martes, abril 17, 2012

Arcana arcanissima-3, LOS JEROGLÍFICOS DE LOS GRIEGOS

LIBRO II

LOS JEROGLÍFICOS DE LOS GRIEGOS Y, EN PRIMER LUGAR, LAS ALEGORÍAS MÁS MANIFIESTAS SOBRE EL ORO.


Las religiones en vigor de todas las naciones siempre han sido muy diversas. Si buscáramos el comienzo y primer origen, descubriríamos que siempre han nacido de causas plausibles.

Exceptuamos la más antigua religión, la del Antiguo Testamento, practicada por los patriarcas de antes del diluvio y propagada entre los israelitas desde la época de Abraham. Esta la ponemos aparte de todas las otras pues la abrazamos como muy verdadera, puesto que fue instituida por Dios mismo y probada por innumerables milagros. La proclamación cristiana del NUEVO TESTAMENTO le sucedió y es más grande que toda consideración especial.

Hablamos sobre todo de la idolatría de los gentiles, es decir, de la veneración y el culto a falsas divinidades. Decimos que lo que tiene sin ninguna duda proporciona la ocasión, son las causas aparentemente no inventadas o creídas falsas, pero creyéndose razonables, verosímiles y confirmadas por el consenso de mucha gente. Es así como la casi totalidad del mundo (excepto la generación de los judíos) ha sacado sus divinidades de los romanos a los cuales ella era sumisa. Los romanos las tenían de los griegos y los griegos de los egipcios. El pueblo egipcio las tenía de los sacerdotes y los sacerdotes de Vulcano y Mercurio, Osiris e Isis, sus figuradas divinidades de oro; es de estas o al menos de la existencia de sus nombres[1] (que sin embargo significaban totalmente otra cosa) que han sacado toda su práctica de sacrificios y ritos. Hasta aquí hemos disertado suficientemente y claramente a propósito de los jeroglíficos egipcios.

Además de los dioses Osiris, Isis y Horus, los antiguos egipcios también utilizaban los nombres de otros dioses. Estos son los doce principales: Júpiter, Neptuno, Marte, Mercurio, Vulcano, Apolo, Juno, Vesta, Ceres, Venus, Diana y Minerva. Seis son de sexo masculino y seis femenino. Se les tiene por los grandes dioses de las grandes naciones que después han pasado a los griegos y de estos a los romanos. Natali Conti da testimonio de ello: para los otros dioses se fabricaban estatuas de madera o de tierra cocida y se esculpían en oro, en plata o en marfil como los grandes dioses, mientras que los de la plebe se hacían en no importa qué materia desde la más alta Antigüedad. Herodoto lo dice en “Euterpe”:

Los primeros egipcios contaban doce nombres de dioses y los griegos los recibieron de ellos; estos son los primeros en ser erigidos en los alterares, las estatuas y los templos a los dioses.[2]

I. LA TRANSMISIÓN DE LOS RITOS DE EGIPTO A GRECIA

Pero vamos a demostrar con las palabras del mismo Diodoro que son los griegos quienes fueron los primeros en ir a los egipcios y que llevaron sus misterios sagrados a Grecia. Y veremos quienes son estos griegos. He aquí lo que dice:

Ahora vamos a pasar revista a los griegos que, proveídos de sabiduría y doctrina, pasaron los primeros por Egipto para empaparse de sus leyes y sus enseñanzas.

Sus sacerdotes lo escriben: en los libros sagrados se estipula que los primeros en haber pasado a los egipcios son Orfeo, Museo, Melampo, Dédalo, el poeta Homero y el espartano Licurgo. Después de estos fueron el ateniense Solon, el filósofo Platón y el samoano Pitágoras. Igualmente estuvo el matemático Eudoxo, Demócrito de Abderia e Inópides de Quios. De todo esto se muestran vestigios: a veces retratos, otras algunos lugares nombrados según ellos o según la doctrina que han seguido.

Es cierto: todo lo que se ha hecho entre los admirables griegos lo han tomado de Egipto. Se dice que fue Orfeo quien llevó los numerosos himnos a los dioses, las orgías y la ficción de los infiernos. Las ceremonias de Osiris y Dionisos son idénticas. Las de Ceres y las de Isis sólo se diferencian en los nombres. Además ha introducido las penas a los impíos, los campos Eliseos y el uso de las estatuas que fue a buscar a las tumbas de Egipto. También ha inventado el mito de Mercurio fijando los destinos de las almas de los difuntos, todo esto según los Antiguos.

En Egipto la costumbre era que el que lleva el cuerpo de Apis le arranque alguna cosa y se la eche al Cerbero cuando pasa cerca de él. Es todo esto lo que Orfeo ha importado de Egipto, y Homero ha imitado a Orfeo. Él ha escrito en su poema que el “Cileliano Mercurio evocaba a las almas de los héroes teniendo en sus manos una varita”.[3]

He aquí lo que se dice en Diodoro, entre otros muchos historiadores. Leemos lo mismo en diferentes autores. Allí se encuentran relatos equivalentes donde podemos aprender sobre la transmisión de los ritos egipcios a los griegos.

Es fácil determinar cuando ha pasado esto y cual fue la primera intención. Ciertamente ello data del tiempo en el que se permitía a los griegos entrar en Egipto sin que su vida corriera peligro. Ya lo hemos dicho, es la época del rey Samético, uno de los doce jefes, que admitió a los extranjeros entre ellos. Es pues alrededor del año 3278 del mundo, puesto que su reinado comenzó aquel año, o un poco después (visto que permaneció a la cabeza de su reino cincuenta y cuatro años), antes del comienzo de las olimpiadas que se sitúa en el año 3187 del mundo. En aquel tiempo es cuando Orfeo transportó, desde Egipto a Grecia, los ritos sagrados en cuestión. No sólo importó las ceremonias de las festividades de Dionisos, sino la ciencia misma que justifica la instauración de estos misterios y la introducción de estos ritos.

Como se verá seguidamente, un poco por todas partes, Orfeo fue seguido de Museo, Lino, Melampo y Homero, el más suave y más ingenioso de todos los filósofos antiguos que han practicado el verso medido. También se ha de añadir a Hesíodo en esta lista.

Si dejamos de lado a sus sectarios, estos seis son los autores de toda la religión pagana entre los griegos; son los precursores de tantos poemas y tantos fabulosos volúmenes sobre los dioses y sus hazañas, unas veces heroicos y otras veces más bien dignos de rebaños. Casi todo el mundo se ha enmarañado en ello alguna vez y no se hubieran podido desatorar por sus propias fuerzas si no le hubiera placido a Dios destruir estas monstruosas opiniones sobre los dioses mediante su Hijo victorioso y triunfante.

II. LOS DIVERSOS DIOSES NO SON MÁS QUE UNO

En cuanto a la intención de Orfeo y los otros primeros poetas, si queremos buscarla con suficiente sutilidad, encontraremos por la cosa misma, que estos hombres en principio sólo aprobaban estos cultos divinos o estas ceremonias por los profundos arcanos que se habían ocultado bajo estos ritos para evitar que llegasen a conocimiento del pueblo, proporcionando así un motivo de búsqueda a los más sabios.

Aunque ésta no haya sido indicada nunca en ninguna parte en ningún autor (puesto que la cosa ha permanecido secreta y no ha sido dicha expresamente), podremos sin embargo mostrarla muy claramente, gracias a diversos indicios recogidos aquí y allá, y con claras pruebas de ello, como se verá a continuación.

Por otro lado, incluso sin considerar estas pruebas, el argumento que hay aquí será suficiente para los inteligentes: si los egipcios, por sus ritos y sus ceremonias dedicadas a Osiris, Isis, Mercurio, Vulcano, Apis y otros animales, han dado a entender alguna otra cosa que lo que aparece a simple vista, y si han ocultado bajo ello el núcleo de la verdad como bajo cortezas, entonces los griegos han hecho lo mismo; ellos sólo se han preocupado de estos vestidos porque también han reconocido que era necesario recubrir el cuerpo. Ya hemos buscado y expuesto como se ha producido esto en el libro consagrado a los jeroglíficos egipcios.

Por consiguiente, no es verosímil que estos antiguos poetas hayan puesto en la cuenta de sus dioses tantos adulterios, homicidios, incestos y crímenes, de los que han abusado tanto los dioses como los hombres, que hayan propagado enormes vicios de este género a ejemplo de estos dioses, no es verosímil que hayan actuado así por malicia congénita, o por simple irrisión. ¡En este caso habrían sido los más ineptos de todos los bípedos!

Lo más probable es que hayan hecho esto para demostrar que estos dioses no eran más que ficciones, dioses imaginarios, símbolos y emblemas (destinados a los ojos o al espíritu) de un arte ocultado al vulgo pero conocido de ellos.

No obstante, para evitar parecer que ponían en escena estos nombres vacíos y vanos para designar las cosas, han asignado a cada uno de estos ficticios dioses funciones propias casi divinas así como diferentes fuerzas de la madre Naturaleza profesando que en cada una de ellas no había más que un solo Dios. Y esto aparece más en los antiguos que en los otros.

Así Orfeo, por ejemplo, interpreta cada uno de los dioses en el sentido de una acepción común; y después añade que todo no es más que uno en cuanto a la cosa, aunque plural respecto a su nombre. Así lo hace en la Crátera cuando canta:

El Sileno es para todos el enviado, el intérprete, las ninfas son el agua, Ceres el trigo, y Vulcano el fuego; Neptuno es el mar agitando las sonantes orillas, Marte es la guerra, Venus nodriza es la paz para los mortales. La Taurígena es también para los de arriba el alivio del alma y de las inquietudes. Baco es el cornudo honrando las alegres fiestas. Temis de oro vela en la justicia y la rectitud. Seguidamente Apolo es el Sol blandiendo sus flechas desde lejos y cumpliendo su objetivo; es adivino y augura. El dios de Epidauro es el expulsador de las enfermedades. Todas estas cosas son uno, aunque los nombres sean muchos.

Hermasianax[4] dice sobre el mismo asunto:

Plutón, Perséfone, Ceres, Venus nodriza, los Amores, los tritones, Nereo, Tetis, Neptuno y Mercurio mismo; Juno, Vulcano, Júpiter y Pan, Diana y Febo el lanzador de saetas, son un solo dios.

Pues si se toma a estos dioses en propiedad como normalmente hacen los paganos sin ir más lejos, las ninfas y Vulcano son el agua y el fuego, Marte y Venus son la guerra y la paz. No se les tiene, pues, por una sola potencia divina sino por muchas y variadas refiriéndose o designando realidades muy diferentes.

Si se les relaciona al Dios Uno del universo se podría quizás poner fuera de causa estas cualidades tan opuestas una de otra por lo mismo que se las examina en cuanto a su potencia difusa a través de todas las criaturas, pero temo que esto se haga de manera muy impropia y muy impía confundiendo al Creador con la criatura, al Eterno con las cosas mutables y al Espíritu con los cuerpos.

En consecuencia, estos dioses tan diferentes, tan variados y tan opuestos entre ellos, parece que sea más que necesario comprenderlos y explicarlos como refiriéndose a otro sujeto al cual todos ellos puedan convenir de igual manera. Y este sujeto es idéntico a aquel donde (y se ha demostrado) se han ocultado los dioses egipcios, los ancestros de los dioses griegos: Osiris, Isis, Tifón, Mercurio y los otros.

Y para que esto se vuelva aun más evidente tomaremos una a una las alegorías griegas, llamadas poéticas. Las ilustraremos a lo largo de este segundo libro y de los siguientes, de manera que en una sola y misma operación se restituirá a estos dioses su origen y en la verdadera quymia su honor.

Entre tanto, no diremos nada de la poesía que está de moda hoy día, esta que se complace en las vestiduras de esta famosa escena antigua, la de los filólogos, esos críticos aristarcos[5] más ocupados de la oración que de la razón, de esos historiadores u otras personas de esa especie que toman por indudables, verdaderas e irrefutables las genealogías, las aventuras de los dioses y de los héroes, que las abrazan y las cubren de besos, que digo yo, que hacen sus delicias y las admiran como si fueran el cerebro de Júpiter, olvidando mientras que son cristianos y que la verdad es una y simple.

En efecto, estos personajes y sus ciencias no recibirán de nosotros el oscurecimiento sino más bien la ilustración de su nombre.

Y si lo que decimos no es de su gusto y, en lugar de calumniarnos, quieren extirpar las tinieblas de su espíritu, pondremos nuestra energía en suministrarles todo esto impidiéndoles procurarnos aquello. No pienso que un ciego pueda emitir un juicio correcto sobre los colores. Si se pone a discursar de los colores le interesa más guardar silencio que arriesgarse a hacer el ridículo lanzándose a disputar sobre ello.

El que quiera criticar estos arcanos está invitado a conocerlos antes de enarbolar su censura. En cuanto a nosotros si los hemos penetrado, tanto con el espíritu como con la mano, no nos corresponde glorificarnos sino depositar en Dios un sacrificio de alabanza (del que éste es una muestra) y de haberlo hecho recordar en beneficio de los hombres de buena voluntad.

