lunes, julio 02, 2007

(Artículo del traducctor) Referente a Isis y la Negrura (solve et coagula)


En el capítulo “Historia de Isis” Pernety nos aporta la descripción que Apuleyo hace de esta diosa en su obra “El Asno de Oro”,[1] al que remito al lector para que pueda coger la punta de hilo del ovillo que intento desmadejar. Sólo destacaré de esta descripción los detalles de la corona donde dice que: En medio, por delante, aparecía una especie de globo en forma casi de espejo que despedía una luz brillante y plateada como la de la Luna. A la derecha y la izquierda de este globo se levantaban dos ondulantes víboras, como para engarzarlo y sostenerlo y de la base de la corona salían espigas de trigo. Luego un poco más adelante y hablando de la resplandeciente ropa dice que toda ella está cubierta por... una toga destacable por su gran negrura que pasaba desde el hombro izquierdo por debajo del brazo derecho y ondeaba en muchos pliegues descendiendo hasta los pies. En la explicación que Pernety nos da de esta descripción afirma que este relato es una alegoría de la obra: Su corona y los colores del hábito lo indican en general y en particular. Isis pasó por ser la Luna, la Tierra y la Naturaleza. Su corona formada por un globo brillante como la Luna lo anuncia claramente. Las dos serpientes que sostenían este globo son las mismas de las que hemos hablado en el primer capítulo de este libro, explicando el monumento de A. Herenuleio Hermes. El globo también es la misma cosa que el huevo de ese monumento. Veamos qué dice Pernety respecto a dicho monumento, especialmente lo que concierne a las dos serpientes:[2] Las dos serpientes –dice– son los dos principios del arte sacerdotal o hermético uno macho o fuego, tierra fija o azufre, el otro hembra, agua volátil y mercurial, que los dos concurren en la formación y generación de la piedra hermética, que los filósofos llaman huevo y pequeño mundo. [...] También se puede explicar el huevo como el vaso en el cual se forma el huevo, mediante el combate del fijo con el volátil que se reúnen uno y otro formando un todo fijo llamado oro filosófico o sol hermético. [...] La mayoría de filósofos que han tratado esta ciencia han representado sus dos principios bajo el símbolo de dos serpientes. Anteriormente, en el capítulo de “la Historia de Osiris”, ya afirmaba que: los egipcios entendían por Isis y Osiris tanto la sustancia volátil y la sustancia fija de la materia de la obra, como el color blanco y el rojo que toma en las operaciones. Volvamos a la explicación que Pernety da a la descripción de Isis hecha por Apuleyo: Los colores que sobrevienen a esta materia durante las operaciones están expresamente representados en la vestimenta de Isis. Una toga o larga ropa sorprendente por su gran negrura cubre totalmente su cuerpo dejando percibir solamente por lo alto otra ropa de lino fino, primero blanco, después azafranado y finalmente el color del fuego. Los filósofos llaman al color negro el negro más negro que el mismo negro, nigrum nigro nigrius. Homero da un parecido a Tetis cuando se dispone ir a solicitar los favores y la protección de Júpiter para su hijo Aquiles. No había en el mundo, dice este poeta, vestimenta más negra que la suya[3]. El color blanco sucede al negro, el azafranado al blanco y el rojo al azafranado, precisamente como lo relata Apuleyo.[4] Vamos a ver ahora un texto actual en el que se explica la obra a partir del descenso de Ulises a los infiernos con el fin de consultar al ciego Tiresias, ya que es lo que la maga Circe le había recomendado, a fin de que Ulises recibiera consejo del adivino Tiresias. Se trata del capítulo titulado LA NEKUIA O LA EVOCACIÓN DE LOS MUERTOS, del libro EL HILO DE PENÉLOPE de Emmanuel d’Hooghvorst (EH).[5] Tiresias es tebano y EH dice: Tebas tenía siete puertas y estas puertas eran de electrum. Siendo siete el número del alma del mundo o alma creadora, no es difícil sospechar que estas siete puertas no eran más que una, cuyo misterioso electrum era el más bello ornamento. Pero ¿quién era Tiresias y por qué se había quedado ciego? Su leyenda nos ha sido transmitida por Ovidio en el tercer libro de sus Metamorfosis. La citamos íntegramente: [...] Cuentan que casualmente Júpiter, aliviado por el néctar, había dejado de lado sus pesadas preocupaciones y se había entregado a dulces entretenimientos con la despreocupada Juno y había dicho: «Verdaderamente, es mayor vuestro placer que el que corresponde a los varones». Ella lo niega; les pareció bien investigar cuál era la opinión del sabio Tiresias pues este tenía conocimiento de los placeres de ambos sexos. En efecto, con un golpe de bastón había golpeado los cuerpos de dos grandes serpientes que se apareaban en un verde bosque y, convertido de hombre en mujer, ¡oh, hecho admirable!, había vivido siete otoños; en el octavo, vio de nuevo a las mismas y dijo: «Si es tan grande el poder de vuestra herida que cambia la condición del que ha golpeado en lo contrario, también ahora os voy a herir». Golpeadas las mismas serpientes, volvió a su figura anterior y apareció el aspecto con el que había nacido. Tomado por tanto éste como árbitro de la burlesca contienda, confirma las palabras de Júpiter; se dice que la hija de Saturno se enfadó más de los justo y en proporción inversa al motivo, y condenó a una noche eterna los ojos de su juez. Pero el padre todopoderoso, pues no está permitido a ningún dios invalidar las acciones de otro dios, en compensación de la luz de la que había sido privado le concedió el don de conocer el futuro y suavizó el castigo con tal honor.