He aquí otro artículo de este ilustrado autor subido a la
página de ARSGRAVIS. En este caso es un fragmento de su libro LOS AMORES DE LOS
DIOSES, de la editorial Alta Fulla, en el que también cita a Pernety.
Realmente, querido lector, te recomiendo este libro pues: Partiendo de un
riguroso estudio interpretativo de los grabados, el autor se adentra en el
contenido alquímico de las fábulas mitológicas, que es el sentido último que
permite desvelar el secreto que los antiguos poetas ocultaron bajo el velo de las
maravillosas historias que nos cuentan los diferentes amores de los dioses.
MITOLOGÍA: Los amores de los dioses
Raimon Arola
Tres interpretaciones alquímicas de los amores de Júpiter con mujeres de la tierra, extraídas del libro "Los amores de los dioses" y acompañadas por tres pinturas de Correggio (1489- 1534).
Júpiter y Dánae
La leyenda que
narra la concepción de Perseo siempre ha sido considerada por los alquimistas
como una de las más próximas al desarrollo de su arte. La historia es muy
conocida, por ello la resumiremos brevemente: Acrisio, rey de Argos, por un
oráculo tuvo noticia de que su hija Dánae tendría un hijo que sería el causante
de su muerte, para evitar este destino fatal, encierra a su hija en un
subterráneo o en una torre de bronce, según las fuentes, donde ningún varón
pudiera llegar. Sin embargo, Júpiter se enamoró de la joven princesa y se
introdujo en su aposento convertido en lluvia de oro para poder amar a la bella
princesa, de tal unión nació Perseo.
La relación de
la fábula con el lenguaje alquímico parece más que evidente y confirma el
estrecho vínculo entre la mitología y las operaciones de la gran obra. La torre
en la que está encerrada Dánae representa el vaso químico en donde se
desarrollará la conjunción del fijo y el volátil; es decir, de la materia,
representada por Dánae, y de Júpiter, el oro de los Filósofos.
La alquimia es
el conocimiento de los misterios del oro, que primero es espiritual y después
físico. La lluvia de oro es el primer estado del oro, que al unirse con Dánae
se convertirá en el oro físico. Creemos oportuno repetir aquí un fragmento de
un texto del barón d'Hooghvorst que hemos citado en la introducción general:
«El tema de toda Revelación es la gnosis del oro físico, el sol terrestre
[...]. Alcanzar el secreto de la gran obra es meditar largo tiempo, con la
ayuda de Dios, sobre la naturaleza del oro, a fin de saber de dónde viene y
adónde debe ir, según el Arte; ya que el oro tiene un origen y un fin, es
decir, una perfección [...]. Así, pues, nuestro oro puede ser volátil o fijo,
espiritual o corporal» (“El
Hilo de Penélope”).
La leyenda de
Dánae narra en primer lugar el origen espiritual y volátil del oro que es
recibido en el seno de una materia virginal, allí este oro madurará y llegará a
la perfección, que es el hijo del cielo y la tierra.
Júpiter y Leda
Según una
conocida leyenda, Leda era una bella princesa hija de Testio, rey de Etolia, y
esposa de Tindáreo. Un día Júpiter la vio bañándose en el río Eurotas e
inmediatamente fue preso de un intenso amor por ella, como en tantas otras
ocasiones en las que el espíritu universal se siente atraído por la belleza de
los cuerpos. Júpiter le pidió entonces a Venus que se convirtiera en águila y
él tomó la forma de un blanco cisne, el águila simuló estar persiguiendo al
cisne, por lo que éste buscó refugio entre los brazos de la bella princesa con
quien finalmente se unió. A los nueve meses Leda puso dos huevos, de uno nació
Pólux y del otro Cástor, al primero se le considera hijo de Júpiter y por lo
tanto inmortal, mientras que el segundo se dice que era fruto de Tindáreo y en
consecuencia de naturaleza mortal.
La vida de
Cástor y Pólux fue muy agitada y llena de combates, en uno de ellos Cástor fue
muerto por Linceo, pero cuando Pólux lo vio, pidió a su padre Júpiter que
permitiera a su hermanastro compartir la eternidad con él, a lo cual accedió
Júpiter y los catasterizó a ambos en la constelación de los Gemelos o Géminis.
Pero para que
Cástor pudiera ser inmortal Pólux debió bajar a los infiernos y allí recoger a
su hermanastro muerto, tal como lo explica Virgilio: «Pólux recobró a su
hermano, muriendo en su lugar, y anda y desanda tantas veces su camino» (Eneida VI, 121); en la Odisea también leemos una cosa parecida: «en
turno van viviendo y muriendo uno y otro al cambiar de los días y reciben honor
semejante a los dioses»(XI, 302).
Este proceso es
explicado por Boccaccio en los siguientes términos: «mientras uno desciende a
los infiernos, a saber, el que muere primero como mortal, el otro está como
divino entre los dioses, y al revés» (Genealogia
deorum gentilium), es decir, cuando el inmortal
desciende a los infiernos, el mortal, Cástor sube a los cielos.
La alternancia
entre la vida y la muerte de los hijos de Leda, parece enseñar los misterios
profundos de la doble naturaleza del hombre. Una parte, representada por
Cástor, es el hombre carnal, fruto de la caída de los primeros padres, el otro,
Pólux, representa la semilla celeste enterrada en el corazón del hombre. Uno y
otro se necesitan, pues Pólux no puede encarnarse sin Cástor, ya que gracias a
él desciende desde la morada de inmortalidad hasta el oscuro infierno, así
mismo, Cástor no puede divinizarse sin Pólux.
