domingo, agosto 19, 2007

(artículo del traductor) Antíope y Júpiter, o la coagulación de la materia


En el artículo «Antíope» de Pernety, en las Fábulas Egipcias y Griegas,(1) este autor nos da las claves de lectura para una interpretación alquímica de los mitos y sus aventuras, lo que es muy recomendable tener presente en nuestras indagaciones. Aquí lo pongo en relación con el apartado «Júpiter y Antíope» de la obra de Raimon Arola «Los Amores de los Dioses»(2) donde desglosa el mito jupiteriano y sus transformaciones.(3) El fragmento de Pernety que he seleccionado es el siguiente: [...] Homero hace hablar a Ulises en estos términos:(4) Tras aquella vi a Antíope, hija de Asopo, la cual se glorificaba también de haber dormido en los brazos de Júpiter y de haber tenido de este dios dos hijos, Anfión y Zeto, que fueron los primeros en poner los fundamentos de la ciudad de Tebas. Anfión fue puesto bajo la disciplina de Mercurio y allí aprendió a tocar tan perfectamente la lira que, por la dulzura de sus acordes, dulcificaba no sólo la ferocidad de las bestias salvajes y se hacía seguir por ellas sino que incluso daba movimiento a las piedras y las hacía arreglarse a su gusto. Se ha dicho otro tanto de Apolo, cuando construyó los muros de la ciudad de Troya. Orfeo también gobernó la nave Argo al son de su lira y hacía mover las rocas con ella. Veamos cual puede ser el objeto de las alegorías de Antíope y de su hijo Anfión. Algunos dicen que era hija del río Asopo y muchos filósofos llaman a su materia con este mismo nombre, Asopo, otros Adrop, otros Atrop y dicen que se forma en un arroyo, una fuente, un agua, un jugo al cual dan el nombre de jugo de saturnia vegetable.(5) Este jugo se espesa, se coagula, se vuelve sólido, ¿no es entonces esta Antíope? De αντι y de πύς es decir, que no hay más jugo, que está coagulado, que no está fluido. Aquellos que dicen que es Nicteo el padre de Antíope, han tenido el mismo objetivo a la vista, es decir, la coagulación de la materia al salir de la putrefacción, durante la cual la materia se vuelve negra y es llamada noche, tinieblas; pues de νύξ, noche, ha sido hecho Niceto, por lo que se ve que Antíope tiene el mismo carácter que las otras amadas de Júpiter. La metamorfosis de este dios en sátiro está explicada en el artículo de Baco. Cuando se dice que Anfión fue puesto bajo la tutela de Mercurio es porque el mercurio filosófico lo dirige todo en la obra, y la ferocidad de las bestias que él sabe dulcificar se explica de la misma manera que la de los tigres, leones y panteras que acompañaban a Baco en sus viajes. Las piedras que venían a arreglarse en su lugar al son de la lira, son las partes fijas de la piedra volatilizadas, que coagulándose se acercan unas a otras y forman una masa hecha de todas las partes extendidas por aquí y por allá. Las personas figuradas en estas fábulas son todas alegóricas y hacen alusión a la materia, a los colores, a las operaciones, o finalmente al artista mismo de la gran obra. Sería suficiente poner atención al hecho de que en general todo lo que en las fábulas lleva nombre de mujer, chica o ninfa, puede ser explicado del agua mercurial volátil, antes o después de su fijación, y todo lo que allí tiene carácter de hombre debe entenderse de la parte fija, que se une, trabaja (fermenta), se volatiliza con las partes volátiles y se fija finalmente con ellas. Los robos, los raptos, etc., son la volatilización; los matrimonios y las conjunciones de machos y de hembras son la reunión de las partes fijas con las volátiles, el resultado de estas reuniones son los hijos; la muerte de las mujeres normalmente significa la fijación; la de los hombres la disolución del fijo. El mercurio de los filósofos muy a menudo es el héroe de la alegoría, pero entonces el autor de la fábula ha tenido en consideración sus propiedades, en su virtud resolutiva, en cuanto a sus partes volátiles y finalmente a su principio coagulante, cuando se trata de fijar mediante las operaciones. Entonces es un Teseo, un Perseo, un Hércules, un Jasón, etc. Veamos ahora el artículo «Júpiter y Antíope» de «Los Amores de los Dioses», de Raimon Arola, donde, por cierto, también cita este artículo de Pernety: Las representaciones de sátiros –dice Arola– sorprendiendo a bellas ninfas dormidas son muy frecuentes tanto en la antigüedad como en el Renacimiento. Las ninfas acostumbran a descansar escondidas en lugares frondosos, junto a una fuente o un río, pues son, según Porfirio, «los poderes que presiden las aguas»;(6) pero los sátiros, que simbolizan las fuerzas del fuego, las buscan, las espían y las descubren para unirse a ellas. El dibujo de Perino del Vaga representa una de estas imágenes, con la salvedad de que en la parte inferior se observan dos atributos propios de Júpiter: el águila y el haz de rayos con el que juega Cupido, como si fueran sus propias flechas. Gracias a Ovidio sabemos que «Júpiter, oculto bajo las apariencias de sátiro, llenó la bella Nicteide de prole gemela».