lunes, abril 30, 2007

El Toisón de Oro, su explicación (3)

Orfeo o el inventor de este relato del viaje de los argonautas, había realizado la obra, por lo que no le fue difícil indicarles por medio de Fineo la ruta que debían de tomar y lo que debían de hacer seguidamente, el sabio y prudente piloto Orfeo también los condujo al son de su guitarra y les dijo lo que les era preciso hacer para librarse de los peligros que les amenazaban, las Sirtes, las Sirenas, Escila, Caribdis, las rocas Cianeas y los otros escollos. Estas dos últimas son dos montones de rocas en la entrada de Ponto-Euxino, de una figura irregular, de la cual una parte está del lado de Asia y la otra de Europa y que sólo hay entre ellas, según Estrabón,[1] un espacio de veinte estadios. Los antiguos decían que estas rocas eran móviles y que se aproximaban para engullir a los barcos, por lo que les fue dado el nombre de Simplégades, que significa que chocan entre sí. Estos dos escollos eran suficiente para sorprender a nuestros héroes, el retrato que les había hecho Fineo de ellos hubiera sido capaz de intimidarles si al mismo tiempo no les hubiera enseñado cómo debían sortearlos. Lo cual era soltar una paloma hacia el lado de allá y si volvía al de aquí sólo tenían que continuar su ruta, sino era así debían de tomar la determinación de volverse. Se puede alabar al inventor de esta ficción la atención que ha tenido de no omitir casi ni una sola circunstancia remarcable de lo que pasa en el progreso de las operaciones.
Cuando el color negro empieza a esclarecer, la materia se reviste de un color azul oscuro, que participa del negro y del azul; estos dos colores, aunque distintos entre ellos, parecen sin embargo a una cierta distancia formar un violeta. Es por lo que Flamel dice:[2] He hecho tomar el campo donde están estas dos figuras azuladas y azul para mostrar que la materia no hace más que empezar a salir de la negrura muy negra. Pues el azulado y azul es uno de los primeros colores que nos deja ver la obscura hembra, es decir, la humedad cediendo un poco al calor y a la sequedad... Cuando la sequedad domine todo será blanco. Puede que en esta descripción no veamos las rocas Cianeas, pero su mismo nombre Κυάνειος o Κυάιος designa un color azul negrura. Antes de atravesarlas, es preciso hacer pasar una paloma por encima de ellas, es decir, volatilizar la materia, es el único medio, sin él no se puede salir airoso.
Más allá de las rocas Cianeas nuestros héroes hubieron de dejar a la derecha Bitinia, tocar solamente la isla Thirea y atracar en las Mariandinos. Las tumbas de los paflagonios, sobre los que Pélope había reinado antes, los cuales se halagan de ser descendientes suyos, no están lejos de allí, les dice Fineo.[3] Tenía razón, puesto que la materia entonces saca el color negro, designado allí por Pélope de πελος, niger (negro) y de όψ, oculus (ojo). Es también este color el que viene de la putrefacción, del que los filósofos han tomado ocasión, dice Flamel, de alegorizarlo mediante las tumbas, dándole este mismo nombre.
En el lado opuesto hacia la osa mayor se elevaba en el mar una montaña llamada Carambim, debajo de la cual el Aquilón excitaba las tormentas. Abraham el judío ha empleado este símbolo para significar la misma cosa, lo que se encuentra en sus figuras jeroglíficas, restituidas por Flamel:[4] En la otra cara del cuarto folio, pintaba una bella flor en la cima de una montaña muy alta a la que el Aquilón zarandeaba muy rudamente.
Tenía el pie azul, las flores blancas y rojas, las hojas relucientes como el oro fino, y en su entorno dragones y grifos aquilonianos hacían sus nidos y moradas. No lejos de allí, continúa Apolonio, el pequeño río Iris hace correr sus aguas plateadas, y va a lanzarse al mar. Después de haber pasado la desembocadura del Termodón, las tierras de los Cálibes, donde todos son obreros del hierro, y el promontorio de Júpiter el hospitalario, descenderéis a una isla deshabitada, en la cual cazaréis todos los pájaros que hay allí, en gran número. Encontraréis un templo que las amazonas Otrera y Antíope han hecho construir en honor a Marte, tras su expedición. Os conjuro que no faltéis allí, pues se os presentará del mar una cosa de un valor inexpresable. En el otro lado habitan los filiaros, por encima los macrones, después los buzaros y al fin llegaréis a Cólquide. Pasaréis allí por el territorio citaico que se extiende hasta la montaña del Amaranto, después por las tierras que riega el Fasis, en cuya desembocadura veréis el palacio de Aetes y la selva de Marte, donde está suspendido el Toisón de oro.

He aquí toda la ruta que les indica Fineo, y es justo que les asegure no haber olvidado nada.[5] Después del color negro viene el gris al cual sucede el blanco o la plata, la Luna de los filósofos, Fineo lo indica con las aguas plateadas del pequeño río Iris y señala la cualidad ígnea con el río Termodón. Después del blanco aparece el color del robín de hierro, al que los filósofos llaman Marte. Fineo lo designa con la morada de los Calibes, obreros del hierro, con la isla y el templo de Marte, levantado por las amazonas Otrera y Antíope, es decir, por la acción de las partes volátiles sobre el fijo, que se ha de reconocer al término de la expedición que había precedido. Hizo cazar en esta isla a todos los pájaros, es decir, que es preciso fijar todo lo que es volátil, pues cuando la materia ha adquirido el color de la herrumbre está absolutamente fija, y sólo le falta fortificarse en color; es por lo que Fineo dice que pasaran por el territorio citaico, o el color de la flor de la granada, que conduce al monte Amaranto. Se dice que el amaranto es una flor de color púrpura y que es una especie inmortal. Es el color que indica la perfección de la piedra o del azufre de los filósofos.