Sin embargo hubiera sido un trabajo voluminoso, a causa de la dignidad y la amplitud de la materia, desarrollar tantas formas y tan diferentes, destejer lo que durante tantos siglos y escritos han tejido, para llegar a tallarlo todo a la perfección; digo que hubiera sido una inmensa tarea que habría sufrido por su propia masa. Es por lo que hemos seleccionado los temas a tratar. Sólo hemos escogido algunos, los más principales, los que más sobresalen de todos los relatos alegóricos de los poetas, de todas sus ficciones y las fabulosas historias de los dioses y los héroes. No trataremos de ello con un estilo agudo y copioso como otros acostumbran a hacer. No, nuestro estilo será común y adaptado más bien a la cosa que a las palabras; y será sucinto.

Así en este segundo libro trataremos de la expedición de los griegos a la conquista del toisón de oro conducidos por Jasón, de las manzanas de oro de las Hespérides y de los otros testimonios de oro.

En el tercero se tratará la genealogía dorada de los dioses y diosas así como de ciertos héroes engendrados por estas ramas brotando del árbol de oro.

El cuarto tratará de las fiestas y de los misterios sagrados de Grecia, así como de los concursos y juegos organizados por los mismos autores y con la misma intención: la del arte químico.

En el quinto libro hablaremos de los trabajos de Hércules.

Y en el sexto y último libro entregaremos lo que trata del asedio a Troya, de su caída, de los personajes y sus búsquedas concernientes a este tema. Lo haremos lo más breve posible y con toda la perspicacia de la que seremos capaces.

Una vez comprendido esto y partiendo de ello mismo se podrá establecer un juicio parecido sobre los otros temas no abordados aquí. Cada uno podrá hacerlo por sí mismo en tanto que esos temas se relacionen con estas alegorías.

III. LA ALEGORÍA DEL TOISÓN DE ORO

Orfeo fue el creador de la religión entre los griegos. Fue el inventor y heraldo de la alegoría del toisón de oro que se había de conquistar en Cólquide. La ha imaginado con una singular sutilidad y lo ha hecho con una intención y un objetivo totalmente idénticos a aquellos escritos tan numerosos que se han publicado en una época más reciente respecto a un objetivo parecido, es decir, para que se encuentre en ello un doble sentido, uno superficial y el otro oculto.

El superficial es aquel que sigue la letra y es histórico o, si no sigue totalmente la letra, expone las cosas comunes y vulgares. Dicho de otra manera, las costumbres o las realidades naturales.

Contrariamente, el oculto concierne a la esencia interna; da a entender a los sabios los secretos alejados del conocimiento del vulgo y los oculta a aquellos que tienen menor genio.

Este autor también ha escrito en verso otras obras que él mismo nombra en las Argonáuticas, y que prueban el alto grado de su genio y de su enseñanza. Entre estas obras destaca un Libro de las piedras donde describe perfectamente el antro de Mercurio de donde se deben extraer bienes de toda clase; lo hace con tal arte que todos aquellos que se han sonado la nariz y no están abrumados por un resfriado pueden olfatear de qué antro de Mercurio se trata y qué sujeto quiere dar a entender en las Argonáuticas.

En cuanto a nosotros vamos a recorrer toda la línea de su relato, después añadiremos a todo ello observaciones así como concordancias de la naturaleza y de los autores.

I. EL RELATO DEL MITO

El padre de Jasón era Esón y su abuelo Creteo y su bisabuelo Eolo y su tatarabuelo Júpiter. Su madre era Polimeda, hija de Autólico. Pues Neptuno había tenido un hijo, Pelías, de Tirro hija de Salmoneo que había sido educado por su tío Creteo, hermano de Salmoneo. Este hijo (Pelías) había obtenido la ciudad de Yolcos después de que Creteo la hubiera fundado.[6] Pelías echó a Esón cuyo hijo (Jasón) fue confiado a Quirón para que lo educara. Este Quirón era hijo de Saturno y de la ninfa Filira. Instruyó a Jasón enseñándole el arte de cuidarse y los refinamientos de la vida civilizada

Se convirtió en un joven muy erudito en las costumbres corteses, Jasón fue a la corte de Pelías. Pero cuanto más sobresalía en todas las virtudes, menos conseguía ganarse el afecto de Pelías que no lo observaba nunca sin recelo.

Para tener un pretexto honorable de poner a Jasón ante graves peligros e incluso ante la misma muerte, Pelías le confió una misión que sólo podía convenir a un joven de una fuerte y singular alma: que le trajera de Cólquide el célebre toisón de oro tras haber superado los peligros que ello comportaba. La orden parecía dura y difícil de realizar pero esto aumentó el coraje a Jasón pues esta tarea que se le encomendaba no provenía de una temeridad propia sino de una orden exterior a la que hubiera sido nefasto negarse a obedecer.

Se procuró, pues, todo el material necesario para el viaje y se embarcó hacia Cólquide con cincuenta compañeros que lo tenían casi como un retoño de los dioses. Su barco era la nave Argo, fabricada según el consejo de Palas. Poseía un mástil locuaz de roble proveniente de la selva de Dódona.

Jasón largó amarras y primeramente llegó a Lemnos para volverse propicio a Vulcano; después abordó en Marsias, en Cio, en Iberia, en Bebricia y en las Sirtes de Libia donde, puesto que la naturaleza de las Sirtes[7] les impedía navegar, transportaron la nave Argo sobre las espaldas durante doce días a través de los desiertos de Libia, hasta que el doceavo día volvieron a encontrar el mar y la descargaron.

Después fueron a parar a Eurípilo, un hijo de Neptuno que les hizo un presente: un terrón de tierra de donde, una vez disuelto en agua, Medea sacaría numerosos vaticinios para continuar.

Después llegaron a casa de Fineo, un adivino ciego que había sido infectado por las Harpías y que fue liberado por los hijos de Bóreas. Este Fineo por muy ciego que fuera según los ojos del cuerpo tenía un espíritu penetrante y poderoso. Mostró a los Argonautas todo el plan de su trayecto: primero les sería preciso pasar por las rocas Ciáneas, que algunos han llamado Simplégades, es decir, “rocas que chocan entre sí”. De allí salía un enorme fuego cuyo peligro explorarían enviando primero una paloma.

Después dejarían la Bitinia para navegar pasando por la isla de Tinia, las Mariandinas, Aquerusia, la ciudad de Enetés, Carambis, Hails, Iris, Temiscira, Capadocia, las Calibes y otros muchos lugares.

Finalmente llegarían a Fase (una rivera que se adentra a través de la tierra de Circe), y al toisón de oro. Jasón con sus compañeros se dirigirían hacia Aetes, rey de Cólquide, que los recibió liberalmente. Cuando Jasón le expuso lo que buscaba el rey le respondió que concedería este toisón de oro emplazado en el centro de todo, como palma, en tanto que lo obtuviera Marte y arte, “por el hierro y por el arte”.[8]

Los peligros que debían afrontar parecían insuperables. Pero la hija del mismo Aetes, Medea, lo conminó a tener buen coraje y durante la noche le dio bálsamos cuya eficacia estaba asegurada. Estas substancias bien administradas debían ayudarle a escapar de todos los peligros. Su espera no fue decepcionada. El toisón de oro estaba en el sagrado bosque de Marte, suspendido en un jardín rodeado de sólidos muros. La entrada estaba protegida por unos guardianes muy vigilantes: unos toros muy feroces cuyas patas eran de bronce, y un dragón de largos dientes.

He aquí la condición que le era impuesta: primero matar al dragón y arrancarle los dientes; después poner a los toros bajo un yugo, labrar la tierra y sembrar los dientes del dragón y desembarazarse del grupo de guerreros armados que súbitamente aparecerían.

Una vez cumplido todo esto, el toisón de oro debería serle otorgado. En caso contrario el vencido debería encontrar la muerte. Pero Medea había dado a Jasón cuatro especies de droga.

Primero un ungüento con el que debía untarse el cuerpo. Esto debería hacerle escapar sin ser herido por el veneno y el fuego de los toros.

Después una especie de substancia soporífera que echándola en la garganta del dragón debía dormirlo y hacerlo caer a tierra.

En tercer lugar cierta agua limpia destinada a extinguir fácilmente el fuego de los toros.

En cuarto lugar una imagen del Sol y la Luna fabricada de una peculiar manera y le sería suficiente llevarla colocada en el cuello para que todo lo que intentara tuviera éxito.

Con estas protecciones bien usadas podría enfrentarse al combate el día siguiente. Se precisa una gran habilidad para apagar a este dragón pues escupe sin cesar su veneno mezclado con fuego. Ya había matado a todos los que le habían atacado. Pero Jasón estaba untado del ungüento en cuestión y estaba protegido con esta imagen suspendida de su cuello. Lanzó en la garganta abierta del dragón esta narcótica materia que le hizo perder el conocimiento. Este cayó en un sueño leteo y todo su cuerpo se empezó a inflar. Jasón le cortó la cabeza con su espada y le arrancó los dientes.

Después fue hacia los bueyes que tenía que domar. Pero estos inmediatamente se pusieron a cornear y a lanzar sobre Jasón una lluvia de fuego. Este se retiró un poco tras un árbol y los roció en la garganta con el agua muy clara. Entonces quedaron como pasmados manteniéndose derechos y domados. Y así pudo ponerles el yugo en el cuello.

Se puso a remover la tierra y a sembrar los dientes del dragón como si fueran semillas. Pero a penas fue recubierta de tierra esta simiente, nacieron unos guerreros armados en igual número que los dientes sembrados. Estos se arrojaron sobre Jasón. El cual, según la lección de Medea, se apartó un poco de su vista y desde lejos golpeó a uno de ellos con una piedra. La víctima pensó qu había sido su vecino quien le había golpeado y lo perforó con su pequeña lanza. Otro quiso vengar este asesinato y lo mató, y así sucesivamente. Así sucedió con todos los demás hasta el último.

Hecho esto ya no había nada que le impidiera arrebatar el toisón de oro. Jasón se apoderó de él y volvió sano y salvo a la patria, acompañado de Medea.

Este es, pues, un breve relato de la gesta de Jasón de la que hace mención, después de Orfeo, Apolonio entre los griegos y Valerio Flaco entre los romanos por no citar a otros numerosos autores.[9] Otros añaden a esta salida y a este retorno muchas circunstancias que no vale la pena anexar aquí.

Entre algunos autores se encuentra cómo Medea despedazó a su hermano Absirto cerca de las islas Absírtidas y devolvió la juventud a Esón, padre de Jasón. También se lee allí cómo Jasón cumplió sus hazañas y terminó por morir aplastado bajo la nave Argo durante su sueño.

Así mismo se aprende cómo Frixo (del cual Frigia habría tomado su nombre) fue transportado por un carnero desde el Helesponto y llegó a Cólquide. Sacrificó este carnero a Mercurio y suspendió su piel en el sagrado bosque de Marte. Es este Mercurio quien doró esta piel que tantas gentes buscaron en vano.

1. ESTE RELATO ES UNA ALEGORÍA

Pero vayamos ahora a los elementos que se presentan como más destacables de lo que se ha relatado hasta aquí. Examinemos primero lo que otros han explicado de ello:

Muchos, los más simples, estiman que estos acontecimientos han pasado realmente tal cual; que Jasón ha sido enviado, ha partido, ha combatido con los monstruos y ha vuelto a su casa tras haberlos vencido. Por el toisón de oro ellos entienden los carneros vivos, ya sea de color oro o bien que hayan sido dorados. O también que estos no sean carneros sino minerales cargados de oro que tenían la costumbre de limpiar en las pieles de carnero. O bien que sea un libro fabricado con la piel de carnero (al que han llamado pergamino) en el cual habría escrito el artificio químico para fabricar oro por medio del arte.

· Otros admiten que estos acontecimientos son fabulosos pero los decantan hacia yo no se que doctrina moral, como si se hubiera fabricado de tales aventuras y de tan enormes envolturas para las costumbres, para lo que esta historia podía serles útil.

· También hay otros que toman todo esto como jeroglíficos y alegorías y que lo aplican no a la moral ni a la física vulgar, sino a los arcanos más ocultos de la naturaleza que contienen y envuelven la piedra filosofal así como el medio y el arte de elaborarla, como una nuez recubre su núcleo con sus cortezas. Hay por ejemplo para confirmarlo, o bien para el juicio de otros, y es admisible que los centenares de partidarios de la química atestiguan la misma cosa; un muy acerbo y aborrecedor de este arte, Natali Conti. Dice:

Ha habido en ello para pensar que las hazañas de Jasón durante su expedición naval son las transformaciones de los cuerpos químicos y que el toisón de oro que es conseguido con tantas penas es lo que se llama la piedra de los filósofos que termina por tener casi tantas mutaciones como estos cuerpos.[10]

Influenciados por el prejuicio de unos y otros no vamos a creer de ante mano una cosa u otra, o negar esto o aquello. ¡No! vamos a pesar la opinión de cada uno en la balanza de la razón y la experiencia para llegar finalmente al equilibrio de la verdad.

Aquellos que suponen la historia como primer grado, los que piensan que Jasón hizo el viaje y volvió, que reciban a guisa de respuesta lo que sigue.