[6] ¿Por qué era necesario que Ulises fuera a consultar el decir de Tiresias? El Hue, uno de los nombres del alma del mundo, ¿no tiene que bajar al infierno mineral para liberar la simiente del oro que se encuentra allí enterrada? Ciertamente el alma del mundo no es otra cosa que el famoso disolvente quymico que tantos buscadores se empeñan vanamente en inventar. Es la sustancia misma del oro que se ha hecho palpable en el electrum; éste es el famoso secreto ancestral, el fundamento de la obra que disuelve el oro vil tan simple y suavemente como el hielo se funde poco a poco en agua templada.[7] [...] En primer lugar se leerá Tiresias el ciego en ese pote que selló Juno, o el aire que fluye en dote de oro. Tengo negrura, dice este pote, pues su contenido no puede ser contemplado antes del tiempo del Arte: éste es el color negro tan descrito en los libros. Sin embargo, es como una mancia ciega, como una pre-dicción, pues en esta admirable conjunción, el discípulo puede contemplar en un relámpago el genio de la Obra La unión de las dos serpientes expresa el solve y el coagula que son como la mujer para el solve, que se convierte en hombre en la coagulación. He aquí a los dos sexos sucesivos de Tiresias; el número siete, como ya lo hemos propuesto, firma la acción creadora del alma del mundo. Añadamos que las serpientes entrelazadas son como la medida dada a lo ilimitado. Dar medida al sin límite es el Arte bajo todas sus formas. Por ejemplo, la palabra da medida y forma al pensamiento... al igual que la pura medida del sueño divino del oro que voló, se fija en un cuerpo admirable y resplandeciente. Es así como el oro vil vuelve a encontrar una naturaleza y un cuerpo celestes. Todo ello se realiza en el atanor donde humeó esta hembra descendida de negro penetrante, purgando el dolo de la edad de hierro. ¡Qué poeta, aquel discípulo del Arte que prepara y dispone este comercio donde Isis y Osiris se conocerán, dos en uno, leído Pan! Es la edad de oro madurando en un pote. Los novios del Arte son, pues, como dos sentidos, el solve y el coagula leídos en uno solo. Sin quymica este oro vil no se regenera. Como puede apreciar el lector sólo un conocedor puede interpretar la cosa de la que hablan los Sabios, y que siempre es la misma, bajo la vestidura de sus textos. Emmanuel d’Hooghvorst nos muestra claramente lo que es este Arte, a partir de Isis, es decir, como él mismo dice en un aforismo: Este libro tiene doble sentido con o sin Isis.[8] Y así lo expresa en un fragmento del tomo dos del Hilo de Penélope:[9] El Gran Arte es una santa aventura conocida en Egipto, tumba de Osiris. Lo que allí se encuentra completamente crudo ha de cocerse en larga paciencia ¿De dónde se saca el mercurio que enciende la mecha del saber? De una negra nube que yerra perdida.
[1] . Apuleyo, Metamorfosis o el Asno de Oro, lib.11 [2] . El lector lo puede encontrar en la primera entrada de Los Jeroglíficos Egipcios. [3] . Este suceso de Tetis y Aquiles será motivo de una comparación más minuciosa en próximos artículos. [4] . Esta sucesión de colores también es confirmada por Louis Cattiaux en el Mensaje Reencontrado, ed. Sirio, o también en Amazón .com, editado por Beyaeditions. Libro IV, versículo 47: El blanco en el negro y el rojo en el blanco, he aquí toda la creación presente. [5] . Emmanuel d’Hoogvorst, El Hilo de Penélope I, Arola Editors, Tarragona 2000, p. 83. [6] . Ovidio, Metamorfosis, III, 318-338. [7] . El Hilo de Penélope I, p.84. [8] . El Hilo de Penélope I, aforismo 104, p. 349. [9] . El Hilo de Penélope II, Arola Editors, Tarragona 2006, p. 19.

1 comentario:

admin. dijo...

Sobre las espigas de trigo: son el resultado de la germinación del oro.

En la Atalanta Fugiens se lee: verás que el oro germina de manera similar al trigo.

Después de que todo ha sido convenientemente limpiado de su negra mugre y brille como un espejo que despedía una luz brillante y plateada como la de la Luna, es necesaria la espera de la germinación del oro y posteriormente encerrarlo herméticamente hasta que Apolo venza a Mercurio o, en otras palabras, el rojo Sol a la plateada Luna.

Te felicito por tu blog y te agradezco el esfuerzo que has realizado.

Saludos,
JJBG