Todos estos colores están anunciados en pocas palabras por Espagnet:[6] Tres especies de muy bellas flores han de ser buscadas y encontradas en el fondo de ese jardín de los sabios, las violetas el lis blanco y el amaranto púrpura e inmortal. Las violetas se encuentran en la entrada. El río dorado que las riega les hace tomar el color del zafiro; la industria y el trabajo hacen encontrar seguidamente el lis, al cual sucede insensiblemente el amaranto. ¿No se reconoce en estas pocas palabras todo el viaje de los argonautas? ¿Qué les quedaba por hacer? Era preciso entrar en el río Fasis o el que lleva el oro, y entrar en la ciudad del mismo nombre, donde los hijos de Frixo acogieron a nuestros héroes; Jasón fue llevado ante Eetes, hijo del Sol, quien había desposado a la hija del Océano, de la que había tenido a Medea. Así pues, el hijo del Sol es el poseedor de este tesoro y su nieta le facilitó los medios de adquirirlo, es decir, que la preparación perfecta de los principios materiales de la obra ya está acabada, el artista ha logrado la generación del hijo del Sol de los filósofos. Pero son tres los trabajos necesarios para acabar toda la obra, el primero está representado por el viaje de los argonautas a Cólquide, el segundo es el que Jasón hizo para apoderarse del Toisón de oro y el tercero, el retorno a su patria.

[1] . Estrabón, lib. 7.
[2] . Flamel, loc. cit.
[3] . Apolonio, Argonautas, lib. 2, vers. 356.
[4] . Flamel, Explicación de las Figuras... prólogo, p. 11.
[5] . Apolonio, lib.2, vers. 392.
[6] . La obra secreta de la Filosofía de Hermes, Canon, 53.

domingo, abril 29, 2007

El Toisón de Oro, su explicación (2)

Según Apolonio, Fineo era hijo de Agenor y tenía su morada sobre una costa opuesta a Bitinia. El abad Banier dice que era hijo de Fénix, rey de Salmidese, sin enseñarnos de dónde descendía este Fénix. Sería muy difícil que Fineo hubiera vivido hasta el tiempo de los argonautas y así mismo que fuera encontrado en Tracia, pues debían de haber transcurrido dos siglos, según el cálculo del mismo abad Banier, después de Agenor hasta la guerra de Troya, por consiguiente, según él, Fineo tendría entonces al menos 165 años. Si lo llama nieto de Agenor por Fénix, este mitólogo no estará menos equivocado, puesto que dice,[1] según Higinio,[2] que Fénix se estableció en África, cuando buscaba a su hermana Europa. Fineo era ciego, lo que ha sido añadido para indicar la negrura llamada noche y tinieblas, puesto que es siempre de noche para un ciego. Las harpías sólo lo atormentaron después de que Neptuno le hubo quitado la vista, es decir, que el agua mercurial hubo ocasionado la putrefacción. Estos monstruos, símbolos de las partes volátiles, tenían alas y figura de mujer, para remarcar su ligereza, puesto que, según un antiguo: ¿Quid levius fumo? Flamen. Quid flamine? Ventus. Quid vento? Mulier. Quid mulier? Nihil. Cuando se dice que Fineo era adivino, es que la negrura, siendo la llave de la obra, anuncia el logro al artista, éste al conocer la teoría del resto de las operaciones, ve todo lo que ocurrirá a continuación
Para convencer al lector de la justicia y verdad de las explicaciones que acabo de dar, es suficiente que le muestre lo que dice Flamel respecto a esto,[3] verá a estas harpías bajo el nombre de dragones alados; la infección y el hedor que producían sobre los manjares de Fineo y finalmente su fuga. Podrá compararlo con los retratos que Virgilio[4] y Ovidio[5] hacen de ello, concluirá que el nombre de dragón les conviene perfectamente: La causa por la que he pintado estos dos espermas en forma de dragón, es que su pestilencia es tan grande, como la de los dragones, y que las exhalaciones que suben por el matraz son oscuras, negras, azules y amarillentas, tal como están pintados los dos dragones; ciertamente su fuerza y la de los cuerpos disueltos