domingo, septiembre 18, 2011

Simbolismo del Templo, de Raimon Arola


Comienzo del prólogo de Juli Peradejordi:

Abordar un simbolismo tan complejo y arquetípico como es el del Templo no resulta tarea fácil. Hacerlo con el ri­gor y la sensibilidad que caracterizan a Raimon Arola no es, en modo alguno, habitual.

El mundo de los símbolos constituye, realmente, un verdadero universo paralelo, en constante interaccióncon el nuestro, omnipresente tanto en el interior como en el exterior del ser humano, en el microcosmos que encar­na como en el macrocosmos que le alberga. Podemos hallar simbología tradicional tanto en los usos y cos­tumbres de todos los pueblos, lo que se ha convenido en llamar su folklore, como en los textos sagrados de las diversas religiones reveladas. Es hacia estos últimos donde preferentemente se ha dirigido Arola, con extraor­dinario olfato, a la hora de elaborar este trabajo.

A medida que avanzamos en el estudio de los símbo­los que aparecen en las Escrituras, vamos descubriendo que, efectivamente, de un modo u otro, casi todos ellos se refieren al Templo o, mejor dicho, vamos comprendiendo que el Templo es uno de esos símbolos fundamentales en torno a los cuales giran de un modo coherente y hasta ordenado, toda una serie de símbolos particulares.

Por otra parte, si entramos en contacto con las abun­dantes obras que, sobre todo dentro del campo del ocultis­mo, pretenden referirse al Templo, nos damos cuenta de que, las más de las veces, no hacen sino dar vueltas a ciegas alrededor de la médula del tema, sin llegar a ro­zarla jamás, desde fuera, de un modo profano y exterior, lo cual, si es considerado a la luz de lo que escribe y, casi, demuestra Arola, resulta completamente contradic­torio.

Porque si hay un símbolo comparable al del Templo, éste es el del corazón y, porque, como el corazón, el Tem­plo es un símbolo del centro, del Paraíso terrestre, de la Tierra Santa, punto de partida de la Tradición, arqueti­po de la interioridad…

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