martes, enero 12, 2021

SOBRE "EL ASNO FILOSÓFICO" de Emmanuel d'Hooghvorst y la relación con los Cánopes egipcios.

 

En la excelente obra de Emmanuel d’Hooghvorst, EL HILO DE PENÉLOPE[1], comenta un fresco egipcio donde los personajes que aparecen son Osiris, Set, Serapis, Horus y sus cuatro hijos, que tienen la forma que encarnan los famosos Cánopes o vasos egipcios donde se guardaban las vísceras del difunto. 

EH explica brevemente la historia del desmembramiento de Osiris por parte de Set, su hermano y enemigo, y cómo Isis consigue reencontrarlo, recomponerlo y resucitarlo; luego Horus, el hijo de ambos, vence a Set castrándolo, o sea, anulando su fuerza.

Me ha parecido pertinente poner en paralelo y en relieve a los Cánopes y su contenido, pues es como si éstos contuvieran los miembros y vísceras del hombre, o sea, su interior, donde en realidad reside Osiris en exilio, que una vez recompuesto da a luz, mediante Isis a su hijo Horus el cual vencerá, sin ninguna duda, a la poderosa fuerza de Set.



EH menciona, en el dibujo la presencia de Serapis con cabeza de toro, también Isis, a veces, es representada con cabeza de toro o vaca.







Por su parte, Pernety comenta respecto a los Cánopes: Un Cánope no es otra cosa que la representación del vaso en el que se pone la materia del arte sacerdotal; el cuello del vaso está designado por el de una figura humana, la cabeza y la cobertura muestra la manera en que debe ser sellada y los jeroglíficos que llenan la superficie anuncian a los espectadores las cosas que este vaso contiene y los diferentes cambios de forma, colores y maneras de ser de la materia.



He aquí un fragmento del artículo de E. d’Hooghvorst en EL HILO DE PENÉLOPE, que titula:

SOBRE EL ASNO FILOSÓFICO

 


Observamos en la reproducción del fresco[2] a Set (o Tifón) vencido y atado a la izquierda de un poste en forma de Y; tres puñales han sido clavados en su cuerpo, y ante él se hallan Horus y sus cuatro hijos, con un cuchillo en sendas manos; detrás, a la derecha, se alzan Osiris y Serapis; Set lleva una cabeza de asno.

Se trata de una leyenda muy conocida; sin embargo, la resumiremos:

Set, hermano-enemigo del dios Osiris, tras haberle invitado a un banquete, presentó a los invitados un espléndido sarcófago que iba a regalar –decía- a aquel cuya estatura correspondiera exactamente a las dimensiones de este ataúd. Osiris se acostó en él y al instante, Set cerró la cubierta y arrojó el sarcófago con su contenido al Nilo.

La alusión es clara: Osiris, que representa el Verbo, al querer medir este mundo sublunar fue precipitado en él a consecuencia de una sugerencia de su enemigo. ¿No decía Platón que el logos era la medida de todas las cosas?

La leyenda cuenta luego las largas peregrinaciones de su esposa Isis, quien salió en su búsqueda, y cómo encontró el sarcófago incrustado en el corazón de un sicómoro cerca de Byblos. Aprovechando una ausencia momentánea de Isis, viendo Set que el sarcófago había sido descubierto, despedazó el cuerpo de su enemigo y lo dispersó. Tras una larga búsqueda, Isis consiguió reunir los miembros dispersos de su esposo y resucitarlo. Éste le dio entonces un hijo, Horus, llamado el vengador de su padre. Durante un duelo del que resultó vencedor, Horus consiguió dominar a Set, pero en lugar de matar al vencido, se contentó con castrarlo. La alusión es lo suficientemente clara como para eludir todo comentario.

El asno, es decir Set, representa pues la naturaleza de este mundo. Observemos que de  nature “naturaleza”, se puede sacar por anagrama âne-rut ‘asno en celo’, por lo demás, el asno es conocido por la potencia de sus capacidades genitales.

Seguir a esta naturaleza es acorralarse junto a la casa de un ogro. No obstante, esta materia oscura y caótica de aquí abajo, siempre sometida a la corrupción, no es por ello menos necesaria para permitir el descenso y la manifestación de Osiris.

Se comprenderá pues la mutilación de Set. Castrado, el asno servirá, desde entonces, de vehículo al tesoro de este mundo, pues se encaminará con paso lento pero seguro hacia los senderos pedregosos más difíciles y caminará allí donde el caballo no puede pasar.

Set es, pues, el doble-sentido del mundo, Pero según el significado siniestro, es el mal principio, causa de oscuridad, de rebeldía y de muerte aquí abajo.

 

Pernety también comenta respecto a los Cánopes, como si hablara de su contenido, lo que sucedía en una ciudad dedicada a este dios Cánope:


[…]En una desmbocadura del Nilo había una ciudad con el nombre da Cánope donde este dios tenía un soberbio templo. San Clemente de Alejandría[3] dice que en esta ciudad había una academia de las ciencias, la más célebre de todo Egipto, donde se aprendía toda la teología egipcia y las letras jeroglíficas, allí iniciaban a los sacerdotes en los misterios sagrados y no había otro lugar donde se explicaran con más atención y exactitud, es por esta razón que los griegos hacían frecuentes viajes allí. Sin duda que dando instrucciones sobre el dios Cánope se encontrarían en la necesidad de explicar al mismo tiempo todos los misterios velados bajo la cantidad de jeroglíficos de los que la superficie de este dios estaba llena.

 


 

 

 



[1] .  EL HILO DE PENÉLOPE, de Emmanuel d’Hooghvorst, tomo I, Arola Editors, Tarragona 2000, pg. 309.

[2] . La reproducción de este fresco egipcio se encuentra en E.-A. Wallis Budge, Osiris and egyptian Resurrection, ed. Ph. Lee Warner, Londres, 1911, vol. I, p. 48.

[3] . Clemente de Alejandría, Estromata, 1, 6

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