es tan venenosa que no existe en el mundo mayor veneno. Ya que por su fuerza y pestilencia es capaz de mortificar y matar todo lo vivo. El filósofo jamás puede oler esta pestilencia, si no rompe sus vasos, pero la reconoce al ver los cambios de los colores procedentes de la putrefacción de sus confecciones. [...] Al mismo tiempo, la materia se disuelve, se corrompe, ennegrece y concibe para engendrar, porque toda corrupción es generación. Siempre se ha de desear esta negrura. Es también la vela negra con el que el navío de Teseo volvió victorioso de Creta, y fue la causa de la muerte de su padre; así pues, es necesario que el padre muera para que de las cenizas del Fénix renazca otro, y que el hijo sea rey. En verdad, quien no vea esta negrura en el inicio de sus operaciones, durante los días de la piedra, aunque vea cualquier otro color, falla por completo en el magisterio, y no podrá terminarlo con ese caos. Ya que no se trabaja bien si no hay putrefacción, puesto que si no hay putrefacción no se corrompe, ni se engendra nada y, por consiguiente, la piedra no puede tomar vida vegetativa para crecer y multiplicarse. Y ciertamente, te digo nuevamente, que aún cuando tú mismo trabajes sobre las verdaderas materias, si al principio, tras haber puesto las confecciones en el huevo filosófico, es decir, algún tiempo después de que el fuego las haya irritado, no ves la cabeza del cuervo negro de un negro muy negro, tendrás que volver a empezar. [...] Así, pues, quienes no consigan estas señales esenciales, que se retiren pronto de las operaciones, para evitar una pérdida segura. [...] Un poco más tarde, el agua empieza a engordarse y a coagularse como si fuera una pez muy negra, y finalmente se vuelve cuerpo y tierra, que los envidiosos han llamado tierra fétida y pestilente. Ya que entonces, a causa de la perfecta putrefacción que es natural como las otras, esta tierra es pestilente y exhala un olor parecido al relente de los sepulcros repletos de podredumbre y de osamentas aún cargadas de humor natural. Esta tierra ha sido llamada por Hermes la tierra de las hojas, no obstante su verdadero y más apropiado nombre es el de letón que después se debe blanquear. Los antiguos sabios cabalistas la han descrito en las metamorfosis bajo la historia de la serpiente de Marte que había devorado a los compañeros de Cadmo, quien la mató atravesándola con su lanza contra un roble hueco. Fíjate bien en este roble.No se puede tener más dichoso presagio en los cuarenta primeros días, que esta negrura o Fineo ciego, es decir, la materia que en la primera obra había adquirido el color rojo y tanto esplendor y gloria, que había merecido los nombres de Fénix y de Sol, se encuentra al comienzo de la segunda, oscurecida, eclipsada y sin luz, lo que no podría expresarse mejor que por la pérdida de la vista. Fineo había recibido, dicen, el don de profecía de Apolo, porque Fineo era él mismo el Apolo de los filósofos en la primera obra o la primera preparación. Flamel dice positivamente que lo que acabo de referir debe de entenderse de la segunda operación.[6] Así, pues, pinto aquí dos cuerpos, uno de macho y otro de hembra para enseñarte que en esta segunda operación tienes verdaderamente, pero aún no perfectamente, dos naturalezas conjuntas y casadas, la masculina y la femenina, o mejor los cuatro elementos.
[1] . Banier, tomo 3, p. 67.
[2] . Higinio, Fab. 178.
[3] . Flamel, Explicaciones de las Figuras. Cap. 4.
[4] . Alado cuerpo, rostros virginales; arroja el seno vil vestigio inmundo; corvas manos y pies, garfios rampantes; pálidos siempre de hambre los semblantes. Virgilio, Eneida, lib.3.
[5] . Grande caput, stantes oculi, rostra apta rapinis, Canicies pennis, unguibus humus inest. Nocte volant cunis córpora rapta fuis. Ovidio, Fast. Lib. 6.
[6] . Flamel, Las Figuras Jeroglíficas, cap. 4.

