martes, junio 30, 2009

Cánope o el Vaso

He aquí algo de lo que Pernety dice respecto a los Cánopes egipcios:
[…] En efecto, este dios siempre está representado en los monumentos egipcios bajo la forma de un vaso coronado con una cabeza de hombre o de mujer, siempre cubierto y la cobertura atada con una venda, casi como la cobertura de una botella, para impedir que el licor se vierta o se evapore. 

[…] Un Cánope no es otra cosa que la representación del vaso en el que se pone la materia del arte sacerdotal; el cuello del vaso está designado por el de una figura humana, la cabeza y la cobertura muestra la manera en que debe ser sellada y los jeroglíficos que llenan su superficie anuncian a los espectadores las cosas que este vaso contiene y los diferentes cambios de forma, de colores y de maneras de ser de la materia. El vaso del arte –dice Espagnet-[1] debe ser de forma redonda u oval, con un cuello de la altura de un palmo o más, la entrada será estrecha. Los filósofos han hecho de ello un misterio y le han dado diversos nombres. Lo han llamado cucúrbita o vaso ciego, porque se le cierra el ojo con el sello hermético para impedir que nada extraño se introduzca y evitar que los espíritus se evaporen. […] En una desembocadura del Nilo había una ciudad con el nombre de Cánope donde este dios tenía un soberbio templo. San Clemente de Alejandría[2] dice que en esta ciudad había una academia de las ciencias, la más célebre de todo Egipto, donde se aprendía toda la teología egipcia y las letras jeroglíficas, allí iniciaban a los sacerdotes en los misterios sagrados y no había otro lugar donde se explicaran con más atención y exactitud, es por esta razón que los griegos hacían frecuentes viajes allí. Sin duda que dando instrucciones sobre el dios Cánope se encontrarían en la necesidad de explicar al mismo tiempo todos los misterios velados bajo la cantidad de jeroglíficos de los que la superficie de este dios estaba llena, al contrario de las otras ciudades donde se adoraba a Osiris e Isis, etc., que sólo explicaban allí la historia del dios o la diosa a los que estaban reservadas en particular.
Y he aquí algunos versículos del Mensaje Reencontrado mencionando el vaso:
I, 17’: Las vasijas de la tierra encierran una cosa preciosa, pero no duran mucho cuando ésta las abandona. XII, 44’: El que está en la cima del amor y del conocimiento es como un vaso lleno del néctar de los dioses, donde todos los seres se sacian; pero el que permanece a medio camino del saber es como un jarro lleno de cenizas que a nadie sirve.
XXI, 48: ¿Quién ha encontrado el santo cáliz? ¿Quién ha abierto el vaso sellado? ¿Quién ha mirado en el secreto? ¿Quién ha bebido en el manantial? ¿Quién ha caído en el cielo? ¿Quién ha muerto en la vida? ¿Quién ha resucitado en el amor? ¿Quién está establecido en el conocimiento? ¿Quién reposa en la paz del Perfecto? ¿Quién se ha vuelto UNO con aquel que ES?
XXIX, 21: No hay nada más muerto que esos tímidos orgullosos que no piden nada a Dios ni a los hombres, y que tampoco dan nada a nadie. ¡Tinieblas, frialdad, viscosidad y hedor! ¡se pudren en un vaso cerrado! “¿Quién les calentará el corazón al dulce fuego del amor?” XIV, 60: El conocimiento intelectual que no desemboca en el amor unitivo y en la posesión transformante del Señor es tan ilusorio como el reflejo de la luna en un vaso de agua agitada. [1] . Espagnet, La Obra secreta de la filosofía de Hermes, canon, 113. [2] . Clemente de Alejandría, Estromata, lib. 1, 6.

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