Los lugares en los que tales héroes son censados, por haber estado allí, existen en la realidad. Lugares estables, y no en movimiento como es el caso de otros emplazamientos, están afectados de alegorías que por el hecho en sí parecerían menos fabulosas. Se ve en todas las ficciones, o en casi todas, que tienen lugar en Frigia, Cólquide, Delos, Chipre, Rodas, etc.

Efectivamente, si se contara una fábula no desarrollada en un lugar conocido, perdería toda credibilidad y traicionaría sobre todo su cualidad de fabulosa

Por el contrario, el tiempo, las personas y las aventuras que se relatan, así como las otras circunstancias de la expedición de Jasón de ninguna manera cuadran con la verdad.

Si se analiza el tiempo es indefinido y realmente no es circunscrito por ninguno de los autores contemporáneos a los hechos. Esto se puede ver entre los historiadores. No se me escapa el hecho de que este tiempo esté indicado con precisión en las cronologías y las colecciones de historias, pero ello se basa en el hecho de que Troya habría sido destruida trescientos años antes de la fundación de Roma y que la expedición de Jasón ha precedido a la caída de Troya unos cien años, puesto que los hijos de los Argonautas han participado en la guerra de Troya. Pero tanto la una como la otra son más supuestas que probadas; esto se verá más extensamente en el apartado “Troya”.

Y si se nos permite concluyamos directamente con los personajes, pues sin autor un acontecimiento no tiene lugar y una vez quitados los personajes la misma aventura queda suprimida. Pues es así para todos estos Argonautas. Si son personajes de ficción, como los personajes de comedias o de tragedias, o como sucede en el poema de Amadís[11] (que no tiene ni pies ni cabeza y que produce y establece continuamente una serie de hechos sacados de hechos, personajes sacados de personajes y ficciones sacadas de ficciones), si verdaderamente todas estas gentes, o casi todos, tienen su origen en dioses que jamás han sido ni dioses ni hombres ¿cómo pueden ser verdaderos los hechos contados como habiendo sido realizados por ellos?

Y admitamos que se quiera poner a estos personajes de alguna manera fuera de causa ¿cómo entonces Hércules que se dice que vivió en tiempo de Osiris en Egipto durante la partida de Osiris por su supuesto periplo por Egipto, ya que las fábulas pretenden que esto se remonta a veinte mil años atrás, cómo ha podido participar en la expedición de los Argonautas? Y si se hace distinción entre varios Hércules (así como entre varios Saturnos, Soles, Apolos, Mercurios y otros de este género) digo yo ¿cómo Pólux estuvo entre los Argonautas, mientras que Helena que salió del mismo huevo que él estuvo en la guerra de Troya?

Probadme que estos son dioses y no podré contradeciros; pero si son hombres, su longevidad parece exagerada. En efecto, Helena, por quien toda Grecia se ha implicado en la guerra porque se negaba a su devolución, sería una desdentada vieja de ciento veinte años mínimo. Esto es de una coherencia tan grande como la de los granos de arena llevados por el viento.

Si se consideran los hechos como históricos se podrá convencer de ello a los niños pero no a los hombres.

Que existen toros que vomitan fuego, que un puñado de hombres nace súbitamente de la tierra creciendo más rápido que los champiñones o los pepinos, un grupo de soldados que golpeados por una sola piedra se reducen todos a un solo hombre. ¿Qué decir de un dragón siempre despierto, presentado como hijo de Tifón y Equidna? ¿Qué decir de sus dientes sembrados en tierra? De las drogas de Medea y de sus consejos y del resto ¿qué diremos? ¿Haremos historia de todo esto? Seguramente sería una bobada; como esos carneros que tenían la lana de oro o cetrino (amarillo) o que esta lana habría sido dorada la cual Jasón habría conseguido al precio de tantas pruebas.

Los que, como Estrabón, en su Geografía, han visto en ello minas de oro, están más cerca de la cosa.[12]

Aún están más cerca los que han interpretado este toisón como un libro o un pergamino que contenía la crisopeya. Es el caso de Suidas.[13] Pero por estos objetivos nadie debería someterse a peligros tan grandes y tan dispares y no necesitarían las drogas de Medea; y Jasón que significa “médico” y que ha sido instruido por Quirón en “la experiencia manual”[14] no habría sido requerido para ello, más bien habría convenido otro; y en ese caso Medea no habría devuelto la juventud a Esón.

He aquí el porqué sólo nos queda aplicar toda la cosa desde principio a fin a la interpretación alegórica.

Primeramente y propiamente hablando no se puede aplicar para las costumbres a menos que queramos ser dementes o acusar de locura a aquellos que han forjado tales enormidades teniendo como objetivo las buenas costumbres.

· En segundo lugar no somos contrarios a que se puedan llevar estas leyendas, así como otras, no a las operaciones de física conocidas por los rústicos, sino a aquellas que son propias de los filósofos y que son tan secretas, es decir, evidentemente a la medicina de oro cuya acción proviene del medicamento de oro del alma y del cuerpo.

Y en esto tenemos el consenso de aquellos que nos han precedido (como Aloysio Marliano en un volumen entero publicado con el título de El Toisón de oro, así como de aquellos que han acumulado tantos tratados sobre el arte de la alquimia y los han editado en alemán en muchos tomos bajo el mismo título;[15] así como otros muchos que omitimos aquí por falta de lugar. Nos acompañan también todos aquellos de los que no citamos sus escritos y que pasan y son usados habitualmente de mano en mano.

2. EL MITO PERTENECE A LA MEDICINA FILOSÓFICA

Ahora vamos a poner en evidencia la pertenencia a la medicina filosófica de dicha expedición de Jasón, con sus peligros, sus aventuras, sus personajes y todas sus circunstancias. Pues es a esta y no a otra a la que ella se refiere. A ningún otro que al sublime artificio químico y al arcano muy secreto que ha pasado de los egipcios a los griegos y que es descrito bajo esta bella alegoría.

¿Quién es Jasón? Su cualidad está indicada por su nombre, su educación, su raza y sus realizaciones. Su nombre indica a un médico, άπό τοί ιασθαι, es decir, que proviene del verbo “curar”. Pues ϊασις es el “arte de curar”.

No es suficiente con afirmar que Jasón no ha sido cirujano y que no ha ejercido la medicina, como hacen algunos que se apoyan en este argumento para aplicar su historia a las costumbres. Incluso si no ha sido médico o cirujano (puesto que Jasón mismo jamás ha existido realmente) se figura o se presupone que lo es o que lo ha sido. En efecto, con el nombre, todos los presagios convienen.[16]

Es educado por Quirón que lo instruye en la medicina. Este mismo Quirón también ha dado la erudición a Hércules y a Aquiles, jóvenes héroes de una sola cualidad nativa y de una sola familia, uno ha salido invicto de la guerra de Troya, el otro muy apto para domar a los monstruos.

Así Jasón ha adquirido en casa de Quirón la experiencia manual y en casa de Medea el consejo y la teoría perfecta necesaria para el acabamiento de la obra.

De donde se presenta una observación que merece la atención: todo tratamiento manual, sea el que sea, recibido de Quirón en la búsqueda de esta obra, debe estar precedida de una perfecta teoría, destilada por Medea, pues la teoría perfecta precede a la práctica perfecta y no a la inversa. Pero la teoría perfecta es precedida de numerosos errores. En efecto, estos son en el arte como los maestros que ponen los castigos. No obstante se reconocen sus errores en una práctica ensayada y repetida a menudo, y así parece que la enseñanza de Quirón precede a los consejos muy perfectos de Medea y que estos a su vez coordinan y disponen los trabajos del artista.

La raza de Jasón proviene de la genealogía de los dioses: su bisabuelo paterno es Júpiter; su madre es Polimeda como si se le imputara ser de gran intención.[17] Ella es hija de Autólico y desciende de Sísifo, Eolo y Júpiter.

Así pues, si se suprime a Eolo y a Júpiter, la raza de Jasón no parte de nadie. Y si Quirón no ha existido jamás, Jasón no lo ha podido tener como preceptor. Pues Quirón no ha existido si Saturno transformado en bestia, en caballo, no se ha acoplado con la ninfa Fílira, o si él mismo no ha existido jamás.

Medea misma, la mujer de Jasón, es nieta del Sol y de Océano. Ha tenido por padre a Aetes que saca su nombre de un destello,[18] y cuyas hermanas son Pasifae, esposa de Minos, que puso en el mundo al Minotauro, y Circe que con su veneno transforma a los hombres en bestias.

Su madre Idyie, llamada así a partir del verbo “conocer”.[19] En efecto, el conocimiento es la madre de la intención.

Así con tales parientes convenía a Jasón tener a tal maestro y a tal esposa, y él futuro médico y muy sutil investigador de las cosas naturales.

Vayamos ahora a sus realizaciones, las que acabamos de examinar. Se han escogido para él cincuenta compañeros de viaje, casi todos nacidos de los dioses. Pero ¿por qué? ¿Sería quizás porque aquella época producía dioses? No lo creo. Más bien es porque le ha placido al poeta Orfeo atribuir tan altos parientes a sus Argonautas para que no parezcan nacidos de un lugar humilde sino de una familia de oro. Como todos tienen como ancestros ya sea a Eolo o Júpiter o Mercurio u otros dioses y diosas, o ninfas ¿quién no los reconocería como verdaderos? Entre los paganos hubiera sido nefasto negar a los dioses, mientras que entre nosotros está permitido y así añadimos que los Argonautas no tuvieron ni dioses ni hombres como antepasados. Jasón, Hércules, Hilas, Aetalis, Augias, Calais, Cástor, Cefeo, Íficles, Esón, Linceo, Meleagro, Mopso, Peleo, Pólux, Telamón, Zeteo y los otros no han existido.

La nave Argo, el primer navío como es llamado, está fabricada con roble de Dódona que daba oráculos. Tenía, pues, un mástil locuaz que predecía el porvenir.

He aquí lo que merece consideración: primeramente que esta nave había sido construida por la pluma poética y fatídica de Orfeo.

Después se ha de observar que se ha fabricado bajo el consejo de Palas, es decir de la sabiduría.

En tercer lugar que una masa tan grande ha podido ser transportada a través de los desiertos de Libia durante doce largos días.

En cuarto lugar que ha sido gobernada únicamente por la cítara y el canto de Orfeo.

En quinto lugar, desplomándose de vieja, aplastó a Jasón que dormía debajo.

Y en sexto lugar ha sido devuelta a las estrellas donde todavía se la ve.

Cada uno de estos detalles describe claramente de qué género fue este navío. Ciertamente es fabricado por Orfeo, y con razón inscrito entre los astros en eterna memoria de la cosa.

Ocurren muchos acontecimientos en el transcurso de esta expedición. Pero ¿por qué Jasón el médico comienza por alcanzar Lemnos? ¡Ah, bien! Se añade: esto es para apaciguar a Vulcano mediante un sacrificio. Así, se ve que todo el problema concierne a Vulcano más que a nadie. Las Sirtes y las sirenas, Escila y Caribdis, así como las móviles rocas Ciáneas, son los peligros del mar y se dice que los han pasado de largo en la travesía gracias a Orfeo que tocaba la cítara. Es Tritón quien les enseñó por cual pacto podrían ser salvados. El ciego adivino Fineo les describió la vía. Mopso, Idmón y Anfíarao, también adivinos, formaron parte de los compañeros.

¿Por qué Eurípilo, hijo de Neptuno, ofreció un terrón de tierra? Es porque la tierra filosófica, dada como presente a un huésped, incluso si es de poco precio, no se ha de despreciar.

Ella es dada por el hijo de Neptuno pues es lo que conviene; en efecto, del agua se hace una tierra.

¿Qué ha predicho Medea a partir de este terrón disuelto en el agua? Ha anunciado de qué naturaleza sería el retorno a la patria, si era preciso estar conforme a las esperanzas o no, y cuál sería el resultado de la obra. Pues si no se hace una tierra del agua y de nuevo un agua de la tierra, se trabaja en vano.

Medea pues, es decir, la razón o el excelente consejo, debía predecir muchas cosas a partir de la disolución de la tierra en agua. Se añade que no solamente Eurípilo, el hijo de Neptuno, ha dado este don a los Argonautas, sino que otro hijo de Neptuno, Eufemo, lo ha recibido y conservado. En efecto, la natura guía a la natura y ella se regocija de una naturaleza semejante a ella.

Igualmente, no es sin razón que Fineo estubiera infectado por las Harpías, de las que sólo pudo ser liberado por los hijos de Bóreas, lo que se realizó igualmente: Calais y Zetes, hijos de Bóreas cazaron a las Harpías. Basilio Valentín da testimonio de ello:

Pues un viento doble debe venir, llamado Vulturnus, y después uno simple llamado Noto. Soplarán impetuosamente desde el Oriente y del Sur. Cuando su movimiento cesará de manera que el aire se haga agua, tendrás una audaz confianza en que lo corporal se hará a partir de lo espiritual.[20]

Entonces las Harpías serán cazadas, es decir, que las partes volátiles cesarán de volar.

También es memorable el hecho de que se haya de pasar por delante de las rocas Ciáneas[21] llamadas Simplégades o “piedras concurrentes”. Hay dos pero están consideradas como una sola. En efecto, sin haber visto estas rocas no se puede alcanzar el objetivo fijado, estas que son uno en esencia pero dos en cálculo.