sábado, abril 28, 2007

El Toisón de Oro, su explicación (1)

Sigamos ahora a Jasón en su expedición. Primeramente aborda Lemnos, ¿por qué? Dice que es para volverse favorable a Vulcano. ¿Qué aporta y qué relación tiene el dios del fuego con Neptuno, dios del mar? Si el poeta hubiera querido hacernos entender que el relato que nos dio era, en efecto, el de una expedición por mar, ¿habría caído en un desprecio tan grosero? Sin duda que no ignoraba que era al dios del agua al que había de dirigir sus ruegos. Pero era necesario que fuera Vulcano el que se volviera favorable, porque el fuego es absolutamente necesario ¿y qué fuego? un fuego de corrupción y de putrefacción. Los argonautas reconocieron sus efectos en Lemnos, allí encontraron mujeres que exhalaban un olor hediondo e insoportable. Tal es el de la materia filosófica cuando cae en la putrefacción. Toda putrefacción al ser ocasionada por la humedad y el fuego interno que actúa en ella, no podría significarse mejor que mediante las mujeres, que en el estilo hermético son su símbolo. Morien dice[1] que el olor de la materia es parecido a la de los cadáveres, y algunos filósofos han dado a la materia en este estado el nombre de Asafétida (licor fétido). La matanza que estas mujeres hicieron con sus maridos, significa la disolución del fijo por la acción del volátil, comúnmente designado por las mujeres. La volatilización está indicada más particularmente en esta circunstancia del viaje de los argonautas, por Toas, que viene de Θοός céler (ágil, ligero, vivo, activo), Θοάζω celeriter, moveo, (mover o agitar rápidamente). Y por su hija Hipsípila cuyo nombre significa, la que ama las alturas. Es así como el abad Banier y otros muchos otros la nombran siempre, pero Homero[2] y Apolonio[3] la llaman Hipsípila ύψιπύλεια (de las alturas). Lo que conviene también a la parte volátil de la materia, que se eleva hasta la entrada del vaso donde la embocadura está sellada y cerrada como una puerta tapiada y bien clausurada.
Los argonautas se recrearon en esta isla y parecían haber olvidado el motivo de su viaje, pero Hércules los despertó de este adormecimiento y los determinó a desistir de esta estancia.[4] A penas hubieron dejado la orilla, los tirrenos se les enfrentaron en un combate sangriento donde todos fueron heridos y Glauco desapareció. Es el combate del volátil y del fijo, al cual sucede la negrura precedida del color azul. Los filósofos dan también los nombres de noche y tinieblas, a esta negrura.
Los argonautas atracaron en cierta isla y erigieron un altar de pequeñas piedras[5] en honor de la m [6] en efecto, en esta circunstancia de la obra no hay más que tres cosas, la tierra, el hijo de esta tierra y el agua o Mercurio.
adre de los dioses o Cibeles, dindimena, es decir, la Tierra. Titio y Mercurio, que habían socorrido y favorecido a nuestros héroes, no fueron olvidados. Esto tenía su razón. Cuando la materia empieza a fijarse se cambia en tierra, que se convierte en la madre de los dioses herméticos. En el estado de negrura es Saturno, el primero de todos. Cibeles o Rea su esposa es esta primera tierra filosófica, que se convierte en madre de Júpiter o del color gris que esta tierra toma. Titio era este gigante célebre, hijo de Júpiter y de la ninfa Elara, que Júpiter ocultó en la tierra para sustraerlo de la ira de Juno. Homero dice, Titio hijo de la tierra misma: Y vi a Titio el nacido de Gea, la gloriosa, tendido en el suelo. (Odisea, lib. XI, vers. 575.) Como el volumen de la tierra filosófica aumenta siempre a medida que el agua se coagula y se fija, los poetas han figurado que Titio siempre iba creciendo, de manera que se hizo grande y enorme. Se dice que quiso atentar contra el honor de Latona, madre de Apolo y de Diana que lo mataron a flechazos. Es decir que esta tierra filosófica que no está aún absolutamente fijada y que está designada por Latona, como veremos en el libro siguiente, se vuelve fija, cuando la blancura, llamada Diana o Luna de los filósofos, y la rojez o Apolo aparecen. En cuanto a los honores a Mercurio, se le hacen con razón, puesto que es uno de los principales agentes de la obra. Apolonio sólo pone a estos tres dioses como protectores y guías de los argonautas,
Después de que nuestros héroes hubieron recorrido las costas de la pequeña Misia y de la Troada, se detuvieron en Bebricia, donde Pólux mató a Ámico quien le había desafiado en combate, es decir, que la materia empieza a fijarse después de la volatilización designada por el combate. Aún está más particularmente indicada por las harpías, que tenían las uñas largas y las alas de bronce, cazadas por Calais y Zetes hijos de Bóreas, pues los filósofos dan el nombre de bronce o latón o letón a su materia en este estado: Blanquead el Latón y romped los libros, para que no se rompan vuestros corazones.[7] Después de dejar Bebricia, los argonautas atracaron en el país donde Fineo, adivino y ciego, hijo de Agenor, era molestado sin cesar por estas harpías. Le arrebataban los alimentos que le servían y ensuciaban los que le dejaban. Volatilizar es arrebatar. Calais, que es el nombre de una piedra, y Zetes las cazaron y las confinaron en la isla Plote, es decir, la que flota o que nada, porque la materia al coagularse forma una isla flotante como la de Delos, donde Latona dio a luz a Diana. Basilio Valentín alude a los dos hijos de Bóreas en estos términos[8]: Dos vientos deben entonces soplar sobre la materia, uno llamado Vulturnus o viento de Oriente, el otro Notus o viento del Mediodía (Sur). Estos vientos han de soplar sin descanso hasta que el aire se haya vuelto agua; entonces tened confianza y contad con que lo espiritual se volverá corporal, es decir, que las partes volátiles se fijarán. Todos los nombres dados a las harpías expresan algo volátil y tenebroso, según Brochart, Occipeté, que vuela; Celeno, obscuridad, nube; Aello, tempestad; de donde se concluye que significan saltamontes. Eran hijas de Neptuno y de la tierra, es decir, de la tierra y del agua mercurial de los filósofos. Se llamaba con razón a las harpías hermanas de Iris, puesto que Iris no es otra cosa que los colores del arco iris, que aparecen sobre la materia después de su putrefacción, cuando empieza a volatilizarse.
[1] . Morien, Conversación del Rey Calid.
[2] . Homero, Ilíada, lib.7, vers. 469.
[3] . Apolonio, Argonautas, lib. 1, vers. 637.
[4] . Apolonio, ibid. Vers. 864.
[5] . Apolonio, Ibid. Vers. 1123 y ss.
[6] . Apolonio, lib. 1, vers. 1125.
[7] . Morien y casi todos los Adeptos.
[8] . Basilio Valentín, Las 12 llaves, llave 6.