La alternancia
entre la muerte y la vida de estos dos héroes parece señalar también las sucesivas
transmisiones que configuran la auténtica cadena de la tradición.
Júpiter y
Antíope
Las
representaciones de sátiros sorprendiendo a bellas ninfas dormidas son muy
frecuentes tanto en la Antigüedad como en el Renacimiento. Las ninfas
acostumbran a descansar escondidas en lugares frondosos, junto a una fuente o
un río, pues son, según Porfirio, «los poderes que presiden las aguas» (El antro de
las ninfas de la Odisea), pero los sátiros, que simbolizan
las fuerzas del fuego, las buscan, las espían y las descubren para unirse a
ellas.
Gracias a Ovidio
sabemos que «Júpiter, oculto bajo las apariencias de un sátiro, llenó la bella
Nicteide de prole gemela» (Metamorfosis VI, 108). La bella
Nicteide, es decir la hija de Nicteo, es Antíope; de ella dijo Homero:
«gloriosa por haber descansado en los brazos de Júpiter, del cual tuvo dos
hijos, a Zeto y Anfión, los primeros fundadores de Tebas» (Odisea XI, 260). Tradicionalmente
se consideraba que las siete salidas o puertas de Tebas, hechas por Zeto y
Anfión, eran de metal filosófico producido por el Arte alquímico.
Nicteo en griego
deriva de nux, ‘noche,
oscuridad, sombra’, por lo que se entiende que Antíope es la hija de la noche u
oscuridad. Pernety nos ofrece una lectura alquímica de esta etimología al afirmar
que Nicteo significa: «la coagulación de la materia al salir de la
putrefacción, durante la cual esta materia se convierte en negra, y es llamada
noche» (Les fables égyptiennes et grecques dévoilées…). En
este momento del desarrollo de la obra alquímica, la materia sale de la negrura
y se vuelve blanca, entonces está preparada para ser fecundada por el cielo,
por ello Júpiter -representado en el grabado en forma de sátiro- levanta el
vestido de la ninfa, pues desvela la blancura que contiene la materia negra.
Que Júpiter se
esconda bajo las apariencias de un sátiro parece enseñarnos que el alma divina
para unirse a la materia -cuya imagen en este caso es Antíope- necesita de los
espíritus elementales y las fuerzas de la naturaleza, que en los relatos míticos
están representados por los sátiros. El autor de la Concordance
Mytho-Physico-Cabalo-Hermétique escribe
lo siguiente sobre la función de los sátiros como espíritus elementales:
«El alma del
hombre es la pureza por excelencia; el cuerpo material está compuesto por una
pasta terrestre y muy corruptible. Una es una sustancia pensante cuyas
funciones se limitan a la reflexión; el otro es un cuerpo pesado y maquinal
cuyas funciones se limitan a la más perfecta obediencia. Estas cualidades
opuestas nunca hubieran podido formar un todo si un intermediario no las
hubiera acercado. Es la sustancia espiritual [representada según el autor por
los sátiros, faunos y cobales] a la que le está reservado ser el vínculo de
estos dos extremos; sin este cuerpo espiritual que está en medio y que sirve de
envoltura al alma, ésta nunca hubiera podido unirse ni atarse al cuerpo
material a causa del alejamiento y de la oposición de sus principios. Hacía
falta, pues, que para servir de morada a uno y para preservar al otro de la
corrupción, el espíritu tuviera algo de lo terrenal de uno y de lo sutil del
otro».
En la mitología griega los sátiros eran genios espirituales sin
genealogía ni leyendas propias, su cuerpo era medio humano y medio caprino,
para indicar que tenían algo de terrenal y algo de sutil. Los sátiros, al igual
que el dios Pan quien a veces era considerado como su padre, representaban la
naturaleza media de la creación. Alciato dedica uno de sus emblemas a la «La
fuerza de la naturaleza» y la describe de la siguiente manera: «Las gentes
veneran a Pan -es decir la naturaleza de las cosas-, hombre mitad cabrón y dios
mitad hombre. Es hombre hasta el pubis, porque nuestro valor, plantado en el
corazón al nacer, se asienta sublime en lo alto de la cabeza. Desde aquí es
cabrón, porque la naturaleza nos propaga secularmente por medio del coito, como
a las aves, los peces, los brutos y las fieras» (Emblemas).
El hecho de que Júpiter se esconda bajo la
forma de este ser de doble naturaleza parece indicar que la causa primera de la creación no engendra el cosmos
directamente, sino por medio de la naturaleza, lo que durante el Renacimiento
se llamó la causa segunda. Juan Pérez de Moya explica que
los antiguos entendieron por Pan «la causa segunda, obradora de la voluntad divina
de Dios, criada de su divina providencia. […] Dijeron ser hijo de Hermes,
porque por Hermes entendían la voluntad o mente divina, la cual guía el
nacimiento o generación de las cosas» (La filosofía oculta).
2 comentarios:
Artes plásticas, alusion directa a la Gran Obra ( asi con mayùsculas) constituyen un compendio de sabidurìa y belleza digna de disfruta, gracias.
Artes Plàstics, historia y alusion a la Gran Obra, (asi con mayùsculas como debe ser) constituyen un compendio digno de disfrute. Gracias
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