Es preciso explorar su peligro enviando una paloma, pues hacían salir llamas de fuego. Así sucede también en la obra filosófica: se envía una paloma blanca que enseña a evitar todo peligro. Pues la blancura no permite huir a los espíritus y anuncia un dichoso resultado en la obra.

Pero finalmente ¿cuál fue el objetivo a alcanzar? Es el Fase, el río aurífero, del hebreo פז que significa “oro”, y la Escitia, una colonia egipcia sobre la que reinaba Aetes, rey de Cólquide.

Se dice que fueron recibidos con benevolencia por los hijos de Frixo y que fueron conducidos a Aetes. Este había nacido del Sol y tomado como esposa a una hija de Océano de la cual había nacido Medea.

Así, es el hijo del Sol quien posee este tesoro. ¡Nada sorprendente! Puesto que los lugares cercanos al Sol resplandecen de minerales aptos para la medicina.

Se promete un toisón de oro, pero a condición de superar los peligros. Muchos ya habían sucumbido vista la amplitud de los peligros: se debía matar a un dragón que siempre estaba despierto y era tan grande como un navío de cincuenta remos. He aquí la obra, he aquí la labor.[22] ¿Quién atacaría a una bestia tan grande sin contar con el arte divino de Palas y el consejo de Medea? No creo necesario citar todos los pasajes o a todos los autores que ponen en escena a nuestro gran dragón, ¡son numerosísimos!

Véase como ejemplo de ello a Llull que dice:

De estas tres cosas, hijo mío, extraerás el gran dragón que es el comienzo radical y principal de una firme alteración.[23]

Igualmente:

Y por esta razón es preciso decir alegóricamente que el gran dragón es los cuatro elementos etc.[24]

Y también:

En este licor es donde se rectifica el gran dragón.[25]

El mismo dice:

Y en todas las cosas habita el dragón, es decir, el fuego, en el cual se encuentra nuestra piedra aérea. Esta propiedad está en todos los compuestos del mundo.[26]

Y:

En el hediondo menstruo hay un fuego contra natura que transmuta toda nuestra piedra en un cierto dragón, fuerte, escrofuloso, que embaraza e impregna a su madre.[27]

Así mismo, y a menudo, otros han señalado un dragón que sólo muere cuando es matado por su hermano o su hermana. Se trata pues, de un dragón siempre despierto que se ha de adormecer y alcanzar echando una materia narcótica en su garganta. Es venenoso; su soplo es mortal pues lanza fuego y es por eso que se ha de temer tocarlo. Amenaza con sus muy afilados dientes de los que debe ser desarmado. Pero Jasón, el médico filosófico, ha recibido de Medea, es decir, de la razón, ayudas muy eficaces: las imágenes del Sol y la Luna que debía llevar en el cuello, un ungüento apirético con el cual debía untarse y una liba[28] soporífera con agua muy limpia, o leche de virgen, apartando todo incendio y apagándolo. Armado con estos remedios vence al dragón y le extrae los dientes.

Verdaderamente alguna cosa llega en esta medicina. En efecto, es necesario poseer la simiente de nuestra futura cosecha que deberá ser sembrada en su propia tierra y que seguidamente dará su fruto. Y esta simiente, mediante el arte, debe ser extraída del dragón como los dientes.

Una vez obtenido esto, Jasón vino a los toros que debía domar. Lo que se comprende por los toros ya lo hemos mencionado en la sección “jeroglífico de Apis”. Es, en efecto, el verdadero sujeto de la medicina de oro sin el cual nada se hace, incluso habiéndose apoderado de los dientes del dragón. Es preciso pues, domar a estos furiosos toros que vomitan fuego y ponerlos bajo el yugo.[29]

¿Qué más nos hace falta? La simiente preparada anteriormente es entregada a su tierra por estos toros y la tierra es cavada suficientemente. Entonces es apropiada y está dispuesta para producir frutos. Para subyugar a los bueyes Jasón utilizó las mismas ayudas que para vencer al dragón.

Pero el remedio más potente ha sido esta especie de pentáculo con la imagen del Sol y la Luna que, gracias a cierta fuerza y propiedad oculta, ha aportado un antídoto al veneno de tan grandes monstruos. Aquel que lo pueda adquirir, que no dude de su victoria. Los filósofos en sus libros enseñan cómo se puede conseguir cuando hablan del Sol y la Luna, de su conjunción, y de su disolución natural en las substancias radicales de su naturaleza, es decir, en la reducción a primera materia.

Estas doctrinas se encuentran por todas partes, es por lo que no las vamos a repetir aquí.

Una vez confiada la simiente a la tierra, he aquí que nacen unos hombres armados. ¿Qué significa este prodigio? Esto es porque en tanto la mixtión no esté terminada, las dos cosas dotadas de fuerzas contrarias están tumultuosas y disputan entre ellas; toman las armas, pues como deduce Empedocles[30], es de la lucha y la amistad que provienen todo comienzo de generación y corrupción.

Se les golpea no con madera o con hierro, sino con una piedra, pues la fuerza particular de la piedra es la que golpea desde lejos. Así, las armas de estos seres nacidos de la tierra, las vuelve contra ellos mismos hasta que caen por su propio y mutuo combate, es decir, hasta que cesan las subidas y los descensos de nuestros vapores y que en el fondo del vaso no permanece más que una sola substancia inmutable y fija.

Una vez obtenido esto nada impide a Jasón disfrutar del pretendido toisón de oro.

Pero ¿qué es este toisón de oro? Es la piedra filosófica, la suprema medicina de los cuerpos humanos. En efecto, la medicina no se preocupa de cuidar los metales.

Mercurio es el que dora esta piel arrancada al carnero que había traído Frixo a Cólquide. Unos estiman que era blanca, otros que púrpura. Pero es más verosímil que al principio haya sido blanca y después púrpura, puesto que ha sido dorada por Mercurio. Pues en estos dos colores es donde está toda la intención de la obra.

Virgilio también menciona este combate de Jasón en las Geórgicas, cuando canta:

Estos lugares no los han cavado los toros soplando fuego para los dientes de una inhumana hidra, y su recolecta no está llena de cascos y apretadas lanzas.[31]

Se dice que este toisón está suspendido en el sagrado bosque de Marte puesto que consagrado a Marte, obtiene la solidez de Marte y la constancia en el fuego.

3. EL RETORNO DE LOS ARGONAUTAS

Para el retorno se relatan acontecimientos de toda clase: Medea habría despedazado a su hermano Absirto y habría echado sus diferentes pedazos sobre las rocas. Ya hemos dicho que Tifón había hecho lo mismo con su hermano Osiris: lo había dividido en partes que su hermana y esposa Isis habría reunido de nuevo. Aquí es el padre quien es forzado a reunir los miembros de su hijo. En los dos casos, la razón es la misma. Pues todo es uno.

Los antiguos autores toman estas hazañas de Jasón como hechos reales, en la medida de lo que concierne a su religión. Su refutación no podría hacerse sin provocar la ruina de tal religión. Estos autores, digo yo, se enredan increíblemente para borrar de la ruta toda falsedad cuando escriben sobre el retorno de los Argonautas, y lo hacen de manera disparatada.

Herodoto, por ejemplo, cuenta en sus Argonáuticas que han vuelto de Cólquide por la misma ruta marina que en la ida.[32]

Hecateo de Mileto, señala que han pasado del río Fase al Océano, de allí al Nilo, y de allí al mar Tirreno por el que han vuelo a su patria.

Artemidoro de Éfeso[33] pretende que ellos mienten puesto que el Fase no desemboca en el Océano.

Otros tienen una opinión totalmente diferente del retorno…

Todo esto muestra que la fábula, como si fuera un hambriento pulpo que se come a sí mismo, se expone como un pájaro bobo a la risa de los inteligentes. Que se callen, pues, estos escribanos paganos, historiadores, poetas, por numerosos que sean y que cesen de predicar a sus dioses y a sus héroes que nosotros, cristianos, no los reconocemos ni como dioses ni como hombres, no solamente gracias a nuestra muy sólida fe, sino también gracias a las operaciones de la naturaleza y a las circunstancias del arte. Que se callen también, entre los modernos, todos estos inconsiderados que, aún pretendiendo ser cristianos, atribuyen en su tácita complicidad con los paganos a los personajes nacidos de los dioses o a sus descendientes hechos tan asombrosos como increíbles. Que cesen de osar militar para ellos y de hacerlos campeones como si se tratara de artículos de la santa fe.

Según algunos, tras haber cumplido todo y superado todos los peligros en Cólquide, los Argonautas han navegado primero en el Danubio inferior y por allí han pasado al Adriático, sobre todo por allí donde los Antiguos invocaban a Saturno, donde Absirto fue hecho trozos. Después fueron los huéspedes de Alcinoo. Privados de sus adivinos Mopso y Canto que habían muerto, dudaban de su navegación y de su salvación, pero enseñados por Tritón aprendieron por qué condiciones podrían ser salvados.

Después de esto navegaron por Creta donde Talos (hombre de bronce que tenía los pies tan rápidos que cada día daba tres veces la vuelta a la isla llevando los decretos de Júpiter) les interrumpió el viaje. Se desembarazaron de él gracias a un veneno cuyo secreto poseía Medea y llegaron a Egino y de allí a Tesalia.

Y así llegaron, según se dice, a la patria, y esto habría durado doce meses.

Lo que se dice de su pasaje por el Danubio hacia el Adriático también es todo tan fabuloso como cuando se cree que pasaron del Fase al Océano, después al Nilo y seguidamente al mar Tirreno, o bien que hayan llevado su nave a pié durante tan largo trayecto hasta que encontraron un mar navegable. Pues el Danubio no proviene del Adriático sino de la Selva Negra de donde se dirige hacia el Adriático por las más altas cimas montañosas de Europa, de manera que habría sido difícil para los Argonautas llevar su nave hasta allí.

A continuación, que Medea haya persuadido a las hijas del rey Pelias para que estrangularan a su padre con la promesa de que ello le devolvería la juventud, y que lo habría abandonado una vez estrangulado, que no obstante había rejuvenecido a Esón, padre de Jasón, tras haberlo cocido; todo esto es relatado tanto por los unos como por los otros. Incluso hay una versión en la que sería el mismo Jasón envejecido el que habría sido rejuvenecido. Así se expresa el que ha compuesto los Retornos:

Ella misma supo cazar la vejez por su celo, desde que hubo cocido numerosas drogas en las marmitas de oro.[34]

Esquilo se expresa de la misma forma en las Nodrizas de Baco[35] diciendo que las nodrizas habían sido cocidas al mismo tiempo que estos hombres siendo así rejuvenecidas por la misma persona. Por otro lado se relata el mismo tipo de cosa de Dionisos y de Osiris, que es el mismo.

Cuando un viejo rejuvenece en la obra de esta medicina, los autores dan testimonio de ello en muchos lugares, sobre todo Balgo que dice en la Turba:

Toma este árbol blanco, constrúyele una casa redonda, tenebrosa y rodeada de rocío, y mete a un hombre de gran edad, de cien años; cierra la casa por miedo que el viento los pudiera alcanzar. Después abandónalos en su casa durante ochenta días. Lo voy a decir en verdad: este viejo no cesará de comer del fruto del árbol hasta que se vuelva joven. Oh, admirable Naturaleza que ha transformado el alma de este viejo en cuerpo juvenil. Y el padre se ha vuelto hijo. Bendito sea Dios el Creador excelente.[36]

Es sorprendente que el tiempo de una navegación tan célebre no haya durado más de doce meses puesto que en el tiempo de Salomón, cuando se decidió a viajar hasta la India, ello le duró dos años. No obstante esto concuerda totalmente con la obra filosófica por lo tanto el resto pasa bien.

Leemos también que la credulidad pagana también ha erigido a Jasón templos por todas partes, principalmente en Abderia, patria de Demócrito.

El resto de la historia, la unión de Jasón con Glauca, hija del rey de Corinto, Creón, la venganza de Medea contra su ribal, el destino de Jasón, etc., estos elementos recibirán un abundante esclarecimiento de lo que ya se ha dicho e ilustrado.

IV. LAS MANZANAS DE ORO DE LAS HESPÉRIDES

Pero como el interés de Orfeo, autor de esta alegoría, es puesto sobre las manzanas de oro de las Hespérides (visto que entre los Griegos μῆλα έκ τοῦ significa también “carneros de oro” así como “manzanas de oro”) para nuestra instrucción pondremos algunas consideraciones sobre el sujeto en cuestión.

En el tiempo de Orfeo estas manzanas de oro eran muy célebres; ellas ilustran una gran parte de la medicina de oro.

Entre los trabajos impuestos a Hércules por Euristeo en virtud de un inevitable destino, se cuenta el que debía ir a coger las manzanas de oro en el jardín de las Hespérides.

La cosa era muy difícil de cumplir y todos aquellos que hasta entonces lo habían intententado, poniendo vanamente en peligro sus vidas, habían abandonado desesperados. Ello parece convenir nada más que a Hércules, el domador de monstruos. Además no le estaba permitido a Hércules rechazar esta carga impuesta considerada como muy difícil y casi imposible para las fuerzas humanas. Hablaremos de ello más extensamente en el artículo “los Trabajos de Hércules”.