El Toisón de Oro, es una fábula

Vayamos a la cosa misma. ¿Se puede considerar como una historia verdadera, un acontecimiento que parece haber sido imaginado sólo para divertir a los niños? ¿Se persuadirá a la gente sensata de que se haya construido un barco de robles parlantes; que los toros arrojaban torbellinos de fuego por la boca y las narices; que de los dientes del dragón sembrados en un campo labrado, nacen hombres armados que se matan unos a otros por una piedra que fue lanzada en medio de ellos, y en fin, tantas otras cosas que son puerilidades sin excepción en todas las circunstancias de esta célebre expedición? Y ¿hay alguna que no sea señalada en extremo de fábula, e incluso de fábula mal concertada y muy insípida si no se la considera desde un punto de vista alegórico? Sin duda es lo que ha impresionado a los que han considerado este relato como una alegoría tomada de las minas que se suponía que había en la Cólquide. Estos se han aproximado más a la verdad, y más aún los que la han interpretado como el libro de pergamino que contenía la manera de hacer el oro. Pero ¿cuál es el hombre que para un tal objeto querría exponerse a los peligros que Jasón superó? ¿De qué utilidad podrían serles los consejos de Medea, sus ungüentos, su agua, sus fármacos encantados, su medalla del Sol y de la Luna, etc...? ¿Qué relación tenían los bueyes vomitando fuego, un dragón guardián de la puerta y los hombres armados que salen de la tierra, con un libro escrito en pergamino, donde el oro era recogido con los toisones (pieles) de las ovejas? ¿Era pues necesario que Jasón (que significa medicina) fuera educado para ésta bajo la disciplina de Quirón? ¿Qué relación tendría el rejuvenecimiento de Esón hecho por Medea después de esta conquista?
Sé que los mitólogos se han esforzado en dar explicaciones a todas estas circunstancias. Se ha explicado el carro de Medea, arrastrado por dos dragones, como de un barco llamado dragón y cuando se ha podido salir airoso de ello al dar un sentido, aunque forzado, se ha creído haber cortado el nudo de la dificultad diciendo con el abad Banier:[1] aún y así es una ficción privada de todo fundamento, ¡dichoso recurso! ¿Se podía imaginar uno más propio en hacer desaparecer todo lo que se encuentra de dificultoso para un mitólogo? ¿Pero es eso capaz de contener a un hombre sensato, que debe pensar naturalmente que los autores de estas ficciones tenían sin duda sus razones para introducir todas estas circunstancias? Casi todas las explicaciones dadas por los mitólogos o no aportan nada, o son imaginadas para eludir las dificultades.
Es pues, evidente que debe considerarse el relato de la conquista del Toisón de oro como una alegoría. Examinemos cada cosa en particular. ¿Qué fue Jasón? Su nombre, su educación y sus acciones lo anuncian suficientemente. Su nombre significa medicina, y curación. Se le pone bajo la disciplina de Quirón, el mismo que tomó también a su cuidado la educación de Hércules y de Aquiles, dos héroes, de los cuales uno se mostró invencible en la guerra de Troya y el otro fue para liberar la tierra de los monstruos que la infectaban. Así Jasón tuvo dos maestros, Quirón y Medea. El primero le dio las primeras instrucciones y la teoría y el segundo le guió en la práctica mediante sus asiduos consejos. Sin sus ayudas un artista no tendría éxito jamás y caería de error en error. El detalle que Bernardo Trevisano y Denis Zachaire[2] hacen de ello sería capaz de hacer perder a un artista la esperanza de llegar al fin de la práctica de este arte, si no dieran al mismo tiempo las advertencias necesarias para evitarlos.
Jasón era de la raza de los dioses. Pero ¿cómo ha podido ser enseñado por Quirón, si Saturno, padre de éste y Fílira su madre no han existido en persona? Se dice que Medea, esposa de Jasón era nieta del Sol y del Océano e hija de Aetes, hermano de Pasifae y de Circe la encantadora. Aquí vemos que tales parientes convenían perfectamente a Jasón, para todas las circunstancias y acontecimientos de su vida. Todo lo suyo tiene algo de divino, hasta los mismos compañeros de su viaje. Hay muchas cosas a considerar en esta ficción. La nave Argo fue construida, según algunos, sobre el monte Pelión, de los robles parlantes de la selva de Dodona, o al menos pusieron uno allí que sirvió de mástil, ya sea en la popa o en la proa. Palas o la Sabiduría presidió su construcción. Según algunos autores, Orfeo fue designado como piloto junto con Tifis y Anceo. Los argonautas llevaron este navío sobre sus espaldas durante doce días a través de los desiertos de Libia. Jasón estaba al abrigo de la nave Argo cuando se derrumbó de vieja, fue aplastado y pereció bajo sus ruinas. La nave finalmente fue puesta en el rango de los astros.
Todas estas cosas, indican evidentemente que Orfeo fue el constructor y el piloto, es decir, que este poeta se declara él mismo como autor de esta ficción y que emplazó la nave en el rango de los astros a fin de conservar mejor su memoria para la posteridad. Si la gobernó al son de su lira, es para dar a entender que compuso la historia en versos que cantaba. La construyó siguiendo los consejos de Palas, porque Minerva o Palas era considerada como la diosa de las ciencias y que, como se dice, no se ha de empeñar uno en querer rimar sin el consentimiento de Minerva. El roble que se empleó en la construcción de esta nave, es el mismo que aquel contra el cual Cadmo mató la serpiente que había devorado a sus compañeros, es este roble hueco al pie del cual fue plantado el rosal de Abraham el judío del que habla Flamel,[3] el mismo que rodeaba la fuente del Trevisano,[4] y aquel del que Espagnet hace mención en el canon 114 de su tratado. Es preciso pues, que este tronco de roble esté hueco, lo que ha hecho darle el nombre de nave (vaso). Se ha figurado también que Tifis fue uno de los pilotos, porque el fuego es el conductor de la obra, pues Τύφω, fumum excito in flammo (el humo sale de la llama). Se le dio a Anceo como ayudante, a fin de indicar que el fuego debe ser el mismo que el de una gallina que incuba, como dicen los filósofos, pues Anceo viene de άγκάς, ulnae (codo, antebrazo).

[1] . Banier, Mitología, t.3, p. 259.
[2] . El Trevisano, Filosofía de los Metales. Zachaire, Opúsculo.
[3] . En el quinto folio, había un hermoso Rosal florecido en medio de un bello jardín, enroscado contra un roble hueco, de cuyos pies borboteaba una Fuente de agua muy blanca, que iba a precipitarse a los abismos... Flamel, Explicación de las Figuras Jeroglíficas (prólogo).
[4] . Una noche aconteció que debía de estudiar para disputar al día siguiente: encontré una pequeña fuente bella y clara rodeada toda ella de una bella piedra. Y esta piedra estaba debajo de un viejo roble hueco. He aquí la fuente de Cadmio y el roble hueco contra el cual horadó al Dragón. El Trevisano, Filosofía de los Metales, 4 parte.

viernes, abril 27, 2007

La Conquista del Toisón de Oro (2)

  Cuando todo estuvo dispuesto para el viaje la tropa de los héroes se embarcó y un viento favorable se puso en la vela; en primer lugar abordaron en Lemnos, a fin de que Vulcano se volviera favorable. Se dice que las mujeres de esta isla habían faltado el respeto a Venus y esta diosa, para castigarlas, les adhirió un olor tan insoportable que las volvió despreciables a los hombres de esta isla. Las lemnianas irritadas tramaron asesinarlos a todos durante el sueño. Sólo Hipsípila conservó la vida a su padre Thoas, que por entonces era rey de la isla. Jasón adquirió los favores de Hipsípila y tuvieron hijos.