(7) La bella Nicteide, es decir, la hija de Nicteo, es Antíope; de ella dijo Homero: «gloriosa por haber descansado, a su vez, en los brazos de Júpiter, del cual tuvo dos hijos, Zeto y Anfión, los primeros fundadores de Tebas».(8) Tradicionalmente se consideraba que las siete salidas o puertas de Tebas, hechas por Zeto y Anfión, eran de metal filosófico producido por el Arte alquímico. Nicteo, en griego, deriva de núx , noche, oscuridad, sombra, por lo que se entiende que Antíope es la hija de la noche u oscuridad. Pernety nos ofrece una lectura alquímica de esta etimología al afirmar que Nicteo significa «la coagulación de la materia al salir de la putrefacción, durante la cual esta materia se convierte en negra, y es llamada noche». En este momento del desarrollo de la obra alquímica, la materia sale de la negrura y se vuelve blanca; entonces está preparada para ser fecundada por el cielo, y por ello Júpiter –representado en el grabado en forma de sátiro– levanta el vestido de la ninfa, pues desvela la blancura de la materia negra. Que Júpiter se esconda bajo las apariencias de un sátiro parece enseñarnos que el alma divina, para unirse a la materia –cuya imagen en este caso es Antíope–, necesita de los espíritus elementales y las fuerzas de la naturaleza, que en los relatos míticos están representados por los sátiros. El autor de la Concordancia mito-físico-cábalo-hermética escribe lo siguiente sobre la función de los sátiros como espíritus elementales: El alma del hombre es la pureza por excelencia; el cuerpo material está compuesto por una pasta terrestre y muy corruptible; una es una substancia pensante, cuyas funciones se limitan a la reflexión. El otro es un cuerpo pesado y maquinal, cuyas funciones se limitan a la más perfecta obediencia. Estas cualidades opuestas nunca hubieran podido formar un todo si un intermediario no las hubiera acercado. Es la substancia espiritual [representada según el autor por los sátiros y los faunos] a la que le está reservado el ser el vínculo de estos dos extremos; sin este cuerpo espiritual que está en medio y que sirve de envoltura al alma, ésta nunca hubiera podido unirse ni atarse al cuerpo material a causa del alejamiento y de la oposición de sus principios. Hacía falta, pues, que, para servir de morada a uno y para preservar al otro de la corrupción, el espíritu tuviera algo de lo terrenal de uno y de lo sutil del otro.(9) En la mitología griega, los sátiros eran genios espirituales sin genealogía ni leyendas propias, tenían medio cuerpo humano y medio caprino, para indicar que tenían algo de terrenal y algo de sutil. Los sátiros, al igual que el dios Pan, quien a veces era considerado como su padre, representaban la naturaleza media de la creación. Alciato dedica uno de sus emblemas a «La fuerza de la Naturaleza» y la describe de la siguiente manera: Las gentes veneran a Pan –es decir, la naturaleza de las cosas–, hombre mitad cabrón y dios mitad hombre. Es hombre hasta el pubis, porque nuestro valor, plantado en el corazón al nacer, se asienta sublime en lo alto de la cabeza. Desde aquí es cabrón, porque la Naturaleza nos propaga secularmente por medio del coito, como las aves, los peces, los brutos y las fieras.(10) El hecho de que Júpiter se esconda bajo la forma de este ser de doble naturaleza parece indicar que la causa primera de la creación no engendra el cosmos directamente, sino por medio de la naturaleza, lo que durante el Renacimiento se llamó la causa segunda. Juan Pérez de Moya explica que los antiguos entendieron por Pan: La causa segunda, obradora de la voluntad divina de Dios, criada de su divina providencia. [...] Dijeron ser hijo de Mercurio, porque por Mercurio entendían la voluntad o mente divina, la cual guía el nacimiento o generación de las cosas.(11)

(1) . Véase la entrada al blog Octubre 25, 2006. (2) . Raimon Arola, Los Amores de los Dioses, ed. Alta Fulla, Barcelona 1999, p.58. (3) . Recomendable la visita a http://www.arsgravis.com/ , web de la asignatura de simbolismo, Facultad de Bellas Artes, Universidad de Barcelona, coordinada por el profesor R. Arola y diseñada por http://.nodelobs.com/ . (4) . Homero, Odisea, lib. 11, vers. 159 y ss. (5) . Flamel, Deseo deseable. (6) . Porfirio, El antro de las ninfas de la Odisea, ed. Gredos, Madrid 1989, p. 227. (7) . Ovidio, Metamorfosis, VI, 108. (8) . Homero, Odisea, XI, 260. (9) . Concordancia mito-físico-cábalo-hermética, ed. Obelisco, Barcelona 1985, p. 141. (10) . Alciato, Emblemas, ed. Akal, Madrid 1985, p. 131. (11). J. Pérez de Moya, La Filosofía Secreta, ed. Glosa, Barcelona, 1977, vol. I, p. 54.

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