1. EL ORIGEN DE LAS MANZANAS DE ORO Y LA INTERVENCIÓN DE HÉRCULES

Los especialistas en las alegorías egipcias cuentan que en el momento del casamiento con Júpiter, Juno había aportado como dote unos árboles que daban manzanas de oro. Júpiter las consideró con gran aprecio y los quiso conservar eternamente en un lugar muy seguro. Entonces los confió a la vigilancia de un dragón siempre vigilante, entre las ninfas Hespérides, hijas de Hespero, hermano de Atlas. Según algunos se trataba de Egle, Aretusa y Hespertusa.

El dragón que montaba guardia día y noche era hijo de Tifón y Equidna. Poseía cien cabezas y utilizaba diferentes voces.

Otros añaden que Atlas había rodeado toalmente de montañas estos jardines que se encontraban en la extremidad de Etiopía no lejos del valle de Lixo en Mauritania. Temis le habría anunciado mediante un oráculo que un día un hijo de Júpiter vendría a coger las manzanas de oro.

Virgilio también hace mención de ello:

Hay un lugar, término del país de los etíopes, cerca de los confines del Océano y del ocaso del Sol, donde el inmenso Atlante hace girar sobre sus hombros el eje del cielo tachonado de ardientes estrellas. De allí ha venido y se me ha presentado una sacerdotisa de la nación Masilia, antigua custodia del templo de las Hespérides, que guardaba en el árbol los sagrados ramos y daba al dragón manjares.[37]

Así se entregó a Hércules la misión de robar estas manzanas de oro. Permaneció largo tiempo en la duda sin saber en qué lugar estaban. Se dirigió a ver a las ninfas de Júpiter y Témis que habitaban cerca del Eridano, en una gruta. Ellas le dieron los indicios. Le indicaron que debía ir a consultar a Nereo al respecto. Hércules interrogó a Nereo que le indicó que debía ir a Prometeo. Éste le previno de lo que debía hacer: que enviara en su lugar a Atlas a la conquista de las manzanas y que él sostuviera el cielo hasta el retorno de Atlas.

Pero otros son del parecer que Hércules mismo partió hacia allí tras su conversación con Prometeo. Tras haber aniquilado al dragón se habría apoderado de las manzanas de oro y las habría llevado ante Euristeo.

2. LAS EXPLICACIONES ALEGÓRICAS NO SON SATISFACTORIAS

Esta alegoría, por muy agradable de oír que sea, ha sido pensada más bien para otros oídos que para los oídos ociosos. Si ha derivado de los tiempos más antiguos hasta nuestra época, es porque ha afectado más a los espíritus ingeniosos que a los sentidos de la voluptuosidad.

En efecto, ¿Qué hay de más agradable que el oro? ¿Qué de más delicioso que las manzanas? ¿Qué de más bello que los jardines? Aunque se oyera decir que las manzanas de oro nacían en los árboles, se querrían aprovechar de ello, empujados por un apetito innato. Así la novedad de la cosa ha suscitado no poca admiración de los oyentes y al mismo tiempo ha proporcionado a una gran cantidad de personas la ocasión de escudriñar y preguntarse qué núcleo había oculto bajo una corteza tan preciosa. Efectivamente, la cosa tal como se relata ha sido objeto de muchas interpretaciones entre los paganos. Ellos no lo tomaban al pie de la letra, sino más bien de otra manera.

En sus Cuestiones libias, Aretas es del parecer que estas fueron carneros a los que se les habría llamado dorados. Habrían tenido por pastor a un ser inhumano y rústico. Es lo que ha hecho que se diga que eran guardados por un dragón. Manifiestamente este autor parece haber sido seducido por el vocablo que significa a la vez “manzanas” y “carneros”.

Pericles[38] cuenta la historia de las manzanas de color dorado. Luciano es solidario con él. También hay los versos de Virgilio que dicen:

He enviado diez manzanas de oro, mañana enviaré otras tantas.[39]

Entre los autores más recientes algunos han olfateado la historia bajo estos relatos, es decir, que el color amarillo y dorado de los carneros haría alusión a los dos hermanos Haspero y Atlas.

Otros las aplican a cuestiones astronómicas: las manzanas de oro representarían a las doradas estrellas y el dragón al Sol.

Algunos las acomodan a la ética y a la educación de las costumbres: según ellos los avaros guardarían sus riquezas como estas serpientes montando guardia ante sus manzanas de oro…

Primeramente vamos a dar respuesta a estos y después nuestra interpretación.

Como se han de comprender los sujetos que están ocultos tras sus propias proclamaciones, es curioso que de manzanas Aretas haga ovejas. Es cierto que para los griegos tanto las unas como las otras se dicen μῆλα, pero sus realidades y sus atributos son muy diferentes. Unas llevan lana, quizás dorada. Las otras son de oro y son traídas en árboles.

¿Habría alguna razón para que todos los autores hayan tomado manzanas por carneros o hayan querido entender carneros hablando de manzanas? ¿Habría sido por casualidad que solo un autor haya empleado simplemente este equívoco término, de manera que se ignore si ha entendido por ello manzanas o carneros? ¿Hay muchos que hayan mencionado esta alegoría? Yo cuento una gran cantidad. Es pues, un juego de palabras y una violenta distorsión confundiendo el fruto del árbol con el ganado, incluso si se encuentra que este ganado ha proporcionado la lana de oro, como se ha contado.

Pero entonces esto que añade es totalmente frívolo, que estos carneros hayan tenido un pastor tan inhumano como para que se le haya llamado dragón. ¡Oh, pobres carneros de la lana de oro que debían sufrir a un pastor tan salvaje! Seguramente merecían ser robados por Hércules una vez muerto su pastor. Es pueril creer que un tal pastor ha sido llamado dragón así como que los carneros hayan tenido verdaderamente la lana de oro.

Aquellos que proclaman que eran manzanas pero de color del oro quizás tienen en mente las naranjas o los limones. Pero, primero, este género de fruta no era tan admirable ni tan rara, y siempre ha sido propagada como actualmente en sus regiones natales. Por lo tanto no se ve el por qué se habrían tomado tantas molestias para hacerlas guardar mediante ninfas y un dragón. Y después, se habla de manzanas de oro y no de manzanas que imitan el color del oro.

En cuanto a aquellos que hacen de ello nociones astronómicas injurian al cielo haciendo manzanas de las estrellas y del Sol un dragón. Estos mismos autores representan al cielo por un árbol que un dragón llamado Ladon enlaza, como así lo afirma Apolonio.[40] Y Hércules, dicen, es el Sol cuyos doce trabajos por lo tanto son los doce signos zodiacales. En cuanto el Sol llega las estrellas desaparecen.

He aquí que concuerda muy bien. Pero estos que son de este parecer gorjean y bromean sobre cosas que no han comprendido simulando haberlo hecho. Se volverá sobre ello otra vez.

Así mismo aquellos que creen que la moral ha sido la primera intención de estas ficciones proclaman por ahí no ver nada en los arcanos físicos. En este dominio, incluso si imitamos a Linceo que se dice que penetraba en los interiores de la tierra con su perspicaz vista explorando como cara a cara las riquezas ocultas bajo los cerrojos subterráneos, y en tanto la hija de Saturno no nos lo impida, vamos a dar una explicación de esta alegoría más evidente y más auténtica que los susodichos autores.

3. LA EXPLICACIÓN QUÍMICA EN MEDICINA DE ORO

Más adelante se demostrará que por Hércules, este vencedor que tan bien ha resistido a tantos trabajos, se entiende ante todo al artista de la medicina durante el desarrollo de los trabajos de esta. Entonces, una vez aceptada esta hipótesis (aunque por ello no neguemos que pueda ser útil explorar también el ejemplo de Hércules para inculcar costumbres y virtudes), afirmamos que Atlas, el monte de Mauritania, tan célebre tanto en aquel tiempo como en el presente, ha rodeado realmente el jardín de las ninfas Hespérides, fértil en todo tipo de minas, y que él ha utilizado para la medicina filosófica.

En efecto, Atlas es el hermano de Hespero puesto que está situado, en relación a Egipto y a Grecia, en el declibe de Hespero. De ahí que Mercurio también sea llamado Atlante puesto que algunos estiman que ha sido engendrado en el Atlas.

Respecto a lo que algunos fabulan sobre un Atlas astrónomo que habría inventado la esfera y la habría enseñado a las naciones de Mauritania, no concuerda con la verdad. Y aún peor, otros dicen que ha sido un rey de Mauritania que Perseo habría transformado en la alta montaña mostrándole la cabeza de Medusa.

Se trata pues de ficciones y emblemas de los poetas que les han permitido enmascarar y describir otras cosas más secretas que allí se ocultan.

Si dicen que Atlas era astrónomo es porque desde su cima se puede observar a los astros muy claramente, principalmente porque tanto en África como en Egipto gozan de un cielo claro sin nubes de lluvia. Después porque es de tal altura que su cima parece que está oculta entre las nubes y los astros. Y en tercer lugar porque se piensa que sostiene el cielo con sus espaldas. En efecto, se dice que tiene la forma de una estatua de hombre, levantando su cima como si de una cabeza se tratara.

Este Atlas tiene por hijas a las Pléyades (de una de ellas, Maya, y de Júpiter ha nacido Mercurio; se verá en la genealogía de los dioses). Atlas tuvo como hermano a Hespero. De este nacieron sus tres sobrinas, las Hespérides: Egle, Aretusa y Hespertusa. Por Hespero y sus hijas entendemos esos mismos lugares montañosos de Atlas. En efecto, aunque en la acepción del término Atlas no sea casi más que una montaña, se considera bajo el mismo nombre y en la misma serie a todas las otras montañas adyacentes. Pues Atlas cubre toda el África[41] marítima o casi toda, y en este sentido se comprende allí no una sola montaña sino varios miles. Es lo mismo para Taurus en Asia y los Alpes, los Apeninos y los Pirineos en Europa. Bajo cada uno de estos vocablos se comprenden numerosos montes y colinas. Así entendemos a las Pléyades y las Hespérides que son partes y como hijas propagadas desde estas grandes montañas, abruptas en altitud, que son Atlas y Hespero.

Así Mercurio Nace de Maya y justamente a punto de ser llamado Atlante, y los árboles de las manzanas de oro son guardados por Egle, Aretusa y Hespertusa, de donde viene el nombre de manzanas de las Hespérides.

En cuanto al dragón puesto para su vigilancia, hijo de Tifón y Equidna, la tradición le atribuye cien cabezas. Se lee que estos mismos padres han engendrado una numerosa descendencia, siempre venenosa y monstruosa. Tal como lo era el dragón que estaba junto a la fuente y que fue mortífero para los compañeros de Cadmo, igualmente había otro cerca del toisón de oro, un tercero aquí junto a las manzanas de las Hespérides, y un cuarto junto a los bueyes de Gerión. Así mismo el Cerbero, la Esfinge, la Quimera y los otros monstruos terroríficos y multiformes. Hablaremos de ellos en su lugar.

Tifón indica el espíritu sulfuroso y ardiente, Equidna, la substancia voluble acuosa y fría. De estos dos pululan diversas especies de minerales que los Antiguos siempre han llamado con nombres de monstruos a causa de la variedad de su naturaleza. En lo que concierne a este dragón y su raza, así como el lugar de nacimiento de las manzanas de oro, queda suficientemente claro con lo que hemos dicho.

Vamos a ver ahora de qué naturaleza son estos grandes árboles y sus frutos; algunos físicos están de acuerdo en decir que el árbol es un animal invertido.

Su razonamiento es este: el árbol tiene sus raíces vueltas hacia el centro de la tierra, o dicho de otra manera hacia abajo. Estas raíces corresponden a la boca del animal que está vuelta hacia arriba. Pero si consideramos en el animal el estómago, las venas meseráicas[42] o el hígado, como principio de distribución del alimento para las venas del cuerpo, la cosa es diferente.

Así mismo los minerales, de donde son sacados los metales para convertirse en medicinas útiles para cuidar los cuerpos humanos, reproducen un cierto género de árbol vegetal. En efecto, sus raíces, que son el doble vapor de azufre y plata viva, están suficientemente cerca del centro y de allí, volviéndose hacia lo alto, extienden admirablemente sus venas a través de las rocas y los regueros de la tierra para reproducir realmente, si se pudiera percibir con los ojos, la figura de un gran árbol que hace brotar sus ramas a lo largo y a lo ancho, como resalta de las experiencias de los prospectores.