Al salir de Lemnos, los tirrenos les libraron un sangriento combate, donde todos estos héroes fueron heridos, excepto Glauco que desapareció y fue puesto entre el número de los dioses del mar.[1] De allí volvieron hacia Asia, recogieron a Marsias, a Cíos y a Cícico, en Iberia, seguidamente se detuvieron en Bebricia, que era el antiguo nombre de Bitinia, si se ha de creer a Servio.[2] Amico que reinaba allí, tenía la costumbre de desafiar en combate celta a los que llegaban a su país. Pólux aceptó el desafío y lo hizo morir bajo sus golpes. Después de aquello nuestros viajeros llegaron a las Sirtes de Libia, por donde se va a Egipto. El peligro que tuvo atravesar estas Sirtes fue que Jasón y sus compañeros tuvieron que tomar la resolución de llevar su barco sobre sus espaldas durante doce días a través del desierto de Libia, al cabo de los cuales, habiendo encontrado el mar la pusieron a flote.
Fueron también a visitar a Fineo, príncipe ciego y atormentado sin cesar por las harpías, de las que fue liberado por Calais y Zetes, hijos de Bóreas, los cuales tenían alas. Fineo, adivino y más clarividente con los ojos del espíritu que con los del cuerpo, les indicó la ruta que debían de tomar. Les dijo: primero debéis abordar las islas Cianeas, (que algunos han llamado Simplégades, donde hay escollos flotantes que entrechocan). Estas islas arrojan mucho fuego, pero evitaréis el peligro enviando allí una paloma. De allí pasaréis a Bitinia y dejaréis de lado la isla Tiniade. Veréis Mariandinos, Aquerusa, la ciudad de los enetas, Carambim, Halim, Iris, Temiscira, la Capadocia, las Cálibes y llegaréis finalmente al río Fasis, el cual riega la tierra de Circe, y de allí a Cólquide donde está el Toisón de oro.
Antes de llegar allí los argonautas perdieron a su piloto Tifis y pusieron a Anceo en su lugar.
Por fin toda la tropa desembarcó sobre las tierras de Aetes, hijo del Sol y rey de Colcos, quien les otorgó una amable acogida. Pero como era extremadamente celoso del tesoro que poseía y puesto que había sido informado del motivo que allí le traía, cuando Jasón apareció ante él, simuló consentir de buena gana en concederle su demanda, pero lo puso al corriente de los obstáculos que se oponían a sus deseos. Las condiciones que le prescribió eran tan duras que hubieran sido capaces de hacer desistir a Jasón en su empeño. Pero Juno que quería a Jasón, convino con Minerva que haría que Medea se enamorarse de este joven príncipe a fin de que, mediante el arte de los encantamientos del que esta princesa estaba perfectamente instruida, lo sacara de los peligros a los que se expondría para tener éxito en su empresa. En efecto, Medea tomó un tierno afecto por Jasón le ensalzó el coraje y le prometió todas las ayudas que dependieran de ella, con tal de que él se comprometiera a darle su palabra de matrimonio.

El Toisón de oro estaba suspendido en la selva de Marte, rodeado de un gran muro y sólo se podía entrar allí por una sola puerta guardada por un horrible dragón, hijo de Tifón y de Equidna. Jasón debía de poner bajo el yugo a dos toros, presente de Vulcano, que tenían los pies y los cuernos de bronce y que echaban torbellinos de fuego en llamaradas por la boca y las narices, engancharlos a un arado, hacerles labrar el campo de Marte y sembrar allí los dientes del dragón que antes debería haber matado.
De los dientes de este dragón sembrados debían nacer hombres armados, los cuales era preciso exterminar hasta el último y el Toisón de oro sería la recompensa de su victoria. Jasón tomó de su amante cuatro remedios para salir airoso. Ella le dio un ungüento del que se untó todo el cuerpo, para preservarse del veneno del dragón y del fuego de los toros. El segundo era una composición somnífera que adormecería al dragón en cuanto Jasón se la echara en la boca. El tercero era un agua límpida para apagar el fuego de los toros; y el cuarto una medalla sobre la cual estaban representados el Sol y la Luna.
Al día siguiente Jasón, provisto de todo esto, se presentó ante el dragón, le echó la composición encantada en la boca este y se adormeció, se durmió, se hinchó y reventó. Jasón le cortó la cabeza y le arrancó los dientes. A penas había terminado que los toros vinieron hacia él, arrojando una lluvia de fuego. Se libró echándoles su agua límpida. Se amansaron al instante, Jasón los aparejó y los puso bajo el yugo, labró el campo y sembró los dientes del dragón.
 Al momento vio salir a los combatientes, pero siguiendo los buenos consejos de Medea, se alejó un poco, les lanzó una piedra que los puso furiosos, volvieron sus armas los unos contra los otros y se mataron todos. Jasón libre de todos estos peligros corrió a coger el Toisón de oro, volviendo victorioso a su barco y partió con Medea para volver a su patria.
Tal es el resumen de la narración de Orfeo, o si se quiere, de Onomácrito.

El relato de Apolonio de Rodas y el de Valerio Flaco no difieren casi nada de la de Orfeo, pero muchos antiguos han añadido allí circunstancias que es inútil repetir. Los que han leído a estos autores habrán visto que Medea salvándose con Jasón, asesinó a su hermano Absirto, lo cortó en pedazos y esparció sus miembros por el camino, para retrasar el paso de su padre y de los que la perseguían; que habiendo llegado al país de Jasón rejuveneció a Esón, padre de su amante e hizo muchos otros prodigios. Habrán leído que Frixo atravesó el Helesponto sobre un carnero, llegó a Colcos y sacrificó este carnero a Mercurio, quien doró el Toisón y luego fue suspendido en la selva de Marte; y finalmente, que de todos los que pretendieron la ayuda de Medea Jasón fue al único que la consiguió, sin la cual no hubiera podido salir airoso.
[1] . Pausis en Atenas, lib.7, c. 12.
[2] . Servio, Sobre el 5º libro de la Enéida, v. 373.

jueves, abril 26, 2007

La Conquista del Toisón de Oro (1)

