maneras secretas de escribir, de Blaise de Vigenère.

[142] . Cf. Plutarco, Vida de Teseo, 25, 4.

[143] . Melicertes; un dios marino

[144] . Arquias, Epigramas. Se trata de un poeta defendido por Cicerón en su remarcable Pro Arquias.

[145] . Nemus significa “bosque” y de ahí Nemeo.

[146] . Cf. Plutarco, Vida de Teseo, 27, 3. Pánemos, o Boédromion según Plutarco, que corresponde más o menos a Septiembre.

[147] . En efecto, Νέμος significa “pasturaje” en griego.

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