Y si las cosas suceden así, he aquí que vuelven evidente lo que se ha de comprender por estos árboles portadores de manzanas de oro. Es cierto que no se trata de árboles que crecen al aire, pero estos que brotan bajo tierra, y que llevan las manzanas de oro, con tal que se les distinga, estos árboles son de una cualidad superior a los árboles silvestres. Pues es en esto que reside toda la dificultad, a saber, en escoger aquellos que son idóneos para el arte. Es por lo que Morien, al final de su tratado, añade estas notables palabras:

De esta manera sabe que la más gran raíz de esta obra está en la adquisición de las mejores especies para este magisterio: en efecto, cada mina es de numerosos géneros.[43]

Estos son los árboles minerales que crecen bajo tierra y que casi todos los autores mencionan hablando de la misma cosa bajo palabras siempre diferentes, es decir, tomando los frutos con su árbol y trasplantándolos. Así Flamel dice:

El grano fijo es como una manzana y el mercurio es el árbol. No es necesario, pues, separar el fruto del árbol, pues no puede tomar su alimento de ninguna otra parte. Que sea replantado antes de la ablación del fruto directamente en una tierra más fértil y más noble que dará más alimento en un día que lo que habría proporcionado el campo precedente en cien años a causa de la continua agitación de los vientos. La otra tierra, que está cerca del Sol, hace crecer y vegetar el árbol mediante un continuo rocío y un constante Sol que brilla en el jardín filosófico, por la mañana y por la tarde, durante el día y la noche, y en cada hora sin interrupción; y el árbol en un año es regado y nutrido, con un muy dulce rocío, más que en diez mil años en la tierra precedente.[44]

Grévero también indica este árbol metálico cuyas raíces, dice él, son el mercurio mientras que sus múltiples ramas son metales imperfectos, y en ellas es donde la plata y el oro producen flores y frutos.[45]

No se puede decir nada más evidente para declarar el sujeto del arte y para exponer lo que son las manzanas de oro de las Hespérides y cómo crecen. Esto no debe parecer tan sorprendente como si se tratase de un fenómeno contrario a la naturaleza, cuando todos los días vemos que por el injerto de diversas esencias de árboles en las ramas de los troncos salvajes, o no nobles, se ennoblecen los frutos. Esto manifiesta cuán potente puede ser el arte en los vegetales que son partes heterogéneas y no semejantes.

Por lo tanto en el género mineral sobre todo, que es puramente homogéneo, y por eso mismo, es más razonable y muy conocido por experiencia que eso pueda hacerse mucho más rápida y fácilmente.

Antiguamente ya se sabía que el mismo fenómeno podía producirse en los cuerpos de los animales y del hombre mismo. De cómo una nariz, las orejas y otras partes de este tipo pueden ser rehechas seguramente y restauradas a partir de carne humana viva, hemos sido testimonio ocular de ello cuando hemos conocido personalmente al muy excelente Gaspar Tagliacotius[46] que trabajaba de esta manera.

Se podrían dar aquí infinidad de ejemplos aportando testimonios equivalentes sacados de las operaciones de la naturaleza y del arte, pero hemos estimado que sería en vano, puesto que no son los sentidos de los artesanos que demandan la ayuda de una prueba a la razón, sino a la inversa. Que en esta ocasión este único ejemplo nos sea suficiente: hay lugares que en invierno todo resiste bajo el frío y el hielo. Si a primeros de Diciembre se corta un pequeño retoño de manzano y se pone en agua algunos días en lugares cálidos o calientes, produce hojas y flores cuya belleza y frescor seducen las miradas. Este fenómeno es conocido incluso por las gentes del pueblo. Los filósofos reconocen en estos retoños de árbol la presencia latente de la primera materia.

Ellos juzgan parecidamente a las manzanas de oro contenidas en sus ramas y sus raíces. ¡He aquí suficiente para el que comprende!

O bien, si se quiere, añadiremos un ejemplo más raro de la naturaleza vegetal que podrá ilustrar suficientemente la cosa: hay quienes alrededor del 25 de Noviembre entierran hojas de col en una fosa de un pie y medio de tierra y las dejan allí afuera durante las nieves y los fríos del invierno hasta el 25 de Marzo. Entonces recogen no las hojas de col sino una simiente muy pura; me han asegurado bajo juramento que lo hacen todos los años.

En esta transmutación vemos que sólo por la putrefacción, este vegetal (y se cuenta también de otras plantas) es convertido en su primera materia de donde proviene, o más bien en su última materia hacia la que tiende. Esto también debe producirse, aunque a su manera, en el artificio químico.

De esta manera nuestro árbol de las manzanas de oro se ha dado a conocer suficientemente a aquellos que están dotados de razón, lo mismo que esta alegoría.

4. AQUELLOS A QUIEN HÉRCULES VISITÓ: LAS NINFAS, NEREO Y PROMETEO

En cuanto a Hércules, respecto a este árbol, fue a visitar a las ninfas de Júpiter y Temis que habitaban cerca del Éridan, un río aurífero de Italia, en las grutas subterráneas (es decir, en las minas) y les pidió consejo.

Pero ¿por qué esto? Porque ante todo es preciso consultar las obras de la naturaleza; dicho de otra manera, porque es preciso considerar cómo procede la naturaleza en sus operaciones. Es por lo que en muchos lugares los filósofos, para explorar la verdadera materia, decantan al buscador hacia las obras naturales invitándolo a considerarlas en profundidad, como se puede ver en todas partes entre Géber y los otros.[47]

Estas ninfas que habitan en las grutas, o dicho de otra manera en las minas de oro, envían a Hércules a Nereo. Este, hijo del Mar y de la Tierra, se conocía como un verdadero adivino. Es él quien predijo a Paris los desastres de Troya. Orfeo lo llama el más antiguo de los dioses. Cuando Hércules llegó hasta él, este se escapó tomando diversas formas, pero Hércules no lo soltó hasta que retomó su primera forma y le indicó la cosa.

Él, que había sido educado por las olas, fue padre de cincuenta neréidas y estas hijas iban y venían sobre todo alrededor del carro de Tritón.

Se trata aquí del primer ser que a menudo los filósofos recomiendan buscar, sin el cual la vía o el paso hacia las manzanas de oro no es abierto.

En cuanto a Prometeo llamado así a partir de la palabra προμήθεια, “providencia”, Nereo envía a Hércules a consultarlo. Prometeo es el que hizo bajar el fuego del cielo para los hombres y es considerado como un Titán portador del fuego. Es amigo de Océano, un contemplador de las cosas divinas y ha tenido un altar común con Vulcano y Palas.

Con su consejo, Saturno fue precipitado al Tártaro por Júpiter. En la escapada Saturno se deslizó hasta Italia y allí a casa de Jano que reinaba entonces y que le ofreció una benévola hospitalidad. A cambio él le enseñó una manera racional de vivir y la agricultura de los campos.

Jano lo recompensó por las enseñanzas recibidas confiándole la mitad de su reino; a su partida se imprimieron unas monedas por su ingeniosidad en las que había por un lado un navío y por el otro una efigie con dos caras expresando el gobierno del reino bajo el consejo común de Jano y de Saturno, como así lo relata Ovidio en el libro de los Fastos.[48]

En verdad no dudamos que por Prometeo se expresa la contemplación[49] del espíritu que, en lo que concierne a esta obra, precede sobre el camino. He aquí el por qué había una altar común con Palas y Vulcano y se dice que es justo el hecho de haber dado el consejo a Júpiter de encadenar a su padre y precipitarlo a los infiernos.

En efecto, es por la contemplación del espíritu que todo esto se prevé, es decir, que tras la sombría negrura seguirá la blancura.

Los antiguos historiadores mencionan el reino de Jano y Saturno, pero es según las fábulas de los poetas. Así los gentiles estaban convencidos de que el dios Saturno, hijo del Cielo y de la Tierra, había sido expulsado de su reino por el dios Júpiter y que había soportado bien las pruebas.

Pero todo esto es jeroglífico y estas fábulas han sido fabricadas por los egipcios y los griegos para enrollar lo que querían en esta especie de envolturas.

Por el Jano bicéfalo comprendemos una materia o cosa única, llamada rebis porque contiene dos cosas, o si se prefiere, es la substancia doble mercurial. Que Saturno le sea adjunto y reparta el reino con él tiene una razón de ser que podrá adivinar quien no ignore el motivo por el cual en la Roma antigua se veía a Tritón encima del templo de Saturno.[50] En efecto estas cosas son enigmáticas y un poco oscuras.

Pero ¿por qué la primera moneda fue acuñada bajo los auspicios de Saturno? La razón es evidente: es porque Saturno es el primero de los planetas que lleva las llaves que dan acceso a los tesoros, si se tiene en cuenta su color y su rango.

V. LOS OTROS OBJETOS O MITOS DE ORO

1. LA MONEDA, LA MANZANA DE LA DISCORDIA Y LAS TRES MANZANAS DE ORO DE ATALANTA

La palabra pecunia “moneda” saca su nombre de pecus “pequeño ganado”, no como se ha propagado ordinariamente hasta aquí entre el pueblo, porque se puede comprar con ello un carnero sino porque esta primera moneda imprimida representa, además del navío (es decir, Argo), a un carnero. En efecto, no hay ninguna duda de que esta moneda ha sido la insignia de esta navegación y que contenía la nave y el carnero (pecus) del toisón de oro.

Además de los muchos autores que han mencionado estas manzanas de oro, se podrá leer también a los más recientes, entre ellos a Grévero.[51]

De este mismo jardín de las Hespérides proviene también la manzana de oro de la discordia. Ella ha sido la primera causa de la guerra de Troya. Hablaremos de ello más adelante en el libro VI.

Y sobre todo de allí salen las tres manzanas de oro que Venus habría dado a Hipómenes para echarlas delante de Atalanta. Pues esta joven hija del rey no solo sobrepasaba a las demás por la belleza que había recibido sino que también era célebre en la caza y en la jabalina lo que atraía a muchos pretendientes. Sin embargo su padre Esqueneo no la quería ceder en matrimonio más que a aquel que la venciera en carrera de a pié. En efecto ella era muy ágil. El vencedor recibiría a la joven y si era vencido recibía la muerte.

Muchos intentaron la experiencia sin éxito y encontraron la muerte. Entonces Hipómenes siguiendo el consejo de Venus, quien le había proporcionado las tres manzanas de oro, las lanzó una tras otra ante la joven durante la carrera. Frenada por el deseo de recogerlas perdió la competición y fue dada por esposa a Hipómenes. Este, enamorado, no pudo soportar ningún retraso y se unió a su novia en el templo de la madre de los dioses, lo que provocó la cólera de esta diosa contra él. Por lo que se ganaron ir juntos a la selva bajo una apariencia salvaje: una piel de león.

Por lo demás se dice que Atalanta rivalizó con los hombres en la caza y que fue gratificada por Meleagro por estas victorias y por haber matado un jabalí de un enorme tamaño. Se cuenta también que durante una cacería cerca del Esteteo, el templo de Esculapio, ella tuvo sed. Entonces golpeó la roca con su lanza e hizo brotar una fuente de agua muy fresca.

A menos que se esté más ciego que un topo no hay nadie que no vea que estas fábulas son químicas. Y sin embargo algunos las aplican moralmente a la avaricia, o bien a la asociación de las bodas y el oro. Nosotros no aceptamos estas explicaciones, por lo tanto que no se irriten contra nosotros si las llevamos mediante una justa conversión a una física más oculta que les viene legalmente más apropiada.

Se sabe mediante numerosos testimonios que nuestra materia real es una virgen pero es fugaz y lleva alas en los pies. Evidentemente estos son los talones de Mercurio. Así ella sobrepasa no importa a quien en la carrera a menos que sea tratada con astucia y estratagema.

Y ¿cómo debe hacerse esto? Esta alegoría de los sabios lo indica. Que se tomen, pues, estas manzanas de oro y que se las lance una cerca de la otra y se saldrá victorioso. No hay nada más evidente ni que concuerde más.

Después se unen en el templo de la madre de los dioses en el abrazo del amor. Esto tiene lugar en un conocido vaso, a saber, en una casa de vidrio. Se transforman en leones porque empiezan a volverse de un amarillo oro y a dominar a los otros animales. Entonces fácilmente se hacen presa de las cosas fugaces y las convierten en alimento.

Pero ¿por qué aquellos que son vencidos por la joven encuentran la muerte? Bacaser dice en la Turba:

Nada engendra más dolor en el corazón que el error en este arte. Mientras que alguien piense haberlo hecho, tenerlo puro, no encontrará nada en sus manos.[52]

Ella ha matado un jabalí pues es otra Diana, y hace brotar una fuente de una piedra cerca del templo de Esculapio;[53] esto es porque las muy duras piedras filosóficas dan agua. Así Ripley dice en las Figuras:

Ella ha producido del agua de la tierra y del aceite de una roca dura.[54]

2. LA CIERVA DE LAS ASTAS DE ORO

A estas alegorías debemos añadir también esta cierva destacable por sus astas de oro y las patas de bronce y que fue atrapada por Hércules.

Pero os preguntaréis ¿es necesario algún artificio especial para atrapar a una cierva? Y admitiréis que es bastante infantil el hecho de haber ordenado tal trabajo a un héroe tan reputado por su fuerza, y además que lo haya cumplido.

Estoy de acuerdo; la cosa sería demasiado floja como para que se haya confiado a las letras si no hubiera grandes secretos ocultos bajo esta caza de la cierva. Por otro lado la cierva tenía a la vez astas de oro y patas de bronce, todo ello consagrado a Diana, lo que la volvía inviolable; no es, pues, con flechas o jabalinas, ni con perros que se había de atrapar, sino con la carrera. Pues su sangre se hubiera derramado y esto no era conveniente, pues sus fuerzas se hubieran debilitado o se hubiera apagado totalmente.[55] Es preciso cazarla viva y con toda su salud. Sólo había que fatigarla a base de correr.