Lo que prueba la antigüedad de esta fábula es que Homero hace dos menciones en el libro 12 de la Odisea.
Para dar una idea justa de esta ficción, se habría de tomar la cosa desde su origen, explicar cómo este pretendido Toisón de oro fue llevado a la Cólquide y recorrer toda la historia de Atamas (o Atamante), de Ino, de Néfele y de Frixo, de Learco y de Melicertes, pero como tendremos ocasión de hablar de ello en el cuarto libro, explicando los juegos ístmicos, sólo entraremos en el detalle de esta expedición según lo que Orfeo y Apolonio han referido.
Jasón tuvo por padre a Esón, a Creteo por abuelo a Eolo por bisabuelo y a Júpiter por trisabuelo. Su madre fue Polimede, hija de Autólico, aunque otros dicen que fue Alcímeda lo que convendría igualmente para el fondo de la historia, según mi sistema. Tiro hija de Salmoneo, educada por Creteo, hermano de aquel, gustó a Neptuno y tuvo a Neleo y Pelias; luego se desposó con Creteo su tío, del que tuvo tres hijos, Esón, Feres y Amitaón. Creteo conquistó la ciudad de Yolco y la hizo capital de sus estados y al morir dejó la corona a Esón.
Pelias, a quien Creteo no le había dado ningún establecimiento, pues no le pertenecía, se volvió poderoso mediante intrigas y destronó a Esón. Entre tanto Jasón vino al mundo, Pelias se inquietó por ello pues cogió celos de él, y buscó por todos los medios hacerlo morir. Pero Esón y su esposa habían adivinado los malvados deseos del usurpador, y llevaron al joven Jasón, que entonces se llamaba Diomedes, al antro de Quirón, hijo de Saturno y de la ninfa Fílira, que habitaba sobre el monte Pelión, y le confiaron su educación. El centauro era tenido como el hombre más sabio y el más hábil de su tiempo. Jasón aprendió allí la medicina y las artes útiles para la vida. Este joven príncipe, al llegar a la edad varonil, se introdujo en la corte de Yolco, tras haber ejecutado punto por punto todo lo que el oráculo le había predicho. Pelias no dudó de que Jasón había adquirido mucho el favor del pueblo y de los grandes. Se volvió más celoso, y buscando un pretexto honesto para deshacerse de él, le propuso la conquista del Toisón de oro, persuadido de que Jasón no rehusaría una ocasión tan favorable de adquirir gloria. Pelias, que conocía todos los riesgos, pensó que moriría en el intento. Por su lado Jasón presintió todos los peligros que iba a correr, sin embargo la proposición fue de su gusto y su gran coraje no le permitió negarse a aceptarla.
Lo dispuso todo y siguiendo los consejos de Palas, hizo construir un barco al cual le puso un mástil hecho de un roble parlante de los de la selva de Dodona. Este barco fue llamado Argo, los autores no están de acuerdo sobre el motivo que hizo nombrarlo así. Apolonio, Diodoro de Sicilia, Servio y algunos otros pretenden que este nombre le fue dado porque Argos propuso el diseño, incluso se varía mucho sobre este Argos, los unos le toman por el mismo que Juno empleó para la vigilancia de Io, hijo de Arestor; pero Meziriac quiere que se lea en Apolonio de Rodas, hijo de Alector, en lugar de hijo de Arestor.
Sin entrar en detalle de los diferentes pensamientos respecto a la denominación de este barco, lo que se puede ver en muchos autores, diré solamente que fue construido de madera del monte Pelión, según la opinión de los antiguos. Ptolomeo Efestión dice, en relación a Fotius, que Hércules fue el constructor. En cuanto a la forma de este barco, los autores no están muy de acuerdo entre ellos. Unos dicen que era largo, otros que redondo, aquellos que tenía veinticinco remos a cada lado, estos que tenía treinta, pero en general se conviene en que no estaba hecho como los barcos ordinarios. Orfeo y los más antiguos autores que han hablado, no han dicho nada de esta forma, todo lo que los otros aportan sólo está fundado en conjeturas.
Todas las circunstancias de esta pretendida expedición sufren contradicción. Se varía sobre el jefe y sobre el número de los que le acompañaban. Algunos aseguran que Hércules fue el primero en ser escogido como jefe y que Jasón no lo fue hasta después de que Hércules hubiera sido abandonado en la Troade, donde descendió a tierra para ir a buscar a Hilas. Otros pretenden que no tuvo ninguna parte en esta empresa, pero el pensamiento más común es que se embarcó con los argonautas.
En cuanto al número de estos, no se puede establecer nada como cierto, puesto que unos autores nombran a los que otros no mencionan. Se cuentan comúnmente cincuenta, todos de origen divino. Unos hijos de Neptuno, otros de Mercurio, de Marte, de Baco, de Júpiter. Se puede ver los nombres y la historia resumida en el tomo tercero de la mitología del abad Banier, página 211 y ss, donde lo explica todo conforme a sus ideas, y decide, como es común en él, rechazar lo que no puede ajustar. Admite, por ejemplo, en el número de los argonautas a Acasto, hijo de Pelias y a Neleo, hermano de éste. Aparentemente, si esta expedición fuera un hecho verdadero, y se supone que Pelias era perseguidor y enemigo jurado de Jasón y el mismo Pelias no quiso embarcar a su sobrino en esta peligrosa expedición, porque pensaba que su pérdida sería segura ¿por qué dio permiso a Acasto para acompañarlo, él que buscaba hacer perecer a Jasón para conservar la corona para este hijo suyo? No faltarían razones para rechazar otras tantas que este erudito mitólogo admite basándose en otros autores; sería fácil probar que no podían encontrarse allí, según el sistema de este mismo erudito, pero ello provocaría una discusión que no entra en nuestro plan.

lunes, abril 23, 2007

Alegorías de relación evidente con el Arte Hermético



Nunca un país fue tan fértil en fábulas como Grecia. Las cuales había recibido de Egipto, y como estas no le eran suficientes inventó un número infinito de ellas. Los egipcios sólo reconocían como dioses a Osiris, Isis y Horus, pero multiplicaron los nombres, viéndose por ello obligados a multiplicar las ficciones históricas. De allí vinieron doce dioses principales, Júpiter, Neptuno, Marte, Mercurio, Vulcano, Apolo, Juno, Vesta, Ceres, Venus Diana y Minerva, seis machos y seis hembras. Sólo estos doce, considerados como grandes dioses, fueron representados en estatuas de oro. Después se imaginaron otros, a los que se les dio el nombre de semi-dioses, que no eran conocidos en el tiempo de Herodoto, o al menos no hace mención de ellos bajo este título. Sus figuras eran esculpidas en madera, en piedra o en arcilla.