Se encontraba sobre el Ménalo, montaña donde el jabalí, el león y otras bestias salvajes de este género pasan su vida. Para atraparla Hércules, enviado por Euristeo para que se la llevara, corrió tras ella durante un año antes de poderla fatigar. Pero ésta agotada, finalmente se refugió en la montaña Artemirio donde fue capturada en el momento en que iba a cruzar la ribera de Ladón, y Hércules la llevó sobre sus espaldas hasta Mecenas. Se dice que Euristeo fue trastornado de tal manera al ver el poder que Hércules tenía que se arregló un tonel de bronce como refugio y no dejaba que Hércules viniera a la ciudad.

En cuanto a la cierva, forma parte de los animales fugaces que tienen la sangre negra y la carne melancólica, lo que los vuelve desde sus nacimientos sujetos al espanto. Si es acosada busca su salvación huyendo y entonces destaca su agilidad. Pero visto que tiene los pies de bronce y las astas de oro, lo que sobrepasa a la naturaleza común de las ciervas, es retenida por este hecho en su huída y esto la retarda de manera que se la puede llegar a fatigar.

En efecto, si en esta materia filosófica fugaz y volátil no hubiera esta luz solar, es decir, un esplendor de oro,[56] no se vería casi nunca que se detuviera o se coagulara. Esto es lo que sobresale en infinidad de testimonios de los filósofos. Así se expresa el Rosario por ejemplo:

La plata viva, por ella misma no tiene ningún valor. Pero cuando es mortificada con su cuerpo oculto, entonces tiene vigor y una vida incorruptible, y este cuerpo es de la naturaleza del Sol.[57]

Y Arnaldo:

En nuestra piedra son el Sol y la Luna en virtud y potencia e igualmente en naturaleza. Si esta no estuviera no se haría ni Sol ni Luna. Pues el Sol y la Luna en nuestra piedra son mejores que los vulgares en su propia naturaleza; en efecto, el Sol y la Luna en nuestra piedra están vivos, mientras que los vulgares están muertos respecto al Sol y la Luna en nuestra piedra. Es por lo que los filósofos han llamado a esta piedra sucesivamente Sol y Luna, pues están en ella potencialmente y no visiblemente, pero sí en virtud y esencia.[58]

De donde algunos de entre los más recientes también han mencionado esta cierva, pero añadiéndole el unicornio:

Los filósofos proclaman con fuerza que dos animales se encuentran en esta selva: uno es apreciable, bello y está alerta, un gran y robusto ciervo; el otro es un unicornio es lo que muestra el filósofo.[59]

Y Basilio Valentín relata que un asno podrido en tierra es transformado en ciervo con los cuernos de oro.[60] Así mismo tiene las patas de bronce resplandecientes y blancas. Esto es porque nuestro magisterio es una cosa cuya cabeza es roja, los ojos negros y los pies blancos. Y es conocido cuán buscado es el bronce filosófico. En efecto, es el fundamento y la base de la obra, de manera que no es inmerecido referirlo a los pies en el animal.

La cierva es consagrada a Diana, porque era costumbre sacrificarle una, como se ve en el sacrificio de Ifigenia. Por lo demás Diana es la naturaleza lunar. En efecto, toda la composición es Sol y Luna.

Es fatigada en la carrera; esto es que la materia está encerrada en su vaso ascendiendo y descendiendo sin poder huir hasta que, como fatigada, permanece en el fondo sin elevarse más, y esto mediante un fuego suficientemente ligero. Pues si fuera un fuego fuerte el animal sería violentado y huiría.

Cansada huyó al monte Artemisio y fue atrapada en la ribera Ladón, porque es preciso que esta virgen permanezca así inviolada pues está consagrada a Diana, llamada Artemisa, como si fuera άεροτέμις, es decir, “hendiendo el aire”, como algunos lo quieren, otros porque restituye a las personas sanas y salvas, según Estrabón.[61]

En cuanto al Ladón, es una ribera de la Arcadia, cuya hija Métope, según la leyenda, habría engendrado a la ninfa Teba estando unida a Asope, un río tebano. Es esta Teba quien ha dado su nombre a la ciudad.

Ladón también es el nombre de la serpiente que guarda las manzanas de oro, como ya se ha dicho. Sea lo que sea a lo que se refiera, el sentido conviene a la cosa. Vive en el Ménalo, un monte de la Arcadia abundante en minerales, de donde provienen los versos melanianos. Esto es porque este lugar era muy celebrado por los poetas.

La cierva es llevada a Mecenas sobre la espalda de Hércules por miedo a que pudiera ser herida. Pero ¿por qué Euristeo fue invadido por tal miedo ante una cierva capturada por Hércules, mientras que a menudo había tenido razón de bestias salvajes mucho más feroces, como un león, un jabalí, una hidra y otros de este género?

Se ve aquí cuanto más grande es vencer arte quam Marte, “por arte que por Marte”, por la lentitud que por la precipitación, por la dulzura que por la violencia.

Se tomó un año entero corriendo en persecución de la bestia, como la medida de la obra así lo exige. Ripley dice:

En efecto, nos tomamos un año entero antes de preparar nuestra cal. Pues nuestra cal no puede ser confeccionada en un espacio de tiempo menor, para que sea capaz de una fusión con un color que no desvanezca.[62]

Para explicar estas fábulas según su capacidad, los mitólogos hacen de Hércules el Sol del cielo, que haciendo su curso durante un año entero, hostigaría yo no se a qué cierva de los cuernos de oro. Pero como se reconoce fácilmente que estas cosas han sido desviadas de su propia naturaleza hacia otra, ni tienen ni procuran la menor utilidad a los espíritus de los lectores o auditores, a parte de las nieblas y tinieblas, que en cierta medida hemos disipado.

3. EL REY MIDAS

También el rey Midas contiene el símbolo del oro, con el deseo de oro que ha tenido. Por haber ofrecido gentilmente un trato de excepción a Sileno, obtuvo de Baco el don de convertir en oro todo lo que tocara; y probablemente habría muerto de hambre si arrepentido de su deseo no hubiera obtenido de nuevo el cese de esta aurificación. El remedio estaba en que se lavara en las aguas del Pactolo tomando ellas mismas esta ictericia y complaciéndose en acarrear granos de oro.

Soberbia fábula y para nada desagradable a los oídos y a los ojos. Puesto que pone en escena el oro suscitando el ardor y la sed de todos, verdaderamente es apta para explicar y refrenar el insaciable apetito de los avaros. Está claro que en cuanto al deseo hay muchos Midas. En lo que concierne a la realización hay muy pocos. Pues desear inmensas riquezas está en la voluntad de cada uno, pero obtenerlas sólo está en el don de Dios.

Pero ¿quién es este dios que otorga un don tan nocivo al demandante? Es un dios artificial y jeroglífico y no aquel que lo es verdaderamente, y que se le dice Dios, el que nos da como un padre a sus pequeños niños bienes que son más útiles que agradables.

En efecto, Baco, es decir Dionisos y Osiris, es el primero de los dioses de oro y es este quien otorgaría un tan gran don. Pero conviene acoger[63] con benevolencia a su maestro o compañero Sileno que va sentado sobre un asno con el lomo encorvado. Aunque los niños se burlen del anciano este posee más en lo que esconde que en lo que promete a primera vista. De ahí viene que el buen discurso de Alcibíades sobre los silenos se extienda sobre Sócrastes[64] que era muy deforme en el exterior pero reputado como muy bello en el interior. En efecto, un señor de buena raza a veces permanece en una vil familia y un espíritu pulido por las letras en un cuerpo cargado de harapos y de años. Y por Sileno, así como por el resto, Pan y los sátiros, compañeros de viaje de Baco, es decir, de Osiris, no se entiende otra cosa que el estado vil y silvestre, o dicho de otra manera grosero, de la materia filosófica.

Si se le trata con humanidad y dulzura lo que sigue al instante es el dios de la potestad de oro, Baco, que compensa esta gracia con una gracia múltiple.

He aquí lo que indica el deseo de Midas. Lo que se comprende de ello es propiamente la fuerza aurífera impresa en su sujeto. Es inmensa y siempre multiplicable en tanto que esta virtud no sea refrenada y apagada en su propia agua.

Los filósofos tratan de ello en numerosos lugares y el primero Llull donde dice entre otras cosas:

Y cuando la pone en la particular forma del azufre, es decir, en la de un polvo sutil, entonces demuestra que posee una gran ignición. Y por lo tanto no debes menospreciarla sino honrarla más ya que esta llega al término de una simple ignición por la discreción de un operador sabio en la doctrina que el arte añade en la substancia multiplicativa.[65]

4. LA EDAD DE ORO, LA LLUVIA DE ORO Y OTROS.

Ahora vamos a añadir otros asuntos del oro en la Antigüedad. Son los símbolos y los jeroglíficos que jamás han existido en la realidad natural pero que han sido inventados por los artistas y los poetas para permitirles ilustrar otras realidades. Hay, por ejemplo, la edad de oro, la lluvia de oro, la cosecha de oro y otras historias del mismo género.

A propósito de la edad de oro, es admitido que ha tenido lugar en cierta época bajo el reinado de Saturno; la edad de plata bajo el de Júpiter; y después tuvieron lugar la edad de bronce y la edad de hierro bajo el de los otros.

Pero si Saturno no ha sido ni dios, ni rey e incluso ni hombre, no ha habido ninguna edad de oro. Y si ha habido un rey Saturno, ¿ese periodo de oro ha tenido lugar bajo su reinado y no durante el de Júpiter? Podría ser, ya que Júpiter habría sido impío emasculando a su padre y además fue adúltero y homicida.

Pero ¿no nos presenta la fábula a Saturno como a tal, pues él también castró a su padre Cielo, tuvo a su hermana Rea como esposa y a Filira como manceba, sin contar las otras, y que devoró a sus propios hijos? Sin embargo en lugar de Júpiter se tragó una roca, es decir, una piedra que finalmente vomitó no pudiéndola digerir. Y esta piedra, como Hesiodo la llama, ha sido emplazada en el monte Helicón como monumento para los mortales.[66]

Para ver y tocar esta piedra es por lo que tantos antiguos poetas han imaginado las historias sobre este Helicón al que se ha de trepar, pues es en su cima donde se ha de obtener la sabiduría, en la fuente de las Musas.

De lo que se ha dicho anteriormente se deduce claramente que Saturno jamás ha reinado con Jano, como han creído y figurado los paganos, pues eso les permitía probar a los otros que ellos tenían su origen en los dioses.

Sin embargo que la impresión de las primeras monedas sea fruto de su obra, es verosímil como se ha dicho más arriba. Pero nosotros sabemos que si se dice que la edad de oro pasó bajo Saturno es porque el comienzo de todos los dioses de oro parte de Saturno. Esta edad de oro depende de su genitor.

También sucede a menudo que los poetas y los otros autores mencionan una lluvia de oro que no la admiten metafóricamente como la edad de oro, sino propiamente como si hubiera tenido lugar realmente. Efectivamente, cuentan que mientras el Sol se acoplaba con Venus en la isla de Rodas cayó una lluvia de oro, y que de este comercio más tarde nació un niño: Rodo. Se debería perdonar a los poetas esta licencia si los historiadores no afirmaran la misma historia. Por ejemplo Estrabón que escribe:

Llovió oro en la isla de Rodas, cuando Minerva nació de la cabeza de Júpiter.[67]

Podemos leer por todas partes en las historias que han llovido piedras, trigo, ranas, sangre, bichejos, insectos, y otros monstruos transgrediendo el orden de la naturaleza. Se hacen muchos esfuerzos para dar a cada uno de estos hechos causas físicas, como si arrebatados en los aires por la fuerza de los vientos o de los rayos solares y siendo allí concretizados y engendrados, ya sea por su simiente propia o bien por la facultad de la materia, estos fenómenos después fueran proyectados hacia abajo. A decir verdad, incluso si leemos esto del oro y de su generación en el aire no añadiremos a ello fe.

Por el contrario, que haya habido en ciertos momentos lluvias milagrosas por el mandato de Dios, como en el tiempo de Moisés en Egipto,[68] y que mediante fuerza mágica haya sucedido y aún pueda suceder como entonces, no hay ninguna duda, puesto que la experiencia da testimonio de ello en todo tiempo y lugar. Pero que las lluvias de oro hayan caído en Rodas, podría tenerse por cierto si se demostrara que han sido enviadas por un hado divino y milagroso.[69] Pero como añade que esto ha sucedido en el momento en el que el Sol se acoplaba con Venus y en el que Palas nacía escapándose de la cabeza de Júpiter, reconocemos perfectamente en ello una alegoría, es decir, una fábula.

Los paganos no ponían en duda ni cuestionaban cosas tan prodigiosas e increíbles pues creían que eran posibles gracias a sus dioses, y puesto que pensaban que el Sol era un dios y Venus una diosa, estimaban que lo que debía nacer de ellos sólo podía ser divino. Además se da el mismo caso en el nacimiento de Palas.