El mismo Herodoto dice,[1] que los egipcios fueron los primeros en poner estos doce nombres y que los griegos los recibieron de ellos.
Según Diodoro de Sicilia los primeros griegos que pasaron a Egipto fueron, Orfeo, Museo, Melampo y los otros, de los que hemos hablado en el libro precedente. De allí sacaron los principios de la filosofía y de las otras ciencias y los llevaron a su país, donde los enseñaron de la misma manera que los habían aprendido, es decir, bajo el velo de las alegorías y de las fábulas. Orfeo encontró allí el sujeto de sus himnos sobre los dioses y sus orgías.[2] Que estas solemnidades tienen su origen en Egipto es un hecho en el que convienen igualmente los mitólogos como los anticuarios y no es necesario probarlo.
Este poeta introdujo en el culto de Dioniso las mismas ceremonias que se observaban  en el culto de Osiris. Las de Ceres se relacionaban con las de Isis.
Es el primero en hacer mención del castigo a los impíos, de los campos Elíseos y da nacimiento al uso de las estatuas. Figuró que Mercurio estaba destinado a conducir las almas de los difuntos y se hizo imitador de los egipcios en una infinidad de otras ficciones.
Cuando los griegos vieron que Psamético protegía a los extranjeros y que podían viajar a Egipto sin riesgo de su vida o de su libertad, fueron allí en gran número, los unos para satisfacer su curiosidad sobre las maravillas que habían aprendido de este país, los otros para instruirse. Orfeo, Museo, Lino, Melampo y Homero pasaron por allí sucesivamente.
Estos cinco junto con Hesíodo fueron los propagadores de las fábulas en Grecia, mediante los poemas y las ficciones que expandieron. Sin duda estos grandes hombres no habrían adoptado y expandido con sangre fría tantas aparentes absurdidades si al menos no hubieran sospechado que tenían un sentido oculto y un objeto real envuelto en tinieblas. ¿Habrían querido, maliciosamente o por burla, engañar a los pueblos? Y si pensaban seriamente que estos personajes eran dioses, a los que debían presentar como modelos de perfección y de conducta ¿les habrían atribuido toda clase de adulterios, incestos, parricidios y tantos otros crímenes? El tono en el que Homero habla de ellos es suficiente para dar a entender cuales eran sus ideas al respecto.
Es, pues, muy probable que sólo presentaran estas ficciones como símbolos y alegorías, pues quisieron volver más sensible, personificando y deificando, los efectos de la naturaleza. En consecuencia asignaron un oficio particular a cada uno de estos personajes deificados, reservando solamente el imperio universal del Universo a un sólo y único verdadero Dios.
Orfeo se explica muy claramente respecto a eso, diciendo que todos ellos no son más que una misma cosa comprendida bajo diversos nombres. Estos son los términos: El mensajero –interpreta Cilenio– está en todos. Las ninfas son el agua; Ceres, los granos; Vulcano es el fuego; Neptuno el mar; Marte la guerra; Venus la paz; Themis la justicia; Apolo, tirando sus flechas, es lo mismo que el Sol radiante, ya sea que este Apolo esté considerado como actuando desde lejos o desde cerca, ya sea como divino, augusto como el dios de Epiduro que cura las enfermedades. Todas estas cosas no son más que una aunque tengan muchos nombres.
Hermesianax dice que Plutón, Perséfone, Ceres, Venus y los amores, los tritones, Nerea, Tetis, Neptuno, Mercurio, Juno, Vulcano, Júpiter, Pan, Diana y Febo son el mismo dios. Todos los oficios de la naturaleza se volvieron dioses entre sus manos, pero dioses sometidos a un sólo Dios supremo, según lo que habían aprendido en Egipto. Estos diferentes atributos de la naturaleza concernían sin embargo a efectos particulares, ignorados por el pueblo y conocidos solamente por los filósofos.
Si algunas de estas ficciones tuvieron al Universo en general por objeto, no se negará que el mayor número de ellas eran una aplicación particular, y muchas tan especialmente determinadas, que podrían engañar fácilmente. Es suficiente repasar las principales, para poder juzgar las otras, Hablaré pues, en primer lugar de la expedición del Toisón de oro; de las manzanas de oro del jardín de las Hespérides y algunas otras que manifiestan muy claramente que la intención de los autores de estas ficciones era de velar allí los misterios del arte hermético.

Orfeo es el primero que ha hecho mención de la expedición del Toisón de oro, si se quieren admitir las obras de Orfeo como pertenecientes a las primeras de los poetas griegos, pero yo no entro en la discusión de los eruditos, que estas obras sean verdaderas o supuestas, poco me importa, me es suficiente que hayan partido de una pluma muy antigua, sabia y sean referentes a los misterios de los egipcios y de los griegos. San Justino en su Parenet, Lactancio y san Clemente de Alejandría, en su discurso a los gentiles, hablan en este tono. Este poeta ha dado a esta ficción un aire de historia que hace que nuestros mitólogos modernos la consideren como tal, a pesar de la imposibilidad en que se encuentran al querer ajustar las circunstancias. Más bien lo han intentado y han preferido encallarse que ver el sentido oculto y misterioso que presenta y que el mismo autor ha manifestado tan visiblemente citando, en el transcurso de esta ficción, algunas otras de sus obras, a saber, un tratado de las pequeñas piedras y otro del antro de Mercurio como fuente de todos los bienes. Es fácil ver de qué Mercurio pretende hablar, puesto que lo presenta como siendo parte del objetivo que se propone Jasón en la conquista del Toisón de oro.

[1] . Herodoto, Euterpe, c. 50, 1ª parte.
[2] . Banier, Mitología, t. 2, p. 273.