Nosotros lo sabemos; así como hay una alegoría tras todos estos dioses, también la hay bajo esta lluvia de oro que cae cuando se acoplan o en el momento de su nacimiento. Pues si el Sol filosófico se acopla con una muy bella mujer, Venus, de ello nace Rodo que es buscado por miles de personas y encontrado por muy pocos. Y mientras, proviene una lluvia de oro, puesto que el oro se mezcla con el oro, la tierra foliada con su agua y el Sol con Venus. El bebé es bien rosado, es decir, Rodo, que después de un gran apretón sale a la luz.

Así, se enseña que Palas, diosa de la sabiduría, ha nacido de la cabeza de Júpiter, pero con el hacha de Vulcano como comadrona, y no sin causa, mientras que el oro caía en forma de lluvia en Rodas. En efecto, sin Vulcano como primer instrumento de la obra, la sabiduría del magisterio no se terminaría, es decir, que el conocimiento perfecto de la cosa oculta no se puede poseer sin el tratamiento manual que le abre camino. Pues la ciencia teórica es una virgen perfecta que únicamente nace de la cabeza de Júpiter como de su germen, sin mezclarse con las artes vulcanianas o de los herreros. Por lo que esta misma Palas ha rechazado virilmente a Vulcano que intentaba violentarla. De esta disputa tiene su origen Erictonio.

Se figura que una lluvia de este mismo género, es decir de oro, descendió hasta el seno de Danae, y fue de tal manera eficaz que de ello nació el muy vigoroso héroe Perseo que, de adulto, robó la fuerza petrificante de Medusa infringiéndole la pena capital. De la sangre de esta, que se derramaba gota a gota, nació Crisaor, el padre de Gerión el de los tres pies. De todo esto habla suficientemente la tradición en su lugar.

Entre tanto pasamos de largo por otros innumerables temas que llevan el rasgo de nuestro sujeto, entre los cuales la cosecha de oro que, según se dice, se recolectó en Crotone después de que Pitágoras hubiera enseñado los misterios secretos de su filosofía, así como los Versos de oro del mismo Pitágoras, que aún existen actualmente.

Hay también la corona de oro llevada por él en la cabeza ante todos (probablemente delante de los reyes de muchas naciones). Pero de todo esto se trata más extensamente en otro lugar…

Abordemos ahora la genealogía dorada de los dioses que describimos en el libro siguiente.

FIN DEL SEGUNDO LIBRO



[1] . Juego de palabras entre numinibus, “divinidades”, y nominibus, “nombres”.

[2] . Herodoto, Historias, II, 4.

[3]. Diodoro de Sicilia, Biblioteca histórica, I, 96, 1-6. Cf. Homero, Odisea, XXIV, 1-2.

[4] . Hermesianax de Colofón, poeta griego del siglo III antes de J. C.

[5] . Aristarco fue un célebre revisor literato de los poemas homéricos.

[6] . Pues Creteo debería haberla cedido a su hijo Esón, padre de Jasón, y no a Pelías hijo de su sobrina.

[7] . Las Sirtes son unos escollos arenosos entre Cartago y Cirene.

[8] . Dicho de otra manera: por el coraje y por la astucia.

[9] . Como Orfeo, Apolonio de Rodas y Valerio Flaco han escrito las Argonáuticas.

[10] . Natali Conti, Mitología, VI, 8. En el transcurso de todo el libro original latín frecuentemente se encuentra en el margen un resumen de los temas, según el uso de la época. Traduciremos las notas más significativas. Aquí está escrito: ¿Porqué Natali Conti no ha rechazado esta opinión como había hecho anteriormente la mayoría de veces? ¿Quizás porque ella es muy evidente? La respuesta es que no hay nada de histórico bajo el toisón de oro.

[11] . Amadís de Gaula: romance de caballería español publicado en 1508. El caballero Amadís es el modelo de Don Quijote.

[12] . Cj. Estrabón, Geografía, XI, 2, 19.

[13] . Autor de un léxico griego (hacia el 1000 d. J. C.)

[14] . Quirón proviene del griego χειρ “mano”. Cf. la palabra χειρουργία “cirugía” “práctica manual”.

[15] . Citemos a Trismosín, Siebmacher y Augurelle.

[16] . Extraordinario juego de palabras en latín: Cum nomine enim omina conveniut omnia. Se nos perdonará no poder traducir dignamente un tal aforismo.

[17] . Polimeda, del griego πολίς “mucho” y μήδομαί “meditar” “imaginar” “tramar”.

[18] . Aetes, del griego Αιήτης que podría estar emparentado con αϊητος “soplo ruidoso”.

[19] . Ιδυία, “Idyie” del verbo εϊδω “ver” “conocer”.

[20] . Basilio Valentín, Las Doce Llaves de la Filosofía, II, 6; J. Mangin de Richebourg, Bibliothèque des philosophes chimiques, t. II, p. 36 ; J.-J. Manget, Bibliotheca chemica curiosa, t. II, p. 417.

[21] . Ciáneas: en griego κυάνεος significa “de un azul muy sombrío” “cerca del negro”. El choque de estas dos piedras parece producir este espantoso color de bendición. Cf. E. d’Hooghvorst, El Hilo de Penélope, t. I, pp. 34, 65, 178, 242. Añadamos que Michael Maier señala el hecho como memorable. Meditando sobre la página 179 del Hilo de Penélope, se verá que no puede haber en ello una simple coincidencia.

[22] . Cita de Virgilio, Enéida, VI, 129. Se trata del descenso a los infiernos y la subida a los cielos.

[23] . R. Llull, Testamento, “Teoría”, 6 (7); Theatrum chemicum, t. IV, p. 17; J.-J. Manget, Biblioteca chemica curiosa, t. I, p. 714; M. Pereira, B. Spaggiari, Il “Testamentum” alchemico attribuito a Raimondo Lullo, p. 34.

[24] . R. Llull, Testamento, “Teoría”, 10 (11); Theatrum chemicum, t. IV, p. 19; J.-J. Manget, Biblioteca chemica curiosa, t. I, p. 714; M. Pereira, B. Spaggiari, Il “Testamentum” alchemico attribuito a Raimondo Lullo, p. 38.

[25] . R. Llull, Testamento, “Teoría”, 9 (10); Theatrum chemicum, t. IV, p. 18; J.-J. Manget, Biblioteca chemica curiosa, t. I, p. 714; M. Pereira, B. Spaggiari, Il “Testamentum” alchemico attribuito a Raimondo Lullo, p. 38.

[26] . R. Llull, Testamento, “Teoría”, 52 (53); Theatrum chemicum, t. IV, p. 77; J.-J. Manget, Biblioteca chemica curiosa, t. I, p. 739; M. Pereira, B. Spaggiari, Il “Testamentum” alchemico attribuito a Raimondo Lullo, p. 172.

[27] . R. Llull, Testamento, “Teoría”, 54 (55); Theatrum chemicum, t. IV, p. 79; J.-J. Manget, Biblioteca chemica curiosa, t. I, p. 740; M. Pereira, B. Spaggiari, Il “Testamentum” alchemico attribuito a Raimondo Lullo, p. 178.

[28] . Liba: nombre de una medida hebrea. Pero aquí parece que se trate más bien de una libación.

[29] . Cf. Virgilio, Bucólicas, I, 45.

[30] . Empedocles de Agrigente, filósofo griego del siglo V antes de J. C.

[31] . Virgilio, Geórgicas, II, 140-142.

[32] . Pasaje no encontrado en la obra de Herodoto.

[33] . Autor no solamente de la famosa Clave de los Sueños, sino también de una Geografía.

[34] . Retornos, II, 2-3.

[35] . Pieza perdida hoy en día.

[36] . Turba philosophorum; Artis auriferæ, t. I, p. 54. Cf. Turba philosophorum (alterum exemplar), 64; Artis auriferæ, t. I, pp. 128-129; J.-J. Manget, Bibliotheca chemica curiosa, t. I, p. 492. Cf. también La Tourbe des philosophes, “Discurso cincuenta y ocho”, p. 129; Theatrum chemicum, t. V, p. 44; J.-J. Manget, Bibliotheca chemica curiosa, t. I, p. 462.

[37] . Virgilio, Enéida, IV, 480-485.

[38] . Existen tres autores griegos con este nombre, de los siglos VIº y Vº antes de J. C. No tenemos más que fragmentos de ellos.

[39] . Virgilio, Bucólicas, III, 71.

[40] . Apolonio de Rodas, Argonáuticas, IV, 1396-1407.

[41] . Es preciso recordar que para los Antiguos África no es el continente africano sino más bien la costa que empieza desde Cartago.

[42] . Ignoramos de qué se trata. A menos que sean “mesentéricas”…

[43] . Morien de Roma, De la Composición de la alquimia; Artis auriferae, t. II, p. 53; J.-J. Manget, Biblioteca chemica curiosa, t. I, p. 519.

[44] . N. Flamel, El Compendio filosófico; J. Mangin de Richebourg, Bibliothèque des philosophes chymiques, t. I, pp. 432-433.

[45] . Cf. J. Grévérus, Secreto; Theatrum chemicum, t. III, p. 700.

[46] . Gasparo Tagliacozzi (1546-1599); célebre cirujano, profesor en Bolonia, y autor de un tratado de cirugía estética.

[47] . Cf. por ejemplo en Geber, La Suma, I, en el prólogo; J. Mangin de Richebourg, Bibliothèque des philosophes chimiques, t. I, pp. 135-136; J.-J. Manget, Bibliotheca chemica curiosa, t. I, p. 519.

[48] . Cf. Ovidio, Fastos, I, 229-230.

[49] . “Contemplación”: en latín speculatio. Se trata de la contemplación del espejo (speculum) oscuro que después se vuelve luminoso.

[50] . Cf. Macrobio, Saturnales, I, 8, 4: No debo omitir que se ha emplazado a los tritones con trompetas sobre la cima del templo de Saturno, puesto que desde que se hace mención de él hasta nuestra época, la historia es clara y como vista mientras que anteriormente estaba muda, oscura y desconocida, lo que testifican las colas de los tritones enterradas y ocultas en el suelo.

[51] . Cf. J. Gréverus, Secreto; Theatrum chemicum, t. III, pp. 718-720.

[52] . Turba philosophorum; Artis auriferae, t. I, p. 35. Cf. La Tourbe des philosophes. « Discurso treinta y nueve », p. 100 ; Theatrum chemicum, t. V, p. 31 ; J.-J. Manget, Bibliotheca chemica curiosa, t. I, p. 457. Cf. también infla, libro VI, p. 403.

[53] . Esculapio en griego Ασκληπιός, significa: “frescor que impide que los huesos se desequen”. Cf. L. Cattiaux, El Mensaje Reencontrado “Letanías de la Madre y del Hijo”, 4: “Frescor de los huesos”.

[54] . G. Ripley, Las Doce puertas de la alquimia, 3, p. 60; Theatrum chemicum, t. III, p. 805; J.-J. Manget, Biblioteca chemica curiosa, t. II, p. 279.

[55] . “Éteinte” (apagado) en latín extincta; literalmente: “que ha perdido su tintura”.

[56] . “Éclat”, en latín iubar. Es también “Lucifer” (Venus), “esplendor”, “majestad”, “gloria”.

[57] . El Rosario de los filósofos, p. 82; Artis auriferae, t. II, pp. 252-253; J.-J. Manget, Biblioteca chemica curiosa, t. II, p. 96.

[58] . Idem.

[59] . Lambsprinck, Tratado de la piedra filosofal, 3, p. 36; Theatrum chemicum, t. III, p. 767.

[60] . Cf. Basilio Valentín, La Filosofía oculta, 6, p. 127.

[61] . Cf. Estrabón, Geografía, XIV, 1, 6. Αρτεμής significa en efecto “intacto” “sano” “salvo”. En cuanto a la etimología άεροτέμις, “que hiende el aire”, proviene del Περί ‘Αγαλμάτων de Porfirio. Cf. J. Bidez, Vida de Porfirio, apéndices, p. 14*.

[62] . G. Ripley, Las Doce Puertas de la alquimia, 1, p. 49; Theatrum chemicum, t. III, p. 801; J. –J. Maanget, Biblioteca chemica curiosa, t. II, p. 277.

[63] . “Acoger”, en latín excipere: “coger fuera de”, “hacer una excepción”, “recibir como a un huésped excepcional”. E. d’Hooghvorst, El Hilo de Penélope, t. I, p. 108, traduce: “Conviene interpretar con indulgencia este Sileno”. ¡Notable glosa! Todo es cuestión de interpretación, de traducción. Es el papel por excelencia de Hermes. Cf. igualmente F. Rabelais, La vie très horrificque du grand Gargantua, « Prólogo del autor » donde este Sileno es admirablemente dilucidado.

[64] . Cf. Platón, El Banquete, 215 a-b.

[65] . R. Llull, Testamento, “Práctica”, 23 (22);Theatrum chemicum, t. IV, p. 158; J.-J. Manget, Biblioteca chemica curiosa, t.I, p. 772; M. Pereira, B. Spaggiari, Il “Testamemtum” alchemico attribuito a Raimondo Lullo, pp. 350-352.

[66] . Cf. Hesiodo, Teogonía, 497-500.

[67] . Estrabón, Grografía, XIV, 2, 10.

[68] . Cf. Éxodo, IX, 18-33.

[69] . Fatum (hado): “destino divino”.

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